Marta Bonaudo y la nueva historiografía de la restauración democrática. Notas sobre
su producción académica en el Anuario de la Escuela de Historia de la
Universidad Nacional de Rosario
Marta Bonaudo and the new
historiography of democratic restoration. Notes on
hers academic production in the Anuario de la
Escuela de Historia
of Universidad Nacional de Rosario
Instituto de Historia
Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”
Universidad de Buenos
Aires
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (Argentina)
juliodjend@yahoo.com.ar
Juan Luis Martirén
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”
Universidad de Buenos Aires
Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)
Marta Bonaudo fue una de las historiadoras más
importantes de la Argentina. Su legado profesional no sólo abarca el plano
historiográfico, donde nos dejó textos ya clásicos, sino también la dirección y
coordinación institucional, la gestión editorial y la formación de recursos
humanos. Ingresó a la universidad durante los años 60, la edad de oro de la
academia argentina; cursó estudios doctorales en Francia y a su retorno al país
sufrió persecuciones y debió soportar la exclusión de los claustros
universitarios durante la dictadura. En plena primavera democrática, jugó un
rol central en el proceso de normalización universitaria, impulsando junto a un
grupo de colegas la reconstrucción institucional de la carrera de Historia en
la Universidad Nacional de Rosario, que quedaría bajo su dirección.
En ese contexto, la reedición del viejo
Anuario de la Escuela de Historia, cuya primera serie había sido discontinuada en
1969, fue una de las grandes novedades debidas a su incansable impulso. El
inicio de la segunda serie, en 1985, no sólo fue una bocanada de aire fresco
para la historiografía académica argentina, sino también un espacio de
encuentro plural de numerosos intelectuales e historiadores que comenzaron a
revisitar temas clásicos de la disciplina. Entre esos aportes, los de Bonaudo y otras colegas de la Escuela de Historia, fueron
muy notables. Sus artículos abordaron, desde la historia política, económica y
social, aspectos clave del pasado santafesino que necesitaban ser
revisitados. Pusieron el foco en un
período trascendental —entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras
del XX— justamente cuando la provincia de Santa Fe atravesó un proceso de transformación
radical de su economía y su sociedad. Temas clave como la evolución del mercado
de trabajo, la relación de los inmigrantes y la política, las coyuntura de la
primera posguerra o el surgimiento de nuevas organizaciones agrarias fueron
abordados con maestría y rigor profesional, muchos de ellos por primera vez, y
siempre con una mirada compleja, rica y múltiple, que contrastaba enormemente
con las rígidas aproximaciones tradicionales que hasta entonces habían
predominado.
Los aportes de Marta Bonaudo
a la disciplina histórica exceden, desde ya, al ámbito argentino. Su amplísima
obra publicada abarca la historia política, económica y social, habiendo sido
también una gran impulsora de los estudios de género y de la historia regional.
Es un honor y un placer para nosotros escribir este ensayo en su homenaje y
agradecemos al equipo editor del Anuario de la Escuela de Historia por
honrarnos con esta responsabilidad. En las páginas que siguen recorreremos las
publicaciones de Marta Bonaudo en el Anuario,
poniéndolas en contexto y resaltando sus aportes y relevancia para el avance
del conocimiento histórico.
El Anuario de la Escuela de
Historia, un puntal de la renovación historiográfica
Un año después de la restauración
democrática argentina, la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de
Rosario inició la Segunda Serie de su Anuario, una publicación académica que
habría de jugar un rol imprescindible en la renovación historiográfica que
sobrevendría. Cupo a Marta Bonaudo un lugar fundamental en ese ciclo, promoviendo su publicación, coordinando y
luego dirigiendo una revista que ha sido y es una referencia en la disciplina
histórica.
