Del repliegue a la ofensiva: Las luchas de los obreros de la construcción (Mendoza, Argentina, 1932-1935)

Del repliegue a la ofensiva: Las luchas de los obreros de la construcción

(Mendoza, Argentina, 1932-1935)[1] 

From retreat to offensive: The struggles of construction workers (Mendoza, Argentina, 1932-1935)

 

MARIANA AYELEN PEREYRA

Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas 

marianamza1986@gmail.com

RESUMEN

El artículo aborda el proceso de ascenso en la lucha de clases que forjaron los obreros de la construcción de la provincia de Mendoza entre 1932 y 1935. Teóricamente partimos de comprender que las clases se constituyen en la lucha (Marx, 2007), y que las experiencias de clase (Thompson, 1989), y las experiencias de lucha, son los elementos centrales para conocer el devenir de la clase trabajadora. En este sentido, nuestra investigación analiza las acciones de lucha obrera en Mendoza, realizando un recuento cuantitativo de las mismas, para luego focalizarnos cualitativamente en las llevadas adelante específicamente por los obreros de la construcción, sector que tuvo un rol destacado en la conflictividad sobre todo a partir de 1935. Utilizamos una gran variedad de fuentes periodísticas comerciales, obreras y de las izquierdas, censos productivos y de población.

Palabras clave: huelgas; obreros de la construcción; clase obrera mendocina; 1932-1935

ABSTRACT

The article addresses the process of promotion in the class struggle forged by the construction workers of the province of Mendoza between 1932 and 1935. Theoretically, we start from understanding that classes are constituted in the struggle (Marx, 2007), and that class experiences (Thompson, 1989), and experiences of struggle, are the central elements to know the future of the working class. In this sense, our research analyzes the actions of workers' struggle in Mendoza, making a quantitative account of them, and then qualitatively focusing on those carried out specifically by construction workers, a sector that played a prominent role in the conflict especially starting in 1935. We use a wide variety of commercial, working-class and left-wing journalistic sources, production and population censuses.

Keywords: strikes; construction workers; Mendoza working class; 1932-1935

Introducción

En el siguiente trabajo nos proponemos como principal objetivo analizar el proceso de ascenso en la lucha de clases que atravesaron los obreros de la construcción de la provincia de Mendoza entre los años 1932 y 1935. Comprendiendo que las clases se constituyen en la lucha (Marx, 2007), entendemos que las experiencias de clase (Thompson, 1989), y particularmente las experiencias de lucha, son fundamentales para conocer el devenir de la clase trabajadora. Metodológicamente, en primer lugar, realizamos un análisis cuantitativo[2] de las acciones de lucha obrera[3] en Mendoza durante el período propuesto, para luego focalizarnos cualitativamente en las llevadas adelante específicamente por los obreros de la construcción, sector que se destacó en la conflictividad provincial sobre todo a partir de 1935. Para esto, realizamos un rastreo de fuentes periodísticas comerciales de diversas tendencias de la provincia (Los Andes –LA-, La Libertad –LL-, La Palabra, -LP-, La Tarde -LT), prensas obreras y de las izquierdas (La Protesta[4] –LPr-, Despertar Obrero[5] –DO-), censos productivos y de población.

Nuestro recorte temporal pertenece al primer lustro de la década del 30, la cual ha sido caracterizada de diversas maneras por la historiografía. Por un lado, se la consideró como un período presuntamente sin luchas y de negociación (Gutiérrez y Romero, 1995) en el que ya no primaba el perfil contestatario de los trabajadores de principios del siglo XX. Los autores de esta línea argumentaron que después de 1919 hubo un período de reflujo en la movilización obrera que recién resurgiría después de 1943 con otro carácter. Durante dicho lapso se habría disuelto la antigua identidad obrera, ya que las tendencias a una movilidad social ascendente habrían desviado la complexión de identidades clasistas firmes basadas en la solidaridad de clase. Por otro lado, y enfrentados a esta visión, existen cada vez más estudios que han dado sobradas muestras de los destacados y diversos procesos de la lucha de clases que hubo durante esos años (Iñigo Carrera, 2004; Camarero, 2007; Ceruso, 2015; Nieto, 2020; entre otros) y de la combatividad que ostentaba el movimiento obrero de esa época. Si bien en esta última vertiente hay un predominio de estudios centrados en Buenos Aires, también se han registrado avances sobre algunas provincias como Entre Ríos (Leyes, 2020), Tucumán (Ulivarri, 2009), Mendoza (Pereyra, 2022) y Chubut (Andújar, 2019), solo por nombrar algunas. En esta segunda línea se ubica nuestro trabajo.

En relación a los conflictos de los trabajadores de la construcción en 1935 y a la huelga general de 1936 particularmente, los estudios han estado focalizados nuevamente en Buenos Aires (Iñigo Carrera, 2004; 2016; 2019; D’Antonio, 2000). Estas pesquisas -imprescindibles a la hora de abordar la temática- no obstante haberse centrado en dicha provincia, se han denominado “nacionales”, subestimando lo acontecido en el resto de las provincias del territorio argentino. Teniendo en cuenta estos elementos, nuestro objetivo es reponer ese proceso en Mendoza, no como un dato más de lo nacional (complementario y subordinado) sino como un espacio en donde se desarrollaron relaciones sociales particulares, con sus tensiones y contradicciones, con una periodización de luchas propia, que puede acompañar o tensionar aquello que sabemos para otros espacios pretendidamente nacionales. Es decir, la reducción de escala responde a una investigación de mayor alcance que busca desentrañar la dinámica de formación de la clase trabajadora mendocina durante las primeras décadas del siglo XX[6], y particularmente la del 30 y, de esta manera, aportar también en la complejización de la “historia nacional”.

La etapa propuesta, ha sido analizada además como una fase de grandes transformaciones a nivel económico, político y social. En este sentido, el proceso de ascenso del movimiento obrero nacional y provincial particularmente, se dio al ritmo de dichas mutaciones. Mendoza atravesó cambios cualitativos en su estructura económica que permitió que nuevos sectores pasaran a formar parte de la clase obrera. La creación permanente de obra pública como uno de los paliativos de la crisis económica y del creciente desempleo, permitió que una gran cantidad de trabajadores, recientemente desocupados, pasaran a ser parte activa de la clase. Estos sujetos fueron cruzando diversos tipos de experiencias durante la primera mitad de los 30 y, paulatinamente, las procesaron y metabolizaron hasta llegar a la necesidad de la construcción y posterior fortalecimiento de sus organizaciones, así como también a una concreción de las demandas que creían necesarias y urgentes para su reproducción como clase.

A lo largo de este trabajo observaremos los diferentes momentos que transitó la clase obrera provincial y específicamente el sector de la construcción en ese contexto de turbulentos y profundos cambios. Este colectivo, a partir de sus experiencias de clase, sentó las bases del momento de ascenso que comenzaría a vivir el movimiento obrero mendocino en esos años. Al inicio del artículo, realizaremos un breve recorrido por el contexto provincial entre 1930 y 1935, a fin de mostrar las bases objetivas sobre las que la clase forjó sus experiencias. Posteriormente, abordaremos la conflictividad obrera entre 1932 y 1934 para comprender el proceso que comenzó a desplegarse a partir de 1935. Finalmente, analizaremos el conflicto desenvuelto por los trabajadores de la construcción en 1935 y las consecuencias que trajo para el movimiento obrero provincial.

Algunos elementos para comprender el contexto económico, social y político en la provincia entre 1930-1935

Como plantea Ulivarri (2009), la violencia fue una de las características de la década del 30, tanto a nivel internacional como nacional. En el plano internacional, estuvo signada por el arribo de Hitler al poder, la 2° Guerra Mundial y la Guerra Civil Española. En Argentina, el carácter violento del período se expresó en los grupos y partidos que disputaban posiciones de poder en “bandas armadas” como la Legión Cívica Argentina (LCA)[7] o en los enfrentamientos entre sindicatos y patronales[8]. A nivel económico, una vez iniciada la crisis mundial de 1929, y con el golpe de Estado de José F. Uriburu en 1930, la clase fue fuertemente golpeada. Desempleo, problemas de vivienda, hambre, represión y persecución política fueron solo algunas de las adversidades que las familias obreras tuvieron que atravesar en ese entonces. A partir de febrero de 1932, el gobierno de Agustín P. Justo permitió una mayor libertad de acción del movimiento obrero y mejoraron las condiciones para la participación parlamentaria.

