Igualitarismo y polis griega: Sobre el concepto “oligarquía de base amplia”

de Victor Davis Hanson  

Greek egalitarianism and polis: on the concept of “wide-base oligarchy” by Victor Davis Hanson

 

DIEGO ALEXANDER OLIVERA

Universidad Autónoma de Entre Ríos (Argentina)

diego_alexander_olivera@yahoo.com.ar

RESUMEN

Este trabajo procura indagar respecto del alcance explicativo que tiene el concepto “oligarquía de base amplia” usado por Victor Davis Hanson para dar cuenta del problema de la igualdad en la polis griega. Este concepto fue desarrollado a la par de la tesis hansoniana del igualitarismo agrario griego. Sin embargo, aquí se propone demostrar que la noción de “oligarquía de base amplia” se configura desde un horizonte en que confluye un prejuicio antidemocrático del autor y otro anti-igualitario. Estos prejuicios guían el proceso de selección y organización de la información histórica, pero en ocasiones llevan a Hanson a realizar afirmaciones difíciles de sostener con la evidencia disponible. En conclusión, el concepto de “oligarquía de base amplia” resulta poco eficaz como concepto explicativo y no contribuye a comprender el fenómeno de la igualdad en la polis griega.

Palabras clave: Igualitarismo; Polis; Hanson

ABSTRACT

This paper is an inquiry into the explanatory scope of the concept of “wide-base oligarchy” used by Victor Davis Hanson in order to account for the problem of equality in the Greek polis. This concept was developed together with the Hansonian thesis of Greek agrarian egalitarianism. However, it is here proposed to demonstrate that the notion of “wide-base oligarchy” is shaped from a horizon in which the author’s antidemocratic prejudice converges with his anti-egalitarian pre-conception. These prejudices guide the process of selection and organization of historical information, but sometimes lead Hanson into making statements difficult to sustain with the available evidence. In conclusion, the concept of “wide-base oligarchy” is not very effective as an explanatory tool and does not contribute to the understanding of the phenomenon of equality in the Greek polis.

Keywords: Egalitarianism; Polis; Hanson.

Introducción

El proceso de inserción y politización del campesinado griego en época arcaica es uno de los fenómenos más comentados de la última parte del siglo XX y primera del presente siglo[1]. Llegando incluso a postularse la idea de un modelo campesino de producción que organizaba la vida política, económica y cultural de la Grecia clásica (Meiksins Wood, 2003). En ese contexto, uno de los autores más destacado ha sido el historiador estadounidense Victor Davis Hanson, quien en 1995 propuso la tesis de una ideología igualitarista de raigambre agraria[2]. Dicha noción de igualitarismo agrario rompió con el consenso hasta entonces existente respecto del carácter igualitario de la polis griega. La visión tradicional, defendida por Jean Pierre Vernant, atribuía a la nobleza de tipo homérico la idea igualitaria que definía a la polis (Vernant, 1992: 51-60)[3]. Para Hanson, en cambio, es el deseo griego de igualdad en la posesión de la tierra y la conservación de una clase de granjeros[4] independientes lo que derivó en una ideología igualitarista[5].

Sin embargo, cuando Hanson debe definir el tipo de constitución política derivada del igualitarismo agrario parece dudar entre “timocracia”, “oligarquía”, “democracia ancestral” o “constitución hoplita”. Lo que tiene claro es que se trata de un régimen demasiado exclusivo para ser una democracia radical, y demasiado inclusivo para una oligarquía típica. Los labradores independientes habrían, siempre según Hanson, constituido un tercer estamento en la sociedad griega arcaica. Ubicados entre los pobres sin propiedad y la aristocracia de sangre, los granjeros fueron capaces de hacer valer su condición de propietarios agrícolas e infantes hoplitas para obtener participación en el gobierno de la polis. El resultado es un régimen que niega la participación a los pobres pero no la restringe a los ricos. Digo “parece dudar”, porque ya en el libro The Others Greek esboza el concepto de “oligarquía de base amplia” como una posible definición (Hanson, 1999:252)[6]. Ese concepto se usa ya sin ningún tipo de reservas en sus textos posteriores sobre la guerra en la antigüedad[7]. Lo que implica una toma de posición respecto de como denominar a las constituciones agrarias. Lo cual no deja de ser sorpresivo porque el propio Hanson recurre a Aristóteles (Pol. 1297b) quien nos dice que los hombres del pasado llamaban democracias a esos gobiernos moderados y que solo en época contemporánea al estagirita se las designa como oligarquías. Es decir, solo a la luz de la polarización democracia-oligarquía del siglo IV es posible ubicar a esos regímenes como oligarquías. Para la época arcaica Aristóteles no tiene duda, las constituciones agrarias eran consideradas formas de democracia.

