“Por tierras del país hermano”. Las visitas de Pilar Primo de Rivera a la Alemania nazi, 1938-1943

“Por tierras del país hermano”.

Las visitas de Pilar Primo de Rivera

a la Alemania nazi, 1938-1943

“Por tierras del país hermano”.

Pilar Primo de Rivera´s visits to

Nazi Germany, 1938-1943

TONI MORANT I ARIÑO[1]

Universitat de València, España

Toni.Morant@uv.es

RESUMEN

Durante la Guerra Civil española (1936-1939), las mujeres se convirtieron en una parte esencial de la movilización de masas contra la democracia. Las fascistas se organizaron en la Sección Femenina de Falange, que se encargó de encuadrar y movilizar a las mujeres para el «Nuevo Estado». En su desarrollo, los contactos transfronterizos resultaron cruciales: las fascistas españolas vieron en el fascismo italiano, y, sobre todo, el nazismo alemán (y, más concretamente, en sus organizaciones femeninas y juveniles) claros modelos a seguir. Entre los frecuentes contactos, destacó claramente la figura de Pilar Primo de Rivera, la delegada nacional de la Sección Femenina de Falange: no sólo viajó seis veces a Alemania y dos a Italia en sólo cinco años, entre 1938 y 1943, sino que se convirtió también en una firme defensora de la Alemania nazi y en una de las personalidades más destacadas de las relaciones hispano-alemanas de la época.

Palabras clave: fascismo, historia transnacional, Falange Española, Sección Femenina, Alemania nazi.

ABSTRACT

During the Spanish Civil War (1936-1939), women became an essential part of the mass mobilisation against democracy. Fascist women organised in the Women’s Section of the Falangist party. The Sección Femenina became responsible for winning over and mobilising women for the ‘New State’. Cross-border contacts were crucial for its development: Italian Fascism and German Nazism, or more precisely their women’s and girls’ organisations, were clearly recognisable as the role models. Among all these contacts, the figure of Pilar Primo de Rivera clearly stood out. The SF National Delegate not only travelled six times to Germany and twice to Italy in just five years. She also became a staunch advocate for Nazi Germany and one of the most prominent personalities in Spanish-German relations at the time.

Keywords: fascism, transnational history, Spanish Falange, Sección Femenina, Nazi Germany.

Para mí es indudable que en un país sólo se puede consolidar aquello que espontáneamente corresponde a su propio espíritu. La historia de mi país es una prueba de ello. España rechaza todo aquello que tiene una naturaleza extraña. Sin embargo, es necesario diferenciar entre espíritu y organizaciones. Éstas, si se trata de modelos ejemplares, siempre pueden servir de inspiración.[2]

Con estas palabras respondía Pilar Primo de Rivera, Delegada Nacional de la Sección Femenina de Falange (en adelante, SF), a una periodista del Völkischer Beobachter (VB), el principal periódico del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (en adelante, NSDAP), durante su primera visita a Alemania, en abril de 1938. Había llegado pocos días antes, desde una España todavía en guerra civil, para conocer personalmente el trabajo de las organizaciones femeninas del partido nazi: el Bund Deutscher Mädel (BDM, Unión de Muchachas Alemanas), esto es, la rama femenina de las Juventudes Hitlerianas, y la Nationalsozialistische Frauenschaft (NSF, Organización Nacionalsocialista de Mujeres). No fue, ni mucho menos, su única visita oficial al extranjero sino el inicio visible de una intensa actividad exterior. Así, en los apenas cinco años siguientes, hasta 1943, la hija del difunto dictador Miguel Primo de Rivera (1923-1930) y hermana de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, viajó seis veces a la Alemania nazi, dos a la Italia fascista y una al Portugal de Salazar.

Pilar Primo de Rivera (1907-1991) fue bastante más que la ‘hija de’ o ‘hermana de’: fue la fundadora y máxima dirigente de la Sección Femenina, la rama femenina de Falange, durante sus cuarenta y tres años de existencia (1934-1977). Con ello, no sólo fue la mujer de mayor jerarquía del fascismo español (el más longevo y el que más permaneció en el poder), sino también la persona que más tiempo ocupó un mismo cargo político no ya durante la larga dictadura franquista, sino en la España del siglo XX, “incluso más tiempo que el general Franco”, según el diario El País.[3] Por último, Primo de Rivera fue la figura femenina de mayor significado e influencia política en una dictadura dominada por hombres (Bowen, 2006: 174ss. y 184), convertida tras el fusilamiento de su hermano en 1936 en la depositaria simbólica y mantenedora de “la llama vestal de la fidelidad” a las esencias falangistas, según Arriba, el principal diario del fascismo español.[4] 

Todo ello dota de (aún) mayor significado a sus frecuentes visitas a Italia y, sobre todo, a Alemania durante la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. Sus viajes a y, en general, su relación con este último país constituye el objeto central del presente artículo. Para ello, en el primer epígrafe presentaré el giro transnacional de los estudios sobre fascismos, así como algunos apuntes desde esta perspectiva para el caso español. En el segundo apartado, esbozaré un breve estado de la cuestión, en el marco más amplio de las relaciones del fascismo español y la dictadura franquista con la Alemania nazi. En tercer lugar, me centraré en las visitas de la falangista de mayor jerarquía y en su estrecha afinidad por la Alemania nazi, hasta el punto de convertirse en una especie de mediadora ideológica y agente cultural entre ambos partidos y regímenes.

El giro transnacional de los estudios sobre fascismos

Desde sus inicios, el fascismo siempre ha sido estudiado –aunque fuera de forma implícita- en términos comparados.[5] Sin embargo, en las últimas dos décadas, el giro transnacional ha permitido trasladar el foco de estudio desde los tradicionales actores estatales (los regímenes y sus aparatos ministeriales y militares) hasta las propias organizaciones fascistas, profundizando en la convicción de que “no pueden ser estudiadas de manera aislada, ya que estaban constantemente influenciándose las unos a las otras” (Iordachi, 2010b: 195). De hecho, donde se ha estudiado (y aún queda mucho por investigar), la perspectiva transnacional y su foco en los aspectos relacionales han empezado a sacar a la luz redes y contactos entre grupos, movimientos, partidos y organizaciones fascistas, en múltiples niveles (no ya entre sus líderes, sino también entre sus mandos e incluso cuadros inferiores) y en diferentes ámbitos, que en algunos casos acabaron cristalizando incluso en proyectos e iniciativas comunes. Ello ha permitido generar un doble consenso: por un lado, que el fascismo fue un fenómeno transnacional (y no sólo nacional) y, por el otro, que su ultranacionalismo y sus vínculos transfronterizos, lejos de ser contradictorios, se complementaban (Bauerkämper, 2010: 215).

Durante los diez años posteriores a la llegada del primer fascismo al poder, en 1922, el italiano fue el único régimen fascista y su éxito parecía limitado a sus fronteras. Sin embargo, su capacidad de apelación no iba a quedar confinada a la península itálica y, ya en 1925, cuarenta y cinco países habían visto surgir partidos que se llamaban a sí mismos ‘fascistas’ y que se veían, cada vez más, como parte de una misma cultura política (Bauerkämper, 2006: 166). A principios de la década de 1930, el fascismo constituía ya un influyente “campo magnético” (Burrin, 1984): distaba mucho de ser una opción marginal, no sólo en buena parte del centro y este de Europa (donde había sucumbido ya la mayoría de las nuevas democracias surgidas tras la Gran Guerra), sino también en países con una larga tradición liberal, como Gran Bretaña, los Países Bajos o Francia (Orlow, 2003: 246) y más allá. Esta entonces nueva cultura política estaba en boca de todos y constituía, en términos políticos, una referencia insistente e “inequívoca” (Nolte, 1966: 297-300).

Roma se convirtió en la “capital del universo fascista”, el “centro gravitacional” de una “red fascista” (Woller, 1999: 97ss.; Bauerkämper, 2006: 198) cada vez más tupida. En un periodo caracterizado por el “viaje político” (Gehmacher & Harvey, 2011), Italia era vista en muchos países como una maestra (aquel Italia docet del reaccionario Moeller van den Bruck). Cada vez viajaban allí más “turistas ideológicos” (Schwarz 1993), que buscaban conocer con sus propios ojos “el original italiano” o “el experimento italiano” (Schieder 1996) y estudiarlo de primera mano. Siguiendo la idea de Mussolini de una “revolución universal, pero guiada desde Roma” (Griffin, 2008: 143),[6] el surgimiento en Alemania de un segundo régimen en 1933 confirmó el carácter y la vigencia internacional del fascismo, dando así a sus correligionarios en otros países esperanzas de que, tarde o temprano, también ellos triunfarían.