Mendoza estuvo intervenida federalmente hasta febrero de 1932, momento a partir del cual, a través del fraude electoral, fue gobernada ininterrumpidamente por el Partido Demócrata (PD) -de carácter conservador[9]- hasta 1943. El programa de estos gobiernos estuvo basado en una fuerte presencia del Estado en el aspecto económico y social. Además, establecieron cuatro pilares fundamentales en su gestión: “la eficacia de la obra pública, la intervención en la producción vitivinícola, la estructuración y diversificación de la administración pública provincial, y el manejo presupuestario” (Mellado, 2008, p.3). Asimismo, tuvieron iniciativas para fomentar la ampliación de la matriz productiva. A partir de estos postulados, la industria de la construcción, particularmente con el crecimiento de la obra pública, tuvo un fuerte impulso, adoptándose tecnologías constructivas como el hormigón armado y concretándose la construcción de casas para sectores populares, puentes, hoteles, hospitales y camineras (Cremaschi, 2015). Además, se generó empleo, se estimuló a las demás industrias, hubo un fomento del consumo interno, del comercio y el transporte (Raffa, 2018). Uno de los ejes de la obra pública provincial fue la urbanización de zonas rurales, tanto para ocupar la totalidad del territorio como para frenar la migración interna. Esto implicó que la mano de obra del sector fuera creciendo. El desarrollo económico de la rama de la construcción -y de la alimentación- fueron elementos clave para las transformaciones que comenzaba a experimentar la clase obrera provincial.

Por otro lado, la apertura parlamentaria que se dio a partir del gobierno de Justo se visualizó, en parte, en la intervención creciente del Partido Socialista (PS) en dicho ámbito (Iñigo Carrera, 2005). Así, en un contexto donde el radicalismo desarrollaba una política de abstención electoral, el PS llegó a tener 43 diputados nacionales -2 de los cuales correspondieron a Mendoza- y 2 senadores por la Capital. Además, el PS creció en los sindicatos y planteó una mayor politización en los mismos, poniendo en cuestión su histórica línea de escindir el plano político del gremial. Este debate se dio durante el primer lustro de la década del 30 y produjo fuertes disputas internas e incluso divisiones partidarias. La línea que propiciaba una relación más directa entre los sindicatos y el partido[10] comenzó a ocupar un lugar creciente en las publicaciones del PS. En Mendoza, el gobierno de Ricardo Videla así como el de su antecesor, el interventor federal José María Rosa, procuró restringir las chances electorales y la participación política de la UCR (lencinista[11] y facciones yrigoyenistas), lo que le permitió al PD sentar las bases de su hegemonía política (Abraham, 2021). Sin embargo, durante 1933 y 1934, dicho partido mantendría fuertes disputas con el PS local –recurriendo incluso al uso de armas- motivadas en gran parte por altercados electorales y acusaciones de fraude. Esto era solo una muestra de la violencia característica de esos años en la provincia, donde la lucha electoral se combinó con la utilización de armas. Por otro lado, con una UCR pregonando la abstención a nivel nacional y con el lencinismo proscripto en las elecciones locales, el PS ocupó un lugar vacante dentro del espectro político provincial, que le permitió lograr mayor visibilidad y protagonismo como única oposición importante al conservadurismo. El socialismo ganó las elecciones municipales de Godoy Cruz en 1933 y mantuvo ese bastión hasta 1941, generando cambios para los trabajadores de dicho departamento, quienes se vieron favorecidos con la intervención de los intendentes[12] y concejales socialistas[13] en los conflictos obreros. El socialismo provincial entroncaría con la línea trazada por Francisco Pérez Leirós, que pregonaba un lazo más estrecho entre las esferas política y sindical, lo que se plasmó claramente en las luchas que se dieron sobre todo en 1935.

Asimismo, a partir del gobierno de Videla en 1932, la intervención del Departamento Provincial del Trabajo (DPT) fue cada vez mayor[14], logrando un creciente protagonismo como mediador en los conflictos capital-trabajo. Sin embargo, en algunas de esas mediaciones los trabajadores resultaron afectados negativamente luego de los acuerdos. El PD no fue el único que tuvo iniciativas para abordar la cuestión obrera, sino que también el socialismo presentó propuestas en la Cámara de Diputados de la provincia para reglamentar el funcionamiento de los sindicatos (LA, 17/07/1935). Estos elementos mostraban que desde el parlamento se seguía de cerca la conflictividad y la actuación de las organizaciones obreras.

A nivel demográfico y económico, como dijimos, hubo cambios importantes en el país y en la provincia. Dichas transformaciones impactaron en las características que fue tomando la clase. Según el Censo Nacional de Población de 1947, Mendoza era la sexta provincia más poblada dentro del territorio nacional, destacándose un gran porcentaje de población joven de hasta 19 años (44,6%), con una leve mayoría de varones (51,35%) sobre mujeres (48,65%). Asimismo, entre el Censo de 1914 y el de 1947 advertimos que la provincia pasó de ser predominantemente rural a una incipientemente urbana[15]. Los departamentos donde había predominio de población urbana hacia 1947 eran Capital, Godoy Cruz, y Guaymallén que, a su vez, eran los más poblados de Mendoza. Por otro lado, en relación a la producción, la mayoría de los ocupados se ubicaba mayormente en el sector de servicios, lo que da una imagen de la embrionaria urbanización que atravesaba la provincia. Dentro de los 212.323 ocupados que arroja el Censo de 1947, la mayoría se ubicaba en Servicios (38,5%), seguida por Producción Básica (32,8%) y Producción Secundaria (27,3%). La rama de la construcción fue la que más cantidad de población registró dentro del área de producción secundaria (30%). El Censo Industrial de 1935 muestra que en ese momento había un total de 10.421 obreros empleados en la industria provincial, de los cuales casi el 11% (1136 obreros) se encontraba trabajando en empresas de construcción[16].

Sintetizando, a grandes rasgos, en el lugar y período bajo estudio existía una población joven y en crecimiento, con una leve preeminencia de varones sobre mujeres, que se estaba volcando cada vez más a habitar zonas urbanas. Asimismo, hubo una concentración de la población en algunos departamentos clave, cabeceras de los principales oasis provinciales, como Godoy Cruz por ejemplo. Por otro lado, se registró un crecimiento tanto de la producción básica, como secundaria y de servicios. En un clima marcado por la violencia institucional, el fraude electoral y la abstención de la UCR, el PS comenzó a ocupar un espacio importante dentro del parlamento y en los sindicatos. Finalmente, el sector de la construcción fue fuertemente impulsado por las políticas desarrolladas por el PD, lo que implicó el crecimiento de trabajadores en dicha área, cuestión que se haría más visible a partir de 1935.

Un breve análisis de la conflictividad entre los años 1932-1934 y el devenir del movimiento obrero mendocino

El año 1932[17] inició con una manifestación de desocupados[18] que en primer lugar fue al local del DPT a exigir trabajo. Al no obtener respuestas en dicho organismo, se movilizaron hacia Casa de Gobierno, donde fueron dispersados por la policía (LA, 19/1/1932). Luego de este suceso y ante el peligro de que los desocupados recurrieran a acciones más contundentes contra la propiedad privada[19] (LA, 15/1/1932), el gobierno dispuso el comienzo de varias obras públicas contratando alrededor de 6000 obreros en diferentes departamentos (LA, 13/3/1932). Sin embargo, posteriormente al inicio de estos trabajos, comenzaron los reclamos por falta de pago, malas condiciones de trabajo, entre otros. Además, el gobierno para bajar los niveles de desempleo realizó un reparto de horas de trabajo con la correspondiente reducción de salario por lo que también hubo numerosas demandas de los ocupados afectados. Esta situación implicó que las familias obreras tuvieran que idear diversas estrategias de supervivencia, recurriendo a alimentarse en ollas populares que eran servidas por organizaciones de beneficencia, en hospitales o en cuarteles y también, en algunos casos, a emigrar a otras provincias (LA, 28/4/1932). Por otro lado, la mendicidad callejera fue generalizada. El diario enfatizaba que era ejercida por “seres de ambos sexos y distintas edades” y que, a diferencia de otras épocas donde la “mendicidad estaba bien reglamentada”, y solo se permitía ejercerla a personas autorizadas por la autoridad competente -inválidos y ancianos imposibilitados para el trabajo-, en ese momento se permitía mendigar a todo aquel que quisiera hacerlo (LA, 27/1/1932). Esto era solo una muestra de la crueldad con la que la crisis golpeaba a la clase trabajadora y de la poca iniciativa que existía desde el gobierno para dar algún tipo de solución ya que, ante la imposibilidad de responder al problema de la desocupación, permitía la mendicidad de manera legal. Asimismo, es un reflejo del momento de repliegue en el que se encontraba la clase que, si bien se mantenía realizando acciones de lucha para conseguir trabajo o para pedir un mayor salario, se encontraba fuertemente afectada por la situación y trataba de sobrevivir de diversas maneras aunque esto implicara mendigar o tener que emigrar.