Pero antes de indagar sobre sus contenidos,
no pueden dejar de mencionarse las dificultades propias de la práctica
editorial, tanto en lo que respecta a su logística como a su financiación
(quienes hemos pasado por ellas las conocemos en su real dimensión). Editar y
poner en circulación una revista académica implica enormes desafíos, tanto
entonces como ahora, pero más marcados sin duda en una época en que la
reconstrucción de las instituciones educativas apenas estaba en ciernes. Esos
desafíos eran, por un lado, financieros: en un contexto económico difícil,
conseguir fondos para gastos operativos, compra de insumos, papel e impresión
de ejemplares se constituía en un obstáculo significativo (a veces insuperable)
para poder lograr que cada nueva edición llegara a sus lectores. Pero, por
otro, también era algo sumamente difícil en el plano logístico: difundir e
instalar una nueva etapa en la revista, pasando por sobre la solución de
continuidad de largos años oscuros, implicaba crear de nuevo su demanda; las
convocatorias de artículos, la recepción de manuscritos, el envío a los
evaluadores externos, la circulación de las galeras, el mantenimiento de la
confidencialidad imprescindible entre evaluadores y evaluados, entre otras
cuestiones, se realizaban entonces por comunicación postal o telefónica. Si en
la actualidad, con todas las facilidades tecnológicas con que contamos, resulta
a veces desafiante cumplir con los tiempos editoriales, es importante
dimensionar lo que sería en ese entonces, en particular para cumplir con
números que superaban las trescientas páginas.
En cuanto al contenido, basta solo realizar
una rápida recorrida por los índices de esos números para dimensionar el tamaño
de esa empresa. Historiadores de reconocida trayectoria, tanto argentinos como
especialistas extranjeros, así como otros cuyas brillantes carreras despuntaban
por entonces, contribuyeron con su producción académica a situar al Anuario
entre las publicaciones de referencia en la materia. A la vez, es evidente que se atendía con
mucho cuidado a la necesidad de formar a los estudiantes, puesto que el Anuario,
por el amplio abanico de especialidades que albergaba, podía ser leído por los
cursantes de la carrera, generando sin dudas en muchos de ellos esa
extraordinaria sensación de descubrimiento que suele experimentar quien se
acerca, por primera vez, a un texto sólidamente argumentado y elegantemente
escrito, sobre una materia que lo apasiona y de la que está decidido a hacer su
profesión.
Entre esos aportes, los de Marta Bonaudo y su equipo de investigación fueron muy
significativos. Durante esos años fundacionales del Anuario, Bonaudo publicó en coautoría cuatro artículos sobre temas
altamente relevantes, los cuales comentaremos a continuación.
Reposicionando a la Federación
Agraria en la agenda historiográfica
En el primer número de la segunda serie (11, correspondiente al año
1985) se incluyó un artículo de Marta Bonaudo, en
coautoría con Cristina Godoy, sobre la Federación Agraria Argentina en las
primeras dos décadas de existencia. El trabajo ponía el foco en la emergencia,
el accionar y la organización de la Federación Agraria, nacida al calor de las
protestas chacareras pampeanas en 1912. Buscaba analizar y conocer
detenidamente el papel de esta
organización en la defensa de los pequeños productores del sur santafesino
entre 1912 y 1933. Se retomaba así un tema clave, fundamental para comprender
la transición entre el caso de mayor éxito del llamado modelo agroexportador y
la etapa de problemas y conflictividad que encontrará al avanzar el siglo XX,
atravesando duras coyunturas críticas (como el conflicto rural que originó la
fundación de la Federación Agraria; la crisis provocada por la Primera Guerra
Mundial y la Gran Depresión) y otras de fuerte expansión, como ocurrió en la
segunda mitad de los años ’20, que vio intensos debates sobre las posibilidades
y límites del sistema de explotación agraria y las resistencias al cambio ante
un panorama cada vez más incierto. La periodización era casi coincidente con la
del trabajo de Solberg (1971) anterior en casi una
década y media, pero el tratamiento dado por Bonaudo
y Godoy es muchísimo más perceptivo y complejo, y resulta por tanto clave para
entender mejor la conflictividad de ese particular momento histórico.