En España, 1933 fue “el año del fascismo” (Saz, 1986: 105 y 125): en marzo, al poco de llegar Hitler al poder, José Antonio Primo de Rivera definió públicamente el fascismo como “el movimiento que ahora anuncia en Europa su pleamar”.[7] Siete meses, el 29 de octubre, fundó Falange Española, el partido fascista que más tiempo permanecería en el poder durante todo el siglo XX. Hacía apenas diez días que había sido recibido en Roma por Mussolini, a quien en una entrevista posterior se refirió como “il maestro di questa nuova dottrina”.[8]

El acto fundacional de Falange tuvo lugar en Madrid, en el Teatro de la Comedia. En sus discursos, los oradores principales evitaron hablar del naciente movimiento como fascista y tampoco entre el público se vio uniforme alguno. Ahora bien, en un palco lateral seguía muy de cerca lo que estaba aconteciendo en el escenario un pequeño grupo, compuesto por cinco mujeres: las hermanas Pilar y Carmen Primo de Rivera, sus primas-hermanas Inés y Dolores, así como una amiga de la infancia, Luisa María de Aramburu, entonces apenas una adolescente. Así pues, las mujeres estuvieron presentes desde el primer momento en la historia del partido fascista español, algo que también había pasado en el caso italiano (Willson, 2003: 12-14). En sus filas, las falangistas no tardaron en alcanzar protagonismo, tanto en lo que respecta a su afiliación y actividades hasta el golpe de Estado de 1936, como con su contribución al esfuerzo de guerra rebelde y, posteriormente, en la consolidación y pervivencia de la resultante dictadura franquista.

Antes incluso de que existiera Falange, las fascistas españolas miraron más allá de sus fronteras. Cuando aún faltaban siete meses para su fundación, el efímero semanario El Fascio publicó un artículo titulado “La mujer en el fascismo. Un factor importante”, que empezaba recordando que “[e]n Inglaterra ha sido una mujer la iniciadora del fascismo” (en referencia a Rotha Lintorn-Orman, fundadora de los British Fascisti en 1923).[9] Se trataba de un intento de legitimar la presencia femenina en las filas del (futuro) partido, alegando una supuesta “predilección” de las mujeres “por la corriente fascista” y augurando que “por cientos de miles se inscribirán en el fascio”. Como en el resto de Falange, existió en la Sección Femenina, ya en sus primeros años, una clara afinidad ideológica por el fascismo italiano.[10]

El estado de la cuestión

Las visitas de Primo de Rivera se enmarcan en las llevadas a cabo por la organización que dirigió durante más de cuarenta años (la SF) y, a su vez, en el contexto más amplio de las variadas relaciones entre el bando rebelde (y, posteriormente, la España de Franco) con la Alemania nazi. Notoria desde las primeras semanas de la Guerra Civil, la ayuda de las entonces conocidas como ‘naciones amigas’ (la Italia fascista, la Alemania nazi y el Estado Novo portugués) fue negada oficialmente durante años, tanto por éstas como por la propia España franquista, con la permisividad de las principales democracias europeas (Francia y Gran Bretaña).[11]

La historiografía sobre el tema[12] se remonta a comienzos de la década de 1960, cuando –transcurridos apenas veinte años del final de la Guerra Civil– Manfred Merkes (1961) publicó con su precursora tesis doctoral el primer estudio sobre el tema basado en documentación de archivos alemanes. Los análisis posteriores se centraron en aspectos diplomáticos,[13] militares[14] y económicos.[15] En la década de 1990, con la expansión de la historia cultural, empezaron a aparecer análisis de las políticas culturales de ambos países. Así, Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla (1992) fue el primero de estos autores que, en su estudio general de la política cultural exterior de la dictadura franquista, mencionó dos visitas de las falangistas a Alemania. Diez años después, Jesús de la Hera (2002) publicaba la contraparte: el análisis de la acción cultural alemana en España durante el período de entreguerras.

Mención aparte requiere el historiador norteamericano Wayne H. Bowen, quien en la primera década de este siglo publicó varios libros y artículos sobre la España franquista y su “colaboración en el Nuevo Orden” nazi (2000), con un papel destacado de los “peregrinajes españoles a la Alemania de Hitler” (2009). Suyo es también un artículo sobre la “tentación del Eje” de Pilar Primo de Rivera (2005) que constituye la única aproximación específica al objeto del presente texto (aunque sin utilizar fuentes alemanas), así como la inclusión en su libro sobre España en la Segunda Guerra Mundial (2006) de todo un capítulo dedicado a la Sección Femenina, algo nada habitual para una obra de esa temática. En los últimos diez años, destacan las contribuciones de Xosé Manuel Núñez Seixas (2015a, 2015b, 2019) sobre la influencia alemana en Falange y las percepciones españolas, así como el libro de Marco da Costa (2023), tan reciente como contundente en su título: La España nazi.

En lo que respecta específicamente a la historiografía sobre Sección Femenina, ya sus primeras investigadoras, Maria-Aline Barrachina (con su tesis doctoral de 1979) y María Teresa Gallego Méndez (1983), mencionaron algunas visitas a Alemania en sus pioneros estudios monográficos, publicados poco después de la disolución de SF. Ninguna de las dos pudo acceder a documentación de archivo, pero para constatar su existencia les bastó acudir a las revistas de las falangistas, lo que da muestra de la “visibilidad” pública que estas relaciones tuvieron en su momento. Ahora bien, hasta principios de siglo se avanzó poco más al respecto: en las más destacadas tesis de licenciatura dedicadas a la SF publicadas hasta mediados de los noventa, las referencias fueron escasas y basadas aún en prensa de la época (Pastor i Homs, 1984; Del Rincón García, s.a.) o bien directamente nulas (Sánchez López, 1990). Por su parte, la “crónica oficial” de SF (Suárez Fernández, 1993), claramente apologética, apenas menciona las visitas a Alemania y, cuando lo hace, es únicamente para intentar marcar distancias claramente entre las fascistas de ambos países.[16]

En torno al cambio de siglo, una nueva generación de historiadoras protagonizó, a través de sus tesis de licenciatura (Blasco Herranz, 1999) o doctorado (Richmond, 2003; Bergès, 2003; y Rodríguez López, 2004), un salto cualitativo en la historiografía de SF, incorporando las aportaciones de la historiografía internacional de género. Ángela Cenarro (2006) hizo lo propio en su monografía sobre el Auxilio Social, la organización “social” de Falange. Aunque ninguna de ellas se centró en el tema de las relaciones con las potencias fascistas, sí que las mencionaron (desde algunas líneas en unos casos, hasta páginas enteras en otros), de la mano ya de documentación de archivos españoles.

A partir de ahí, no tardaron en llegar las primeras miradas transfronterizas: María Luisa Blanco Camblor (2005) publicó la –aún hoy– única comparación formal entre la SF y la rama femenina de las Juventudes Hitlerianas y, poco después, María Beatriz Delgado Bueno (2009) dedicó a la influencia alemana todo un capítulo de su tesis doctoral sobre las fascistas de Salamanca. Les siguieron una serie de breves estudios sobre la actividad cultural exterior de SF, concretamente, la música y sus conocidos “Coros y Danzas” (Martínez del Fresno, 2010; Pérez Zalduondo, 2010; Stehrenberger, 2013).

La primera aproximación, con un carácter sistemático, a las relaciones de las falangistas con las potencias fascistas específica fue mi tesis doctoral (Morant i Ariño, 2013), consultable en línea. Gracias a la documentación alemana e italiana, sus resultados arrojaron un primer balance global de la –como ya se pudo afirmar con una profusa base empírica– intensa actividad exterior de las fascistas españolas hasta 1945, con un total de cincuenta visitas y contravisitas con sus homólogas italianas y, sobre todo, alemanas. En los últimos años ya, aunque fuera del foco del presente texto, la mirada a la acción exterior de SF ha cruzado el Atlántico, tanto en los sujetos como en los objetos de estudio: ha dado el salto a América Latina (Tessada Sepúlveda, 2019) y, en concreto, a su presencia en Chile (Tessada Sepúlveda, 2023; Leiva Vargas, 2025), ampliando además la cronología hasta el final de la propia dictadura franquista.

Las visitas a Alemania, 1938-1943

La SF fue fundada en Madrid por iniciativa de Pilar Primo de Rivera, en junio de 1934, siete meses después de la fundación de Falange. Diversos mandos del partido se habían opuesto a su creación, pero pronto se percataron de sus potenciales ventajas de una organización femenina (Gallego Méndez, 1983: 25ss.; Morcillo, 2000: 102). Hasta 1936, la Falange había supuesto un fracaso en términos políticos, sin apenas afiliación ni músculo electoral, y no alcanzaba a nivel estatal los 10.000 miembros (Saz, 2003: 159; Mann, 2004: 334). Por su parte, la Sección Femenina encuadraba a menos de 2.500 mujeres, que, en su mayoría, se ocupaban del cuidado de los presos y de las tumbas de los “caídos” falangistas (así como de sus familias), recogían fondos para financiar al partido, repartían propaganda, hacían proselitismo e incluso algunas veces –en el contexto del terrorismo callejero de Falange– escondían o transportaban armas (Gallego Méndez, 1983: 26ss. y 40ss.; Richmond, 2003: 35).