Durante el año 1933, el desempleo continuó perjudicando a los trabajadores. El 1° de enero el diario Los Andes describía las condiciones de vida y de trabajo de las familias obreras según departamento. Sobre Las Heras por ejemplo planteaba:

Departamento pobre industrial y comercialmente, el obrero así por estas causas tiene un reducidísimo radio de acción a sus actividades, unido esto a la depresión ambiente (sic), su desenvolvimiento económico es precario en grado sumo. Esto en lo que respecta al radio que pudiera llamarse urbano, que en cuanto a los puntos más lejanos como por ejemplo las canteras de estación Capdevila, aquello puede denominarse con toda propiedad una visión dantesca.

El grupo de obreros de las canteras, a donde no ha llegado hasta la fecha ninguna inspección, no tiene nada que envidiar en cuanto a condiciones de trabajo a los que se agotan en los yerbales de Misiones o en los obrajes del Chaco. La vivienda es algo imposible de describir la promiscuidad y el hacinamiento de esos seres en ranchos que semejan taperas abandonadas por el tiempo y los hombres, es un atentado permanente a la moral y al don de gentes. Rostros sucios, demacrados por la miseria y el agotamiento físico aparecen a la vista del visitante por en medio de ennegrecidas quinchas. Salarios que oscilan entre $2 y $3 pagados en vales para la proveeduría hoy existente y cuyos artículos están obligados los obreros a consumir en condiciones que importan una verdadera explotación para esa pobre gente al extremo de que pasan largos periodos de tiempo sin ver en sus manos qué se llama “ni siquiera un cobre”.

La jornada de trabajo es algo que nadie concibe de 12 a 16 horas diarias. El obrero allí no tiene ninguna seguridad en la labor que desempeña” (LA, 01/01/1933).

En el aspecto sindical[20], el año 1932 finalizó con la principal organización obrera, la Federación Obrera Provincial Mendocina (FOPM), reconstruida por una tendencia anarcosindicalista[21] y sindicatos autónomos por un lado, y por otro, con un Comité Pro Reorganización Gremial en donde participaban las tendencias socialistas, sindicalistas y probablemente comunistas[22]. En noviembre de 1933 se realizó un “Congreso de Unidad” organizado por una entidad mixta formada por delegados del Comité de Reorganización Gremial de la provincia y la entonces FOPM constituida en 1932 (LA, 26/12/1937). Dicha organización estaba compuesta por más sindicatos que la reorganización de 1932[23]. En el proceso participaron los poderosos gremios ferroviarios, así como también gráficos y albañiles, lo que daba cuenta de la potencial fortaleza de esta nueva reunificación gremial. Esto marca una diferencia en relación al año anterior, mostrando una leve recomposición –en lo organizativo al menos- del movimiento obrero mendocino que estaba unificándose. Además, la FOPM desde el primer momento de su constitución se adhirió a la Confederación General del Trabajo (CGT) rompiendo cualquier aislamiento provincial. Por su parte, el PS intervino activamente en la federación y el anarquismo aparentemente no formó parte de esta reunificación[24]. Asimismo, a diferencia de 1932, donde la mayor parte del año no apareció una federación ni protestas organizadas por ella, la FOPM realizó numerosas acciones de lucha. Progresivamente, esta entidad fue adquiriendo mayor protagonismo dentro y fuera del movimiento obrero.

A lo largo de 1933 no hubo conflictos de envergadura[25]. La mayoría de las acciones fueron asambleas y actividades culturales, destacándose conferencias organizadas por la FOPM con fines educativos, sobre temáticas tales como: “Cultura burguesa y cultura proletaria” (LA, 25/01/1933), “El maestro como educador de la juventud” (LA, 08/01/1933), “Origen del movimiento obrero” (LA, 07/06/1933), entre otras. Además, se realizaron homenajes, destacándose el del gremio ferroviario que en septiembre de cada año homenajeaban a las y los obreros asesinados en la huelga de 1917. También hubo bailes familiares, pic-nics y veladas que, en general, eran organizados por la FOPM para recaudar fondos, ya sea para la misma entidad o para diversos sindicatos, para financiar locales, bibliotecas, etc. Asimismo, se realizaron mitines en conmemoración al 1° de Mayo (LA, 03/05/1933) y por la constitución de entidades sindicales. Finalmente, hubo pedidos de comienzo de obras públicas, con el objetivo de emplear a gran cantidad de obreros desocupados.

Para el año 1934[26], si bien las asambleas, denuncias, reclamos y pedidos a distintos tipos de autoridades fueron los métodos de lucha más recurrentes, hubo nuevamente huelgas por rama, donde se destacaron los ladrilleros[27]. Recordemos que la obra pública seguía siendo la principal manera de atravesar la situación de desempleo generalizado, por lo cual la fabricación de ladrillos fue una de las actividades en las que se empleó gran cantidad de mano de obra.

La lucha de los ladrilleros se extendió a lo largo 1934 y también durante 1935, motivada por diferencias en el pago de jornales y contra el trabajo a destajo. A partir de la intervención del DPT, se estableció cuánto y cómo se realizaría la forma de pago que se llevaría adelante desde entonces. Con posterioridad al acuerdo, dos de los propietarios de hornos de ladrillos de Las Heras –uno de ellos era el que mayor cantidad de personal ocupaba en el departamento- objetaron y violaron el acuerdo por considerarlo excesivo, resistiéndose a pagar lo convenido, por lo que los obreros declararon el paro y fueron secundados por una parte del gremio como acto de solidaridad (LA, 14/04/1934). Días después, los empleados de hornos de ladrillos de Lavalle llevaron al diario una declaración firmada por el Centro Gremial de Ladrilleros, en la cual mostraban la finalización de una lucha que había durado varios días y en la que habían logrado sus demandas. Dicha huelga también había contado con la intervención del DPT. Finalmente, en diciembre de ese año los ladrilleros de El Plumerillo (ubicado en el departamento de Las Heras) y de Maipú mantuvieron un conflicto con los dueños de las empresas de hornos. La disputa fue resuelta nuevamente con intervención del DPT. Las conquistas logradas por el sector durante estos procesos exponían por un lado, la importancia creciente que estaban teniendo los obreros de la construcción a nivel estructural, y por otro, del avance en la unidad y organización obrera. Además, eran una muestra de las experiencias que los obreros estaban haciendo y de la necesidad cada vez más evidente de llevar adelante fuertes medidas de lucha para lograr mejorar su situación laboral.

Lo visto hasta el momento nos permite sostener que, a pesar de que entre 1932-1934 el desempleo seguía golpeando fuertemente sobre la clase obrera, se comenzaba a vislumbrar un leve proceso de recomposición. Por un lado, a nivel sindical hubo una reunificación y fortalecimiento de la FOPM, que pudo nuclear en su interior al recientemente formado sindicato de albañiles. Por otro lado, los trabajadores obtuvieron varios triunfos, con la intervención creciente del DPT y de los diputados e intendente socialistas. Cabe destacar que fueran los obreros de algunos de los departamentos más rezagados económicamente como Las Heras y Lavalle por ejemplo, los protagonistas de los conflictos más sobresalientes. Esto puede atribuirse a la situación límite que estaban atravesando, lo que los llevó –quizás como último recurso- a salir a la lucha, con un mayor poder de negociación dada su creciente importancia en la estructura económica mendocina. Las experiencias vividas por estos sujetos y las lecciones que sacaron de ellas los fueron preparando para el momento que se aproximaba, siendo la organización sindical una de las conquistas logradas durante los años más difíciles que a partir de la lucha se fue sofisticando, y que tendría su prueba de fuego en el conflicto que veremos a continuación.

