Una historia para el Instituto de Filología de Rosario

Una historia para el

Instituto de Filología de Rosario

(1952, Universidad Nacional del Litoral-

1973, Universidad Nacional de Rosario)

A history for the Institute of Philology in Rosario

(1952, Universidad Nacional del Litoral-

1973, Universidad Nacional de Rosario)

 

LUCILA SANTOMERO

Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Universidad Nacional del Litoral

lucilasantomero@hotmail.com

MARÍA SOL PÉREZ CORTI

Universidad de Buenos Aires

Universität Leipzig

sperezcorti@filo.uba.ar

RESUMEN

Este trabajo propone una historia del Instituto de Filología de la ciudad de Rosario entre 1952 y 1973. El período abarca los años comprendidos entre el momento de fundación de la dependencia en la Universidad Nacional del Litoral, incluida su incorporación en 1968 a la Universidad Nacional de Rosario, hasta su reconfiguración en 1973 en el marco de una nueva intervención universitaria. Desde la perspectiva de la historiografía lingüística, el artículo reconstruye por primera vez, a través de la exhumación y el análisis de materiales documentales dispersos en diversos soportes y repositorios, la actividad de un centro clave para comprender los inicios de los estudios lingüísticos y filológicos en la ciudad de Rosario y su institucionalización.

Palabras clave: historia; institucionalización; lingüística; Universidad Nacional del Litoral; Universidad Nacional de Rosario

ABSTRACT

This paper proposes a history of the Institute of Philology of the Universidad Nacional del Litoral between 1952 and 1973. The period covers the creation of the unit, including its incorporation into the Universidad Nacional de Rosario in 1968, until its reconfiguration in 1973 within a new university intervention. Through the exhumation and analysis of documentary materials scattered in different media and repositories the article reconstructs for the first time, from the perspective of linguistic historiography, the activity of a key centre for understanding the beginnings of linguistic and philological studies in the city of Rosario and their institutionalisation.

Keywords: history; institutionalization; linguistics; Universidad Nacional del Litoral; Universidad Nacional de Rosario

Introducción: sobre el archivo y los momentos de este recorrido

En este artículo reconstruimos desde la perspectiva de la historiografía lingüística la fundación y los años iniciales de funcionamiento del primer instituto dedicado a la investigación en filología y lingüística creado en el litoral argentino. El centro se inauguró con el nombre “Instituto de Filología” (en adelante: IF) en 1952 en Rosario, como parte de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación (FFLCE) de la entonces Universidad Nacional del Litoral (UNL), actual Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). La creación de esta dependencia dedicada a la promoción y desarrollo de la investigación acompañó la institucionalización del campo de las letras en esa casa de estudios. En específico, la actividad del Instituto resulta clave para entender los inicios y la configuración del subcampo de los estudios lingüísticos en Rosario y su devenir en años posteriores, temáticas hasta la fecha casi inexploradas por la crítica especializada. Con el objetivo de proponer una historia del IF, en este texto recuperamos los hitos principales de sus primeras dos décadas de existencia a través del análisis de diversos materiales de archivo que permiten echar luz sobre sus líneas de trabajo, desarrollo y constitución.

Numerosas investigaciones sobre el establecimiento de la filología y la lingüística como disciplinas en Argentina coinciden en ubicar el comienzo de los procesos de especialización y profesionalización del campo en 1922, a partir de la fundación del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se trató del primer centro de ese tipo en el país, cuya historia y la de sus agentes y propuestas teóricas más relevantes fueron abordadas en los principales estudios sobre el tema (Weber de Kurlat, 1975; Di Tullio, 2003; Ennis, 2008; Toscano y García, 2011, 2013, 2016; Battista, 2013; Lida, 2019). Lo ocurrido en otros puntos del país, en instituciones similares fundadas con posterioridad y en diálogo inevitable con ese centro ubicado en la posición dominante del campo (Bourdieu, 2003) –por su carácter pionero y por la importancia que adquirió especialmente a partir de la gestión del filólogo español Amado Alonso (entre 1927 y 1946)– ha sido menos estudiado, con un alcance más limitado o no se han revisado sus períodos iniciales (Bentivegna, 2017, 2019, 2022; Elizalde, 2016; González, 2017; Pérez Corti, 2017, 2019, 2020, 2022; Santomero, 2021; Toscano y García, 2021).

Nuestro trabajo busca aportar al conocimiento de los procesos de establecimiento y configuración del subcampo[1] de los estudios del lenguaje en Rosario y en la región del litoral y recuperar los avatares de un espacio central, como lo fue el IF, en los inicios de la entonces FFLCE[2] de la UNL. Este centro marcó el tono y diseñó las propuestas de investigación en lingüística y filología en la región, especialmente en las décadas de 1950 y 1960. Su estudio es relevante, ya que como señala Sapiro (2012), la creación de instituciones de investigación constituye uno de los indicadores principales de los procesos de institucionalización, junto a la oferta de enseñanza, la producción de publicaciones especializadas y la formación de recursos humanos. El análisis de los cambios de denominación de la dependencia, la actividad de los diversos agentes que la integraban, la oferta de cursos y la edición de materiales permiten dar cuenta de la agenda planteada y de la producción científica llevada adelante. En este sentido, la recuperación de la historia del Instituto responde a una de las dimensiones que Schlieben-Lange (2019 [1983]) reconoce para el estudio histórico de la construcción de conocimiento sobre el lenguaje, a saber, una “historia social de la lingüística” que se ocupa de las situaciones comunicativas en las que se elabora el saber lingüístico y aborda “quién intercambia argumentos lingüísticos con quién, bajo qué condiciones y en qué tipo de medios” (Schlieben-Lange, 2019 [1983]: 81). El funcionamiento del centro de investigación, las características de la facultad, las políticas universitarias vigentes y, de modo general, el contexto político y social constituyen entonces elementos imprescindibles para reconstruir tanto la historia del Instituto como la de los estudios lingüísticos en Rosario y en la región del litoral.

Nuestro recorrido delimita etapas de la historia del IF rosarino a modo de un “álbum de fotos”, en tanto procura describir estados de situación a partir de los insumos disponibles hasta la fecha, sin pretensiones de exhaustividad. Con esta imagen buscamos dejar en claro dos cuestiones relevantes. Por un lado, que trabajamos con momentos captados a través de las informaciones que provee el archivo, “fotos” de coordenadas institucionales específicas que muestran memorias parciales (una foto nunca capta una totalidad, sino que permite reponer informaciones y pone en evidencia los huecos de aquellas que faltan). Por otro lado, buscamos dar cuenta del carácter de investigaciones que, como esta, recurren a un corpus de documentos en permanente elaboración, cuyas capas se van ampliando a medida que se configuran (y reconfiguran) los repositorios institucionales y entran en circulación materiales hasta el momento desconocidos y, en muchos casos, en estado de pérdida potencial.[3]

En esta presentación, para cada segmento temporal delimitado integramos el análisis de fuentes de distinto tipo. Por una parte, revisamos aquellas fuentes usualmente consultadas para describir el conocimiento disciplinar generado, es decir, la producción académica del Instituto y de sus principales agentes. Por otra parte, recurrimos a fuentes consideradas habitualmente “menores” en la historiografía lingüística que, sin embargo, resultan imprescindibles para dar cuenta de las diferentes aristas de los procesos de generación de conocimiento sobre el lenguaje (Swiggers, 1990; Zamorano Aguilar, 2009) y, en especial, para recuperar las coordenadas de funcionamiento del centro y de la facultad. En este segundo grupo ponemos especial atención, pues se trata de materiales de archivo como fichas y memorias anuales de Institutos; correspondencia institucional y personal de los agentes; planes de estudio, resoluciones y legajos de personal; actas de concursos de cargos, inventarios, entre otros insumos que permiten reconstruir el quehacer cotidiano del centro de investigación y las redes construidas desde allí. El trabajo con estos documentos guarda una deuda muy importante con proyectos de puesta en valor y conservación del patrimonio institucional que se están llevando a cabo actualmente en la UNL, como parte de las tareas del Archivo del Museo Histórico, y en la UNR, en el marco del Programa de Preservación Institucional (PPDFHyA, UNR) dirigido por las historiadoras Cristina Viano y Laura Luciani. En particular, el análisis de los materiales rescatados por la segunda iniciativa ha permitido abordar con precisión las dinámicas de conformación del subcampo de los estudios lingüísticos y los inicios de su institucionalización (Pérez Corti y Santomero, 2023), así como indagar en la emergencia y posición del Instituto tanto en relación con otros espacios de investigación de la UNL y del país como en el marco de las políticas educativas vigentes en los diversos períodos históricos en los que funcionó.

La fundación del IF tuvo lugar en el marco de procesos de especialización disciplinar y crecimiento de la UNL que implicaron diversos cambios en su organización, la creación de nuevas dependencias y diversificación de áreas de trabajo. La UNL había nacido en 1919 como una universidad regional (Conti, 2009) y su conformación fue innovadora para la época ya que abarcó facultades, escuelas e institutos ubicados en distintas ciudades de la región (Rosario, Santa Fe, Paraná y Corrientes). Entre los años 1945 y 1955 se crearon nuevos institutos y unidades académicas, entre ellos la FFLCE en 1948 y el IF en 1952. En el período estudiado, hasta 1973, el centro de investigación cambió, como veremos, cuatro veces de denominación y, en 1968, cambió también de dependencia institucional, cuando a partir de la escisión de la sede Rosario de la UNL se creó una nueva universidad nacional, la UNR.

De este modo, nuestro trabajo presenta la historia del instituto, sus directores, principales colaboradores y producción científica a través del análisis de documentación inédita y prácticamente no abordada hasta la fecha. Nuestro objetivo es aportar no solo a la historia de los estudios lingüísticos en Argentina, sino también a la reconstrucción de los procesos que definieron la estructura administrativa y organizativa de la FFLCE de la UNL, luego de la UNR, y las actividades de docencia e investigación en sus primeras décadas de funcionamiento. Dos de los agentes principales de la historia que recorremos a continuación han sido objeto de fuertes controversias por sus posicionamientos políticos: Gerhard Moldenhauer, el primer director del Instituto, debido a su conocida trayectoria nacionalsocialista en Alemania; Nélida Donni de Mirande[4], la segunda directora, debido a su tarea en la universidad durante los últimos dos períodos dictatoriales en Argentina (1966-1973; 1976-1983). Nuestro trabajo no es ajeno a esa dimensión ideológica; el centro del análisis busca describir los contextos institucionales y políticos en los que estos agentes accedieron a posiciones directivas, sus antecedentes y cómo, desde allí, participaron del desarrollo de los estudios lingüísticos en Rosario.