El fracaso del golpe abrió un escenario totalmente diferente: como el resto del partido, la SF tuvo que hacer frente al aumento exponencial de afiliación y a la ingente tarea de contribuir al esfuerzo bélico sublevado, mientras trataba de superar numerosos problemas organizativos (Thomàs, 1999: 100 y 124; Blasco Herranz, 1999: 34ss.). Así las cosas, la SF se vio obligada a transitar rápidamente: de instancia auxiliar de un pequeño partido político pasó a ser una organización femenina de masas, capaz de hacer frente a múltiples necesidades y, a la vez, intentar realizar su pretensión totalitaria, para así extender su influencia sobre un creciente número de mujeres y llegar a encuadrar a toda la población femenina de la “Nueva España” (Richmond, 2003: 34; Rodríguez López, 2004: 29). Hacia finales de 1936, la situación se había estabilizado y la afiliación alcanzó las 60.000 mujeres (Gallego Méndez, 1983: 47). En menos de un año, había multiplicado su afiliación por veinte y, hasta abril de 1939, en casi trescientos, hasta superar las 600.000 afiliadas con la victoria franquista.

Para hacer frente a semejante crecimiento hacían falta referentes y, sin modelos internos, la mirada de SF se dirigió hacia el exterior. No hizo falta más que seguir unas afinidades ideológicas que, en pleno entusiasmo bélico, aún se profundizaron más: no en vano, las dos “naciones amigas” por excelencia, la Italia fascista y la Alemania nazi, contaban con organizaciones femeninas que disponían de mucha más experiencia práctica y de una estructura mucho más desarrollada que las de SF.

Así las cosas, en los últimos meses de 1936, diferentes instancias y servicios de Falange empezaron a solicitar material informativo. Con el NSDAP en concreto, intercambiaron propaganda y prensa juvenil desde principios del año siguiente (Cañabate Vecina, 2005: 70), mientras que para las falangistas eran el BDM y la NSF quienes podían servir de ejemplo. Del envío de material se pasó rápidamente a la organización de las primeras visitas. En la segunda mitad de marzo se estaban preparando ya las invitaciones a diez falangistas “capaces” (seis hombres y cuatro mujeres) para una estancia no inferior a tres meses.[17] Pero el 19 de abril un acontecimiento central para la historia política del régimen franquista, el Decreto de Unificación de todas las fuerzas políticas afines (falangistas, carlistas, monárquicos reaccionarios,…) en el nuevo partido único tuvo un impacto directo también en las invitaciones (que sufrieron un importante atraso por la incertidumbre reinante) pero, paradójicamente, acabó potenciando –de rebote- la participación femenina. Así, mientras muchos mandos masculinos mostrarían “una extraordinaria carencia de experiencia política”,[18] los alemanes constataron que “especialmente en la Falange femenina se ha producido una unión de todas las organizaciones”. En consecuencia, los preparativos de las falangistas no sólo pudieron proseguir, sino que se aumentó de cuatro a ocho o diez el número de invitaciones.[19]

Además, se pensó en invitar antes a otro grupo, más reducido y de mayor rango de jerarquías femeninas, para que hicieran una primera visita preparatoria del resto. Así, a mediados de junio, Wilhelm Faupel, primer embajador alemán ante Franco, propuso a la Auslandsorganisation (Organización Exterior) del NSDAP que las organizaciones femeninas del partido invitaran a Primo de Rivera “para un viaje de estudios de 14 días”, a principios del mes siguiente.[20] No obstante, a la máxima dirigente de SF le fue imposible ausentarse con tan poca antelación y envió en su lugar a Josefina Viñamata, delegada de SF para la Catalunya todavía no “liberada”, en la que fue la primera visita organizada de un grupo de fascistas españolas a Alemania.[21] Hasta finales de aquel 1937, unas 130 falangistas viajaron a las potencias fascistas en el marco de los llamados “viajes de estudios”. Y, al mes siguiente (en enero de 1938), la SF creó un ambicioso Servicio Exterior para poder organizar unas actividades y relaciones transfronterizas cuya importancia se esperaban fueran a más, aún en plena guerra (Barrachina, 1979: 194-195). Apenas tres meses después, su Delegada nacional hizo su primer viaje internacional.

La primera visita, abril de 1938

Pese a la preferencia demostrada antes de la guerra por la Italia fascista, para su primer viaje oficial al extranjero Pilar Primo de Rivera escogió Alemania. Llegó en abril de 1938, por invitación de su homóloga nazi, la Reichsfrauenführerin (literalmente, Jefa de las Mujeres del Reich) Gertrud Scholtz-Klink, con el objetivo de “conocer las instalaciones de las formaciones femeninas del NSDAP y del Servicio Social alemán”.[22] Por aquel entonces, España se encontraba aún en guerra, pero el reciente avance de las tropas rebeldes hacía que su victoria se sintiese cada vez más próxima. Y, en consecuencia, es más que probable que, de cara a una posguerra considerada también inminente, Primo de Rivera quisiese observar de primera mano el modelo alemán.

Su primer viaje tuvo un apretado programa, que incluyó no sólo la visita a escuelas de mandos y escuelas domésticas de las organizaciones femeninas, así como de una residencia de enfermeras, un campamento del Servicio femenino del Trabajo del Reich, demostraciones gimnásticas o reuniones nocturnas del BDM, sino también entrevistas con altos jerarcas del Partido nazi. Con este programa, la Reichsjugendführung (RJF, Jefatura del Reich para la Juventud) pretendía proporcionar a la falangista de mayor rango “una visión de los fundamentos políticos e ideológicos del Movimiento” nacionalsocialista, en palabras de Das Deutsche Mädel, la revista mensual de la rama femenina de las Juventudes Hitlerianas.[23]

En la central de la RJF en Berlín, Jutta Rüdiger, la Delegada del Reich para el BDM, explicó a Primo de Rivera la labor llevada a cabo por su organización y enseñó a las falangistas sus diferentes servicios, con el objetivo de “mostrar sobre todo lo más importante” de cada uno de ellos. Las explicaciones de las respectivas jefas de sección “sobre el ejemplar trabajo realizado a nivel de organización suscit[aron] un interés especial a las huéspedes españolas”.[24] Según Y. Revista para la Mujer (la principal revista de la SF, cuyo primer número había aparecido apenas tres meses antes), Primo de Rivera mostró un gran interés por conocer personalmente “toda manifestación cultural, técnica, artística y deportiva nazi”, y las explicaciones y actividades de sus anfitrionas habrían buscado poner de manifiesto “de una manera especial […] una clara visión de la atención que la política nazi ha consagrado a lo femenino”.[25] Por su parte, para las alemanas, era evidente que las visitas de las españolas eran “para ver y aprender” (“preguntaban mucho y se interesaban por todo”), por lo que concluían –de forma poco desinteresada– que su “modelo a seguir […] es Alemania”.[26]

Por último, como broche final de su visita (al igual que la de su hermano en 1934), la Delegada nacional de SF fue recibida por Hitler en Berlín. Según la revista del BDM, fue “naturalmente […] la más profunda y bella impresión” de su visita.[27] Según Primo de Rivera, el dictador alemán le habría “dispensado el alto honor de recibir[la] y conversar largamente” con ella en la Cancillería. En el transcurso de la audiencia tuvo lugar el intercambio de regalos: para la española, un retrato de Hitler “con expresiva dedicatoria” y un ramo de flores rojas y amarillas (los colores de la bandera de los sublevados); para el alemán, una daga y una espada toledanas.[28] La entrega fue inmortalizada en una conocida fotografía, probablemente la imagen que –la mayoría de las veces, a título meramente anecdótico– más ha trascendido de unas relaciones entre la SF y la Alemania nazi que fueron mucho más allá. Antes de regresar, Primo de Rivera envió a “Su Excelencia el Führer Canciller de Alemania” una nota, escrita de su puño y letra, significativamente datada el 14 de abril (séptimo aniversario de la proclamación de la República), con la que afirmaba querer:

decirle también cuánto le hemos agradecido los camaradas y yo, los retratos que ha tenido la amabilidad de dedicarnos y que guardaremos todos con verdadero orgullo como recuerdo imborrable de la visita que le hicimos. […] En estos días que he permanecido en Alemania he podido darme cuenta de la admirable organización Nacionalsocialista y ahora comprendo porque [sic] este gran pueblo quiere tanto a su Führer.[29]

La segunda visita, agosto-septiembre de 1941

La siguiente visita de Primo de Rivera hubo de esperar más de tres años, hasta agosto de 1941. Para entonces, la guerra civil había llegado a su fin oficial el 1 abril de 1939, tras el definitivo hundimiento de la democracia republicana y, exactamente cinco meses más tarde, Hitler había ordenado invadir Polonia y provocado con ello el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Su inicio marcó la primera gran cesura en las relaciones de la SF con Alemania, ya que para sus primeros quince meses no tenemos constancia alguna de visitas, ni de las falangistas a Alemania, ni de las nacionalsocialistas a España.