1935: Los albañiles construyen el camino de la lucha

A partir de 1935, las huelgas por rama comenzaron a hacerse más recurrentes[28]. El sector de la construcción se fue posicionando como uno de los colectivos clave dentro del movimiento obrero provincial. A medida que disminuía la desocupación, los reclamos cambiaron, pasando de pedir el pago de meses de salarios adeudados y mayor cantidad de horas laborales, a reivindicaciones por aumentos de sueldo según las leyes de salario mínimo, 40 horas semanales, reconocimiento de los sindicatos, entre otras. Las diversas luchas que desenvolvieron los obreros de la construcción, sobre todo en 1932, sembraron ciertas características en el sector, que empezaron a germinar en 1935. Cuando éstos se encontraban desempleados, diferentes acciones de lucha como las asambleas, pedidos a las autoridades y ante los diarios, mitines y movilizaciones, fueron la manera en la que lograron conseguir sus demandas. Este fue el elemento que los aglutinó y que les permitió ir forjando una organización cada vez más fuerte. Una vez empleados en un sector clave para el crecimiento económico de la provincia, y organizándose en sus sindicatos y en la FOPM, los métodos de lucha cambiaron, comenzando a hacer uso de herramientas como las huelgas. Las experiencias de lucha vividas en los años anteriores les permitió detectar la importancia de la organización sindical para fijar sus conquistas frente a las patronales. Las transformaciones en las demandas eran una muestra de que, con sus tensiones y contradicciones, el movimiento obrero provincial comenzaba a pasar a la ofensiva.

A lo largo de 1935 se produjeron diversas medidas de lucha de los trabajadores del sector. En Godoy Cruz, fueron recurrentes los llamados a asamblea, comunicados enviados a diarios y autoridades por aumentos salariales, mejores condiciones de trabajo, y huelgas del Sindicato de Oficios Varios (que reunía a diferentes grupos empleados de la obra pública nacional). El conflicto en las obras de agua corriente se erigió como uno de los cimientos de lo que comenzaba a ser una nueva etapa del movimiento obrero provincial. Se extendió desde junio a septiembre, momento en que también se empezaba a debatir en la Cámara de Diputados provincial –a raíz de un proyecto presentado por el socialismo- la reglamentación del funcionamiento de los sindicatos. La lucha se dio contra el trabajo a destajo, cumplimiento de las leyes de salario mínimo, y por mejoras en las condiciones de trabajo:

…el conflicto obedece a que los trabajos se vienen haciendo en terreno completamente duro a razón de $0,40 el metro cubico, estimando que un hombre en condiciones normales de trabajo no puede efectuar más de dos metros cúbicos por día (…). Consideran además, que la empresa concesionaria de los trabajos viola las leyes en lo que se refiere al trabajo a destajo y, por otra parte, tratándose de obras de carácter nacional lo que se paga no guarda relación con el salario mínimo establecido por las leyes (LA, 16/07/1935). 

Además, este conflicto, al desarrollarse en la comuna donde gobernaba el PS, contó con el apoyo parlamentario de dicho sector político[29]. Así, el intendente de Godoy Cruz, José Fernández, se hizo eco de las denuncias obreras y dirigió una nota al presidente del directorio de Obras Sanitarias de la Nación solicitando que se adoptaran medidas para que el empresario de las obras respetara la ley del salario mínimo. La lucha fue provisoriamente solucionada a través de representantes obreros, con la intervención del DPT, acordándose que la empresa debía pagar lo ya trabajado, un salario de $3 diarios por el trabajo de hasta siete metros cúbicos, y $0,45 centavos por cada metro cúbico después de los primeros siete. También se logró el reconocimiento del Sindicato de Oficios Varios de Godoy Cruz (SOVGC), el compromiso de ocupar un aguatero para la bebida de los obreros, la entrega semanal a cada trabajador de la constancia de los metros cúbicos excavados y el pago quincenal en la obra. Las dos partes enfrentadas acordaron que las divergencias que pudieran surgir desde entonces serían resueltas por el DPT[30] (LA, 19/07/1935). Aproximadamente un mes después, el SOVGC comunicaba al diario que la empresa violaba el convenio, y que además había implementado el sistema de trabajo por tareas, siendo estas “agotadoras e imposible de realizar en condiciones humanas”, por lo que los obreros eran permanentemente desplazados y sustituidos por otros (LA, 28/08/1935). Este era el escenario previo al importante proceso huelguístico que surgiría en breve.

Aquí es necesario hacer algunas precisiones. El debate sobre el trabajo a destajo fue una experiencia fundamental, ya que en pleno desempleo las empresas contrataban obreros para determinadas tareas que, como habían manifestado en la nota al diario, resultaban irrealizables por lo pesadas que eran y para lo cual, la patronal aprovechaba el gran ejército de reserva disponible. Esto traía como consecuencia una rotación permanente de trabajadores que no llegaban a reponer su propia fuerza de trabajo. En este sentido, el pedido del pago por hora y la abolición del trabajo a destajo tenía también un carácter solidario con los desocupados, ya que implicaba que debían contratarse más trabajadores en las obras. El 10 de noviembre de 1935 –un mes después de comenzada la huelga de la construcción en Buenos Aires-, la Sociedad de Albañiles y Anexos[31] presentó un pliego de condiciones a los contratistas y empresarios de obras pidiendo el reconocimiento del sindicato, la abolición del trabajo a destajo, jornales mínimos según categorías[32], la prohibición de admitir más de un medio oficial por cada dos oficiales, cumplimiento de 8 horas de trabajo y sábado inglés pago, la prohibición del despido de los trabajadores por ser parte de huelgas, 10% de aumento de jornal si debían salir del radio de la Capital y departamentos circunvecinos como Godoy Cruz, Guaymallén y Las Heras, el pago puntual, semanal o quincenal, en horas y lugar de trabajo. La mayoría de los empresarios no aceptó el pliego, por lo que el 17 de noviembre los albañiles comenzaron el paro por tiempo indeterminado.

Desde el inicio del conflicto hubo intervención permanente de las fuerzas de seguridad, registrándose maltratos hacia representantes sindicales[33], la detención de una delegación de la Sociedad de Albañiles en la fábrica de portland de Las Heras y la obstaculización de actividades de una de las comisiones del comité de huelga que el 18 de noviembre acudió al establecimiento que funcionaba en Capdevila. En este último hecho intervino el diputado provincial socialista Renato Della Santa para evitar la detención de los obreros.

La lucha fue en ascenso con el correr de los días, y hubo una fuerte organización por parte del sindicato, desarrollándose activamente las comisiones de huelga que recorrieron la ciudad y los departamentos, logrando así que se uniera el personal de varias obras y garantizando que la medida fuera acatada. Sobre este aspecto La Palabra (18/11/1935) comunicaba que en el local sindical se encontraba la comisión directiva “atendiendo a todos los asuntos concernientes con la huelga y despachando las comisiones departamentales que cuidaran de que ésta sea total en todo el territorio de la provincia”. Según La Tarde la huelga se había hecho extensiva al conjunto de las obras en construcción, lo cual revelaba “la existencia de un gremio disciplinado y aguerrido en la lucha por la defensa de sus vitales intereses” (LT, 20/11/1935). Además, se adhirieron los yeseros, carpinteros, pintores y electricistas de la ciudad y de los departamentos vecinos, y el conflicto recibió la solidaridad de gremios y organizaciones como el Socorro Rojo Internacional (SRI)[34]. Atrás habían quedado las manifestaciones por pedidos de trabajo, y los obreros pasaban a luchar por el reconocimiento de sus organizaciones como punto principal. Las imágenes a continuación reflejan las enormes diferencias, con solo tres años de distancia, entre una situación y la otra. Si realizamos un ejercicio de comparación, la imagen 1 -en ese caso desocupados en 1932 que posteriormente fueron incorporados a la obra pública- exponía rostros masculinos en edad de trabajar, adustos y abatidos por la situación de desempleo abierta. Mientras que la de 1935 -enfocada desde un ángulo similar-, muestra un cambio cualitativo en el sector, evidenciando el entusiasmo innegable de los trabajadores. En la parte de atrás de la imagen hay varios huelguistas levantando las manos en gestos festivos. El diario La Libertad en el epígrafe de la segunda fotografía daba cuenta de la asamblea que estaban realizando los obreros de la siguiente manera: “ESTE MUNDO de gente son los albañiles que no pudieron entrar a participar de de (sic) la asamblea de las autoridades del gremio, por resultar chico el local” (LL, 19/11/1935).

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Izquierda: Manifestación de desocupados, Mendoza, 1932. Fuente: Los Andes, 19/1/1932. Derecha: Asamblea de albañiles, Mendoza, 1935. Fuente: La Libertad, 19/11/1935.