El escrito se estructura en apartados organizados según los años en que tienen lugar procesos institucionales y políticos que incidieron en la gestión y actividades del Instituto y que implicaron cambios en su dirección. Para cada período consideramos también las modificaciones en la denominación del centro, que aparecen determinadas por redefiniciones epistemológicas de su actividad y área de competencia disciplinar.

1952. La fundación del Instituto de Filología de la UNL, los primeros pasos

Cuando la FFLCE de la UNL abrió sus puertas el 5 de junio de 1948 en Rosario, incluyó en su oferta académica la carrera que en las propuestas iniciales se llamó “Literatura” y luego pasó a denominarse “Letras”. En sus primeros planes de estudio, las materias de lingüística contaron con un espacio reducido. Entre 1948 y 1952 se implementaron diversos ajustes para las titulaciones posibles en el área, a saber: Profesorado de Enseñanza Media, Licenciatura y Doctorado en Filosofía y Letras. En todos los casos, se preveía el dictado de la materia Lingüística en el quinto y último año de la carrera. Para esa asignatura, fue contratado el 16 de abril de 1952 el filólogo alemán Martin August Gerhard Moldenhauer (1900-1968)[5], quien había llegado a la Argentina en 1948 y ya dictaba clases de Literatura alemana en la UBA y, desde 1951, también en la UNL (Pérez Corti, 2017, 2022; Bujaldón et al., 2022), universidad en la que la materia pasó a llamarse poco tiempo después Literatura Europea Septentrional (y abarcó así también contenidos de literatura inglesa). Si bien Moldenhauer estuvo a cargo hasta 1965 de las cátedras de Lingüística y Literatura Europea Septentrional (antes Literatura Alemana), su trayectoria europea hasta 1945 se había concentrado en estudios de literatura francesa medieval y española, la recuperación de manuscritos de la península ibérica y su edición y análisis filológico. Formado como romanista, en los años previos a su llegada a Argentina, había integrado asociaciones de docentes nacionalsocialistas y alineado ideológicamente con el régimen su tarea universitaria y su producción académica; además participó como parte de la marina alemana en la Segunda Guerra Mundial.[6] 

Pocos días después de la contratación del filólogo alemán, el 30 de abril de 1952, se decidió la creación del IF de la UNL con sede en Rosario. Su fundación estaba en consonancia con la Ley de Educación Superior 13.301 de 1947, conocida como “Ley Guardo”, que proponía que las cátedras y sus jefes estuvieran asociados a dependencias dedicadas exclusivamente a la investigación científica, en el contexto de una serie de políticas orientadas al fomento de esa actividad, como fue la del régimen de dedicación exclusiva en la docencia universitaria (Buchbinder, 2005). Según esa normativa, incluida en el Segundo Plan Quinquenal del gobierno del presidente Juan Domingo Perón, los institutos debían vincular “la enseñanza y la investigación científica ‘de modo tal que la docencia universitaria tenga su fuente natural en la investigación directa y profunda de la realidad’” (Ley 13031, 1947, Artículo 7°).[7] 

En ese marco, con la Universidad dirigida por el rector Raúl N. Rapela y la FFLCE por el delegado interventor Alberto A. Graziano, la actividad del IF comenzó con una conferencia dictada por Moldenhauer, quien asumió la dirección del espacio en tanto titular de la materia Lingüística. En esa primera exposición titulada “Filología y lingüística. Desafíos y problemas actuales en la Argentina” delineó una serie de tareas urgentes y propuso un programa para la nueva dependencia, que se diferenciaba de aquel llevado adelante en el Instituto de Filología de la UBA por los filólogos españoles vinculados al Centro de Estudios Históricos (CEH) de Madrid, dirigido por Ramón Menéndez Pidal,[8] al situar el foco en problemas que habían sido, en parte, desatendidos en Buenos Aires. De este modo, la novedad residió en priorizar el estudio de las lenguas indígenas, las variedades locales del español, el folklore, la lengua del comercio, el fomento del mercado editorial y el intercambio internacional para así “contribuir en los trabajos lingüísticos establecidos en el nuevo Plan Quinquenal” (Memoria Histórica de la FFLCE UNL, 1952: 39). Dicho plan incluía como parte de sus objetivos trabajar en pos de “la configuración nacional de la lengua” (Presidencia de la Nación, 1953: 87).[9] Sin lugar a dudas, la propuesta de Moldenhauer buscaba acordar con los lineamientos del gobierno peronista (Bentivegna, 2019), aunque su producción científica en Argentina no abordó los focos de interés centrales que él mismo había designado y se concentró sobre todo en temas de literatura alemana e intercambio cultural (Pérez Corti, 2017, 2022; Toscano y García, 2021). Así y todo, si bien su planteo en principio parece quedarse en un plano meramente declarativo y responder a una estrategia para posicionarse políticamente (Toscano y García, 2021), el instituto reunió en sus primeros años un grupo de colaboradores que en las décadas siguientes impulsaron estudios sobre la historia de la(s) lengua(s) hablada(s) en Argentina y el análisis de las variedades lingüísticas del litoral. De este modo, se promovió progresivamente una dinamización del campo de los estudios lingüísticos, en línea con la resolución fundacional que señalaba que el IF debía “consolidar el espíritu de investigación científica, enriqueciendo el haber intelectual de esta casa [la UNL] y de los Institutos recientemente creados” (Resolución rectoral, 1952) y proponer actividades para fomentar la formación de recursos humanos y la producción académica especializada.

Durante sus primeros años, el IF ofreció charlas abiertas a la comunidad, cursos para estudiantes, clases de idiomas (inglés, alemán, francés, italiano, hebreo, esperanto, entre otros)[10] y de traducción, e incorporó asistentes, adscriptas e investigadoras. Como indica la Memoria Histórica de la FFLCE de 1952, poco después de su apertura, el Instituto organizó un ciclo de seis conferencias para todo público dictadas por docentes de la UNL, que siguieron a la primera pronunciada por Moldenhauer y que trataron tanto temas de literatura clásica, como de historia de la lengua española y francesa, sin una línea del todo homogénea en sus propuestas.[11] En ese mismo año, comenzaron a ofrecerse además seminarios de formación para el alumnado, que se centraban en técnicas y metodologías de la filología textual y la edición crítica y proponían como ejes de análisis y objetos de trabajo editorial a Martín Fierro y a Don Segundo Sombra, respectivamente, contenidos que junto con “asuntos relativos al vocabulario regionalista” se abordaban también en los trabajos prácticos de la materia Lingüística (Memoria Histórica de la FFLCE, 1952: 31, 38). Estos documentos dejan ver que al menos al comienzo, las actividades del instituto se apartaron de los planes de abordar desde una perspectiva sincrónica y dialectológica las variedades locales del español (una configuración que, como mencionamos, cambió progresivamente a medida que se formaron nuevos recursos humanos en el área). Sin embargo, la aplicación de técnicas de análisis filológico y edición sobre obras del canon literario nacional argentino da cuenta de la intención de Moldenhauer de ofrecer y adaptar el aparato teórico-metodológico que había aprendido y perfeccionado en Europa para trabajar con textos locales, de modo tal que el IF respondiera, al menos parcialmente, a las demandas de la gestión peronista respecto del trabajo con la literatura y la lengua nacional.

La producción editorial del instituto en esos años fue relativamente escasa y tampoco atendió a los objetivos iniciales declarados para su agenda de trabajo. En 1952 apareció la conferencia inaugural de Moldenhauer en formato cuadernillo, junto a la transcripción de la charla ofrecida en el mismo ciclo por la profesora Carmen Rivero de Castellanos, titulada “El castellano de la Argentina”. Si bien esta última contribución se ocupa de la variedad vernácula del español, lo hace con “un tono de invectiva contra los usos lingüísticos de las variedades no cultas” (Toscano y García, 2021: 272), desde un enfoque normativista, en contradicción con la promoción del estudio descriptivo de las hablas locales y populares sostenida por Moldenhauer en las páginas anteriores. Además, se publicaron dos trabajos dedicados a los estudios germanísticos, la otra área de trabajo de Moldenhauer en la UNL y en la UBA: en 1956, Homenaje a Schiller: estudios y documentos y, en 1957, una antología bilingüe, El teatro del Barroco Alemán, que comprendía una selección de obras prologadas y anotadas por Moldenhauer y traducidas por él mismo y por el profesor de Filosofía de la UNL, Raúl Echauri.

Por otra parte, ya en 1954, también gracias a la dedicación de Moldenhauer y a sus contactos con las instituciones argentino-germanas dedicadas al fomento del intercambio científico y cultural entre ambos países, se convocó al IF a catedráticos alemanes a dictar conferencias sobre temas de romanística, estilística y semántica, entre otros (Pérez Corti, 2022). La invitación de especialistas radicados en los dos estados alemanes, como Hans Rheinfelder, Kurt Baldinger, Mario Wandruszka, Günther Haensch y Werner Beinhauer, entre otros, a eventos especiales en Rosario, se mantuvo durante la primera parte de la década de 1960 (Moldenhauer, 1960). Dicho intercambio implicó también el inicio de canje de materiales entre la institución argentina y universidades de la República Federal Alemana y la República Democrática Alemana, así como un trabajo de traducción al español y puesta en circulación de producción científica alemana de las áreas de germanística y lingüística. Sobre la agenda de trabajo del IF en esos años, Moldenhauer sostuvo:

Ubicado entre el Instituto de Lenguas Clásicas, y el de Letras Modernas y ligado a la cátedra de Lingüística, a nuestro Instituto le quedó como campo posible para sus tareas propias, el de la Filología ‘sensu strictori’ y el de la Lingüística, además de la Filología Septentrional, pues un convenio particular de carácter práctico permitió esta especialización, teniendo en cuenta que el Director─fundador del Instituto era también titular de la cátedra de historia de la Literatura Septentrional (Moldenhauer, 1960). 

Como vemos, más que por una decisión epistemológica, la orientación temática y el programa del centro estuvieron determinados por la trayectoria y áreas de desempeño de su director hasta ese momento.