Si bien es cierto que los términos democracia y oligarquía son tardíos, y que posiblemente los griegos de etapa arcaica empleasen otros términos, si es que lo hacían, para describir sus constituciones políticas, no deja de ser llamativo que Hanson parta de Aristóteles para llegar a una conclusión contraria a la del estagirita. De hecho, Aristóteles agrega que si los antiguos regímenes podían caracterizarse como oligarquías era porque “al ser pocos y tener una mala organización, soportaban mejor la obediencia” (Pol.1297b, 29). Ese matiz crítico con el que el filósofo deja en evidencia que lo que parece democracia no es tal, es dejado de lado por el historiador estadounidense que reconfigura el enunciado para generar cierta correspondencia entre democracia y oligarquía de base amplia[8].

Todo lo anterior nos lleva a interrogarnos sobre la pertinencia del concepto de “oligarquía de base amplia” como modo de aproximación al problema de la igualdad en la Grecia arcaica y clásica. A mi juicio el concepto falla porque los prejuicios ideológicos con los que Hanson opera lo llevan a deformar la evidencia histórica. Es célebre su afición por las analogías y los anacronismos, que en este caso en particular lo llevan a rastrear la presencia del igualitarismo agrario en la California de primera mitad del siglo XX, pero suele ignorarse su uso del pasado para incidir en el debate público[9]. Activismo político y escritura de la historia van de la mano cuando se trata de Victor Davis Hanson. No sorprende entonces que el empleo más reciente que hace del concepto de “oligarquía de base amplia” sea en un libro, que tiene todas las características de un panfleto de denuncia social y política, en que responsabiliza a la globalización, el multiculturalismo y las elites progresistas por la decadencia de Estados Unidos (Hanson, 2001). En otras palabras, la idea busca incidir en el debate público mediante cierta idealización del pasado agrícola de los Estados Unidos, asociado a la noción de excepcionalismo, en lugar de procurar comprender la historia griega arcaica.

Además, el concepto se construye desde un horizonte ideológico en que destacan los prejuicios. En esa línea, se identifican dos prejuicios que organizan la selección y clasificación de la información; un prejuicio antidemocrático, y, en consecuencia, un prejuicio anti-igualitarista. Esos prejuicios lo llevan a afirmar cuestiones que no tienen su correlato en la evidencia histórica. Por tanto, este trabajo analiza esos prejuicios, y de qué forma los emplea Hanson, dividiendo el mismo en dos partes, la primera aborda el prejuicio antidemocrático, y la segunda, el anti-igualitario.

Sobre el prejuicio antidemocrático

A simple vista la noción de “oligarquía de base amplia” puede parecer un oxímoron. Por definición una oligarquía tiende a ser restrictiva en el acceso al poder, por tanto, su conformación suele tener una base restringida no amplia. Como vimos, Hanson emplea el concepto porque como régimen basado en la propiedad de la tierra resulta bastante restrictivo, pero como la propiedad agrícola estaba repartida en granjas pequeñas o medianas el número de individuos con acceso al poder no era nada despreciable. Reconozco que como solución a la contradicción la definición resulta bastante creativa. Pero intuyo que no es novedosa.

¿Por qué Hanson no optó por la aristotélica y neutral mése politeía? De hecho, toda la descripción hansoniana del régimen agrario recuerda al gobierno de los sectores medios que retrata el estagirita[10]. Este es para Aristóteles una mezcla entre oligarquía y democracia en que un gobierno de la mayoría se combina con la virtud de sus ciudadanos. Dicha virtud es posible porque el grupo social más importante de la ciudad no son los pobres ni los ricos, sino los “sectores medios”, que carecen de la codicia, propia de los ricos, y la envidia, característica de los pobres, y por tanto, destacándose su moderación (Arist. Pol. 1295b)[11].

Hanson (2003:251-252) se expresa de una manera similar cuando afirma:

Entonces, es natural describir a toda la ciudadanía dividida en dos campos opuestos, y los mesoi unidos a uno de los dos lados como el actor crítico de una alianza del momento. Fuera de la stasis y la revolución (Tucídides, III, 82), el reconocimiento de un grupo medio es aparente en la literatura griega, incluso si hubo confusión genuina sobre cómo calificar con precisión tales gobiernos representativos agrarios y moderados.                  