El Sindicato de Albañiles y Anexos realizó un comunicado donde daba a conocer el movimiento en todo el país, para evitar que obreros de otras provincias llegaran a Mendoza “…sorprendidos en su buena fe, a prestar servicios en reemplazo de los huelguistas” (LA, 21/11/1935). El día 21, la medida de fuerza continuaba a pesar de que el comité de huelga había recibido la aceptación del pliego de algunos contratistas y constructores. El conflicto seguía porque la mayoría de los obreros que estaban empleados en las grandes obras no había aceptado aún. Los trabajadores continuaron recibiendo adhesiones y expresiones de solidaridad de gremios importantes como la sección Mendoza de la Fraternidad y del Sindicato de Oficiales Sastres. Una de las muestras de solidaridad más concreta fue la organización de una ayuda económica realizada por diversos gremios “para aliviar la situación de algunos de sus compañeros en huelga, especialmente aquellos que están en mala situación financiera” (LP, 23/11/1935), en donde colaboraron La Fraternidad Sección Mendoza ($14,25), Sindicato de Oficiales Sastres y Anexos ($20), Asociación de Trabajadores del Estado Sección Mendoza ($50), Sindicato de la Madera ($20), Sociedad Mutualista Empleados de Comercio ($50) y el Socorro Rojo Internacional que puso en circulación mil bonos de veinte centavos cada uno para los fondos de la caja social del Sindicato de Albañiles. Asimismo, el Sindicato de la Madera resolvió que sus asociados que se encontraban trabajando[35] contribuyeran con un peso semanal para los gastos que demandara el conflicto de albañiles.

Con el correr de los días, el comité de huelga denunciaba que la policía de Las Heras había trasladado rompehuelgas a la fábrica de portland de Capdevila en camiones[36]. Además, los alrededores se encontraban custodiados por la policía del departamento y por soldados del escuadrón de seguridad, impidiendo que los huelguistas se acercaran. El día 22 una delegación de obreros se dirigió a la fábrica, para celebrar una reunión con el personal que prestaba servicios allí, lo que dio por resultado que numerosos trabajadores se plegaran al movimiento. Cuando los concurrentes a la asamblea se retiraban, se presentó la policía, insultando a los obreros en lucha. Un miembro de las fuerzas de seguridad -el mismo que desconoció los fueros del diputado Della Santa unos días antes- ingresó a una carpa donde se alojaba uno de los obreros asistentes al acto, a quien sacó a la rastra, golpeándolo luego con una fusta y otro cabo policial amenazó con una bayoneta a quienes se habían plegado a la huelga (LT, 22/11/1935). La Sociedad de Albañiles, lejos de mostrarse amedrentada por los ataques, envió un comunicado en el que mostraba la solidaridad que estaban recibiendo de trabajadores de otras provincias, la realización de asambleas de gremios como el sindicato de la madera y la convocatoria a dos mitines, uno en la plaza Godoy Cruz y otro en la capital para el día domingo 24 de noviembre en el que hablarían delegados de diferentes gremios provinciales, representantes del gremio de la construcción de Buenos Aires y de la FOPM.

Un día antes del mitin, la patronal respondió al pliego de condiciones presentado por los albañiles, realizando un ofrecimiento de mejoras que comenzarían a regir después de los 60 días de reanudadas las actividades, entre las que se destacaban: el reconocimiento del sindicato, jornales mínimo diferenciando entre categorías, 8 horas de trabajo y sábado inglés pago, no se despediría ningún huelguista, aumento del 10% del jornal si los trabajadores debían salir del radio de la Capital y departamentos circunvecinos, exceptuándose aquellos obreros que residieran en el departamento donde se efectuara la obra, pago puntual, semanal o quincenal en el lugar y horario de trabajo. Los huelguistas rechazaron esta propuesta, reivindicaron sus demandas iniciales y plantearon que “toda sugestión sobre los pliegos de condiciones deberá ser hecha sin intervención del departamento provincial del trabajo” (LA, 27/11/1935). Esto será retomado posteriormente.

El 27 de noviembre, los pintores se adhirieron a la huelga presentando un pliego que incorporaba otras demandas a las expuestas por los albañiles, tales como delegados por taller y regulación del trabajo nocturno (LA, 27/11/1935). Al día siguiente, el Ministerio de Gobierno, continuando las gestiones realizadas por el DPT, se dirigió a las dos entidades en disputa para llegar a una solución[37]. Por otro lado, el Comité de Huelga informaba que esa misma noche -28 de noviembre- se efectuaría una asamblea del gremio de Mosaístas para definir su situación frente al conflicto y considerar un pliego de condiciones propio. Esto mostraba que la lucha de albañiles comenzaba a influenciar a otros colectivos obreros, quienes no solo se solidarizaban con declaraciones, aportes económicos o asistencia a mitines, sino que estaban dispuestos a ir a la huelga en conjunto, y peleando por sus propias demandas. En este sentido, la Unión Pintores (UP), designó comisiones que efectuaron gestiones ante los obreros del gremio, que por no estar asociados aun no se habían unido, obteniendo así, numerosas adhesiones. En la asamblea realizada el día anterior la UP había resuelto además afiliarse a la FOPM.

El 29 de noviembre, con mediación del Ministerio de Gobierno, las empresas aceptaron el pliego de condiciones presentado por la Sociedad de Albañiles, “…con ligeras modificaciones”. Entre los puntos principales se reconocía al sindicato, 8 horas de trabajo, salario mínimo y seguro obrero, jornales mínimos de $5 para oficiales, $6 para frentistas, $4 para medio oficiales, $3 para ayudantes, no se despediría a ningún huelguista, los salarios convenidos comenzarían a regir de inmediato, saliendo del radio de la Capital y departamentos circunvecinos se pagaría un 10% de aumento de jornal, pago puntual, semanal o quincenal a los obreros en horas y lugar de trabajo (LA, 30/11/1935). Por su parte, la UP siguió en huelga hasta mediados de diciembre, logrando un pliego similar al de los albañiles e incorporando la conquista del delegado por taller[38].

Lo visto hasta el momento expone un cambio pronunciado en el movimiento obrero provincial que pasó de un período de extrema debilidad y repliegue en 1932, a un momento de ascenso marcado por elementos objetivos y subjetivos. Comprendiendo que “...la lucha política se da siempre entre fuerzas sociales, que son alianzas de clases y fracciones de clase” (Iñigo Carrera, 2016, p.174), los grados de unidad/fractura de la clase obrera, así como de alianza/aislamiento en relación a otras fracciones y clases, permite observar los momentos ascendentes y descendentes de la lucha. En este sentido, los conflictos desarrollados en el sector de la construcción, desde las luchas por pedidos desesperados de trabajo a inicios de 1932 -en la cual se empezó a gestar la organización de ese colectivo-, pasando por las denuncias al DPT, pedidos de salarios adeudados y mejores condiciones de trabajo para garantizar la reproducción social, fueron el embrión del momento ascendente que observamos en 1935. Este proceso fue creciendo hasta llegar a las huelgas por aumentos salariales, reconocimiento de las organizaciones obreras, prohibición de despidos para huelguistas, entre otras, que mostraban un mayor grado de unidad de trabajadores ocupados y desocupados.

El pedido de reconocimiento del Sindicato de Albañiles como primer punto en discusión es uno de los ejemplos del avance. Los obreros de la construcción, a partir de sus experiencias, pasaron de haber conformado grupos de desempleados que pedían trabajo a diferentes organismos del Estado, a conformar en un primer momento el SOVGC, y posteriormente el Sindicato de Albañiles, que se puso a la cabeza del movimiento obrero provincial, influenciando a otros colectivos que fueron a la huelga en simultaneo e incluso con demandas que proponían un nivel más complejo de organización, como fue el caso de los pintores.