Entre 1952 y 1960, además, el IF y la cátedra asociada de Lingüística incorporaron agentes que en las décadas siguientes serían determinantes para el desarrollo de la disciplina en Rosario y que ocuparían puestos de relevancia en docencia e investigación tanto en el plano local como nacional. En los inicios de la cátedra, entre julio de 1952 y febrero de 1953, se desempeñó como auxiliar de docencia ad honorem Germán Fernández Guizzetti (Ficha Fernández Guizzetti, 1952-1956, PPDFHyA, UNR), graduado de Filosofía de la UNL (Rosario). En junio de 1955 fue también adscripto en la cátedra (Ficha Fernández Guizzetti, 1952-1956, PPDFHyA, UNR), pero al poco tiempo partió a la Universidad de Indiana para cursar una maestría en Antropología (Bartolomé et al., 2007). Al regresar al país, y desde la década de 1960 en adelante, Fernández Guizzetti condujo numerosas investigaciones sobre lenguas indígenas de América desde la perspectiva de la etnolingüística en diversos espacios institucionales de los estudios antropológicos de la UNL.[12] De este modo, el estudio de las lenguas indígenas americanas no ingresó orgánicamente a la agenda científica del IF, a pesar de la intención expresada por Moldenhauer en su programa de 1952. En cambio, a partir de las las investigaciones y las líneas teóricas introducidas por Fernández Guizzetti, las lenguas indígenas se fueron configurando como objeto de los estudios de antropología con una orientación lingüístico-cultural. En líneas generales, este proceso es consistente con el que describe Domínguez (2020) para el abordaje de las lenguas indígenas en la primera mitad del siglo XX en los principales espacios institucionales de la UBA que las consideraron en sus propuestas científicas y académicas.[13] Como señala la autora, en ese período la investigación sobre las lenguas indígenas se llevó adelante principalmente desde el ámbito de la antropología, mientras que los especialistas de las ciencias del lenguaje se ocuparon de su estudio de modo lateral y discontinuo, una situación que comenzó a modificarse después de 1955.

Además, el IF de Rosario contó alternativamente con los cargos de Secretario/a técnico/a, Auxiliar, y Jefe/a de Trabajos Prácticos, y, en conjunto con la cátedra, con el de Profesor/a adscripto/a. Entre las colaboradoras iniciales destaca Herminia Petruzzi de Díaz, quien fue auxiliar del Instituto en 1954 y luego Jefa de Trabajos Prácticos, hasta que a finales de la década de 1950 se mudó a Buenos Aires (Moldenhauer, 1958).

Asimismo, entre 1954 y 1955 se desempeñó como profesora adscripta del IF Nélida Donni de Mirande (1930-2014), quien había egresado de la carrera docente en esa casa de estudios y estaba preparando una tesis de licenciatura, con orientación en lingüística, que atendía temáticamente a los focos principales de investigación propuestos en el primer programa del instituto (el delineado por Moldenhauer en su conferencia de 1952). La tesis de Donni de Mirande, defendida en 1958, se tituló “El habla de Rosario: Fonética y Morfosintaxis” y fue aprobada con un examen oral sobre los temas “El estudio del castellano en América en el siglo XIX. El debate acerca del idioma nacional en la Argentina─ la investigación lingüística durante los últimos 35 años en el país” (Moldenhauer, 1962). Donni de Mirande ocupó también por concurso de antecedentes el puesto de profesora adscripta a la cátedra de Lingüística desde mediados de 1957 hasta fines de 1960 y continuó trabajando tanto para el Instituto como para la cátedra en las dos décadas siguientes, como veremos a continuación.

1960. El Instituto de Filología Moderna (IFM), hacia la consolidación de un espacio

Una serie de documentos institucionales (mayoritariamente fichas y correspondencia) permite dar cuenta de un conjunto de cambios en las denominaciones y áreas de especialización de los institutos de investigación vinculados al campo de las letras de la FFyL de la UNL en 1960. Así, el material de archivo disponible indica que en ese año el Instituto de Lenguas Clásicas, que se había separado del de Letras/ Investigaciones Literarias en algún momento de la década de 1950, pasó a llamarse Instituto de Filología Clásica. Asimismo, el Instituto que aquí nos ocupa, hasta entonces IF, sumó a su nombre la especificación “Moderna”. De este modo, se delimitó el subcampo de estudios de cada unidad académica, al tiempo que se diferenciaron las áreas y competencias. Por otra parte, el Instituto que funcionaba desde al menos 1952 para los estudios literarios estableció su nombre como Instituto de Letras. Durante la década del sesenta, algunas de las principales agentes del área de lingüística publicaron trabajos vinculados a la lengua y la literatura en la Colección “Cuadernos del Instituto de Letras” (FFyL, UNL). Es el caso, por ejemplo, del libro “La lengua coloquial y la lengua de la literatura argentina”, de Donni de Mirande (1967).

Desde 1960 hasta la licencia por enfermedad de Moldenhauer en 1965 (que se extendería hasta su muerte en 1968) se duplicó el número de publicaciones del IFM (aunque estas abarcaron especialmente los trabajos promovidos por su director) y se intensificó la tarea de las colaboradoras del instituto y la cátedra de Lingüística. A Nélida Donni de Mirande se sumó Graciela García Montaño de Gardella[14] en 1961, también egresada de la casa y formada con Moldenhauer. Ambas lingüistas, junto con el filólogo alemán, fueron durante la década dos de las principales agentes de la disciplina en la zona del Litoral e integraron un equipo que además contó con otras profesionales que colaboraron en trabajos de edición y traducción.[15] Sin embargo, cabe señalar, como ya indicamos, que en el ámbito de la antropología se desarrollaron investigaciones sobre diversas lenguas indígenas habladas en la región y el país desde la perspectiva de la etnolingüística impulsada por Fernández Guizzetti (para un detalle, véase Bartolomé et. al).

En 1960 el IFM publicó la traducción de Doris Dittrich de Halperín de Demetrio: Fragmentos de Federico von Schiller con un estudio preliminar y una bibliografía sobre el autor a cargo de Moldenhauer. Luego, en 1963, se inauguró la serie “Cuadernos del Instituto de Filología Moderna” que contó con la publicación de cinco trabajos hasta 1968:

Moldenhauer, Gerhard. 1963. Estudio filológico de una traducción española ‘The Wild Huntsman’ de Sir Walter Scott. Cuaderno II.

Baldinger, Kurt. 1964. La semasiología. Traducción de Graciela García Montaño. Cuaderno I.

Moldenhauer, Gerhard. 1964. Contribución a la historia de las interrelaciones literarias argentino-germanas. Cuaderno III

AA.VV. Homenaje a Heinrich von Kleist. 1964. Editado por Moldenhauer con un artículo suyo y traducción de estudios críticos sobre el dramaturgo de germanistas alemanes a cargo de colaboradoras del Instituto. Cuaderno IV.

Kotzebue, Augusto. 1968. La reconciliación o los dos hermanos. Traducción y edición a cargo de la colaboradora del IFM Cledy Bertino y estudio preliminar y apéndice de Moldenhauer. Cuaderno V.[16]

Como puede verse, las publicaciones mantuvieron la línea promovida durante los primeros años de la institución y se enfocaron, sobre todo, en temas de germanística y de literatura inglesa a partir de la edición de manuscritos; también impulsaron la difusión de la obra de académicos alemanes. Se trató de aspectos más afines al trabajo de Moldenhauer en la cátedra de Literatura Europea Septentrional y a su formación filológica europea que a la agenda de investigaciones formulada para el Instituto en 1952. En ese contexto, parte del trabajo de asistir en la edición crítica y traducción tanto de piezas literarias como de artículos científicos estuvo a cargo de las integrantes del IFM, que reunió en ese período a varias egresadas de la carrera de Letras que dominaban el idioma alemán.

No obstante lo expuesto, las tareas de docencia e investigación de las principales colaboradoras del IFM y de la cátedra asociada de Lingüística, Nélida Donni de Mirande y Graciela García Montaño de Gardella, tuvieron un foco diferente al antes descripto, pues se concentraron en temas de lingüística general y en el estudio sincrónico y diacrónico del español hablado en Argentina. Como indicamos, Donni de Mirande había comenzado a trabajar como adscripta en el Instituto y contaba con diversos cargos concursados en la cátedra de Lingüística hacia fines de la década de 1950. En ese espacio pedagógico fue Ayudante de Investigación entre septiembre de 1959 y mayo de 1963; luego, en mayo de 1963, pasó a ejercer como Jefa de Trabajos Prácticos. Sobre los primeros años, un informe de Moldenhauer señala que, entre otras cosas, se ocupó de las clases sobre los contenidos vinculados a “los estudios lingüísticos en la Argentina y el idioma nacional” correspondientes al programa de Lingüística de 1957 y que en 1960 presentó y reelaboró su trabajo titulado “Recursos afectivos en el habla de Rosario” y dictó una clase magistral titulada “Situación lingüística en Rosario. Factores determinantes” (Moldenhauer, 1961).

Por su parte, García Montaño de Gardella comenzó en 1961 su adscripción a la cátedra de Lingüística, luego de haberse recibido en 1958 de Profesora y de Licenciada en Letras en 1960, con una tesis dirigida por Moldenhauer, titulada “El lenguaje del cine en la Argentina. Contribución al estudio de los extranjerismos”. En el marco de su tarea como adscripta a la cátedra entre 1961 y 1964, se ocupó de la organización de la biblioteca del IFM y de la elaboración de fichas etimológicas y dictó en el curso lectivo de 1963 los temas correspondientes al “español de América, introducción metodológica a su estudio”, que incluyeron aspectos de fonética y morfología históricas y dialectales, formación de neologismos y estudios léxicos, así como una “historia del voseo y sus usos actuales en el español de América, con ejemplos buscados y estudiados por la profesora” (García Montaño de Gardella, 1965). García Montaño de Gardella estudió también temáticas afines desde la perspectiva de la articulación entre etnografía y lingüística y de lexicografía histórica para el español local, también en cursos de 1964 y 1965. Por otra parte, entre 1962 y 1966, la docente e investigadora ocupó por concurso el puesto de Secretaria técnica del IFM y en ese cargo realizó las siguientes actividades: dictó, entre otras, clases de alemán, se dedicó a tareas de edición y tradujo del francés y el alemán textos de germanistas y lingüistas germanohablantes (Kurt Baldinger, Hans Hellmuth Christian y Joachim Müller) sobre lingüística general.