En primer lugar, la visión es de entrada multicausal, sin por ello
dejar de analizar y jerarquizar a ese aparentemente heterogéneo conjunto de
factores que están detrás del estallido fundacional de 1912 como de la
recurrencia de conflictos en momentos que, no por casualidad, la agitación
coincidía con períodos de atonía de la demanda externa. La complejidad del tema
aparece ya en el retrato de los actores involucrados, donde es patente la
lectura profunda de gran cantidad de fuentes primarias y sobre todo de los
importantes trabajos de investigación de inicios del siglo; pero más aún se
percibe una sensibilidad típica de la mejor forma de hacer historia, esto es,
buscando permanentemente mostrar a esos actores en sus variadas y por momentos
sorprendentes interrelaciones y proponiendo para ellas una explicación que, no
por reconocerse provisoria, dejaba sin embargo de tener contornos firmes. La
coyuntura aparece así como un momento de cambio estructural, donde la voz
conquistada a través de una organización gremial de nuevo cuño adelantaba en
cierto modo un esquema de interacción con el poder político, los grupos de
opinión y las corporaciones tradicionales, que será recurrente en el siglo XX y
que mostraba también hasta qué punto eran asimismo nuevos los actores sociales
que la encarnaban: si el arrendamiento agrícola era tan viejo como la pampa
misma, no lo eran sin embargo esos chacareros arrendatarios organizados como
grupo de presión, y menos aún cosas como el hecho de que para ello se
apropiaran de terminología y estrategias propias de los sectores obreros
urbanos, esos que en las grandes ciudades del país eran también una novedad
apenas unos años más antigua.
El minucioso desarrollo del trabajo muestra con particular detalle las
características de quienes impulsaron la protesta, la lideraron y la transformaron,
por primera vez, en el inicio de una institución corporativa permanente; y
llama la atención que en general bastaran unas pocas palabras para definir
cabalmente a cada uno de esos grupos, sin que en ello perdieran complejidad.
Así, el rol de los comerciantes de ramos generales, los curas párrocos, las
sociedades rurales, los líderes políticos y los activistas, se despliega de
manera ordenada y sin caer nunca en el estereotipo: al punto que los saltos a
uno u otro lado de los bandos en conflicto y la caracterización de algunos de
ellos (como por ejemplo la dispersión y debilidad de la acción de los
terratenientes o las vacilaciones de los funcionarios) condensa, en unas pocas
páginas, una trama tan densa y tan cruzada por intereses contrapuestos o coincidentes
que difícilmente fuera posible resumirla mejor. En ello, es pionera la atención
acerca de la distancia existente entre las palabras y las realidades, como la
apelación a terminología típica del accionar obrero urbano por parte de quienes
de ningún modo formaban parte de él, pero que no encontraban aún, en esos
tiempos primigenios, un léxico que los diferenciara a la vez que los
representara. Y, superando la consabida retahíla de argumentos en torno al
logro o no de los objetivos iniciales (cuya inalcanzable condición era, vale
decirlo, un justificativo muy adecuado para que la Federación Agraria mostrara
a los interesados la imperiosa necesidad de expandirse y prosperar), se muestra
en el texto cómo la discusión política en realidad tomó, procesó, aceptó y
rechazó varios de esos objetivos, pero de ningún modo dejó de acusar su
impacto. Es esa circunstancia la que abre, como lo sugiere tácitamente el
texto, el interrogante de hasta qué punto la Federación Agraria había generado
una nueva forma de hacer política: y es justamente en el párrafo final, cuando
el texto se interroga si la crisis de 1930 planteó a la Federación la necesidad
de redefinir objetivos y estrategias ante un cambio estructural en el modelo de
desarrollo, cuando intuimos hasta qué punto el recorrido de los tres lustros
anteriores había en realidad ido preparando el camino hacia ese cambio, más
allá de las resistencias que, de una u otra forma, le habían opuesto actores
que no llegaban a comprenderlo del todo.