Sin embargo, la interrupción de los viajes no significó, ni mucho menos, que cesaran los contactos. Así lo confirman los telegramas enviados por la RFF y el BDM a Pilar Primo de Rivera a finales de 1939 y principios de 1940 con motivo, respectivamente del traslado del cuerpo de su hermano al monasterio de El Escorial, así como de la celebración del IV Consejo Nacional de su organización, el primero celebrado tras la guerra civil.[30] En febrero de 1941, transcurrido casi año y medio, la SF retomó sus visitas a Alemania: tras la caída de Francia y con Alemania controlando en la práctica, directa o indirectamente, casi toda Europa, Falange aumentó el tono de sus crecientes exigencias para imponerse sobre sus aliados-rivales reaccionarios y alcanzar la hegemonía en el seno del compromiso autoritario franquista, mientras se especulaba con una posible entrada de España en la guerra. En junio de 1941, la invasión de la Unión Soviética y el subsiguiente restablecimiento de la “vieja” alianza anticomunista hispano-alemana refrendaron el inicio de la etapa de más intensos contactos de SF con las potencias del Eje, lo que tuvo un reflejo especialmente visible en las visitas de su Delegada Nacional.

A los pocos días del comienzo del ataque alemán, la máxima responsable del BDM, la ya mencionada Jutta Rüdiger (quien ya había visitado la España franquista durante la guerra civil[31]) agradeció a Primo de Rivera la “cordial hospitalidad y camaradería” con la que las fascistas españolas habían recibido a un grupo del BDM aquella primavera, durante su estancia de seis semanas en España. Además, la nazi aprovechó la ocasión para invitar a la falangista a los Juegos de Verano de las Juventudes Hitlerianas, que se iban a celebrar en Breslavia (actualmente, Wrocław, en Polonia), a finales de agosto.[32] Primo de Rivera aceptó y comunicó a Rüdiger que “desde luego estamos encantadas de poder ir ahora a Alemania y así también tendremos motivo en esta ocasión de saludar a todos los camaradas alemanes con los que tan cordiales relaciones nos unen de amistad, de simpatía y de compenetración”, una elección de palabras (amistad, simpatía, compenetración) nada baladí.[33]

Esta segunda visita duró tres semanas y tuvo, de nuevo, un intenso programa. Por un lado, Primo de Rivera pudo llegar a saludar –según era su expreso deseo– a los soldados y enfermeras falangistas de la llamada División Azul, la unidad militar española encuadrada en el Ejército alemán para luchar en la guerra de exterminio contra la Unión Soviética. Por el otro, visitó la Academia de Mandos Juveniles en Braunschweig, donde se formaban los y las futuras dirigentes de las Juventudes Hitlerianas, así como diversas ciudades. Allí, la española se entrevistó con diferentes altos mandos de las organizaciones juveniles y femeninas nazis: la propia Rüdiger, Scholtz-Klink y un Artur Axmann (Jefe de la Juventud del Reich), herido poco antes en la invasión de la Unión Soviética.[34] En Breslavia, Primo de Rivera asistió desde el palco de honor a los mencionados Juegos, una de las primeras etapas del “trabajo juvenil europeo” diseñado por las Juventudes Hitlerianas de cara a la labor a desempeñar en una futura Europa fascista. Por ese motivo, se habían congregado allí, por primera vez, delegaciones juveniles de catorce países, todos ellos del Eje, satélites u ocupados, además de un grupo de falangistas.[35] Cabe destacar al respecto que España era el único país que no entraba en ninguna de estas categorías, por lo que la participación de su Frente de Juventudes y de la SF es muestra tanto de la importancia otorgada por Falange a sus relaciones con Alemania, como del destacado lugar que las Juventudes Hitlerianas concedían a las organizaciones femenina y juvenil del fascismo español.

La tercera visita, octubre 1941

Para su siguiente visita, la Delegada Nacional no tuvo que esperar tres años, sino apenas tres semanas. En esta ocasión, el motivo para regresar fue una invitación de la Reichsfrauenführerin Scholtz-Klink para asistir a un “Encuentro Internacional de Mujeres”, organizado en Berlín a principios de octubre de 1941.[36] Para entonces, el ejército alemán, flanqueado en el frente soviético por sus aliados (además de España, oficialmente “no beligerante” desde junio de 1940), avanzaba de forma aparentemente imparable hacia Moscú, cuya caída parecía cuestión de semanas, cuando no de días. Acudieron representantes de organizaciones femeninas del Eje, sus aliados y algunos países ocupados, además –nuevamente– de España.[37] 

Ahora bien, a ojos de la Jefatura Femenina del Reich, “la transformación exterior” de la guerra era “una inevitable consecuencia del fuerte proceso de desarrollo interno que llevaba a algunos pueblos –como Alemania, Italia y España– en una nueva dirección”.[38] Cuando entre las invitadas había representantes de países beligerantes y oficialmente aliados de Alemania, ni la mención expresa a España (y a ningún otro país) ni el orden elegido (en tercer lugar, acompañando a ambas potencias fascistas) no parecen casuales, como tampoco el hecho de que Pilar Primo de Rivera apareciera la primera en la lista de invitadas “ilustres”.

Para la organización femenina nazi, el objetivo del Encuentro era, oficialmente, “poner en contacto a la Jefatura Femenina del Reich con las organizaciones femeninas extranjeras y tratar de los problemas que interesen a todas”. Pero resultaba obvio que las mujeres del NSDAP buscaban cristalizar su aspiración “a dirigir el trabajo femenino internacional” en la Europa de posguerra.[39] A tal fin, expusieron a sus huéspedes toda su labor, profusamente. En presencia de Joseph Goebbels (ministro del Reich de Propaganda y Educación Popular, además de Gauleiter de Berlin) y de Robert Ley (responsable del DAF, el Frente Alemán del Trabajo), Scholtz-Klink propugnó que también las mujeres estaban preparando “la anhelada y esperada fusión armónica de la familia de pueblos europeos”, que habría de llegar con una “victoria final” que se esperaba inminente.[40] A su vez, las invitadas europeas tuvieron ocasión de explicar el trabajo de sus respectivas organizaciones; en su conferencia –sobre la que volveré más adelante– la española hizo lo propio exponiendo la organización y la estructura de la SF desde su fundación siete años atrás.[41] 

A pesar de la brevedad de la estancia (y de que era la segunda en apenas seis semanas), Primo de Rivera se volvió a reunir con Jutta Rüdiger y aún tuvo tiempo de encontrar (probablemente entre los expuestos en el encuentro internacional) unos textos alemanes e italianos de propaganda que le resultaron de interés y que hizo que le enviaran a Madrid.[42]

La cuarta visita, julio de 1942

La frecuente participación de la Delegada Nacional de SF en las actividades “culturales” más importantes organizadas a nivel europeo por la RJF o la RFF se repitió en 1942, año a la postre decisivo tanto para el desarrollo de la guerra mundial como para las luchas de poder en el interior de la coalición de poder franquista (Saz, 2003). En junio, Primo de Rivera viajó primero a Alemania y, acto seguido, a Italia en representación de la juventud femenina española para participar en el Puente Cultural Weimar-Florencia, organizado conjuntamente por las Juventudes Hitlerianas y su homóloga italiana, la Gioventù Italiana del Littorio (GIL). La acompañaron el Delegado Nacional del Frente de Juventudes, José Antonio Elola Olaso, y una nutrida representación falangista, según informaron las revistas de la organización juvenil[43] y femenina[44] del fascismo español.