Estos pasos hacia la ofensiva, que fueron permanentemente atacados por las fuerzas de seguridad, se observaron también en la coordinación y solidaridad con trabajadores de gremios locales y de otras provincias. Ejemplo de esto fue el comunicado que realizaron los albañiles para prevenir a obreros que podían venir de diferentes provincias en el momento de la huelga, o el envío de dinero al fondo de huelga para el conflicto de la construcción de Capital Federal. El gremio de albañiles además, a fines de 1935, comenzó a debatir estatutos para la creación de una Federación provincial de la rama, y en 1936, una vez constituida la Federación Provincial de los Obreros de la Construcción, se adhirió a la Federación Obrera Nacional de la Construcción[39] (LA, 20/06/1936). En este sentido, es innegable que lo acontecido en Mendoza fue parte de un proceso nacional con epicentro en la capital del país. Sin embargo, las experiencias y particularidades políticas y económicas le dieron una dinámica singular. En este sentido, y solo por poner un ejemplo, la reivindicación del pago extra por trabajar fuera del radio del Gran Mendoza, además de mostrar el cambio de dinámica, también exponía la importancia de las experiencias de 1932. Recordemos que uno de los ejes de la obra pública realizada estuvo destinada a urbanizar zonas rurales para ocupar la totalidad del territorio y frenar la migración interna, por lo cual durante ese período -de extrema debilidad para la clase obrera- aceptaban trabajar en obras de puntos alejados de la provincia, afectando así la calidad de las condiciones y reproducción de su fuerza de trabajo. Asimismo, en el desarrollo del último conflicto de 1935, el primer ofrecimiento de la patronal apuntaba -además de proponer un aumento salarial inferior al que pedían los trabajadores- a exceptuar de este pago extra a aquellos que residieran en el departamento donde se realizara la obra. Este punto finalmente fue resuelto favorablemente para los trabajadores.

Por otro lado, no solo hubo un mayor grado de unidad en el movimiento obrero, sino que también observamos la disposición a negociar con el gobierno. No poseemos mayores datos sobre el rechazo del Sindicato de Albañiles a la intervención del DPT en el último lapso de la huelga, por lo que como hipótesis, y en base a lo sucedido meses antes en el conflicto de ladrilleros -donde el acuerdo fue violado posteriormente por la empresa-, puede haber expresado la desconfianza de los albañiles hacia dicho organismo.

La unidad creciente de la clase iba acompañada de una organización que se fortalecía con cada experiencia de lucha. El reconocimiento de los sindicatos que comenzaban a emerger pasó a ocupar el primer lugar en los pliegos de reivindicaciones. Además, las organizaciones, a la vez que se formaban, también se complejizaban, desde la unidad más chica, como podía ser un delegado de taller de pintura, al sindicato que agrupaba a los representados de los talleres, y la federación obrera que reunía a todos los trabajadores de la provincia.

Indudablemente, los obreros de la construcción, al estar en un lugar clave para la economía provincial contaban con un elemento valioso para el triunfo de la huelga, pero no podemos reducirlo solo al aspecto económico. Las vivencias experimentadas en los momentos más álgidos de la crisis fueron forjando una solidaridad de clase y una demarcación cada vez más fuerte de la división entre “ellos y nosotros”[40]. Los huelguistas de la obra pública de 1935 fueron aquellos que en 1932 realizaron las movilizaciones para solicitar empleo, los que vieron a sus familias pasar hambre e hicieron largas filas para poder alimentarse en ollas populares, los que escribieron numerosos y desesperados pedidos al DPT para que se les pagaran los sueldos adeudados, e incluso fueron los que mendigaron por las calles cuando el gobierno se los permitió. Las diferencias de clase fueron palpadas de la manera más cruda por esos trabajadores, por lo que las luchas llevadas adelante entre 1933 y 1935 representaron las parteras de la reconfiguración de la clase. Se comenzaron a plantear otros objetivos, además de los salariales, que los colocaron lejos del lugar rezagado que tuvieron en la sociedad mendocina en 1932. El inicio de la lucha por el reconocimiento de sus organizaciones fue el principio de su reconocimiento como actores políticos fundamentales en la provincia. Como plantea Zapata (1989):

El conflicto es un instrumento de lucha de los trabajadores que ayuda a relacionar las luchas obreras con la política y define así un área específica de participación de los trabajadores en el sistema de decisiones de la sociedad. La sociedad y la política confluyen en el conflicto. Las huelgas son fenómenos sociales con connotaciones políticas, difíciles de esconder (p.12). 

Dicho de otro modo, las huelgas de 1935 marcaron el camino de la reconfiguración obrera en la provincia. Las organizaciones sindicales fueron los cimientos firmes sobre los que creció tal reconstrucción. En este sentido, dichas entidades fueron mutando con la clase, tanto en composición como en reivindicaciones. Fueron la caja de resonancia de la reflexión que las y los trabajadores realizaron sobre las potentes experiencias que los hicieron y deshicieron como clase. En la intensidad de las transformaciones vividas en la primera mitad de la década del 30, las líneas propuestas en 1932 ya eran caducas en 1933. De esta manera, los planteos de la FOPM en 1935 exhibían otras prioridades, y la unidad obrera creciente en ese momento de ascenso, fue plasmada también en los principios de dicha entidad.

Reflexiones finales

Las vicisitudes del movimiento obrero provincial durante los años abordados exponen los profundos cambios que se venían produciendo en el conjunto de las relaciones sociales. En ese devenir, la clase trabajadora mendocina lejos de quedarse en un lugar en el que sus posibilidades de reproducción como fuerza de trabajo se veían permanentemente puestas en cuestión, fue sacando lecciones de las experiencias de ese primer lustro de la década del 30, comenzó a poner en juego dicho aprendizaje y pasó a la ofensiva, logrando una unidad en la FOPM, reorganizando a los trabajadores en diversos sindicatos y adhiriéndose a la CGT. Si bien durante 1932 ya se podía visualizar una mayor unidad de la clase, es a partir de 1935 que contemplamos un momento nítido de ascenso en las luchas obreras. En este sentido, los postulados del gobierno provincial del PD de fomento de la obra pública fueron elementos clave en la conformación del colectivo obrero de la construcción que, a su vez, fue uno de los principales actores en la conflictividad mendocina. Asimismo, la proscripción del lencinismo, permitió que el socialismo tuviera un crecimiento importante en el parlamento y sobre todo en la comuna de Godoy Cruz. La colaboración del socialismo a partir de su representación parlamentaria fue un elemento sustancial y esto mejoró la relación de fuerzas y potenció el proceso que se venía dando desde abajo, caracterizado por el mayor grado de unidad del movimiento obrero en lucha. Asimismo, es notable la forma en la que el socialismo ocupó ese espacio parlamentario conquistado en Godoy Cruz para acercarse a los trabajadores y a los conflictos desarrollados en departamentos como Las Heras y Lavalle, entre otros. Finalmente, hay resaltar la forma en la que el PD abordó la cuestión obrera, con un DPT interviniendo cada vez más activamente y siguiendo de cerca cada conflicto por un lado, y con persecución y represión por el otro. El rechazo al DPT por parte de los obreros en los momentos finales de la huelga fue sorteado por el gobierno con la intervención del Ministro de Gobierno, mostrando algunas de las tácticas que se comenzaban a desplegar desde el Estado para frenar la conflictividad. Quedará para futuros trabajos dilucidar como continuó ese proceso.

Los cambios estructurales que se estaban dando en la provincia, como la creciente urbanización, el aumento de la población, las transformaciones en la matriz productiva, la división y especialización cada vez más marcada entre departamentos, fueron conformando una clase trabajadora con otra composición y fisonomía. Pero las mutaciones no solo fueron objetivas, sino que las diversas experiencias de lucha que forjaron las y los trabajadores mendocinos durante esos años, que incluyeron la realización de una multiplicidad de medidas (comités, solidaridad activa, mitines, entre otras) fueron marcando una nueva dinámica. Así lograron, a su vez, ir conformando nuevas y fuertes organizaciones –como el sindicato de albañiles- y la reconstrucción de una poderosa federación, con reivindicaciones que desbordaban lo económico, marcando un momento de ascenso en la lucha de clases. Si bien en otros lugares del país, y sobre todo en Buenos Aires, los trabajadores de la construcción venían llevando adelante grandes gestas, y esto sin lugar a dudas fue una importante influencia para los obreros mendocinos, éstos lo desarrollaron con su singularidad, cuestión que hemos mostrado a lo largo de este trabajo. Los albañiles fueron ejemplo a seguir por otros colectivos que se adhirieron también a la FOPM como fue el caso de los pintores que, en base a sus necesidades, comenzaron a complejizar la forma de organización. Así, el año 1936 comenzaría con un movimiento obrero fortalecido que empezaba a erigirse como un referente, no solo de la clase trabajadora, sino del conjunto de la masa explotada de la población mendocina.

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Recibido: 7 de noviembre de 2023

Aceptado: 28 de diciembre de 2023

Versión Final: 5 de febrero de 2024

Anuario Nº 40, Escuela de Historia

Facultad de Humanidades y Artes (Universidad Nacional de Rosario), 2024

ISSN 1853-8835


[1] La autora agradece los valiosos comentarios de los/as evaluadores/as que permitieron mejorar sustancialmente el presente artículo.