Santa Fe, entre la gran expansión
y la crisis de 1930
En el número siguiente (12) del Anuario, correspondiente a los años
1986-1987, Bonaudo, junto a Adriana Blanc Bloquel, Élida Sonzogni y Carlos Yensina,
integrantes de un grupo de investigación sobre historia regional, publicarían
un muy interesante artículo sobre la emergencia del mercado de trabajo en la
provincia de Santa Fe. Si bien esta temática ya había sido parcialmente
abordada desde la historia social por Ezequiel Gallo en su tesis de doctorado[1],
el enfoque y la evidencia ofrecida en este artículo generaron un aporte
sustancial para un período de gran relevancia en la historia económica
argentina. El artículo buscaba ofrecer miradas más complejas al proceso de
formación de un nuevo mercado de trabajo, con mayor peso de la mercantilización
de las relaciones laborales, en momentos en que la provincia estaba
reconfigurando su propia estructura productiva. Formaba parte, asimismo, de una
sección del Anuario enfocada en el estudio del mundo del trabajo.
Sin dudas, la propuesta tenía una marcada relevancia, no sólo para
entender el proceso de expansión capitalista de la economía santafesina, sino
también para contextualizar mejor los estudios focalizados en el caso de Buenos
Aires, impulsados en ese momento desde el PEHESA-CISEA. ¿Quiénes pasaron a
formar parte de ese nuevo mercado laboral? ¿Cómo fueron las relaciones de poder
y reciprocidad que entablaron con viejos y nuevos actores? ¿Qué rol jugaron los
flujos inmigratorios europeos? Esos interrogantes, centrales para entender el
fenómeno, fueron respondidos a través de la utilización de estadísticas
agregadas sobre la estructura sociodemográfica y ocupacional. El enfoque se
hizo a escala departamental y regional dentro del territorio de la provincia,
tanto en relación a los diferentes grados de calificación como a la
distribución por género. Presenta, así,
una mirada muy sólida para entender cómo los patrones diferenciales de
cada región de colonización afectaron al nivel de salarios y a las
características ocupacionales. Al mismo tiempo, los resultados de esta
investigación fueron ampliados y resultaron un importante insumo para trabajos
posteriores que publicó Bonaudo sobre la economía
santafesina (y la configuración de su mercado de trabajo) durante el proceso de
expansión capitalista en la segunda mitad del siglo XX (Bonaudo
y Sonzogni, 1993, 2000; Bonaudo,
2006).[2]
Ese mismo número tendría otro aporte de Marta Bonaudo
y su equipo de investigación: un importante análisis sobre la situación
económica de la posguerra. Titulado “Notas acerca de la problemática argentina
en la coyuntura de la primera postguerra”, este ensayo buscaba cubrir un área
de vacancia en la historia económica argentina, que fue sin embargo clave por
el dinamismo de los cambios que lo caracterizaron: el período que transcurre
entre la primera posguerra y la crisis de 1930. Además de poner en evidencia la
capacidad de Bonaudo como formadora de nuevas camadas
de historiadores, el trabajo contribuye al análisis de variables clave del
período: las huelgas obreras, la legislación laboral y las tensiones entre el
Estado, los empresarios y los trabajadores en un mundo en transición. Esa
década de 1920, que recién en los últimos años ha ido concitando la atención de
los historiadores económicos, se revelaba así mucho más rica de lo que hasta
entonces habíamos supuesto; y es válido decir que, a treinta y seis años de
publicado, muchas de las cosas allí dichas conservan su validez.
Los inmigrantes y la política: una
contribución desde las colonias santafesinos
El último artículo publicado en el Anuario, en 1992, fue en coautoría
con Silvia Cragnolino y Élida
Sonzogni y apuntó a una temática en boga por
entonces: analizar el peso que los inmigrantes habían tenido en el sistema
político argentino entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX.