Este doble encuentro reunió, una vez más, a las organizaciones juveniles de catorce países europeos que “se sentían comprometidos en lo más profundo ante la comunidad de destino de la joven Europa”, en palabras del anuario del BDM, Mädel – Eure Welt (“Muchachas, vuestro mundo”; en adelante, MEW).[45] Para la organización juvenil femenina nazi, el encuentro significaba una etapa más de sus relaciones exteriores, entre cuyos objetivos estaba “utilizar, de ahora en adelante y en estrecha colaboración [con las restantes organizaciones], las armas del espíritu contra los poderes corruptores del judaísmo, las plutocracias y el bolchevismo”,[46] según aludía la habitual retórica nazi a los que consideraba sus tres mayores enemigos. Para la SF, el objetivo del doble encuentro residió en “tratar la unidad política y formativa” de las organizaciones juveniles de la “Nueva Europa” nazi.[47]

La quinta visita, septiembre de 1942

La siguiente etapa –y, a la postre, punto álgido– del programa “cultural europeo” de las Juventudes Hitlerianas fue constituir ya una estructura organizativa común: la Asociación Europea de la Juventud, o Europäischer Jugendverband – Associazione Giovanile Europea, en su denominación oficial bilingüe. Su congreso fundacional tuvo lugar en Viena, entre el 14 y el 18 de septiembre de 1942, lo que permitió que la prensa afín hablara de un nuevo congreso de Viena, con las evidentes reminiscencias implícitas de cara a una profunda reordenación del continente tras la guerra. No en vano, la HJ y las organizaciones juveniles amigas decidieron empezar a concretar el papel que esperaban desempeñar en la futura “Nueva Europa”, mientras la conquista de Stalingrado y, con ella, la “Victoria Final” nazi parecían ser – ya por última vez– sólo cuestión de semanas.

Para ello, se reunieron en Viena cerca de 300 mandos juveniles europeos (en su mayoría masculinos, pero con una nutrida presencia de mandos femeninas), procedentes de los mismos catorce países, que representaban a las potencias del Eje, sus aliados y los países “germánicos” sometidos (Buddrus, 2003: 791), una vez más junto con España. Según el principal órgano de prensa del fascismo español, habían acudido a “la gran ciudad imperial” para estudiar “problemas comunes nacidos de un destino también común […] mientras el cañón anuncia, en lejanos y próximos frentes, una nueva suerte y un recio destino”. Y, allí, “al lado de las pardas camisas nacionalsocialistas, de las negras del fascismo de los diversos uniformes de los jóvenes europeos, estarán también en lugar de honor, las azules camisas de nuestra Falange”.[48]

Para Primo de Rivera su participación en Viena supuso la quinta visita a Alemania. En el marco del congreso, fue nombrada miembro de la presidencia tripartita de la única comisión femenina de trabajo, la de “Juventud Femenina”, junto con sus homólogas alemana, la ya mencionada Jutta Rüdiger, e italiana, Penelope Testa, Ispettrice Generale de la GIL.[49] Casi sesenta años después, Rüdiger lo justificó en su autobiografía con el argumento de que Alemania, Italia y España constituían, a la sazón, los “tres países europeos en los que el trabajo de la juventud femenina ya había obtenido una especial atención y había sido ampliamente desarrollado” (Rüdiger, 1999: 115). Como muestra de la importancia alcanzada, en el último día de congreso correspondió a la española leer, ante el plenario y en castellano, el comunicado final de su comisión,[50] lo que sin duda reforzó su visibilidad (y grado de conocimiento) ante las otras organizaciones europeas. En este sentido, no está de más destacar que, en la grabación que hizo la Monatschau (el noticiario semanal proyectado en los cines alemanes), Primo de Rivera fue la única mando femenina mencionada junto a los principales mandos masculinos del encuentro.[51] Y lo fue, además, únicamente por su nombre (sin indicar su cargo o procedencia), lo que podría indicar que ya era lo suficientemente conocida en Alemania para que no hiciera falta detallar más.

La sexta (y última) visita, julio-agosto de 1943

La última visita de Primo de Rivera fue también la última de una delegación de la SF a Alemania. Se trató, por tanto, de un viaje de especial relevancia y, además, tuvo lugar en un momento lleno de simbolismo: la Delegada Nacional aterrizó por última vez en Berlín el 26 de julio de 1943, es decir, el día después de que el Gran Consejo fascista hubiera decidido destituir a Mussolini. Viajó, sin duda, por empeño propio, puesto que podría haber cancelado en el último momento. Pocos se lo hubieron reprochado: en términos de política exterior, poco podía obtener ya la dictadura franquista de esta visita, si no eran más complicaciones aún con los Aliados, mientras intentaba marcar distancias con Alemania e Italia, también de forma retrospectiva; en el plano interior, la propia Primo de Rivera no tenía ya, políticamente hablando, las mejores cartas tampoco en la estructura de poder franquista, en tanto que falangista y, aún menos, como jerarquía femenina. Y, sin embargo, llevó a cabo el que sería –y, quizás, incluso sabía– su último viaje a Alemania,

Las razones hay que buscarlas en la propia Falange y, sobre todo, en la Sección Femenina y en su líder. La justificación oficial era que, durante su viaje, Primo de Rivera podría conocer las actividades de las organizaciones del NSDAP.[52] Pero, tras veintiuna visitas de la SF a Alemania (incluyendo cinco suyas), más las nueve de las nazis a España, desde 1938, a nadie se le podía escapar que, a la altura de 1943, a Primo de Rivera no le quedaba ya mucho por conocer de sus homólogas nazis. La razón real debió de ser otra, quizá bien diferente: preocupada por el alejamiento español de sus antiguos aliados y temiendo una eventual reinstauración de la monarquía, Primo de Rivera intentaba con esta visita mantener en pie, de manera oficial y visible, los lazos fraternales y de profunda amistad entre la España de Franco –o, al menos ya, la Falange– y la Alemania nazi (Preston, 1998: 173). Esta vez, pues, la importancia de su visita iba más allá del plano de las organizaciones juveniles y femeninas.

Igualmente de la parte alemana, había una lectura de política exterior con un mensaje también de consumo interno: con crecientes reveses militares y a punto de perder en Italia a su aliado más valioso, la estancia de una de las más altas personalidades de la política española debía (de)mostrar –hacia fuera, pero también hacia dentro– que Alemania todavía mantenía su prestigio e influencia en el escenario internacional. Todo ello se hizo especialmente evidente en el trato dispensado a Primo de Rivera, quien durante toda su estancia recibió prácticamente honores de Estado. En el transcurso de sus últimas dos semanas en Alemania, la Delegada Nacional se reunió no sólo con Jutta Rüdiger, Artur Axmann, Gertrud Scholtz-Klink o Baldur von Schirach por última vez ya, sino también con Goebbels y con el ministro de Exteriores, Joachim von Ribbentrop (Bergès, 2003: 75; Bowen, 2005: 69).

Importancia y significado de las visitas

Sobre el trasfondo de las veintidós visitas que la rama femenina del fascismo español realizó a Alemania entre 1937 y 1943, la participación de Pilar Primo de Rivera adquiere una especial relevancia, tanto por el significado político de su figura como por el número y la frecuencia de sus viajes, en especial –pero no sólo– los llevados a cabo entre los veranos de 1941 y 1943.

Su primera visita, en abril de 1938, había demostrado el interés de las más altas instancias de SF por observar de primera mano el trabajo de las organizaciones femeninas nazis (Barrachina, 1979: 195). Antes de regresar a la España rebelde, la Delegada Nacional aseguraba al Völkischer Beobachter que:

Alemania me ha causado una magnífica impresión. Las instalaciones del Deutsches Frauenwerk [Obra Femenina Alemana] han despertado un gran interés en mí, especialmente las escuelas maternales, las escuelas de economía doméstica y la atención que se le dedica a la formación musical de la mujer alemana.[53] 

No en vano, con el objetivo –como hemos visto– de “ver y aprender”, Primo de Rivera visitó en su primera estancia diversos servicios de sus homólogas en las organizaciones juvenil y femenina nazi, para conocer su trabajo e instalaciones. Al fin y al cabo, la SF, por un lado, y el BDM y la NSF, por el otro, eran todas formaciones femeninas de sendos partidos fascistas y presentaban muchas similitudes.

No obstante, lo cierto es que también había puntuales pero significativas diferencias. Y éstas fueron palpables, al menos de forma implícita, también a lo largo de las visitas. Así, si en la ideología nazi el concepto “raza” ocupaba una posición esencial, para Falange tenía un contenido, como mucho, difuso, para nada biológico, sino más bien cultural (Barrachina, 1998, caps. 1 y 2). De esta forma, los elementos raciales de la concepción de feminidad del BDM (incluido lo relacionado con la eugenesia y la higiene social) parecen no haber encontrado resonancia alguna en SF, ni tampoco en su máxima jerarquía. Para ésta, en cambio, era la religión –católica– la que ocupaba ya un lugar central en la ideología falangista (Richmond, 2003: 52ss.), lo que, a su vez, debía de causar en sus homólogas nazis cierta extrañeza, cuando no incomodidad.