Las actividades mencionadas dan cuenta de que tanto Donni de Mirande como García Montaño de Gardella contribuyeron a dinamizar e institucionalizar los estudios lingüísticos en la UNL en el ámbito de las letras: como primera generación de investigadoras formadas localmente llevaron adelante parte del programa inicial de la dependencia tanto en docencia como en investigación, al poner el foco en cuestiones vinculadas al estudio del español vernáculo, tanto desde una perspectiva histórica como sincrónica (Pérez Corti y Santomero, 2023). Al mismo tiempo, las dos buscaron ampliar su formación con estudios de posgrado e intercambios internacionales, aspectos relevantes para la jerarquización de la actividad en la región. Ambas comenzaron su doctorado con Moldenhauer, aunque su trabajo se vio interrumpido debido a los acontecimientos históricos, avatares biográficos y a la licencia por enfermedad en 1965 del especialista alemán, que terminó con su muerte en 1968. García Montaño de Gardella empezó su formación doctoral con una investigación titulada “El lenguaje de unitarios y federales durante los primeros veinticinco años de vida independiente”, mientras que la llevada adelante por Donni de Mirande se denominó “Usos y valores de las formas no personales del verbo en el español de Rosario”.[17] Asimismo, las dos jóvenes investigadoras participaron de intercambios y cursos de formación en el exterior, con perfiles diferentes, que dan cuenta de las redes de circulación del conocimiento lingüístico de la época y de las particularidades propias de la gestión de Moldenhauer.

García Montaño de Gardella viajó en 1962 como becaria del Servicio Alemán de Intercambio Académico[18] a Tubinga, donde cursó seminarios con los romanistas Mario Wandruszka, Ernst Gamillscheg y Gerhard Rohlfs. Esta relación con el ámbito científico alemán fue impulsada por Moldenhauer, en tanto García Montaño de Gardella vehiculizó parte de su programa de traducción y difusión de producciones literarias alemanas, además de abordar, como vimos, cuestiones del español local desde una perspectiva diacrónica y vinculada también a la literatura y otras artes. El contacto con Alemania permaneció en los años siguientes, cuando su continuidad en el IFM y en la UNL se vio afectada por los acontecimientos políticos de 1966, que aparentemente coincidieron con los planes de García Montaño de Gardella de hacer una nueva estancia de investigación en las universidades de Colonia y Tubinga entre 1966 y 1968 (o quizás los motivaron o aceleraron).

Donni de Mirande, por su parte, participó de redes de trabajo vinculadas más específicamente a la filología hispánica en centros de gran relevancia en América. La motivación y las ansias de internacionalización pueden rastrearse en la correspondencia mantenida entre Moldenhauer y Donni de Mirande con el lingüista argentino Guillermo Guitarte[19], por aquellos años profesor asociado del Instituto Caro y Cuervo en Bogotá. En abril de 1962, Donni de Mirande le envió a Guitarte una de sus producciones y le pidió una lectura crítica y orientación con el fin de postularse a una beca de la Organización de Estados Americanos (OEA) para estudiar en el instituto colombiano. Meses después, en agosto de 1962, Donni de Mirande le escribía nuevamente sobre los temas que estaba investigando y agregaba:

Todo esto me ha afirmado en la idea de la necesidad de ampliar mis conocimientos de la moderna lingüística. Usted sabe muy bien cuánta es la penuria con que aquí se trabaja. Por eso tengo gran interés en conseguir una beca para estudiar filología española en el Seminario Andrés Bello de ese Instituto en el que Ud. colabora (Donni de Mirande, 1962).

Como puede leerse, la internacionalización era concebida como algo necesario para acceder a los últimos avances disciplinares y paliar las precariedades locales. La “penuria” que refiere Donni de Mirande reproduce un tópico que se repite en diferentes discursos y testimonios de lingüistas argentinos en la segunda mitad del siglo XX y que ya estaba presente desde 1952 en la conferencia inaugural de Moldenhauer en relación, por ejemplo, con la necesidad de actualizar las bibliotecas y de contar con medios económicos para que se reediten obras fundamentales de la disciplina.

Guitarte aceptó colaborar en la solicitud de beca de Donni de Mirande y en diciembre de 1962 ella volvió a comunicarse con él para agradecerle y enviarle también una carta de recomendación de Moldenhauer, quien proponía y apoyaba su candidatura. Allí, el filólogo alemán certificaba y describía la labor de Donni de Mirande en el IFM y en la cátedra de Lingüística, y explicaba que iba a proponerla como candidata a la beca en cuestión. La exhumación de este documento permite, por un lado, historizar la trayectoria de Donni de Mirande hasta ese momento y delimitar los temas a los que se dedicó tanto en la investigación como en la enseñanza, claramente vinculados al estudio del español hablado en el litoral. Por otro lado, el análisis de esa fuente posibilita indagar en aspectos hasta el momento desconocidos sobre los estadios iniciales de formación de recursos humanos del IFM y el papel de Moldenhauer como guía que brindó orientación e impulso[20] a la trayectoria de Donni de Mirande:

Por otra parte, [Nélida Donni de Mirande] ha trabajado eficazmente en el estudio sobre “El lenguaje popular en la Argentina”, bajo mi dirección, aportando valiosos datos del reflejo de ese tipo de habla en la literatura argentina. Independientemente, la Prof. y Lic. Donni Mansilla ha investigado el “sistema fonemático del español de Rosario” y tiene en preparación otros trabajos sobre el sistema verbal y el léxico en Argentina, para lo cual ha reunido e interpretado ya abundante material. A través de esta intensa y seria labor, la citada profesora ha conseguido un alto grado de eficiencia para la investigación y la enseñanza. Y como posee el ‘flair’ para problemas y tareas futuras que se ofrecen al estudioso argentino a cada paso, abrigo la certidumbre de que es una gran promesa para la ciencia argentina (Moldenhauer, 1962).

Finalmente, Donni de Mirande recibió la beca de la OEA entre 1963 y 1964; sin embargo, la empresa de su estancia en Bogotá no prosperó y, en lugar de formarse en el centro colombiano, cursó estudios superiores de lingüística en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Escuela de Antropología y El Colegio de México. En los centros mexicanos aprobó cursos de “Morfología y Sintaxis”, “Lingüística indoeuropea”, “Lingüística histórica”, “Lingüística estructural” y “Trabajo de campo y manejo de materiales lingüísticos mediante equipos automáticos” y realizó trabajos de campo en una comunidad indígena cerca de San Luis Potosí.

Como podemos ver, en ambos casos la formación en centros de prestigio internacional sirvió para que tanto García Montaño de Gardella como Donni de Mirande incorporaran perspectivas novedosas al trabajo en el IFM y contribuyeran a actualizar el repertorio de herramientas teóricas y metodológicas. Estos aspectos, sumados al trabajo sostenido sobre cuestiones del español hablado en Argentina desde fines de la década de 1950 en adelante y habilitado por la gestión de Moldenhauer, derivaron hacia 1967 en una mayor especialización del subcampo de los estudios sobre el lenguaje en la UNL (Pérez Corti y Santomero, 2023). Este movimiento tuvo lugar en un escenario paradójico, marcado por el gran sismo que implicó para la vida universitaria argentina el golpe de estado de 1966 y por diversos cambios en el IFM, motivados no solo por la nueva situación política, sino también por la muerte de su director en 1968 y la creación en ese mismo año de la UNR.

1967. Instituto de Lingüística y Filología, hacia una profesionalización de los estudios lingüísticos

El 28 de junio de 1966 se produjo en el país un nuevo golpe de Estado ejecutado por las Fuerzas Armadas que derrocó al gobierno constitucional del presidente Arturo Illia. Se inició allí una dictadura cívico-militar, autodenominada “Revolución Argentina”, encabezada, los primeros años, por el General Juan Carlos Onganía (1966-1970) y, luego, por los generales Roberto Levingston (1970-1971) y Alejandro Lanusse (1971-1973). El país se rigió durante esos años por el Estatuto de la Revolución Argentina, que tenía preeminencia sobre la Constitución Nacional. Entre las medidas sancionadas, se eliminó la división de poderes vigente: los poderes ejecutivo y legislativo pasaron a concentrarse en el presidente de facto, quien estaba facultado a nombrar gobernadores, los que a su vez ejercían poder ejecutivo y legislativo. A fines de julio de 1966, el gobierno militar puso fin a la autonomía universitaria y se intervinieron las ocho universidades nacionales (Buchbinder, 2005). En algunas facultades, estudiantes, profesores y graduados tomaron los edificios en repudio a esas decisiones. Las autoridades militares ordenaron desalojar las dependencias, hubo agresiones físicas, detenciones y encarcelamientos. El violento episodio conocido como “La noche de los bastones largos” ocurrió el 29 de julio de ese año y desató una ola de renuncias de trabajadores de las distintas universidades del país.

Lo sucedido en ese período en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias del Hombre de la UNL, hasta ahora poco explorado, ha sido reconstruido en el estudio reciente de Viano y Luciani (2021). En esa unidad académica, al igual que en muchas otras del país, también fueron masivas las renuncias de profesores en rechazo a la intervención militar.

Así, lo acontecido a partir de julio de 1966 reconfiguró el campo universitario en general y constituyó un punto de inflexión para la vida de la facultad rosarina en particular. El área de los estudios lingüísticos también se vio afectada por los avatares políticos, que junto a otra serie de factores repercutieron en una nueva configuración del subcampo, que explicamos a continuación.

En 1965 Moldenhauer comenzó una licencia por enfermedad. Tal como mostramos en el apartado anterior, las otras dos lingüistas de mayor trayectoria en el área en la UNL, eran Nélida Donni de Mirande y Graciela García Montaño de Gardella. Ambas docentes se habían presentado ese mismo año a un concurso convocado para cubrir el cargo de Profesora Adjunta de la cátedra Lingüística, recordemos, la única materia específica del área de los estudios del lenguaje en la carrera de Letras, a cargo hasta entonces de Moldenhauer.[21] El 18 de noviembre de 1966, debido a la reorganización institucional impuesta por el gobierno de facto, este concurso quedó suspendido, al igual que todos los concursos que estaban abiertos o pendientes por aquel entonces.

En este contexto de intervención universitaria, la anulación de los concursos en marcha interrumpió las vías institucionales de jerarquización de los docentes, al tiempo que el cuerpo de profesores se redujo significativamente debido a las renuncias masivas antes mencionadas. Entre los renunciantes de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias del Hombre de la UNL[22] se encontraba García Montaño de Gardella, por entonces Secretaria técnica del IFM. Ella además había firmado una solicitada de repudio, titulada “A la conciencia universitaria”, publicada en el diario La Capital (Viano, 2021). El Instituto y el subcampo de los estudios lingüísticos en Rosario perdieron así en ese momento a dos de sus agentes centrales: Moldenhauer, quien por enfermedad ya no regresó a la universidad después de 1965;[23] y, García Montaño, quien luego de su renuncia, tampoco volvió a la institución.