Cave recordar que nuestro autor les asigna a esos “gobiernos representativos agrarios y moderados” un lugar central en la época arcaica, llegando al extremo de sostener que su desaparición erosionó el concepto original de polis (Hanson, 2003:268). Aristóteles, por el contrario, cuando describe el gobierno de los sectores medios dice que “no ha existido nunca o pocas veces” (Pol. 1296a). La mése politeía es un fenómeno excepcional, solo “un único hombre”, dice Aristóteles, “se dejó persuadir de conceder esta organización”, debatiéndose entre los comentaristas si el estagirita se refiere al régimen de Solón o al de Terámenes en Atenas (Sancho Rocher, 2022:362-366). Se deduce, entonces, por qué Hanson se desentiende de la definición aristotélica a pesar de compartir con ella muchas similitudes.

Ahora bien, ¿por qué no democracia? Hanson admite que para Aristóteles la democracia agraria no es equiparable a la democracia radical ateniense de los siglos V y IV. Agrega, además, que el estagirita “reconoce que, en un sentido, había sido esencialmente un benigno <primer> tipo de oligarquía”. Argumento que resulta un tanto forzado. En primer lugar, porque Aristóteles identifica varios tipos de democracias, siendo la ateniense de época clásica solo la más reciente (nýn demokratía). Segundo, porque es más factible que viera en las democracias agrarias un tipo de constitución mixta que combinaba elementos oligárquicos y democráticos como ya vimos para el caso de la mése politeía. Es Hanson, en definitiva, y no Aristóteles, quien ve en las constituciones agrarias de época arcaica un régimen oligárquico en lugar de un tipo ancestral de democracia (patrios demokratía).

Hecha su elección terminológica, el siguiente paso es desmontar más de doscientos años de idealización de la democracia y demonización de la oligarquía. Recurre, para ello, a uno de los tópicos habituales de la tradición antidemocrática occidental que acusa al régimen de anarquía[12]. Opta, no obstante, por un término en apariencia menos hostil, pues califica a los estados democráticos de “volátiles” (Hanson, 2003:242). Lo que implica, por definición, que son gobiernos que varían con facilidad y carecen de previsibilidad[13]. La razón la encontramos en el hecho de que en la democracia son los pobres, y no los mesoi, quienes ostentan el poder[14]. En los regímenes agrarios, en cambio, “quienes poseen la propiedad con moderación son la influencia más estabilizadora en la ciudad-estado” (Hanson, 1999a:114).

En la versión hansoniana de los hechos la democracia no solo es inestable, también es poco representativa. Lo cual no debería sorprender porque, como observó en su momento John Pocock, la idea de representación es una invención moderna[15]. Con ella la burguesía aspiraba a diluir los efectos “negativos” de la voluntad popular[16]. Pero Hanson le atribuye connotaciones positivas a la noción de representación y, por tanto, que la democracia ateniense del siglo V tuviera problemas para garantizar la representatividad de todos sus miembros es leído por él como una falencia. El resultado es una absurda inversión donde la oligarquía resulta más representativa de la voluntad popular que la propia democracia. Dejemos que Hanson (2003: 260-262)  nos lo explique:

los gobiernos agrarios pudieron más o menos llegar a ser tan representativos de su población residente adulta circundante –ciudadanos y no ciudadanos – como las democracias radicales […] Irónicamente, un consejo representativo o timocrático como una boule elegida o sorteada podía ser más representativo del cuerpo ciudadano griego total que la asamblea radicalmente democrática.

Los gobiernos agrarios eran en teoría algo más restrictivos al insistir en una cualificación moderada sobre la propiedad, pero se reunían con menor frecuencia y reflejaban mejor el consenso de su cuerpo más pequeño y homogéneo de ciudadanos granjeros, de modo que el número real de griegos que estaban decidiendo la política del estado puede no haber sido más pequeño, ni más exclusivo que bajo la democracia. 

No contento con ubicar la democracia entre los regímenes anárquicos y poco representativos de su ciudadanía, Hanson va más allá y le quita hasta su carácter novedoso. Literalmente argumenta que los atenienses no crearon una nueva ideología, sino que se trató de “una extensión moderada de una larga tradición de valores agrarios a un grupo adicional que no poseía tierras” (Hanson, 2003:262). De ser así, si la democracia es una continuación de las oligarquías de base amplia y no una ruptura con el pasado arcaico que dio lugar a una nueva ideología, entonces no se comprende la afirmación posterior (Hanson, 2003:268):

Eso explica por qué los filósofos vieron que cualquier cosa que socavara el agrarismo - grandes granjas, vida en la ciudad, trabajo asalariado, servicio mercenario, poder marítimo y participación de todos los ciudadanos en política sin importar la posesión de propiedad – erosionaría prontamente el concepto original de una polis. 