En todo caso, en el transcurso de estas visitas, las diferencias no fueron silenciadas: si bien no hemos hallado en las fuentes disponibles huella de polémica alguna, se intuyen, al igual que en el caso de las relaciones de Falange con el partido nazi, algunas incomprensiones mutuas. Al menos de alguna forma debieron de reaccionar sus anfitrionas a las afirmaciones de Primo de Rivera durante su discurso (poco conocido) en el mencionado Encuentro Internacional de Mujeres, en 1941. En lugar de criticar –o, al menos, distanciarse de– el papel crecientemente hegemónico y omnipresente de la religión y, en especial, de la Iglesia católica en la vida política de la “Nueva España” (aún más ante un público que en Berlín parecía prestarse a ello), la española prefirió destacar la importancia de un “sentido católico” para la SF, porque “nuestra cultura y nuestra expansión siempre han tenido una orientación católica”.[54]

Esta influencia también era visible en el papel que Primo de Rivera atribuía a las mujeres. Así, el matrimonio debía ser su “meta natural” en la vida y, en su seno, la mujer tenía que ejercer su influencia como transmisora cultural “en el hogar” y en la familia. Ahora bien, menos católica y mucho más fascista era la defensa de una política natalista para que, “en el menor tiempo posible”, España pudiera “alcanzar la cifra de habitantes necesaria para su más completo ascenso”.[55] E, inmediatamente después, la falangista resumía las características que debía tener la mando femenina de una manera que resultaba típicamente fascista en su capacidad de contradecir lo apenas expresado: el tipo ideal de mando debía ser menor de 35 años, soltera y, por tanto, no tener hijos.

La percepción de estas diferencias se encuentra presente en la documentación, tanto en las fuentes periodísticas como en los fondos de archivo. Por lo que respecta a las primeras, y tras haber alabado la política femenina nazi, Primo de Rivera realizó las afirmaciones tan unívocas como reveladoras con las que comenzaba el artículo “Para mí es indudable…”,[56] que denotaban una profunda convicción, especialmente si se tiene en cuenta el momento y el lugar en que fueron realizadas. Así pues, por un lado, Primo de Rivera se declaraba dispuesta a tener en cuenta lo observado durante su estancia y a extraer de ello lo que pudieran ser útil de cara a las políticas planeadas por SF... pero, por el otro, ponía acto seguido de manifiesto su intención de hacerlo con autonomía. Declarar lo que declaró (y en la forma en que lo hizo) al órgano oficial del NSDAP, en Berlín y en 1938, durante su primera visita a una Alemania eufórica a las pocas semanas de anexionarse Austria (y que gustaba de presentarse como ejemplo a seguir), denota una actitud que no debe darse por supuesto.

Su postura fue refrendada apenas unas semanas más tarde, esta vez en un medio español. En un artículo a toda plana dedicado a la NSF, la revista Y afirmaba que: “A nosotras esta organización nos puede servir de ejemplo, que sin embargo en nuestra patria deberá tener siempre especial cuenta de nuestro modo de ser españolísimo”.[57] Tres años después, en septiembre de 1941, a la vuelta de su segunda visita y en el cénit del entusiasmo germanófilo falangista ante el avance hacia Moscú, Primo de Rivera se reafirmaba: “Siempre se conoce algo en estos viajes, algo nuevo, aunque no de aplicación idéntica. Cada pueblo tiene su psicología especial, y a ella se ha de atender para la formación política de éstos”.[58] Es más que probable que unas y otras declaraciones estuvieran dirigidas también a los aliados-rivales de Falange en la coalición de poder franquista, para “tranquilizarlos” ante la evidente cercanía de SF a la Alemania nazi.

En paralelo, la Delegada Nacional esbozó por escrito sus impresiones sobre su segunda visita a Alemania. Entre los aspectos positivos, destacaba la organización, la disciplina, el prestigio de las mandos nazis, lo que ella llamó “justicia social”, su alegre vitalismo y su fe en la victoria. Entre los negativos incluía, sin embargo, el sentimiento alemán de superioridad (también respecto a España) y su deficiente moral (quizás por su actitud hacia el cuerpo femenino y la desnudez, que chocaba frontalmente con el pudor católico). Ciertamente, esto la llevaba a recomendar ampliar el intercambio con otros países (católicos, por ejemplo, Italia, Hungría o Portugal) sobre los que –afirmaba– habría que intentar influir. Pero, al mismo tiempo, remarcaba las –más numerosas– coincidencias, que hacían a sus ojos recomendable y necesario continuar colaborando con la Alemania nazi. De esta manera –concluía su balance– el intercambio debía continuar como hasta ahora (si bien, no en una etapa demasiado temprana: “Atención con la edad”), viajando a Alemania para seguir estudiando sus organizaciones femeninas en los ámbitos social, laboral y educativo. Igualmente, creía a la vez necesario seguir invitando a España a la “juventud alemana”, para intentar influir en ella.[59]

Estas coincidencias tenían su máxima expresión en el anticomunismo común a ambos fascismos, que los había unido ya entre 1936 y 1939 y, de nuevo, desde junio de 1941. Además, el BDM y la SF compartían otras características típicas de su cultura política, como era su supuesta voluntad de superar las diferencias de clase. También defendían haber contribuido a que las mujeres accedieran a la esfera pública, así como su justificación: la movilización femenina debía tener lugar dentro de unos claros contornos políticos, por el bien de la nación (o del Volk, en el caso alemán), en ningún caso por motivos “individualistas”, de derechos ni de autonomía personal de sus protagonistas. Sin embargo, no eran menos fascistas las contradicciones que unas y otras albergaban: en ambos países, la guerra –ya fuera la civil o la mundial– había movilizado a las mujeres de una forma inédita… y en muchos casos lo había hecho contraviniendo los roles de género preestablecidos.[60] Es desde esta perspectiva que hay que entender las contradicciones de Primo de Rivera.

Tampoco el modelo femenino del BDM era completamente homogéneo. Más bien al contrario: desde la promulgación de la Ley de las Juventudes Hitlerianas (diciembre de 1936) había ido evolucionando hasta generar una nueva síntesis, especialmente con la formación a principios de 1938 de una nueva sección para jóvenes de entre 18 y 21 años, la Obra Glaube und Schönheit (“Fe y Belleza”), que remitía a una imagen burguesa de mujer (Miller-Kipp, 2001a: 271ss.; Miller-Kipp, 2001b: 208-209). Precisamente esta nueva sección pareció llamar la atención de Primo de Rivera en su primera visita. Así, las falangistas habrían mostrado “un gran interés, sobre todo, por el trabajo cultural y la educación deportiva”, mientras que su Delegada Nacional observó la realización de manualidades, presenció una demostración de la gimnasia de Heinrich Medau y su “escuela corporal para un movimiento bello”, y asistió a una velada musical del BDM de un barrio berlinés.[61] Todo ello era perfectamente compatible con las concepciones católicas de Primo de Rivera, incluida una gimnasia femenina, de movimientos suaves y armónicos, como la de Medau.

En cualquier caso, por encima de toda diferencia, lo cierto es que la máxima mando de SF expresó en múltiples ocasiones su afinidad por la Alemania nazi. En septiembre de 1941, de regreso de su segunda visita, el semanario de SF la mostraba maravillada por la hospitalidad germana y declaró que la “marcha triunfal de Pilar por las tierras del país hermano” habría contribuido a robustecer el “lazo de amistad” existente entre las mujeres de Falange y el BDM.[62] Y, durante su tercera visita (octubre de 1941), Primo de Rivera comenzó su ya mencionado discurso en el Encuentro internacional de Mujeres con un saludo a las mandos allí congregadas, “[p]ero muy especialmente a las alemanas y a las representantes de Italia”, recordando la hermandad de armas forjada entre 1936 y 1939, “porque, así como nosotras compartiremos ahora nuestro trabajo, así compartieron nuestros hombres los duros días de la guerra de España”. Y, tras ilustrar profusamente la evolución histórica de la SF, ratificó acto seguido la identidad de intereses con alemanas e italianas, incluso retroactivamente: hablando de las dificultades iniciales de SF, afirmó que “sólo vosotras, camaradas de Alemania y de Italia, que lo habéis pasado, sois capaces de comprenderlas”, en clara referencia a lo que la retórica nazi denominaba la Kampfzeit (o ‘época de lucha’), antes de llegar al poder.[63]

De no menor importancia es también la significación que las instancias oficiales nazis, las organizaciones del Partido que más relación mantenían con ella (la juvenil y la femenina) pero también las estatales (sobre todo, el Ministerio de Exteriores) concedían a Primo de Rivera. Esto puede apreciarse, en primer lugar, en las gestiones para invitarla a los actos del congreso anual del NSDAP en Núremberg, en concreto a sus ediciones de 1938 y 1939. Durante el riguroso proceso de selección de invitados, el Ministerio de Exteriores alemán calificó su posicionamiento político en 1938 como “absolutamente positivo” y, nuevamente al año siguiente, como “muy cordial y amistoso”.[64] Además, se indicaba que, precisamente “mediante el envío de colaboradoras”, la falangista “cultiva mucho las relaciones hispano-alemanas e intenta conocer tanto como le es posible de nuestras instalaciones y organizaciones, para así poder siempre extraer sugerencias para el desarrollo de su labor”.[65] Sin embargo, y a pesar del interés alemán, la española nunca pudo asistir a un congreso en Núremberg: no lo consiguió en 1938, por razones desconocidas, ni tampoco en 1939, porque, poco antes de salir, todos los actos del partido fueron cancelados en el último momento ante la inminente invasión de Polonia.[66]

En segundo lugar, en septiembre de 1942, en lo que para la Asociación de la Juventud Europea (RJF) fue la “coronación” de sus actividades culturales (Klaus, 1998: 109) y, a la postre, el punto álgido en las relaciones entre SF y la RJF, Primo de Rivera ocupó una plaza en la presidencia tripartita de la comisión “Juventud femenina” o, como ella misma lo definió: “un triunvirato [sic] compuesto por Alemania, Italia y España, que ha de dirigir la educación y formación femenina de la juventud europea”.[67] Esto es tanto más destacable para una mando de SF, por cuanto –pese a la insistencia de la diplomacia española– su homólogo del Frente de Juventudes, José Antonio Elola, no sólo no fue invitado a formar parte de la presidencia de la Asociación (que siguió siendo bipartita: germano-italiana), sino que además se tuvo que conformar con la dirección de una de las quince comisiones de trabajo masculinas.