La dirección del IFM y la cátedra de Lingüística quedaron vacantes por la partida de Moldenhauer y Donni de Mirande lo reemplazó en ambos espacios, en los que ya se venía desempeñando. El 11 de noviembre de 1966, poco más de tres meses después de “La noche de los bastones largos”, Donni de Mirande asumió como Directora Interina del IFM, según consta en la Nota Nº 1725 de 1966 (IFM, UNL, PPDFHyA, UNR). Hasta la fecha no hemos encontrado documentación sobre ningún concurso abierto para estos cargos ni en ese momento ni en años posteriores, por lo que se deduce que, ante el nuevo escenario institucional y político, las designaciones se efectivizaron sin las convocatorias oficiales a concurso vigentes hasta el golpe de 1966.

Durante los primeros años de la gestión de Donni de Mirande se produjeron cambios importantes en la carrera de Letras de la UNL que implicaron, entre otras cosas, redefiniciones en las competencias de los institutos y en el plan de estudios. En el marco de estos procesos institucionales, el subcampo de los estudios lingüísticos experimentó una creciente especialización, una ampliación del área y una mayor autonomía respecto de los estudios literarios. Entre las primeras modificaciones, podemos citar que, a poco de comenzada esta segunda gestión del instituto, el organismo cambió de denominación y pasó a llamarse Instituto de Lingüística y Filología (ILF), una reforma de claras implicancias epistemológicas y que impactó en la especificidad pretendida para el subcampo en pos de su institucionalización. El agregado del término “Lingüística” junto al de “Filología” en el nombre expone de cierta manera la incorporación de una nueva perspectiva acerca de la disciplina y señala así una ampliación en la concepción del objeto de conocimiento: ya no se trataba de un espacio de investigación vinculado solo al ámbito de la historia y los textos de la traditio, es decir filológico, sino también de un espacio de reflexión sobre la lengua misma, con énfasis en sus variaciones, el de la lingüística.

Otra transformación fundamental de aquel período fue la del plan de estudios de la carrera de Letras. En 1967, a menos de un año de asumir Donni de Mirande, se aprobó un nuevo plan curricular, organizado en tres ciclos: introductorio, básico y optativo, que presentó incorporaciones significativas en el área de lingüística. Desde el inicio de la carrera de Letras en la sede Rosario de la UNL, sus Planes de estudio (1951, 1953 y 1963) con un total de 26 asignaturas, solo habían contado con una única materia destinada a los estudios lingüísticos: Lingüística[24], de quinto año. A partir del nuevo plan de 1967, la carrera pasó a contar con cinco materias obligatorias destinadas al área: Lengua Española I y II, Lingüística General, Lingüística y Filología hispánica y Estilística. Además, en el marco de las cátedras optativas, se comenzaron a dictar tres materias vinculadas a aquellos objetivos inicialmente propuestos para el IFM, es decir, que apuntaban a la formación de docentes e investigadores en el estudio y el conocimiento de las variedades locales del español: Lingüística descriptiva, Dialectología general y Dialectología hispánica.

En definitiva, el Plan de estudios de la carrera de Letras aprobado en 1967 marcó un punto de inflexión en la profesionalización del área porque implicó, respecto de los anteriores, una ampliación y especialización significativa en la oferta de materias del ámbito de los estudios lingüísticos y una progresiva consolidación de esa área de conocimiento. Estos cambios en el diseño curricular de la carrera acompañaron al trabajo de investigación llevado adelante por las colaboradoras del IFM desde la década anterior que, como mostramos, se orientó al estudio diacrónico y sincrónico de las variedades locales, desde los marcos de la dialectología hispanoamericana, la historia de la lengua y la estilística.

El paso de una única materia del área a un total de ocho cátedras (cinco obligatorias y tres optativas) vinculadas a los estudios lingüísticos incrementó, en consecuencia, la cantidad de agentes dedicados a la enseñanza e investigación en el área y habilitó una mayor especialización disciplinar. A su vez, ese nuevo escenario redundó en el establecimiento tanto de trayectorias individuales como de equipos de investigación y permitió brindar una formación más integral a los estudiantes de la carrera de Letras. Con el nuevo plan de estudios de 1967, Donni de Mirande, además de enseñar la materia Lingüística General (3er. año), comenzó a dictar la asignatura Lingüística y Filología hispánica (4to. año)[25] y un Seminario (Lenguas Clásicas y Lingüística, de 3er. año). Por su lado, las profesoras María Isabel De Gregorio de Mac y Susana Boretti de Macchia, ambas egresadas de la UNL, impartieron Lengua española (1er. y 2do. año).

Tal como en el período anterior, el equipo del instituto estuvo vinculado a la cátedra de Lingüística y las responsables de las nuevas materias participaron también del ILF. De Gregorio de Mac tomó el cargo de Secretaria técnica desde el 11 de noviembre de 1966, primero de manera interina, hasta que lo concursó el 10 de marzo de 1967. Para esa instancia De Gregorio de Mac presentó un trabajo sobre “Problemas fundamentales de la dialectología hispanoamericana” (De Gregorio de Mac, 1967). Por otra parte, la profesora Evangelina Simón de Poggia, también egresada de la casa, se desempeñó durante ese período como ayudante del instituto y, a partir de enero de 1967, ocupó el cargo de Jefa de Trabajos Prácticos. También trabajaron como ayudantes de investigación del ILF en ese período las profesoras Zulema Inés Armatto y Griselda B. de Bernardini y, como practicante técnica ad honorem, María Luisa Gisbert. Además, colaboraron en las tareas del organismo las profesoras Susana Boretti de Macchia (Asociada de la cátedra Lengua Española I) y María Cristina Rébola de Welti (Jefa de Trabajos Prácticos de la materia Lingüística) (Memorias del ILF, 1969).

Casi dos años después, el 29 de noviembre de 1968, el gobierno de facto de la autodenominada “Revolución Argentina” creó la UNR a partir de la escisión de las facultades de la UNL ubicadas en Rosario. Esa ciudad contaba para entonces con la mayor cantidad de estudiantes y docentes en la región (Viano y Luciani, 2021). El ILF pasó así a integrar la nueva unidad académica; al menos en estos primeros años, el cambio de dependencia no parece haber afectado significativamente ni la continuidad de los agentes, ni la de su producción científica[26], así como tampoco la de la carrera de Letras.

Entre las producciones del área de lingüística, hacia fines de la década de 1960 y principios de la de 1970 destacan trabajos individuales y de conjunto de las integrantes del ILF, publicados tanto en los Cuadernos y colecciones de los institutos de la UNL (y luego, desde 1968, UNR), como en otras revistas y editoriales especializadas. Las principales publicaciones fueron las siguientes:

Donni de Mirande, Nélida. 1965. Las corrientes lingüísticas actuales y la enseñanza de lenguas. Rosario: Centro de Investigación y Perfeccionamiento, Escuela Normal Nº I, Profesorado en Castellano, Literatura y Latín.

1966. Notas sobre la lengua de Julio Cortázar. Boletín de Literaturas Hispánicas, 6, Instituto de Letras, Rosario, pp.71-83.

1967. La lengua coloquial y la lengua de la literatura argentina. Cuadernos del Instituto de Letras. FFyL, UNL.

1968. Recursos afectivos en el habla de Rosario. Facultad de Filosofía: UNL.

1968. El español hablado en Rosario. Rosario: Instituto de Lingüística y Filología, FFyL, UNL.

1972. La lengua literaria en la Argentina. A propósito de una encuesta (inédito).

1972. Diferencias internas en el español del sur del litoral argentino. Revista Española de Lingüística, año 2, fascículo 2, julio-diciembre, Madrid, pp. 273-284.

De Gregorio de Mac, Isabel. 1967. El voseo en la literatura argentina. Cuadernos del Instituto de Letras: UNL.

Donni de Mirande, Nélida, Boretti de Macchia, Susana y De Gregorio de Mac, Isabel. 1970. El estructuralismo lingüístico en la Argentina. Buenos Aires: Estrada.

Como puede observarse ya desde los títulos de los textos, se trata en su mayoría de trabajos vinculados a la descripción de la variedad del español de la región de Rosario y el litoral argentino[27] y, en menor medida, vinculados al estudio de la lengua de la literatura argentina, lo que se distancia significativamente de las temáticas dominantes de las publicaciones del instituto desde su fundación y hasta mediados de la década de 1960.

Para finalizar este apartado, y antes de adentrarnos en la descripción de una nueva etapa del ILF, marcada por un nuevo cambio en su nombre y una nueva dirección, destacamos un hecho relevante. En 1970, durante la gestión de Donni, la dependencia recibió, a modo de homenaje, el nombre de su primer director: mediante la Resolución Nº 70/1970 del HCA se designó al centro de investigación Instituto “Martín Augusto Gerardo Moldenhauer”. Tres años después, con los cambios políticos de 1973 y una nueva intervención, llegó una gestión a la Facultad que propuso cambios significativos en estas estructuras y en sus denominaciones.

1973. Instituto de Lingüística, una gestión efímera

En 1973, después de siete años de dictadura militar en el país, se celebraron elecciones democráticas que llevaron al poder al tercer gobierno peronista (1973-1976)[28]. Durante el período se agudizaron el enfrentamiento político y la violencia armada y las universidades públicas se vieron particularmente afectadas (Rodríguez, 2014). El 25 de mayo de 1973 asumió la presidencia del país Héctor Cámpora, junto al vicepresidente Vicente Solano Lima. Como Ministro de Educación se nombró a Jorge Taiana, quien había sido decano y rector de la UBA durante la segunda presidencia de Perón (1952-1955). Cámpora y su vicepresidente presentaron sus renuncias el 13 de julio, para permitir la elección de Perón como presidente. Una vez reelecto Perón, Taiana fue confirmado en el cargo, que ocupó hasta agosto de 1974, unas semanas después del fallecimiento del presidente.

En una de sus primeras declaraciones como Ministro de Educación, Taiana sostuvo que la educación y la cultura eran instrumentos fundamentales del patrimonio popular y que impulsaría la reincorporación de los docentes de todos los niveles que habían sido dejados cesantes por razones políticas entre 1955 y 1973. El 30 de mayo de 1973 Taiana intervino por decreto las universidades nacionales que ya habían sido tomadas por grupos vinculados con la juventud peronista (Buchbinder, 2005). El decreto de intervención señalaba que la universidad argentina atravesaba una crisis que reflejaba en el plano cultural la dependencia económica y política. La liberación nacional exigía “poner definitivamente a las universidades nacionales al servicio del pueblo, siendo por lo tanto necesaria la reformulación de los objetivos, contenidos y métodos de enseñanza con la participación de todos los sectores vinculados a la vida universitaria” (citado en Rodríguez, 2014: 117-118).