Si la inserción de los no propietarios mediante participación política, trabajo asalariado o servicio militar, como mercenarios y remeros en la flota, fue capaz de “erosionar” el concepto original de polis, necesariamente se debe inferir que su irrupción fue más un quiebre con el pasado que una continuidad[17]. Por más que le pese a Hanson el acceso al poder de los no propietarios fue una adquisición, no una extensión. Allí radica la novedad y trascendencia de la democracia.

Ahora bien, ¿qué tan innovadora es la idea hansoniana de una democracia poco representativa? El objetivo de Hanson es restituir para la oligarquía una valoración positiva al asignarle cualidades como estabilidad, representatividad y originalidad, que en la tradición actual se asocian a la democracia. En el pasado un ejercicio semejante se realizó para defender el carácter positivo de la democracia frente a sus críticos de extracción nobiliaria[18]. La tesis, por otro lado, que hace de la Atenas democrática un gobierno limitado y restringido a una minoría fue esbozada por primera vez por un autor muy apreciado por Hanson; Alexis de Tocqueville (2002:541).      

En el segundo tomo de On Democracy in America Tocqueville incluía una breve reflexión sobre la democracia griega clásica. El objetivo era diferenciar el régimen de los antiguos de la democracia de la que había sido testigo en Estados Unidos. En esa línea, formula una definición que se aleja bastante de la idea dominante por entonces de la democracia como “gobierno de la muchedumbre”:

Lo que se llamaba Pueblo en las repúblicas más democráticas de la antigüedad, era muy diferente de lo que designamos hoy con ese término. En Atenas, todos los ciudadanos participaron en los asuntos públicos; pero había sólo 20.000 ciudadanos para más de 350.000 habitantes. Todos los demás eran esclavos y desempeñaban la mayor parte de los deberes que hoy pertenecen a las clases bajas e incluso medias. Atenas, entonces, con su sufragio universal, era después de todo, simplemente una república aristocrática en la que todos los nobles tenían el mismo derecho al gobierno.   

Esta singular interpretación enfocaba el conflicto en el interior de la polis ática entre ciudadanos y esclavos en lugar de ricos y pobres[19]. El criterio, sin embargo, era cuantitativo. Se trataba de una aristocracia en tanto su número era reducido e inferior al de los esclavos[20]. Además, a diferencia de Constant, Tocqueville no considera  que Atenas sea similar a los Estados modernos. Aun así, marca el camino para asociar al dêmos con una nobleza que, como la burguesía, no es de sangre.

La tesis de Hanson presenta cierta influencia de la idea de Tocqueville. Pues si el agrarismo está también en la base de la democracia estadounidense, como Hanson reconoce, entonces Atenas no solo es una “república aristocrática” si se la compara con Estados Unidos, lo es también si se lo hace con las constituciones agrarias contemporáneas a ella. Las oligarquías de base amplia no habrían sido menos “exclusivas” que la democracia de Atenas pero sí más representativas y estables, y por ello, mejores.

Una última observación. Un pasaje de Tucídides (III.62.3) le sirve a Hanson (1999a:208-209) para asociar la oligarquía con la igualdad de forma un tanto dudosa. Allí los tebanos definen a la Confederación beocia como oligarkhia isonomos, que él traduce como “oligarquía de igualdad política” cuando ese no es el significado literal de la voz isonomía y tampoco parece ser el que le asigna Tucídides. En el pasaje mencionado oligarkhia isonomos aparece, frente a la tiranía,  en el mismo plano que democracia[21]. Por tanto, no es la igualdad política lo que Tucídides busca destacar sino la legalidad constitucional en oposición a la arbitrariedad del gobierno tiránico[22]. El uso y abuso del léxico continúa ya que la oligarkhia isonomos tebana durante la Guerra del Peloponeso se opone a la dynasteia, también tebana, y colaboracionista con los persas en el marco de las Guerras Medicas. Aquí Hanson usa las categorías aristotélicas, pues es el de Estagira el que ubica la dynasteia como una forma negativa de oligarquía (Pol. 1292b 2). Lo es porque a diferencia de la oligarquía o la aristocracia en una dynasteia las leyes no gobiernan. Es decir, el contraste entre dynasteia y oligarquía no radica, como pretende Hanson, en que la primera es un “gobierno más limitado” y la segunda “una timocracia de base amplia”[23]. No es un criterio cuantitativo el que Aristóteles emplea para discriminarlas sino uno legal; se trata del mayor o menor apego a la ley. Todas esas distorsiones, sin embargo, tienen como objeto persuadirnos de que la oligarquía es igualitaria.        