En tercer y último lugar, los y las falangistas parecieron ocupar a partir de 1943 un papel de creciente importancia para la RJF, a medida que el rumbo de la Guerra Mundial se empezó a mostrar claramente desfavorable. Así, a más tardar tras la caída de Mussolini, las organizaciones femenina y juvenil de Falange recibieron un lugar prominente en los intentos alemanes por mantener con vida, en la medida de lo posible, la colaboración entre las organizaciones juveniles “europeas”.[68] No obstante, el signo de la guerra ya no devolvería la iniciativa a la Alemania nazi, cuyo futuro empezó a parecer cada vez más lúgubre. A la postre, y pese a sus resistencias, también las falangistas empezaron –al menos, públicamente– a distanciarse de sus camaradas alemanas.

Conclusiones

Entre 1936 y 1945, durante una década eminentemente bélica, la Sección Femenina de Falange mantuvo frecuentes contactos con la Alemania nazi. Su plasmación más visible fueron las numerosas visitas y contravisitas entre SF y la NSF pero, sobre todo, el BDM, esto es, con sus organizaciones femeninas (adulta y juvenil), con las que las relaciones fueron especialmente estrechas. Entre ellas, destaca el protagonismo asumido por Pilar Primo de Rivera, la indiscutible Delegada Nacional, y sus frecuentes visitas: prácticamente, protagonizó uno de cada tres viajes de la organización a Alemania, sin contar las tres invitaciones que, por motivos diversos, no llegaron a cuajar.

A partir de las fuentes españolas y alemanas consultadas, se puede sintetizar la importancia y la función de las visitas de Primo de Rivera en cuatro puntos. En primer lugar, la SF y su más alta representante viajaron a Alemania para conocer de primera mano el trabajo de sus contrapartes nazis. Con el NSDAP en el poder desde hacía años, tanto la NSF como el BDM podían ofrecer muchas enseñanzas a una SF que, a principios de 1937, apenas si había llegado al poder y no en todo su país. Del número y la tipología de las visitas resultantes se puede inferir, además de una clara preferencia de las falangistas por Alemania (en detrimento de la Italia fascistas), su interés genuino por lo allí visto y una identificación ideológica con la NSF y el BDM. Especialmente en la mencionada obra Glaube und Schönheit, con sus armónicos ejercicios y su imagen burguesa de mujer, pareció encontrar Primo de Rivera un ejemplo que encajaba, aparentemente sin problemas, en la concepción de feminidad propugnada por la SF.

En segundo lugar, pese a este interés y afinidad, la SF no cayó tampoco en la imitación acrítica ni en la copia mimética de lo estudiado en Alemania, sino que aplicó más bien una adaptación selectiva a las circunstancias españolas. Ciertamente, falangismo y nacionalsocialismo formaban parte de una misma cultura política y compartían numerosos elementos centrales de su ideología: ultranacionalismo, retórica revolucionaria, anticomunismo radical y una supuesta voluntad interclasista. También sus políticas de género tenían en común –si bien en proporciones desiguales– su decidida aspiración a encuadrar y movilizar a la población femenina, lo que, por cifras de afiliación, conllevó para sus integrantes (y aún más para sus mandos) una visibilidad política inédita en la esfera pública de sus respectivos países. Ahora bien, había también importantes diferencias ideológicas en aspectos respectivamente centrales, como el racismo y el catolicismo. Es posible que uno y otro tuvieran que ver, respectivamente, con el sentimiento de superioridad y la moral deficiente percibidas por Primo de Rivera en sus camaradas nazis, lo que le generó algunas reservas. Quizás estaba aquí también el origen de las matizaciones que, en términos tanto de nación como de género, las falangistas solían hacer a la hora de valorar sus visitas, como si se creyeran obligadas a remarcar su españolidad y su feminidad, intrínsecamente unidas.

En tercer lugar, el posicionamiento de la Delegada Nacional a favor de la Alemania nazi fue inconfundible y duradero, a lo largo de todo el periodo estudiado (y, de hecho, más allá). Y tuvo una clara plasmación en sus viajes: con sólo una excepción, participó en todas las actividades “culturales” organizadas por las Juventudes Hitlerianas (y a la que única no pudo asistir, la primera, en febrero de 1941, envió en su lugar a una delegación encabezada por la responsable de su Servicio Exterior). Al final, con seis visitas en cinco años, viajó a Alemania con mucha mayor frecuencia no sólo que a Italia o Portugal, sino también que a Italia y Portugal juntas. Fue así la más alta jerarquía franquista que visitó Alemania con más frecuencia en aquellos años, y también la última que lo hizo de forma oficial.

En cuarto y último lugar, la figura de la Pilar Primo de Rivera sobresale especialmente durante el periodo analizado, tanto en las fuentes españolas como en las alemanas. Su conciencia política queda de manifiesto, por un lado, en su observación y estudio (críticos, pero, a fin de cuentas, críticamente positivos) de la política femenina y femenina juvenil de la Alemania nazi, así como en la prominente posición alcanzada en 1942 en Viena y, en general, en su destacado lugar como mando femenina no sólo en una dictadura masculina como la franquista, sino también en lo que habría podido ser la “Nueva Europa” fascista. Y, a su vez, su continuado compromiso germanófilo, que no excluía ni ocultaba las divergencias y reservas, muestra que no era tampoco necesario ser fanáticamente nacionalsocialista en términos políticos e ideológicos para poder apoyar en público a la Alemania nazi hasta finales de la Segunda Guerra Mundial. Lo que no resta un ápice, ni mucho menos (y quizás, incluso, al contrario), a la innegable identidad fascista de la Delegada Nacional de SF.

En consecuencia, la figura de Pilar Primo de Rivera, máxima dirigente falangista y depositaria de las esencias del fascismo español, debería ser objeto de una revaloración historiográfica en términos políticos, que modificara la imagen que normalmente se le ha atribuido –y que ella misma se atribuyó, sobre todo con el paso de los años– como si hubiera sido una subordinada y tradicional mando femenina, conservadora y católica, alejada de toda política que no tuviera que ver con la herencia de su hermano y con cuestiones exclusivamente “de mujeres”. Su intensa actividad transfronteriza no sólo es buena muestra de ello, sino que debería servir como impulso para profundizar en el análisis de la agencia de las mujeres fascistas del periodo de entreguerras, a menudo bien alejada de sus hogares, también nacionales.

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Fuentes

Fuentes inéditas

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Fuentes impresas

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Recibido: 5 de junio de 2025

Aceptado: 11 de agosto de 2025

Versión Final: 10 de septiembre de 2025

Anuario Nº43, Escuela de Historia

Facultad de Humanidades y Artes (Universidad Nacional de Rosario), 2025

ISSN 1853-8835


[1] El autor es Investigador Principal 2 del proyecto “Género y nación franquista. Perspectivas transnacionales e interseccionales” (PID2022-141082NB-C22), en el marco del proyecto coordinado Franquismo, nación y género en perspectiva transnacional (FRANGETRANS). Está financiado por el Ministerio español de Ciencia, Innovación y Universidades (2023-2026) y se puede seguir su actualidad en: https://franquismonacionygenero.eu 

[2]2 Völkischer Beobachter, 14/4/1938. Si no se indica lo contrario, todas las traducciones al castellano son mías (TMiA).

[3] El País, 06/04/1977.

[4] Arriba, 17/01/1943, p. 6.

[5] Un extenso repaso a los estudios comparados sobre el fascismo, en Iordachi (2010a).

[6] En 1929, el dictador italiano había profetizado que el siglo XX sería el “siglo del fascismo” y, en 1932 –en el marco de las celebraciones de sus primeros diez años en el poder– había proclamado que, “dentro de una década, Europa será fascista o fascistizada”; citado a partir de Susmel & Susmel (1958, p. 147).

