Van der Blom, Henriette, Gray, Christa y Steel, Catherine (ed.) (2018). Institutions and Ideology in
Republican Rome. Speech,
Audience and Decision. Cambridge: Cambridge University Press. [355 páginas].
En los últimos años, la producción historiográfica
relativa a la República romana se expandió notablemente. Una parte considerable
del esfuerzo colectivo, realizado por investigadores de diversas latitudes
geográficas, se encuentra orientado a comprender la naturaleza del régimen
político y las relaciones sociales que caracterizaron su dinámica de
funcionamiento. El debate, sobre la mayor o menor incidencia del elemento
popular, promovió un original desarrollo conceptual que expandió los límites
formales de las categorías teóricas empleadas. Al respecto, pueden citarse los
múltiples aportes que realizaron las editoras del presente volumen sobre la
cultura y la comunicación política. Henriette Van der Blom
publicó Oratory
and Political Career in the Late Roman Republic (2016), a su vez, junto con Catherine Steel
editaron Community
and Communication: Oratory and Politics in Republican Rome (2013), por su parte, Steel es autora de Roman Oratory (2006) y Christa Gray editó,
en colaboración con Balbo,
Marshal y Steel, Reading Republican
Oratory: Reconstructions, Contexts, Receptions (2018). En Institutions and Ideology… analizan los contextos institucionales y los
marcos ideológicos dentro de los cuales tuvieron lugar la producción de
discursos públicos y la circulación de ideas en la Roma republicana. Las
contribuciones compiladas en este volumen, presentadas en un ciclo de
conferencias que tuvo lugar en Abril de 2014 en la ciudad de Londres, son el resultado del proyecto The Fragments of Republican Roman
Oratory, financiado por el Consejo Europeo de Investigación.
En términos formales, la estructura del libro
contiene una introducción, cuatro partes que reúnen un total de dieciséis
capítulos, una exhaustiva bibliografía general y un índice onomástico que
resulta de gran utilidad. En la introducción, Van der Blom,
Gray y Steel plantean que el objetivo principal de la obra consiste en
esclarecer de qué modo las instituciones y la ideología proporcionan una
encuadre para comprender las acciones políticas. Tal como señalan las autoras,
si bien las instituciones romanas han sido ampliamente analizadas por la
historiografía, hasta describir buena parte de las estructuras organizativas involucradas
en la toma de decisiones colectivas, por el contrario, la ideología ha sido un
aspecto problemático y prácticamente abandonado por los especialistas. Tras
revisar las principales contribuciones historiográficas en la materia, las
autoras destacan que la interpretación de la vida política romana como un juego
de relaciones personales había perdido de vista que los actores sociales tenían
motivaciones específicas que correspondían con sus creencias sobre cómo debía
ser el mundo. De manera que los vínculos clientelares, las relaciones de amicitia, el
soborno y la manipulación del electorado ocuparían un lugar menos determinante,
de lo que se suponía hasta el momento, como factores explicativos de la
dinámica actuante de la política romana. Por esta razón, indican que lo
ideológico y lo institucional intervenían en la toma de decisiones de los
agentes y formaban parte del debate público.
La primera parte del libro, “Modes
of Political Communication”,
reúne cuatro capítulos, en donde los autores exploran la relación entre el
marco institucional y el carácter de la comunicación política. En el capítulo
uno, Alexander Yakobson coloca el acento en los
mecanismos empleados por la aristocracia para construir una imagen positiva de
su persona, apelando a las implicaciones políticas del concepto de dignitas. Yakobson
analiza las situaciones en las que miembros de la élite tuvieron que dirigirse
ante una contio
para crear lazos afectivos con el pueblo. El autor señala que las contiones no estaban
absolutamente determinadas por la preminencia del orador, ni eran inmunes a los
embates que podían provocar la ira o la burla popular, por lo que se constituían
en un campo permeable a situaciones no previstas. Por su parte, Claudia Tiersch recupera la dimensión ideológica del debate
político y propone un examen detallado de la batalla semántica entre populares y optimates. Demuestra, con solvencia, que pese a la identificación
de ciertos oradores conservadores con un auténtico discurso popular, estos no
lograron apropiarse de manera persuasiva del referente y el pueblo era capaz de
distinguir a un político popular de otro que no lo era. En el capítulo
siguiente, vinculado a esta cuestión, Cristina Rosillo López examina los
dispositivos que utilizó la clase dominante para crear una identidad
reconocible frente al electorado. En líneas generales, Rosillo López argumenta
que una parte considerable de la sociedad estaba bien informada sobre las
personas que ejercían el liderazgo político en Roma, sin desconocer las
complicaciones que podrían tener los plebeyos para obtener un conocimiento
acabado de sus trayectorias e incluso sus rostros. Cierra el apartado la
contribución de Anna Clark centrada en el análisis de la relación de Roma con
los dioses. La autora rastrea el modo en que Cicerón remite a lo divino en su
oratoria. Clark concluye que el vínculo complejo que mantenían los romanos con
los dioses se materializaba en las condiciones físicas de la ciudad y en el
despliegue discursivo de los oradores.