En conclusión, un prejuicio antidemocrático opera en el análisis que hace Hanson del agrarismo griego. Ese prejuicio lo lleva a identificar las constituciones agrarias con un régimen oligárquico y a minimizar la importancia del acontecimiento democrático.    

   

El prejuicio anti-igualitario

Cierto es que puede resultar paradójico acusar de anti-igualitario a un historiador que ha procurado contribuir a nuestra comprensión de lo que se ha dado en llamar el igualitarismo agrario griego. Para comprender mejor la cuestión es preciso atender a la diferencia que el propio Hanson establece entre el carácter exclusivo de la oligarquía de base amplia con el exclusivismo democrático. En síntesis, mientras que en el primero se trata de un exclusivismo de clase, en el segundo, es institucional. Es decir, si en la oligarquía de base amplia es la clase la que marca el límite respecto de los que tienen acceso a los privilegios y los que no, en la democracia son las instituciones, en tanto mediadoras, quienes hacen extensible dichos privilegios a los sectores no propietarios. El límite aquí es la capacidad de obtener recursos para alimentar a ese sector social fuera de la producción agraria o como dependiente de ella.            

La distinción que realiza Hanson entre ciudadano y residente es central para dilucidar esta cuestión. La misma se encuentra en su último libro, ya mencionado, donde cuestiona el multiculturalismo del progresismo demócrata (Hanson, 2021). Allí sostiene que el residente es solo aquel que se establece en un territorio, mientras que el ciudadano tiene el “privilegio de disfrutar de derechos particulares basados en responsabilidades”. En el pasado, cuando la inmigración europea pobló Estados Unidos de nuevos residentes, la asimilación cultural actuaba como garante de que el país no iba a fracturarse en un sinfín de identidades particulares. La asimilación convertía a residentes en ciudadanos, es decir, igualaba a individuos de diferentes orígenes[24]. El progresismo, en cambio, al hacer extensible la ciudadanía a residentes de otras culturas, sin el requisito previo de la asimilación, naturaliza la desigualdad étnica erosionando el valor de la ciudadanía. Esta, después de todo, tiene sentido en la medida en que pueda ofrecer beneficios, de no hacerlo, pierde trascendencia. Por eso Hanson advierte; “Cuanto más se estire para incluir a todos, menor será la probabilidad de que pueda proteger a alguien”.

El énfasis puesto en la protección es muy importante. En otro lugar, retoma nuevamente a Tocqueville para definir la igualdad como un “ídolo” moderno. En honor al cual los progresistas libran una “guerra contra la libertad personal al servicio de la igualdad obligatoria”, que “puede convertirse en el mayor peligro del siglo XXI”. Las  políticas redistributivas de la administración Obama, por ejemplo, en especial el Obamacare, buscaban “destruir la libertad de muchos millones para garantizar una igualdad dirigida por el estado en la atención para todos” (Hanson, 2014). Entre residentes y ciudadanos hay una frontera que no debería ser franqueada.

Por tanto, la igualdad es para Hanson siempre igualdad de clase. La de los mesoi griegos o los propietarios agrícolas californianos, cuya uniformidad ideológica y cultural asegura la estabilidad y la representatividad. No tiene asidero en su pensamiento una noción de igualdad asociada a las políticas de redistribución y de reconocimiento. Esto, por el contrario, es percibido como interferencia estatal que limita o restringe la libertad individual[25]. Con todo lo dicho hasta ahora, no sorprende la siguiente descripción del proceso que da como resultado el ascenso del campesinado[26] griego (Hanson, 2012:24):

La clave del renacimiento cultural griego de los siglos VIII y VII a.C., del paso de lo colectivo a lo individual, se halla en el cambio radical en la producción agraria y, al mismo tiempo, en la práctica de la guerra. Al estar sometidos a la presión del crecimiento demográfico, los griegos recurrieron a unas explotaciones agrarias familiares de propiedad privada que, mediante prácticas intensivas, garantizaban excedentes alimenticios y permitían, no obstante, que aquella prosperidad agraria estuviera libre de intromisiones burocráticas impuestas desde arriba.