[7] ABC, 22/03/1933, p. 17.

[8] Il Lavoro fascista, 22/05/1935.

[9] El Fascio, 16/03/1933.

[10] Como muestra de esa temprana predilección, Pilar Primo de Rivera contaba, ya antes de la guerra civil, con un retrato dedicado por Mussolini, que probablemente le había llevado su hermano de uno de sus dos viajes a Italia; cfr. el Appunto de Filippo Anfuso a la Segreteria Particolare del Duce, 5/12/1938, conservado en el Archivio Centrale dello Stato (Roma), fondo Segreteria Particolare del Duce, Carteggio Ordinario, carpeta 493.

[11] Empeñadas en evitar a toda costa una nueva guerra europea, pero también –en el fondo– una “España roja”, aunque el precio a pagar fuera contemplar, de forma más o menos pasiva, la destrucción de la única democracia creada en Europa tras 1919.

[12] Sobre las relaciones con la Italia fascista, las tres obras clásicas en castellano son Coverdale (1976), Saz (1986), y Tusell y Queipo de Llano (1985).

[13] Abendroth (1973), Rühl (1975, y, en castellano, 1986), así como Whealey (1989).

[14] Los ya mencionados Merkes (1961) y Whealey (1989), así como Proctor (1973), Agustí Roca (2003), Moreno Juliá (2005) y Schüler Springorum (2010, y, en castellano, 2014).

[15] Incluyendo en un lugar destacado a Ángel Viñas (1977, 2001), el primer historiador español que investigó el tema en archivos alemanes, a principios de los setenta, así como a Leitz (1996) y García Pérez (1993, 1994).

[16] Hasta el punto de que su autor aventura que los viajes a Italia habrían sido “mucho más placenteros” (ibid., pp. 150-151), en un claro intento de alejar retrospectivamente a la SF del nazismo, aunque fuera aproximándola al fascismo ‘menos malo’.

[17] Faupel a Kirchhoff (Sociedad Germano-Española, DSG), 20/3/1937, en: Politisches Archiv des Auswärtigen Amtes (Archivo Político del Ministerio de Exteriores (Berlín; en adelante, PAAA), fondo Botschaft Madrid, caja 759.

[18] Apunte de Schwendemann a Faupel, 21/4/1937, en: ibid.

[19] Escrito de Petersen a Stoldt, 3/6/1937, en: Geheimes Staatsarchiv Preußischer Kulturbesitz (Archivo Secreto de Estado, Berlin), I. Hauptarchiv, Repertorio 218 (Ibero-Amerikanisches Institut), caja 436.

[20] Ernst Wilhelm Bohle, telegrama a la Embajada en Salamanca, 19/6/1937; en PAAA, Fondo Reichszentrale (RZ) 108, caja 27226.

[21] Telegrama de Wilhelm Faupel, Salamanca, 2/7/1937; en PAAA, RZ 108/27226.

[22] En palabras del segundo embajador alemán ante Franco, Eberhard von Stohrer; cfr. “Besuch der spanischen Frauenführerin in Deutschland”, Salamanca, 14/3/1938; en PAAA, RZ 211/102986.

[23] DDM; mayo de 1938, p. 17.

[24] Ídem.

[25] Y, mayo de 1938, p. 38.

[26] DDM, mayo de 1938, p. 17.

[27] Íbid.

[28] Y, mayo de 1938, p. 38.

[29] Pilar Primo de Rivera, “A su Excelencia el Führer Canciller de Alemania”, Berlín, 14/4/1938, original manuscrito en castellano; en PAAA, RZ 211/102986.

[30] Telegramas de Gertrud Scholtz-Klink a ‘Fräulein’ Pilar Primo de Rivera, respectivamente, 30/11/1939 y 10/1/1940, en PAAA, RZ 214/98936; y también “Telegramas de las mujeres nacionalsocialistas alemanas a Pilar Primo de Rivera”, Arriba, 10/1/1940.

[31] DDM, noviembre de 1938.

[32] Carta de Jutta Rüdiger a Pilar Primo de Rivera, Berlín, 3/7/1941; en Real Academia de la Historia (RAH, Madrid), fondo de la Asociación Nueva Andadura (ANA), Serie Azul, Carpeta 108A.

[33] Carta de Pilar Primo de Rivera a Jutta Rüdiger, Madrid, 12/8/1941; en RAH, ANA, Serie Azul, Carpeta 108A.

[34] Arriba, 28/08/1941 y 6/09/1941; Medina, 27, 21/09/1941.

[35] Y, octubre de 1941.

[36] Por sus reminiscencias democrático-liberales pero también feministas, las alemanas evitaron denominarlo “congreso o conferencia”, según la revista mensual de la organización femenina nazi, NS-Frauenwarte, 9/1941, p. 132.

[37] Los países neutrales invitados, como Portugal, Suecia y Turquía, declinaron las invitaciones; cfr. Luther, Nota para el secretario de Estado (Weizsäcker), Berlín, 23/9/1941; en PAAA, RZ 214/98940.

[38] (NS-Frauenwarte, 9/1941, pp. 132-133)

[39] Nota para el secretario de Estado (Weizsäcker), Berlín, 23/9/1941; en PAAA, RZ 214/98940.

[40] NS-Frauenwarte, 9/1941, pp. 132-133.

[41] Véase el texto original en Pilar Primo de Rivera, “Conferencia de Pilar Primo de Rivera en el Congreso Internacional de Secciones Femeninas celebrado en Alemania”, s.f.; en RAH, ANA, Serie Azul, Carpeta 24.

[42] Cfr., respectivamente, carta de Primo de Rivera a Jutta Rüdiger, Madrid, 23/10/1941; en RAH, ANA, Serie Azul, Carpeta 108; y también Deutsches Frauenwerk, Reichsstelle, al Ministerio alemán de Asuntos Exteriores, Referat Partei, y Hauptabteilung Grenz- und Ausland al Ministerio alemán de Asuntos Exteriores, Referat Partei, ambos Berlín, 15/10/1941; en PAAA, RZ 214/98939 y RZ 214/98940, respectivamente.

[43] Mástil, nº 41, 1/7/1942.

[44] Medina, nº 97, 24/1/1943.

[45] MEW, 1943, p. 28

[46] Ídem.

[47] Medina, nº 97, 24/1/1943.

[48] Arriba, 15/9/1942.

[49] Y, nº 58, noviembre de 1942.

[50] Arriba, 19/9/1942; Y, nº 58, noviembre de 1942; Medina, nº 81, 4/10/1942.

[51] Cfr. “Vereinigung von faschistischen Jugendorganisationen zu einem Europäischen Jugendverband“, en Bundesarchiv-Filmarchiv (Archivo Cinematográfico del Archivo Federal, Berlin), Sign. Descheg (7/1942).

[52] Nota verbal del agregado cultural Petersen al ministro español de Asuntos Exteriores, Madrid, 23.7.1943; citada a partir de Bowen (2005: 69).

[53] VB, 14/4/1938.

[54] “Conferencia de Pilar Primo de Rivera en el Congreso Internacional de Secciones Femeninas celebrado en Alemania”, op. cit.

[55] Ibid.

[56] VB, 14/4/1938.

[57] Y, mayo de 1938, p. 39.

[58] Medina, nº 27, 21/9/1941.

[59] Pilar Primo de Rivera, “Informe sobre el viaje a Alemania”, Madrid, 19/9/1941; en: RAH, ANA, Serie Azul, Carpeta 108A.

[60] Para el caso de la Alemania nacionalsocialista, véase Miller-Kipp (2001b), p. 203.

[61] DDM, mayo de 1938.

[62] Medina, 28, 28/9/1941, p. 7.

[63] “Conferencia de Pilar Primo de Rivera en el Congreso Internacional de Secciones Femeninas celebrado en Alemania”, op. cit.

[64] Cfr., respectivamente, “Aktennotiz für Herrn Stahmer”, 28/4/1938, en PAAA, RZ 214/99148; y “Spanien”, s.f., en PAAA, RZ 214/99161.

[65] Cfr. “Spanien”, s.f., en PAAA, RZ 214/99161.

[66] Cfr., respectivamente, “Spanische Ehrengäste zum Reichsparteitag”, San Sebastián, 12/8/1939, y “An das Amt für Ehrengäste“, Berlin, 14/8/1939; ambos, en PAAA, RZ 214/99160.

[67] Y, nº 58, noviembre de 1942, p. 11.

[68] Cfr. “Vortragsnotiz”, Berlin, 23/7/1943, y “Vortragsnotiz. Betrifft: Europäische Jugendarbeit. Konzept!“, Berlin, 21/10/1943; ambos, en PAAA, RZ 214/99184.