Estos cambios impactaron en la vida universitaria argentina en general y en las distintas universidades y facultades en particular; consecuentemente también afectaron al campo de las letras y al instituto que nos ocupa en este artículo. Si bien los materiales encontrados hasta la fecha no permiten grandes precisiones sobre el funcionamiento específico de la dependencia a partir de ese año, sí dejan ver la transformación que significó 1973 para el funcionamiento institucional y los nuevos marcos interpretativos para valorar las gestiones previas y el trabajo del centro durante las dos décadas anteriores. Los documentos encontrados y relevados hasta el momento permiten acercarse a la gestión del joven Juan Sasturain[29], quien en los informes de la dependencia de octubre de ese año figura como “Director Interventor de los Institutos de Letras y de Lingüística”. En el período inicial de las intervenciones habían estado a cargo de esos espacios los docentes de la UBA Humberto De Luca y Ernesto Goldar (Ficha del ILF, Departamento de personal, UNR, 1973; Retamoso, 2019, 2023). La designación de Sasturain, como la de Donni de Mirande en 1967, también tuvo lugar sin convocatoria a concurso, pero con la diferencia, en este caso, de que el nuevo director no era un egresado de la UNL, ni contaba con una trayectoria específica en los estudios filológicos y lingüísticos.

Sasturain se había graduado en 1969 de Profesor en Letras en la UBA, era Jefe de Trabajos Prácticos de Literatura Argentina en esa casa de estudios y había empezado a dar clases en la UNL. En la universidad santafesina intervenida, Sasturain llegó, con 28 años, a los puestos directivos de los principales institutos del campo de las letras e incluso a la dirección de la carrera. En un clima de gran efervescencia política y marcado por el peso de las utopías de los sesenta, se reestructuraron el plantel docente y las modalidades de enseñanza (se sustituyeron las clases teóricas y prácticas por reuniones y encuentros) y se adaptaron contenidos, programas de materias y planes de estudio a los nuevos impulsos revolucionarios (Buchbinder, 2005). Un sector relevante de la sociedad consideró a la universidad “como uno de los baluartes del proceso revolucionario que se avecinaba” e intentó “llevar a cabo una transformación de sus estructuras administrativas y curriculares” (Buchbinder, 2005: 202-203). En efecto, el propio Sasturain señala:

Hay que reconstruir ese estado de excepción extraordinario: el período de la primavera camporista. Era un momento muy revulsivo en la facultad. Estaba tomada, a los profesores los habían rajado a todos. Los habían rajado los estudiantes. ¡No quedaba nadie! Los estudiantes habían desalojado a los profesores, después había llegado, cómo te puedo decir, la parte resolutiva, formal, pero el hecho básico es que los habían rajado a todos. Entonces había toda una segunda fila de ayudantes, de jefes de prácticos, etcétera, que son los que fueron asumiendo distintos cargos. Éramos todos jóvenes. Yo tenía 28 años cuando me trajeron, yo era profesor de Letras, egresado de la UBA, era jefe de trabajos prácticos de la cátedra Romano en nuestra carrera de Letras, de literatura argentina, y después hicimos una efímera materia que se llamaba Proyectos políticos culturales en Argentina. Yo trabajaba acá [en Buenos Aires] junto con Jorge Rivera, con Eduardo Romano, y daba clases en Rosario. Entonces dando clases en Rosario en la universidad me ofrecieron la dirección de la carrera. ¡Así que estuve a cargo de la carrera! (Sasturain, 2022).

En el equipo del instituto rosarino también hubo modificaciones, entre ellas, se designó el 11 de julio de 1973 a Alicia Elena Dalmasso como su Secretaria técnica, quien participó también de la breve gestión anterior a la de Sasturain. Como puede observarse en los documentos exhumados de ese período, la denominación del instituto pasa a ser “de Lingüística” (IL) a secas, es decir, se omitió a partir de entonces la segunda parte del nombre que llevaba hasta ese momento, “y de Filología”. En paralelo, la carrera de Antropología reincorporó a numerosos antropólogos sociales y arqueólogos formados antes del golpe de Estado, lo que permitió retomar algunas líneas de investigación (Bartolomé et al., 2007) y también continuar con la enseñanza de temas de lingüística antropológica. En ese contexto, Fernández Guizzetti obtuvo por concurso de antecedentes la titularidad de las materias “Lingüística antropológica” y “Etnolingüística e Idiomas aborígenes” del Departamento de Antropología en abril de 1973 (Fichas N°5 y N°6, “Concursos de profesores titulares”).

En el primer informe de actividades del IL, a poco más de un mes de asumir en el cargo, Dalmasso consignaba una significativa ampliación de los horarios de atención al público, la reconfiguración del espacio físico del antes ILF y el Instituto de Lenguas Clásicas para tener una sala de lectura conjunta y dos aulas disponibles, la respuesta de correspondencia atrasada y el inventario y organización de la biblioteca y las fichas bibliográficas (Dalmasso, 1973). Asimismo, señalaba la participación del centro “en la organización de la mesa de Lingüística, transformada luego en el Seminario de dicha área, donde colaboran las profesoras: Doreen Barron Alonso, Elina Busso, María Isabel Busso y Alicia Dalmasso” (Dalmasso, 1973). Ese mismo grupo estuvo a cargo de implementar modificaciones en el IL. Además, el instituto contó con cuatro ayudantes de investigación (Memoria del Instituto de Lingüística Año 1973, 1974).

Las actividades llevadas adelante buscaban dar respuesta a los puntos identificados como más débiles y críticos de la gestión anterior, según las nuevas autoridades y los preceptos de la “Universidad popular”. Para la carrera de Letras esas acciones incluyeron “la impugnación de 17 profesores [...], la prohibición de su entrada a las dependencias de los Institutos” de acuerdo con “la resolución unánime de la Asamblea Estudiantil-Docente que canalizó años de injusticia y privilegio, ineptitud y soberbia” y que había constituido

mesas de trabajo por materia, alrededor de las cuales se nuclearon, mancomunadamente, docentes y alumnos coincidentes en la necesidad de que, para que haya un cambio realmente definitivo en la Universidad del régimen, no sólo han de cambiar nombres y contenidos sino también la mecánica y la orientación impresa a la tarea docente (Sasturain, 1973).

Como ya mencionamos, se reestructuraron los espacios físicos del IL y del Instituto de Lenguas Clásicas, de manera tal que quedó “una amplia sala de lectura con todo el material de Biblioteca disponible para su uso. Con esta reorganización, se posibilitó la habilitación en dos aulas: la 130, aula ex-Moldenhauer y la 137 ex-Lenguas Clásicas” (Dalmasso, 1973); además se fusionaron los despachos de las secretarías técnicas del IL y el Instituto de Investigaciones Literarias (Memoria anual Año 1973. Departamento de Letras, 1974).

Asimismo, del instituto que nos ocupa se señalaba como problema mayor la desorganización de la biblioteca y su carácter exclusivista, sin un reglamento público de préstamo, manejada como “un feudo de propiedad privada de sus autoridades”; entre otras cosas, 48 libros “de los pocos más modernos y solicitados” (Sasturain, 1973) estaban en manos de solo 8 personas, lo que llevó a que debiera reclamarse la devolución de esos ejemplares a Donni de Mirande y sus colaboradoras. Otra crítica fuerte pasó por la desactualización del acervo bibliográfico de consulta y por el exceso de materiales en alemán, “idioma que tanto alumnos como docentes no manejan, o solo lo hacen excepcionalmente, lo que contribuye a restar utilidad al mismo” (Sasturain, 1973). La razón de esta situación se atribuye por supuesto al origen y la trayectoria académica del primer director, Moldenhauer, quien por ello favorecía la compra y canje de libros en esa lengua y que, como vimos, había determinado la agenda del centro reuniendo “la filología argentina dentro la hispánica junto a su ‘partenaire’ más cercana, la anglo-germánica” (Moldenhauer, 1960).

En ese contexto, la nueva gestión se ocupó de la catalogación de libros y revistas de la “Biblioteca Moldenhauer” para incorporarla a la del IL y reinició el canje con distintas instituciones nacionales e internacionales (Memoria del Instituto de Lingüística Año 1973, 1974).

Dentro del registro de actividades de la biblioteca, destaca también la vinculación con docentes de materias de la carrera de Antropología, en la que se ofrecían para ese entonces tres asignaturas del área de lingüística. Ese contacto impulsado por las colaboradoras del IL Doreen Barron Alonso y María Isabel Busso, quienes también integraban el equipo de la materia Historia de las Escuelas lingüísticas en Antropología,[30] se señala como especialmente relevante “dado que los alumnos de esta carrera desconocían el material existente en el Instituto de Lingüística” (Memoria del Instituto de Lingüística Año 1973, 1974:1).[31] En contraste con la oferta académica de lingüística en Antropología, en los institutos del área de las Letras se dictaron en 1973 ocho seminarios, de los cuales solo uno fue de lingüística y se tituló “Pertenencia y relevancia en Lingüística” (Memoria anual Año 1973. Departamento de Letras, 1974). Para el año siguiente, se mantuvo la escasa presencia de los estudios lingüísticos en la planificación de la nueva gestión, cuyos objetivos fueron los siguientes:

1-Trabajo de recolección de información, testimonios, documentos, etc. en vistas a la elaboración futura de una “Crónica de la resistencia y luchas del pueblo peronista de Rosario. 1955-1973”

2-Formación de una Mesa Estudiantil-Docente de discusión y propuesta que elabore las pautas básicas de lo que ha de ser el futuro Plan de estudios de la carrera.

3-Incorporación al grupo único de investigación que, constituido por la totalidad del personal afectado de los dos Institutos, trabajará sobre el tema: “Hacia un concepto de Cultura Nacional y Popular” (Sasturain, 1973).