La segunda parte, “Political
Alliances”, retoma un aspecto central de la
investigación sobre la República romana bajo un nuevo enfoque. Los cuatro capítulos
de esta sección revisan las motivaciones ideológicas que intervenían en la
creación de lazos políticos y en la consecución de objetivos legislativos o
electorales. En el capítulo cinco, Francisco Pina Polo, indica que una contio podía ser
un escenario adecuado para demostrar la existencia de lazos de cooperación o
manifestar el conflicto. El mecanismo que allí se ponía en marcha permitía
alcanzar la adhesión del público a una causa específica y era una plataforma
desde la cual se extendía el mensaje hacia quienes no se encontraban presentes
en el momento en el que se reunía la asamblea. En el capítulo siguiente,
Federico Santangelo realiza un estudio de caso sobre la
alianza que mantuvieron Teófanes de Mitilene, Cicerón
y Pompeyo. Destaca que Pompeyo valoraba la amistad con Teófanes
y Cicerón, no sólo por su influencia intelectual, sino también porque la
intermediación de estos personajes le permitía integrar diversos círculos
políticos, a los cuales, de otro modo, no hubiera tenido acceso. A
continuación, en el capítulo siete, Cas Valachova
explora las relaciones entre diversos miembros de la élite romana que compartían
los principios del epicureísmo. En su opinión, la presencia de epicúreos dentro
del círculo más cercano a Julio César habría tenido alguna influencia en la
noción de amistad practicada por el general. La hipótesis se basa, pese a la
falta de evidencia explícita que ubique a César como epicúreo, en la
correlación entre las acciones de los cesarianos y los principios epicúreos referidos
al cuidado de la amistad, la exaltación de la lealtad y la cercanía en el
trato. Por último, en el capítulo ocho, Kit Morrell
investiga, aplicando el método prosopográfico, la
colaboración entre Catón y Pompeyo en el año 52 a. C. El autor argumenta que con
el objeto de realizar una acción colectiva coherente, destinada a preservar la
paz después del asesinato de Clodio, fue necesaria la
intervención de agentes vinculados a cada una de las partes que pudieran
conciliar las ideas defendidas por ambos líderes, capaces de legitimar las
medidas adoptadas.