[2] Realizamos un rastreo cotidiano del diario Los Andes –uno de los más importantes de Mendoza y de criterio empresarial- detectando las acciones de lucha obrera. Posteriormente, realizamos un recuento de las acciones y sectores más destacados y, a partir de estos datos realizamos un segundo rastreo de periódicos de diversas tendencias políticas, tales como La Libertad (de orientación conservadora) La Tarde (conservadores), La Palabra (lencinistas), entre otros.

[3] Siguiendo a Izaguirre y Aristizábal (2002) entendemos la categoría acción de lucha como un “…encuentro entre dos sujetos sociales, del que postulamos como condición necesaria y suficiente la presencia de uno: el sujeto obrero, individual o colectivo, cualquiera sea el tipo de acción que lo vincule con el otro término de la relación” (p.21).

[4] La Protesta fue el órgano oficial de la tendencia anarquista ligada a la Federación Obrera Regional Argentina (FORA).

[5] Despertar Obrero fue el órgano oficial de la Federación Obrera Provincial en 1932.

[6] Para un mayor desarrollo de esta temática sugerimos los trabajos de Pereyra y Latorre, 2021; 2023, Latorre y Pereyra, 2023, Latorre, 2023, entre otros.

[7] La Legión Cívica Argentina fue un grupo paramilitar conformado por y durante el gobierno de Uriburu en 1931. En Mendoza, entre 1933 y 1935 no registramos enfrentamientos entre la LCA y sectores del movimiento obrero pero sí los hubo entre la LCA y grupos estudiantiles entre 1933 y 1934 (LA, 01/10/1933; LA, 16/05/1934).

[8] Para mayor desarrollo de esta temática ver Iñigo Carrera (2014).

[9] Los gobernadores provinciales durante el período fueron: Ricardo Videla (18 feb. 1932 – 18 feb. 1935), Guillermo Cano (18 feb. 1935 – 18 feb. 1938).

[10] Como consecuencia de estos cambios, los sindicatos comenzaron a ganar peso en la Comisión Socialista de Información Gremial, así como también representación en los Congresos y visibilidad en los medios del PS (Ceruso, 2017).

[11] El lencinismo fue un fenómeno político que formó parte del avance de los primeros años del radicalismo y que dio concesiones a los sectores populares, implementando una serie de leyes protectoras para los trabajadores (mejores ingresos y condiciones de trabajo). Por otro lado, así como Yrigoyen, estableció una relación ambigua con el movimiento obrero, actuando en algunos momentos como mediador y en otros como represor (Richard-Jorba, 2013). Este fenómeno tuvo gran influencia en los trabajadores mendocinos, incluso en la década del ‘30 cuando sus principales referentes habían fallecido. Para mayor desarrollo sobre la temática ver Richard-Jorba, 2013, Iriart (2021), entre otros.

[12] Dentro de nuestro período de análisis el intendente socialista de Godoy Cruz fue Julio M. Fernández (1933-1936).

[13] En el Concejo Deliberante de Godoy Cruz, el PS obtuvo 3 bancas para el período 1932-1933, 5 bancas para el período 1933-1934, 3 bancas para el período 1934-1935, y 5 bancas para el período 1935-1936 (Lacoste, 1993).

[14] Entre 1933 y 1934 se registraron más de 300 inspecciones semanales, y específicamente en 1933 hubo 10.599 inspecciones que afectaron a 28.903 obreros en total (Garzón Rogé, 2014).

[15] Esto se puede observar en términos relativos pero centralmente en términos absolutos. Se pasó de una población urbana del 49,45% (137.237 habitantes) a una del 50,42% (296.575 habitantes) entre 1914 y 1947, respectivamente.

[16] La rama de alimentación era la que mayor cantidad de obreros registraba (4725 obreros) representando un porcentaje del 45%, frente al 11% obtenido por el sector de la construcción.

[17] En 1932 registramos un total de 108 acciones de lucha de las cuales 28 fueron asambleas, 24 mitines, 20 denuncias, reclamos y pedidos a autoridades, 20 denuncias y reclamos en la prensa, 8 acciones culturales, de socialización y en solidaridad, 3 manifestaciones de desocupados, 2 enfrentamientos con fuerzas de seguridad, 2 huelgas, 1 manifestación de ocupados.

[18] Se desconoce la filiación política específica de estos manifestantes pero se infiere que algunos de ellos pertenecían a una organización de desocupados llamada “Unión Obrera” cuyo presidente era un obrero de nombre Antonio Raffa. En su corta existencia, este agrupamiento fue permanentemente perseguido y restringido en su accionar (LA, 29/04/1932). Pocos días después del 1º de Mayo de 1932 apareció por última vez nombrada esta agrupación en el diario Los Andes. En dicha ocasión se dio a conocer que la mesa directiva de la entidad dirigiría una circular al comercio solicitándole su adhesión al movimiento obrero para obtener la sanción de la ordenanza de pavimentación en la cual se emplearían 3000 obreros, y por otro lado, anunciando la organización de un acto público para insistir ante las autoridades que diera soluciones favorables a sus reclamos (LA, 13/05/1932). Por las fechas en las que la “Unión Obrera” apareció nombrada por última vez en el diario Los Andes (13/3/1932) y la creación del Comité Pro Reorganización Obrera en la provincia (4 de junio de 1932), inferimos que la primera entidad se unió a dicho comité.

[19]A modo de ejemplo, en una de sus crónicas el diario Los Andes planteaba lo siguiente: “La dirección del departamento provincial del trabajo acaba de informar al gobierno interventor acerca del grave problema social que ha planteado la desocupación obrera en Mendoza describiendo situaciones realmente impresionantes (…) obreros y gobierno tendrán que lamentar consecuencias irreparables, tales como los movimientos colectivos desocupados de carácter subversivo, en protesta contra los poderes públicos constituidos, asaltos a las casas de comercio, establecimientos industriales y a la propiedad privada, lo cual vendría a producir un grado de intranquilidad en la Provincia” (LA, 15/01/1932).

[20] Es necesario aclarar que en las décadas anteriores, el socialismo, la tendencia anarquista vinculada a la Protesta y el sindicalismo participaban activamente en el movimiento obrero provincial. Sin embargo, luego de las huelgas del magisterio de 1919 la tendencia sindicalista que en ese entonces dirigía la FOPM quedó muy desprestigiada por la política que llevó adelante como dirección del conflicto (Ver Pereyra y Latorre, 2021). Por esta razón, a lo largo de la década del 20 dicha tendencia no tuvo gran participación, y en la primera mitad de la década del 30 aún no hemos encontrado fuentes que muestren específicamente su accionar en el movimiento obrero local.

[21] En el único número disponible de Despertar Obrero no hay especificaciones sobre la tendencia política que dirigía la FOPM de ese entonces. Si bien hay discusiones contra las direcciones de la CGT y de los gremios ferroviarios (que en ese momento estaban en manos de la tendencia sindicalista), también hay referencias al apoliticismo que sostenía la organización, lo cual era una característica del sindicalismo de ese período. Además los principales secretarios de esta FOPM eran obreros gráficos, gremio que históricamente fue un bastión del sindicalismo en la provincia. Por estas razones, y teniendo en cuenta las referencias de La Protesta a la federación provincial, es que consideramos que representaba una tendencia anarcosindicalista.

[22] En las fuentes analizadas no hemos encontrado explícitamente la participación del Partido Comunista (PC) en el Comité Pro Reorganización Gremial ni en las acciones que dicha entidad realizaba. Sin embargo, a partir de algunos estudios (Benclowicz, 2015; Andújar, 2019) se tiene conocimiento de que el PC promovía la organización de desocupados en Argentina y esto contribuyó a la inserción partidaria en el movimiento obrero, por lo que inferimos que las acciones realizadas en Mendoza también fueron influenciadas u organizadas por dicho partido. Para mayor desarrollo de esta temática ver Benclowicz (2015).

[23] Los sindicatos que pertenecían a esta federación eran: Obreros Unidos de Rivadavia, Oficios Varios de Villanueva, Cañada Alegre, Jesús Nazareno, Luján, Las Heras y Godoy Cruz, Toneleros de General Gutiérrez y San Martín, La Fraternidad, Unión Ferroviaria sección Pacífico y Unión Ferroviaria Sección Trasandino, Sindicato de Artes Gráficas, Obreros Fideeros, Carpinteros, Ebanistas y Anexos, Sociedad Mutualista de Empleados de Comercio, Albañiles y Anexos.