La exhumación de los distintos materiales sobre la gestión del IL que comenzó en 1973, la última de la que se tiene registro documental, permite vislumbrar –como puede leerse en los objetivos desglosados– la fuerte alineación entre la agenda propuesta para la dependencia y la carrera de Letras con los postulados de la intervención universitaria que exigía la “liberación nacional”. Respecto de los estudios lingüísticos en particular, los objetivos se plantearon en términos muy generales y no se presentaron propuestas específicas del área o en continuidad con los abordajes descriptivos sobre las variedades habladas en Rosario, foco de interés de las líneas de investigación de la gestión previa. A su vez, resulta significativo que en esta breve gestión se haya modificado una vez más el nombre del instituto y se haya omitido el término Filología, priorizando el ámbito de los estudios lingüísticos (en detrimento de los históricos o filológicos), algo que, por su orientación a la lengua hablada en lugar de la traditio, iba tanto en consonancia con la agenda de la gestión anterior como con el programa peronista para el estudio de la lengua nacional y la cultura popular.

En una línea similar, en concordancia en términos globales con los objetivos de la tercera gestión peronista, puede considerarse también el trabajo de Fernández Guizzetti con las lenguas indígenas americanas y el impulso que le dio a la etnolingüística en el contexto de la carrera de Antropología.[32] Si bien se observa una incipiente colaboración de miembros del IL con los docentes de las materias dedicadas a los estudios lingüísticos de esa carrera, parece haberse limitado a contactos e intercambios incentivados por agentes compartidos entre el equipo de la organismo y los equipos de esas asignaturas. No se registran en el instituto acciones sostenidas de planificación conjunta en el marco de una agenda científica común para los estudios lingüísticos ni propuestas de docencia o investigación que atendieran especialmente a las lenguas indígenas (que tampoco habían sido consideradas como objeto singular en los trabajos promovidos durante las gestiones de Moldenhauer y Donni de Mirande).

Reflexiones finales

En este recorrido procuramos recuperar, sistematizar y presentar un conjunto de materiales, en gran medida inéditos, que dan cuenta de la actividad del primer instituto dedicado específicamente a los estudios filológicos y lingüísticos en la zona del litoral argentino. Con ello pretendimos ofrecer un estudio sobre la historia de un centro que no había sido abordada hasta el momento. Esa historia, sin embargo, no se agota en el presente trabajo, pues esperamos que nuestro análisis funcione como insumo para indagaciones futuras. El artículo se organizó en torno a una serie de incisiones provisorias de un archivo (que continúa en construcción) para recuperar a modo de “álbum de fotos” períodos fundacionales de los estudios sobre el lenguaje en Rosario y así examinar la emergencia de este subcampo atendiendo a su espesor y complejidad. La historia del funcionamiento de este tipo de dependencias, sus principales agentes y programas de trabajo es imprescindible para entender los procesos de institucionalización y configuración de la lingüística como disciplina a nivel local y regional (y en diálogo no siempre sostenido y armónico con otros institutos nacionales e internacionales), así como para indagar en su relación con otros campos disciplinares.

En efecto, todavía es una tarea pendiente la exploración de los aportes de investigadores de las ciencias antropológicas a la historia disciplinar de la lingüística en la UNL (luego UNR), principalmente en el área de las lenguas indígenas. Se trata de un aspecto de la institucionalización de las ciencias del lenguaje que aún no ha sido lo suficientemente estudiado y que resulta fundamental en dos sentidos: en general, para comprender de modo integral el desarrollo de los estudios de lenguas indígenas americanas en el campo científico argentino en la segunda mitad del siglo XX; y, en particular, para ahondar en la incidencia de la antropología local en la formación de lingüistas.

Como buscamos mostrar en el recorrido por la historia del Instituto de Filología (con todas sus variantes de denominación hasta 1973), los acontecimientos políticos, las decisiones y trayectorias de los distintos actores constituyen factores determinantes en el devenir institucional y disciplinar, cuyo impacto y consecuencias requieren aún ser estudiadas en mayor profundidad. Esperamos ofrecer una base documental sólida, plausible de ser ampliada, que permita, a partir de los datos empíricos, impulsar investigaciones que recuperen la vinculación entre las trayectorias biográficas de los agentes, los avatares políticos e institucionales, los movimientos del campo científico y sus dimensiones ideológicas.

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Materiales documentales relevados

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Ficha del ILF, Departamento de personal, UNR, 1973.

Ficha N° 5 y N°6 “Concursos profesores titulares”, Departamento de personal, UNR.

Ficha Fernández Guizzetti, Germán Alejandro Mario (1952-1956), PPDFHyA, UNR.

Memoria del ILF. 1969, PPDFHyA, UNR.

Memoria del Instituto de Investigaciones Literarias. 1969. PPDFHyA, UNR.

Memoria Anual 1973. Departamento de Letras. 1974. Expte. 23097/3, PPDFHyA, UNR.

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---. 1964. Plan de trabajo del IFM, Nota 948/64, 1964, PPDFHyA, UNR.

Nota Nº 1725.1966. Materiales del IFM, UNL, PPDFHyA, UNR.

Dalmasso, N. 1973. Informe de las tareas realizadas en el IL, 24/08/1973, Expte. 23097/3, PPDFHyA, UNR.

Sasturain, J. 1973. Informe del director Interventor de los Institutos de Letras y Lingüística de la UNR, 10/10/1973, Expte. 23097/3, PPDFHyA, UNR.

Resoluciones y concursos

García Montaño de Gardella, Graciela. 1965. “CV”, Concurso “Adjunto Lingüística”, Expte. 12823, PPDFHyA, UNR.

Concurso “Adjunto Lingüística”. 1966. Res. HCD 1273, Expte.12823, PPDFHyA, UNR.

De Gregorio de Mac. 1967. Llamado para cubrir el cargo de ‘Secretario Técnico’ del Instituto de “Filología Moderna”. Res. 5394. Expte. 13325. IFM, UNL, PPDFHyA, UNR.

Designación como Jefe de Trabajos Prácticos (Ayudante de Instituto) de Evangelina Simón, Res. Nº 5866, 29/12/1967, PPDFHyA, UNR.

 Designaciones en Antropología con carácter interino hasta el 31/XII/1973, PPDFHyA, UNR.

Cartas

Donni de Mirande, N. 1962. Carta a Guillermo Guitarte, 18/08/1962: 1, John J. Burns Library, Boston College.

Moldenhauer, G. 1958. Carta al decano de la FFyL de la UBA, Dr. Marcos Morínigo, 13/02/1958, Archivo de General la FFyL de la UBA.

---. 1962. Carta a Guillermo Guitarte, 10/12/1962, John J. Burns Library, Boston College

Planes de estudio

Plan de estudios de la carrera de Letras de la UNL.1951. Depto. de alumnado, FHyA, UNR

Plan de estudios de la carrera de Letras de la UNL 1953. Depto. de alumnado, FHyA, UNR

Plan de estudios la carrera de Letras de la UNL de 1967, Depto. de alumnado, FHyA, UNR

Recibido: 2 de octubre de 2023

Aceptado: 8 de diciembre de 2023

Versión Final: 15 de febrero de 2024

Anuario Nº 40, Escuela de Historia

Facultad de Humanidades y Artes (Universidad Nacional de Rosario), 2024

ISSN 1853-8835


[1] Retomamos las formulaciones de Gerbaudo (2024) para pensar los conceptos de “campo científico” y “subcampo” quien, para ello, recupera los desarrollos de Bourdieu (2016 [1984]) y las reactualizaciones de Sapiro (2012) y Martínez (2013). Para Bourdieu “un subcampo no es una parte de un campo” sino que, al pasar de un campo a un subcampo, se verifica “un salto, un cambio cualitativo” (2016 [1984]: 24) que no es un mero cambio de escala ya que “la construcción de los campos depende del nivel en donde se sitúe el analista” (25). Un subcampo no funciona desde la lógica de la parte de un todo; por ejemplo, el subcampo de los estudios literarios se rige por otras lógicas que los subcampos de la semiótica o la lingüística dentro del campo de las letras. Aunque entre esos subcampos se compartan algunos tipos de funcionamiento, incluso agentes e instituciones, y sus fronteras sean, según el caso, más o menos porosas, cada uno presenta configuraciones específicas: “sus leyes de funcionamiento son diferentes y no pueden deducirse de un campo englobante: las apuestas son diferentes como las formas de capital que se ponen en funcionamiento” (Bourdieu, 2016 [1984]: 24).

[2] Cabe señalar que la actual Facultad de Humanidades y Artes de la UNR ha cambiado varias veces de denominación en estos más de 75 años de funcionamiento (cumplidos en 2022). Se creó en junio de 1947 con el nombre de “Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación” (FFLCE) de la UNL e inició sus actividades docentes en el ciclo lectivo del año 1948. Desde el 1º de agosto de 1959 se llamó “Facultad de Filosofía y Letras” (FFL) y, a partir del 2 de abril de 1966, pasó a llamarse “Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias del Hombre” (FFLCH). El 4 de abril de 1968 volvió a cambiar de denominación por la de “Facultad de Filosofía”(FF) y, desde el 15 de julio de 1979, se mantiene vigente su denominación actual (FHyA).

[3] En Argentina, en su mayoría, los archivos institucionales se encuentran en estado de abandono, resultan inaccesibles o han desaparecido. Salvo algunos esfuerzos puntuales (casos ejemplares como el de Memoria Académica de Universidad Nacional de La Plata o el Programa de Preservación Institucional de la UNR, al que hacemos alusión más adelante), el tipo de materiales que analizamos (programas de cátedra, informes de institutos, entre otros) no han sido resguardados ni domicializados en muchas de las universidades públicas nacionales. No hay una política de Estado que promueva un trabajo de preservación de estos documentos, tan importantes en el estudio de circulación de las teorías y la formación de docentes e investigadores; es más, en épocas de dictaduras, la “política” fue, precisamente, su destrucción.

[4] La lingüista rosarina firma sus primeras producciones y cartas como Nélida Donni Mansilla y, a partir de la década del sesenta, incorpora su apellido de casada: Donni de Mirande. Las diferencias en las referencias a sus trabajos obedecen a este cambio. Para unificar y facilitar la lectura optamos por esta última denominación, dado que es la más difundida.

[5] Citamos aquí su nombre completo, como aparece en algunos de los documentos institucionales. Sin embargo, en Argentina el romanista firmó sus trabajos como Gerhard Moldenhauer, alternando a veces con el nombre traducido al español, Gerardo.

[6] Una biografía académica de Gerhard Moldenhauer que contempla su etapa alemana y su etapa argentina, así como sus vínculos con el nacionalsocialismo, puede encontrarse en Pérez Corti (2022) y Pérez Corti y Santomero (2023). Sobre su acérrima militancia nazi, cfr. entre otros Hausmann (1993, 2000).