Difícilmente se pueda encontrar una correspondencia más evidente que la que se observa entre este pasaje con aquellas ideas hansonianas críticas de la redistribución económica y el multiculturalismo. La expresión “libre de intromisiones burocráticas impuestas desde arriba” nos dice más de cómo entiende Hanson la tensión individuo/Estado en la Norteamérica contemporánea que de los griegos de la antigüedad. Ese modernismo de matriz liberal aparece en todo su esplendor en la tesis de que la clase propietaria precede a las instituciones políticas (Hanson, 2003:223):

Así, los nuevos mesoi agrarios emergieron gradualmente como una clase distinta para asumir el poder en la polis griega. Los granjeros medianos, entonces, estaban allí primero. No eran creaciones ni los productos de la política y el gobierno griegos, sino más bien los prerrequisitos necesarios para las instituciones convencionales.[27]   

En esa dirección, el Estado ya no es “el lugar de encuentro de los intereses conflictivos, de las clases conflictivas”, como lo definió Finley (1986, 13) en su momento, sino que es la creación de una clase propietaria que estaba allí antes y que lo moldea a su imagen y semejanza. Por tanto, se comprende por qué Hanson percibe como una “erosión” de los principios rectores del Estado griego la irrupción de la democracia. Porque esta supone la apropiación del mismo por parte de una clase que no es la que dio forma a la polis, ni comparte sus valores. Para Hanson los tenedores de tierra son el Estado. El papel de la ciudad como centro de redistribución de bienes simbólicos y materiales, mientras no traspase la frontera de la ciudadanía, es aceptable[28]. Pero la polis democrática, que confunde ciudadanos con residentes, propietarios con no propietarios, redistribuye para igualar a quienes no son iguales. Todo ello lleva a la pérdida de la raison d’être de la polis griega.

Sin embargo, el carácter artificial de la tesis queda en evidencia cuando, una vez más, Hanson se contradice. Porque si los granjeros medianos estaban allí antes y no deben su existencia a la política (léase intervención estatal), entonces no se entiende el párrafo siguiente (Hanson, 2003:235):

La desigualdad fomentada en los sistemas de pastoreos de la Edad Oscura no desapareció de la noche a la mañana. Aristóteles se refiere por todos lados a la legislación agraria temprana cuya meta principal era fijar el número de granjas en un estado perpetuo de igualdad a través tanto del control de la natalidad, la herencia, como de estatutos contra la venta de la hacienda ancestral.  

La confusión es enorme, aunque normal cuando se trata de hacer encajar la evidencia en esquemas teóricos preelaborados. Se afirma aquí que no solo los granjeros medios estaban antes de la polis, también había una nobleza que concentraba amplios derechos sobre la propiedad y que tenía la capacidad de perpetuar esos derechos. De alguna manera, Hanson no nos explica cómo, los granjeros medios se las ingeniaron para “legislar” a favor de la pequeña propiedad sin que ese acto legislativo fuese producto de una acción política o un acto de gobierno. La nobleza retrocedió en sus privilegios y los granjeros medios vieron ampliar su número y derechos, todo ello mediante una legislación caída del cielo, que no fue producto de la política ni de una acción de gobierno. Un verdadero deu ex Machina.

Tanto la incorporación de los labradores capaces de poseer armas tras las leyes atribuidas a Dracón como la obtención de prerrogativas políticas tras las reformas de Solon, constituyen “transformaciones políticas” (Gallego y Valdés Guía, 2014:21-68). Contra Hanson, el igualitarismo agrario no fue la invención de una clase, fue sí, una creación de la polis y sus instituciones políticas. Tal como lo vio Sir Moses Finley (1982:114) hace ya cuatro décadas:

El campesinado había obtenido su libertad personal y su derecho a la tierra no sin luchas, en que también había conquistado la ciudadanía, el derecho de ser miembros de la comunidad, de la polis. Esto en sí mismo era radicalmente nuevo en el mundo.    

Conclusión

La noción de “oligarquía de base amplia”, como concepto explicativo del fenómeno de la igualdad en la sociedad griega de la antigüedad, es poco satisfactoria. No porque sea subjetivo, prejuicioso o anacrónico. La subjetividad del historiador, y el carácter anacrónico de su acercamiento al pasado, son rasgos propios de la disciplina que no deben censurarse (Loraux, 2008; Riaudel, 2019). Lo mismo cabe para los prejuicios que portamos previos a nuestra labor investigadora. El problema aparece cuando estos elementos confluyen de tal forma que el resultado no contribuye a explicar lo que se supone debe explicar sino que busca afirmar lo que al historiador le interesa que sea afirmado. En otras palabras, cuando la voz del autor opaca todas las demás voces, inclusive las de las fuentes. En dicha circunstancia el conocimiento científico no difiere mucho de la simple opinión personal.