La tercera parte, “Institutions
in Theory and Practice”,
reúne cinco contribuciones que intentan demostrar el carácter dinámico de las
instituciones republicanas en contra de la imagen estática que proporciona
buena parte de la documentación disponible. El capítulo nueve, a cargo Lindsay Driediger-Murphy, examina los sucesos que tuvieron lugar durante
la campaña de Craso en Partia en el año 55 a. C. La
autora revela que los promotores de la empresa innovaron en las tácticas y las prácticas
de guerra, pese a los presagios desfavorables, mientras que invocaban la
tradición para justificar sus actos. A continuación, en el capítulo diez, Guido
Clemente refiere a la historia de la censura y el proceso de elección de los
miembros del Senado. Afirma que la introducción de esta institución, asociada con
el control ideológico de la aristocracia, representó un cambio radical en el
siglo IV a. C., vinculado con la emergente nobleza patricio-plebeya y la
concesión de derechos a la plebe. Ayelet Haimson Lushkov, en el capítulo
once, estudia la estrategia que llevó adelante Cicerón en el Pro Murena para desestimar la acusación
de ambitu
que pesaba sobre Lucio Murena. En efecto, Lushkov
plantea que el orador estableció un contraste entre Murena y su rival, argumentando
que, incluso si Murena hubiera influenciado al electorado, su elección era
provechosa para la ciudad por las cualidades personales que tenía el acusado y
el servicio que podía prestar en el ejercicio de la magistratura. Por su parte,
Roman Frolov presenta los
diversos significados de las palabras contio y coetus. Apunta que la diferencia entre una reunión de
ciudadanos legítimamente constituida, convocada bajo la presidencia de un
magistrado, y una que no cumplía con este requisito no establecía una
distinción clara en la diatriba política. Más allá de definición técnica, el
empleo de un concepto u otro respondía a las disputas entre diversas facciones
que ponían en juego la legitimidad de las asambleas realizadas por los
opositores. Harriet Flower
cierra el apartado con un texto en el que indaga cuál fue el papel que
desempeñó el consilium
familiar en las decisiones políticas que tuvieron que afrontar los magistrados.
Estudia en detalle las formas que adquiría el consilium, incluyendo sus pautas
formales de reunión, en las cartas que Cicerón intercambió con Ático y Bruto
entre el 44 y el 43 a. C.
La última sección, “Memory
and Reputation”, contiene tres capítulos que retoman
aspectos centrales de la cultura política y la comunicación en relación con la dignitas familiar. Evan
Jewell, autor del capítulo catorce, indaga cómo los
hombres más notables empleaban la historia familiar para posicionarse
socialmente, el modo en que reproducían la memoria de la gens y enlazaban las gestas personales de los antepasados con la
historia de la ciudad, como una estrategia para validar su aptitud para el
ejercicio de la vida pública. Alexandra Eckert, en el
capítulo siguiente, presenta un estudio de caso que aborda la
auto-representación de Sila, constituyendo un exempla objeto de
imitación para otros líderes políticos y un canon
para evaluar el comportamiento de quienes aspiraban a alcanzar alguna
magistratura. Por último, Martin Stone, en el capítulo dieciséis, se ocupa del
fenómeno de la desacreditación pública. El autor evalúa, en profundidad, el
juicio por extorsión en contra de Verres, retratado
por Cicerón. Sostiene que, pese al predominio de la versión ciceroniana, se
pueden encontrar fragmentos de una defensa, a cargo de Quinto Hortensio Hórtalo, que intentó recuperar la dignidad del acusado y
preservar su reputación. Stone indica que allí aparece una preocupación por la
conducta de los miembros de la aristocracia que, encargados de los negocios
públicos, pondrían en peligro la administración del imperio.
A modo de balance, podemos decir que la obra realiza
un aporte de gran valor para pensar el desarrollo de las instituciones
republicanas y la cultura política en Roma. El discurso público constituye para
los autores uno de los significantes que permite comprender el modo en que los
actores sociales interactuaban con los marcos que delimitaban la vida política.
En particular, consideramos que la complejidad del objeto de estudio reside en
que existía una constante tensión discursiva entre la supuesta inmutabilidad de
las instituciones y la práctica instituyente que producía desplazamientos e
innovaciones en sus reglas de funcionamiento no escritas. Si bien uno de los
objetivos declarados del libro consiste en profundizar el análisis de la
ideología romana, como puede advertirse en los capítulos reseñados, este
aspecto no recibe un tratamiento equivalente a las cuestiones relativas a la
comunicación política. A nuestro juicio, hubiera resultado interesante que las
editoras incorporen, al menos en términos operativos, una somera descripción de
los diversos enfoques teóricos que existen al respecto, porque se parte de una
noción de ideología bastante simplificada, como visión del mundo o incluso
creencia. De igual modo, consideramos que Institutions and Ideology in Republican Rome establece
nuevos horizontes para la investigación y constituye una obra de consulta para
los interesados en la problemática.
Juan Gerardi
Departamento
de Historia
Centro
Interdisciplinario de Estudios Europeos
Universidad
Nacional de Mar del Plata