[24] En el número de La Protesta del 4 de Julio de 1933, se planteaba que los “camaleones” –anarquistas devenidos en sindicalistas- habían engañado a los trabajadores y a la FORA particularmente con la reorganización de la FOPM. En esta treta también habría participado el socialismo. Sin embargo, no se especificaba cuál fue el engaño.

[25] En total registramos 96 acciones de lucha, de las cuales 51 fueron asambleas, 27 acciones en solidaridad, conferencias, homenajes, 9 mitines, 6 denuncias, reclamos y pedidos a autoridades, 2 denuncias y reclamos en la prensa, 1 huelga correspondiente al 1º de Mayo.

[26] En total registramos 57 acciones de lucha, de las cuales 16 fueron asambleas, 11 denuncias, reclamos y pedidos a autoridades, 11 acciones culturales, conferencias y homenajes, 9 mitines, 5 denuncias y reclamos en la prensa, 4 huelgas por rama, 1 huelga general por el 1º de Mayo.

[27] Además de los ladrilleros, hubo huelgas de ferroviarios que protestaban contra el prorrateo salarial, cuestión que será abordada en futuros trabajos.

[28] La mayoría de las huelgas que registramos durante 1935 fueron realizadas por obreros de la construcción y ladrilleros. También, en menor medida hubo paros de ferroviarios, pintores, sastres, panaderos y tranviarios. Asimismo, gran parte de las asambleas se realizaron para constituir nuevos sindicatos como el del transporte, mosaistas, pintores, albañiles, entre otros. Los mitines se produjeron por diversos motivos, destacándose aquellos en los que se planteaban reivindicaciones salariales y de organización obrera. Finalmente, destacamos aquellas acciones en solidaridad, como los pic-nics organizados por los albañiles que se realizaron para recaudar dinero para el fondo de huelga de los obreros de la construcción de Capital Federal.

[29] Durante el conflicto el socialismo presentó minutas y notas en la Cámara de Diputados pidiendo el cumplimiento de lo convenido entre obreros y patrones.

[30] Unos días después, el ministro de Industrias y Obras Públicas participaba de la sesión de Diputados de la provincia en la que el Poder Ejecutivo se refirió al conflicto de los obreros de Godoy Cruz, planteando que éste fue solucionado gracias al DPT, a lo que el socialismo contestó, quitándole peso a dicho organismo y enfatizando el protagonismo de las organizaciones obreras, que se había dado por la actuación del emergente SOVGC y la FOPM. También se habló de la intervención de la policía solicitada por la empresa, y la posterior detención de militantes del PS a quienes se les acusaba de asalto y robo (LA, 27/07/1935).

[31] No hay datos certeros sobre la manera en que surgió esta organización pero por el desarrollo de la crónica que realizan los diarios, y ante el crecimiento de la cantidad de obreros de la construcción en el SOVGC, inferimos que se trata de un desprendimiento de dicha entidad. Es decir, al lograr la cantidad mínima necesaria para conformar su propia organización surgió la Sociedad de Albañiles. Asimismo, en palabras de los propios huelguistas, la organización y el conflicto no tenía “carácter político de ninguna especie” (LP, 21/11/1935). La voz de uno de los obreros entrevistados por La Palabra (21/11/1935) planteaba: “Nuestro movimiento tiene por objeto, nos dice un obrero, llevar un poco mas de pan a nuestros hogares, luchamos señor, continua, por una causa que consideramos justa. Tenemos fe en que lograremos que todos los patrones firmen el pliego de condiciones porque estamos todos unidos con esta lucha”. Sin embargo, uno de los principales representantes del sindicato fue Juan I. Espósito, quien fue un destacado militante del PS, por lo cual inferimos que dicho partido tenía un rol de dirección en el conflicto.

[32] De $6 para oficiales, $7 para frentistas y colocadores de mosaicos y azulejos y armadores de cemento, $5 para medio oficiales y $4 para ayudantes.

[33] El diario La Tarde (15/11/1935) publicó un comunicado que fue presentado por la Sociedad de Albañiles al ministro de Gobierno de la provincia, en el que se quejaban del maltrato que recibió el delegado Juan I. Espósito por parte del comisario Ceretti, en momentos en que el obrero fue a realizar gestiones relacionadas con las actividades del gremio a la repartición policial.

[34] El SRI fue una organización creada por la Internacional Comunista en 1922. Realizó acciones en solidaridad con presos políticos y sindicatos o movimientos sociales que eran perseguidos por las fuerzas represivas y el fascismo. Fue muy importante durante la Guerra Civil Española participando en acciones de oposición al fascismo.

[35] El gremio de la madera reunía a 300 asociados. Además de la medida económica, este gremio dispuso recomendar que los carpinteros se abstuvieran de colocar puertas, ventanas, etc. en las obras que se encontraban en construcción (LP, 23/11/1935).

[36] El Sindicato envió un comunicado al diario La Palabra en el que planteaba que el director de la fábrica en alianza con la policía realizaba estas acciones para quebrar la huelga, lo cual no podría lograr “pues el disciplinado movimiento de las fuerzas del sindicato impedirá que algún obrero capacitado para el trabajo, reanude la labor en aquel establecimiento” (LP, 23/11/1935).

[37] Se les solicitó la designación de una comisión para realizar una reunión que estudiara la forma de llegar a una solución del conflicto, o en su defecto, la constitución de un concejo de trabajo o tribunal arbitral, de acuerdo a lo establecido en el decreto reglamentario de la Ley 721.

[38] “1° No podrá trabajar ningún operario que no esté asociado a este gremio; 2° Responsabilidad de los empresarios en los accidentes del trabajo; 3° Jornada máxima de 8 horas; 4° Queda abolido el trabajo a destajo; 5° El jornal para oficiales será de $5,50 diarios; 6° El jornal para medio oficial adelantado será $4 y $3.50 para medio oficial. Se fija en $7 diarios a los oficiales recuadradores e imitadores; 7° El empresario se reserva el derecho de establecer la proporción de su personal en lo que se refiere a la cantidad de oficiales, medios oficiales y aprendices; 8° Se fija en $2.50 el jornal para el aprendiz adelantado y $1 para los aprendices; 9° El trabajo nocturno se abonará con aumento del 50%, de acuerdo a las leyes vigentes, no pudiendo trabajar de noche el mismo personal; 10° El trabajo extra se abonará con un 50% de aumento; 11° Todo empresario que envía operarios a los departamentos donde éstos deben pernoctar, correrá con los gastos de alojamiento y comida además de los pasajes 15 días a esta ciudad de ida y vuelta; 12° Todo empresario que se quejara de la incompetencia de algún operario, deberá hacerlo ante la secretaría solicitando el informe de la comisión técnica nombrada a tal efecto, que comprobará la veracidad de la denuncia; 13° No se tomará represalia alguna contra los obreros que han participado en este movimiento; 14° El pago se efectuará dentro de la obra y en horas de trabajo ya sea semanal o quincenalmente; 15° Habrá un delegado por cada taller u obra, que deberá controlar los carnets de este sindicato” (LA, 05/12/1935). 

[39] No obstante no aparecer en las fuentes, podemos inferir que esta política provino o estuvo influenciada por el Partido Comunista (PC). Como plantea Camarero (2013), el PC bregaba por sindicatos más modernos que implicaron “…una mayor institucionalización y centralización de las estructuras gremiales, un fenómeno que condujo al intento de crear los sindicatos únicos por rama a nivel regional, los cuales debían aparecer subordinados a la federación nacional de industria. Se trataba de un esquema con estructuras de primero y segundo grado, que alcanzó a plasmarse con claridad en la FONC, arquetipo del nuevo modelo de organización propuesto por los comunistas” (p.69).

[40] Hoggart (2013) recurre a la frase “ellos y nosotros” para hacer referencia a cómo la clase trabajadora percibía culturalmente a la burguesía. En este sentido el autor plantea: “Ellos” son los que están en la cima, los “de arriba”, los que reparten “las ayudas sociales”, los que nos convocan para ir a la guerra, los que nos multan, los que nos hicieron dividir la familia en 1930 para evitar la reducción en la asignación familiar, los que “controlan nuestra vida”, los que “no son de fiar”, “hablan con una papa en la boca”, son “inescrupulosos”, “nunca te dicen nada” (por ejemplo con referencia a un familiar que está internado en el hospital), “te meten entre rejas”, “te aplastan si pueden”, “te dan órdenes”, “forman grupos cerrados” y “te tratan como basura” (p.95 y 96).