Los prejuicios con los que Hanson opera no son solo las huellas de la subjetividad del historiador en la obra, sino más bien un modus operandi que procura convertir al pasado en modelo para el presente. Ese camino difícilmente se puede transitar sin inmolar los hechos en favor de las ideas. Sin que el marco ideológico guíe la selección y clasificación de la información de forma sesgada, y, sobre todo, sin que se les haga decir a las fuentes lo que el historiador quiere. Por tanto, es la propia comprensión del pasado lo que termina por sacrificarse.

Así, encontramos a Hanson afirmando sobre oligarquía y democracia cuestiones que es poco probable que los pensadores griegos defendiesen, y un concepto de igualdad clasista que nada tiene que ver con el igualitarismo griego. La crítica a la democracia moderna y el igualitarismo progresista son el auténtico objetivo de nuestro autor. En pos del cual moldea la historia del campesinado griego a imagen de los granjeros californianos. Organiza el discurso para demostrar, no el origen del igualitarismo griego, sino la inviabilidad del igualitarismo progresista guiado por el Estado. El resultado es una historia agraria griega desligada de la historia agraria griega. Un ejemplo más del mal uso del pasado en el presente. En conclusión, la “oligarquía de base amplia” no ha tenido lugar en la historia de Grecia.  

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Recibido: 14 de noviembre de 2022

Aceptado: 19 de diciembre de 2022

Versión Final: 8 de enero de 2023

Anuario Nº 38, Escuela de Historia

Facultad de Humanidades y Artes (Universidad Nacional de Rosario), 2023

ISSN 1853-8835


[1] En castellano se puede consultar la recopilación que hiciera Gallego (2003)  de algunos de los aportes más relevantes sobre la cuestión.

[2] Aquí se cita la segunda edición de 1999 y la traducción del capítulo 5 que se encuentra en Gallego (2003: 223-268)

[3] La misma idea en Hammer (2002:122-134)

[4] Hanson opta por hablar de granjero (farmer) en lugar de campesino (peasant), lo que implica una toma de posición teórica y metodológica como indica Gallego (2009a:181-237), porque desliga a los labradores griegos de la situación de dependencia que conlleva el concepto de campesino.  

[5] Visiones similares en Donlan (2005) y Raaflaub (2005). Mientras que una postura intermedia que propone la articulación entre el principio jerárquico nobiliario y el segmentario igualitario aldeano ha sido defendida por Gallego (2009b: 147-176) y Placido (2008: 47-58).

[6] También las llama “timocracia de base amplia” dada la importancia de la posesión de un lote de tierra para poder calificar como miembro de la comunidad. De hecho, Hanson alterna timocracia y oligarquía de acuerdo a sus necesidades apologéticas.

[7] En Hanson (1999b), por ejemplo, afirma que “A lo largo de los siglos VII y VI, la mayoría de las comunidades agrarias estaban haciendo la transición final pero difícil de la aristocracia hereditaria a oligarquías de base más amplia de pequeños agricultores”. Mientras que en Hanson (2012:24) sostiene que “para proteger y conferir poder a este nuevo grupo de campesinos en auge surgieron unas oligarquías de base amplia y una ética cultural de igualitarismo entre pequeños terratenientes basado en la propiedad”.  

[8] De hecho, Hanson omite en su cita del pasaje que estamos comentando está última observación del estagirita.

[9] Sobre el empleo de la analogía por parte de Hanson, cf. Springs (2007), respecto de los usos del pasado, ver Olivera (2020), que si bien trata de los Kagan incluye a Hanson en el análisis.  

[10] En su crítica al libro de Scheidel (Hanson, 2017) deja en evidencia la deuda que tiene su tesis con la información provista por el estagirita. Allí Hanson afirma “Scheidel parece pasar por alto la naturaleza panhelénica del igualitarismo terrateniente evidente en Aristóteles y claro a partir de la evidencia arqueológica en todo el Egeo y el Mar Negro”.

[11] Sobre la mése politeía en el marco global de La Política de Aristóteles ver Sancho Rocher (2022:351-372).