[7] Para ese entonces, en el campo de las letras funcionaba además en la FFLCE un Instituto llamado en los documentos del período alternativamente de “Letras” o de “Investigaciones Literarias”, que agrupaba a las cátedras de Literatura Argentina, Lengua y Literatura Clásica, Lengua y Literatura Española e Iberoamericana, Lengua y Literatura Neolatina y Lengua y Literatura Europea Septentrional –Moldenhauer, por ejemplo, dictó en ese centro una conferencia sobre reflejos clásicos en el teatro alemán en 1952 (Memoria Histórica de la FFLCE UNL, 1952: 38). Estas dependencias, en general, se mantuvieron en las décadas siguientes, con cambios en denominaciones y funciones o creación de otras especializadas, como el Instituto de Lenguas Clásicas.

[8] Para un abordaje detallado de los vínculos establecidos entre la dependencia española y la argentina y un análisis de los programas propuestos, cfr. Toscano y García, 2009, 2011; Battista, 2013.

[9] El Segundo Plan Quinquenal fue el instrumento de planificación del segundo gobierno de Perón que fijaba objetivos a alcanzar entre 1952 y 1957 en distintas áreas (acción social, acción económica, comercio y finanzas, servicios públicos, entre otros) y contenía consideraciones específicas para la educación universitaria y el trabajo sobre la lengua.

[10] Los cursos de idiomas estaban a cargo de docentes ad honorem y contaban, hacia 1960, con 410 estudiantes (Moldenhauer, 1960).

[11] Casi todos los disertantes aparecen mencionados en el organigrama de la Memoria Histórica de 1952 como “miembros natos” del Instituto. Entre ellos, se consigna como Secretario del IF al docente español Manuel de Abizanda Ballabriga, a cargo de la cátedra de Latín IV (Literatura Latina) y también Secretario del Instituto de Investigaciones Literarias (Memoria Histórica de la FFLCE, 1952: 30, cuadro Nº 14). Sin embargo, no hay registro de que ninguno de los conferencistas ni el propio Secretario hayan participado con regularidad de las actividades del instituto.

[12] Sobre la institucionalización de la antropología en la Argentina cfr. Bartolomé et al (2007), Guber y Visacovsky (2000) y Ratier (2018), entre otros. En sus inicios, las ciencias antropológicas en la sede Rosario de la UNL integraban una especialización de la Licenciatura en Historia y en 1967 se abrió la Licenciatura en Antropología, impulsada por Fernández Guizzetti. El Plan de estudios rosarino (1967) “proponía una carrera acorde a los four fields de inspiración boasiana, en una orientación culturalista” y fue el único en el país que incluyó desde sus comienzos “una especialidad en lingüística, junto a la arqueológica y a la antropológico-cultural, además de cierto interés por los sectores ‘marginales’ y por la antropología aplicada” (Bartolomé et al., 2007: 18). Sin embargo, ya en 1951 había sido creado en Rosario un Instituto de Antropología, contemporáneo al IF y enmarcado en las políticas universitarias peronistas, y en 1957 un Museo de Antropología dirigido también por Fernández Guizzetti (Bartolomé et al., 2007).

[13] Domínguez (2020) analiza la historia del estudio de las lenguas indígenas en la UBA en el marco del Museo Etnográfico, la asignatura Arqueología americana, el Instituto de Filología y la asignatura Lingüística romance. 

[14] Al igual que para el caso de Donni de Mirande, optamos por tomar el apellido de casada de esta lingüista quien en la mayoría de sus producciones firma de este modo.

[15] Otras colaboradoras del período que aparecen en publicaciones y documentos académicos, pero con menos peso que las aquí mencionadas, fueron Doris Dittrich de Halperín, Cledy Bertino y Carlota Romero. En los tres casos falta por el momento documentación sobre su rol en las actividades del IFM, más allá de la participación como traductoras y editoras de materiales. Trabajaban también en el IFM docentes de diversas lenguas extranjeras.

[16] De acuerdo con las publicaciones e informes, también estaba prevista la edición de otros dos trabajos que, sin embargo, no se concretó: por un lado, una compilación de textos de Christoph Martin Wieland a cargo de la colaboradora del IFM Doris Dittrich de Halperín con el título “Estudios y textos en idioma español” (según consta en el Cuaderno I estaba previsto como Cuaderno V); por el otro, la traducción de García Montaño de Strukturelle Sprachwissenschaft [Lingüística estructural] de Hans Helmut Christian (Moldenhauer, 1964).

[17] Según las informaciones disponibles hasta la fecha, García Montaño de Gardella no concluyó su tesis y Donni de Mirande lo hizo varios años después, en 1982, cuando se doctoró en la ya entonces UNR, bajo la dirección de Alicia Malanca de Rodríguez Rojas.

[18] Se trata del Deutscher Akademischer Austausschdienst (DAAD), que funciona aún hoy.

[19] Guillermo Guitarte (1923-2000) se graduó de Profesor de enseñanza secundaria, normal y especial en Letras en la FFyL de la UBA en 1948. Fue Secretario del IF de la FFyL de la UBA, profesor adjunto de Filología Hispánica en esa facultad desde 1952 (desde 1958 a 1961, profesor asociado), profesor de Filología Hispánica en la Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca (1960-1961) y profesor contratado por la OEA para dictar la cátedra de Filología y Lingüística Hispanoamericana en el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá (1962). En 1963 fue profesor invitado en la Universidad de Harvard y en 1964, se incorporó al Departamento de Lenguas Romances del Boston College. Allí ejerció hasta su jubilación, desde 1972 con un puesto de catedrático; y durante tres décadas enseñó temas de literatura americana y española medieval, así como de filología española y se dedicó a investigaciones sobre lingüística histórica y dialectología.

[20] El agradecimiento y reconocimiento de Donni de Mirande hacia su formador puede leerse en la dedicatoria de una de sus publicaciones, “El español hablado en Rosario”, que apareció en 1968, año de fallecimiento de su entonces director de tesis: “A la memoria del Prof. Dr. M.A.G. Moldenhauer. Con emocionada gratitud” (Donni de Mirande, 1968: 1).

[21] El concurso de títulos, antecedentes y oposición se abrió mediante la Resolución 1103 del 26/3/1965 y se designó como jurados a Moldenhauer y los profesores Ivar Dahl y Salvador Bucca. Dahl no respondió a la convocatoria, por lo que, en abril de 1966 se designó en su lugar a Ana María Barrenechea y a Orestes Frattoni como suplente (Concurso “Adjunto Lingüística”, 1966).

[22] Sobre los “renunciantes del 66”, los motivos de sus renuncias y la heterogeneidad de sus decisiones, cfr. Viano, 2021.

[23] Al no haberse reincorporado al trabajo después de los hechos de 1966, Moldenhauer aparece como uno de los renunciantes (Viano, 2021); sin embargo, una revisión de los materiales parece mostrar que no regresó a sus funciones después del golpe debido a su licencia por enfermedad, que se extendió hasta su fallecimiento, y no por motivos vinculados a los hechos políticos antes mencionados.

[24] En algunos documentos se cita también un Curso de “Gramática Castellana”, como en la Resolución 320 del HCD, que dispone considerar materias afines a la Dirección del IFM, las asignaturas “Lingüística” y “Gramática Castellana”; sin embargo, esta última asignatura no formaba parte del plan de estudios oficial de Letras.

[25] Según el CV personal de Donni de Mirande, fue Profesora Titular de las materias Lingüística General (1966-1986) y Lingüística y Filología Hispánica (1971-1982) por concurso de antecedentes y oposición.

[26] Puede estimarse cierto impacto respecto a la posibilidad de publicación de producciones resultado de la labor de investigación de integrantes de los institutos de Letras al quedar la imprenta en la UNL. Un ejemplo puede leerse en la Memoria del Instituto de Investigaciones Literarias en 1969: “A comienzos del año lectivo, el entonces director del Instituto, Prof. Luis A.Castellanos, entregó al Decanato el material para la publicación del Nº 9 del Boletín de Literaturas Hispánicas, dedicado al análisis de Facundo, de Sarmiento. Pero dicha publicación no pudo aparecer, debido a que la imprenta, al crearse la UNR, quedó como propiedad de la UNL. Se está estudiando la posibilidad de que la imprenta de nuestra Facultad subsane el inconveniente” (Memoria del Instituto de Investigaciones Literarias, 1969, PPDFHyA, UNR).

[27] Si bien por su delimitación geográfica la región del “litoral argentino” está integrada por varias provincias del país, en este trabajo la variable a considerar prioritariamente es la lingüística y, en ese sentido, se parte del primer estudio general acerca de la variación diatópica (geográfica) en Argentina, el de Vidal de Battini (1964), en el que la autora delimita cinco grandes regiones lingüísticas, entre ellas, la del “litoral”. Otros estudios, como los llevados a cabo por Fontanella de Weinberg (2000), tomaron como base la delimitación realizada por Vidal de Battini y propusieron siete zonas dialectales, subdividiendo al litoral (entendida como una macrorregión) en tres regiones: bonaerense, litoral (que, en sentido estricto, abarcaría las provincias de Santa Fe y Entre Ríos) y patagónica.

[28] Se suele denominar “tercer peronismo” al período transcurrido entre el 25 de mayo de 1973 y el 24 de marzo de 1976. En ese lapso se sucedieron las presidencias constitucionales de Héctor J. Cámpora, Juan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón, así como el interinato de Raúl Lastiri, entre Cámpora y Perón.

[29] Sasturain (Buenos Aires, 1945) fue, desde enero de 2020 a diciembre de 2023, el Director de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno de Argentina.

[30] Doreen Barron Alonso tuvo el cargo de Profesora adjunta a cargo de la cátedra de Historia de las Escuelas Lingüísticas y María Isabel Busso el de Jefa de Trabajos Prácticos, en ambos casos con carácter interino (Designaciones en Antropología, 1973).

[31] De cara a aumentar el intercambio entre los dos espacios académicos, además, Barron Alonso, editó una ficha sobre Franz Boas destinada a los estudiantes de las materias Seminario de Lingüística e Historia de las escuelas lingüísticas de Antropología.

[32] El impacto de los trabajos de investigación y docencia de Fernández Guizzetti y su equipo en la formación de lingüistas en Rosario queda aún por explorase en detalle, aunque es indiscutible su relevancia en la trayectoria de figuras centrales de los estudios sobre lenguas indígenas en Argentina, por ejemplo, en el caso de Marisa Censabella (cfr. Censabella, 2016).