[12] La censura al régimen democrático se remonta a la misma Atenas Clásica. Una tendencia que podemos denominar “antidemocrática” se consolidó y tomó forma a partir de ciertos géneros discursivos entre los que destaca la filosofía política. La reflexión sobre la política en Grecia se articula con una voluntad de deslegitimar el gobierno del pueblo al asociarlo con el gobierno irreflexivo de la muchedumbre. La tradición occidental sobre el pensamiento político nació pues con una profunda vocación antidemocrática (Roberts, 1994: 3). En parte esto fue posible porque la propia democracia careció de un discurso propio, contentándose con ser “pura práctica sin discursividad” (Loraux, 2012: 18). En consecuencia, la esfera del discurso escrito fue preponderantemente contraria al régimen democrático.  

[13] Misma idea en Rhodes (2000:474-475) que afirma “Atenas no era anárquica […] pero el potencial para la anarquía estaba siempre allí”.

[14] Ver ahora el análisis que ofrece Gallego (2018) sobre la “democracia anárquica”.  

[15] Por tanto, inexistente en el pensamiento político de la antigüedad.

[16] Como indica Meiksins Wood (1995:252) “Nos hemos acostumbrado a la fórmula <democracia representativa> que tendemos a olvidar la novedad de la idea norteamericana. En su forma federalista, en todo caso, significó que algo hasta ahora percibido como la antítesis del autogobierno democrático ahora no solo era compatible sino constitutivo de la democracia: no el ejercicio del poder político, sino renunciar a él, transferirlo a otros, su enajenación.”

[17] Vernant (1992) también ve la democracia como una progresión constante en la que no hay ruptura con el pasado, sin embargo, el suyo es un enfoque sociocultural no socioeconómico como el empleado por Hanson. Desde una mirada estrictamente socioeconómica la asimetría de poder entre la aristocracia y el dêmos cambia  en el siglo V a.C., como observa  Cammack (2019: 59).

[18] Destacan en el siglo XIX la obra de George Grote en Gran Bretaña y la de Victor Duruy en Francia. 

[19] Canfora (2014: 43) identifica ciertos puntos de encuentro entre la interpretación de Tocqueville y la historiografía marxista de la segunda mitad del siglo XX. Después de todo, Tocqueville llama la atención sobre el carácter esclavista de las sociedades griegas. Para el marxismo clásico la decadencia de la polis era consecuencia de la degradación a la que eran sometidos los ciudadanos pobres a causa de la esclavitud. Cf. Paiaro (2018a: 123-124)

[20] En términos griegos hubiese convenido oligarquía en lugar de aristocracia.

[21] Tucídides emplea también la idea de isonomía democrática en II. 37.1 y III. 82.2.

[22] El término isonomos aparece por primera vez en Teognis de Megara, en la expresión isos dasmos,  como reivindicación del régimen aristocrático frente a la tiranía. Ese parece ser su uso durante la etapa arcaica hasta hacerse extensivo a toda forma de gobierno colectivo opuesto a la autocracia. Ya en época clásica va a ir asimilándose a democracia. Cf. Barceló y De la Fuente (2014:139-147)  

[23] Sin mencionar que en Tucídides tiene otros empleos además de oligarquía, ya que puede significar tiranía, territorio y hasta hegemonía. Cf. Bearzot (2003: 21-44)

[24] Por ello Hanson establece una diferencia entre sociedad multirracial, donde los habitantes tienen diversos orígenes reciales pero se homogenizan para conformar un país, de una sociedad multicultural donde el criterio es potenciar la diferencia y no procurar la asimilación.  

[25] Se trata de una concepto de libertad de raigambre liberal que entiende la libertad como “no interferencia” de la comunidad o el estado en la vida privada, diferente de la noción neo republicana que la concibe como “no dominación” política por fuerzas externas, y que exige  participación política. Cf. Pettit (2004:115-135)

[26] Cabe recordar que Hanson los considera “granjeros”, no “campesinos”. Cf. Nota 4.

[27] La negrita es mía.

[28] Finley (2000: 35-59) busca definir la ciudad en el mundo grecorromano como centro de consumo, de recaudación tributaria, de intercambio, de redistribución, de residencia de propietarios de tierra y consumidores que viven de la renta. Dicho esquema retoma ideas de Weber, principalmente en cuanto a considerar la ciudad antigua un tipo ideal; pero, como señalan Gallego (2005:21-50) y Mac Gaw (2008:237-269) el modelo remite en última instancia a Sombart, quien caracteriza la ciudad antigua en tanto y en cuanto posee una oposición entre población rural y población urbana, la población urbana sólo como una pequeña parte de la población total y como consumidora tanto en número como en influencia.