Luego de los estudios clásicos de Germani y Di Tella desde el campo de la
sociología en los años ’60, la relación entre inmigrantes y política había
captado la atención historiográfica (Míguez, 1987;
Gandolfo, 1991; Marquiegui, 1993). El problema era claro: cuál había sido el alcance de la
participación de los inmigrantes en las distintas estructuras políticas
argentinas, siendo que, como es sabido, una parte relativamente menor de ellos
había optado por nacionalizarse. Para el caso santafesino, Ezequiel Gallo había
puesto de manifiesto las particularidades que se habían desarrollado en las
colonias agrícolas, en especial en las primigenias San Carlos y Esperanza
(Gallo, 1977). Bonaudo retomaría el tema y actualizaría
el abordaje a partir de nuevos enfoques, que catalizarían en diversas
publicaciones de gran trascendencia, tanto en coautoría con sus colegas de
Rosario como a título individual. Con un amplio trabajo de archivo y un
detallado soporte documental, publicaron un trabajo inicial en la revista del
Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos, que tuvo gran trascendencia (Bonaudo et al, 1988). Ese trabajo seminal estudió las
propias dinámicas y estrategias de participación locales en San Carlos y
Esperanza, tendiendo las líneas maestras de un análisis capilar del fenómeno.
Luego profundizarían su estudio enfocándose en la dinámica política
desarrollada por los inmigrantes en los municipios, un espacio que en principio
había sido pensado para dotar de una organización administrativa a esos nuevos
centros urbanos que surgían en la campaña antes casi desierta y que
significaban una vida social, no sólo económica, que involucraba a una
proporción creciente y cada vez más significativa de la población provincial.
La pregunta, claro está, apuntaba a un problema que emergía allí: ¿era en el
municipio donde los inmigrantes podían efectuar elecciones y ejercer mandatos
comunales elegidos por voto popular? ¿Qué ocurría cuando las disputas políticas
sobrepasaban los límites comunales? Más aún, ¿cómo reaccionarían las élites
dirigentes, aún primordialmente criollas, si esas prácticas comunales se
fundían con la política provincial y nacional, como ocurrió con la expansión
del Centro Político de Extranjeros que desembocó en las revueltas armadas de
1893?
¿Cuál era la línea, entonces, que separaba los derechos civiles de los
políticos en los inmigrantes no naturalizados? El artículo analiza de manera
notable todos estos espacios grises; aborda las prácticas municipales, las
disputas políticas entre los propios colonos, las resistencias a algunas
medidas de gobierno y el cúmulo de prácticas novedosas llevadas a cabo a pesar
de no ser, en el plano positivo, ciudadanos políticos de pleno derecho. La
conclusión del artículo es sin dudas un gran aporte a estos estudios: los
municipios en las colonias santafesinas ya no serían meras instituciones
administrativas, sino verdaderas células
políticas en la frontera donde los colonos dirimían sus propias disputas y
habrían de permear, de algún modo, las relaciones entre gobernantes y
gobernados. El artículo contribuye, así, a complejizar el concepto de la
ciudadanía y la relación entre los inmigrantes y las prácticas políticas. Es
importante remarcar que estas investigaciones no sólo pusieron a las colonias
santafesinas como un caso relevante para estudiar el fenómeno de la
participación política de los inmigrantes, sino que a la vez su abordaje
teórico ofreció insumos muy importantes para pensar el concepto de ciudadanía y
la construcción de andamiajes institucionales en la campaña.[3]
Los trabajos que hemos reseñado son apenas una parte de la vastísima
obra de Marta Bonaudo, y por supuesto no agotan en
modo alguno todo lo que ella continuó elaborando posteriormente en torno a los
temas que allí trató. Pero resultan ilustrativos de la fecundidad de su
análisis en momentos en que despuntaba apenas la renovación historiográfica que
ha cambiado, hoy, nuestra comprensión del pasado argentino; y son una muestra
muy cabal de hasta qué punto esos estudios primigenios, hechos con
profesionalidad y con una mirada sensible a las complejidades y matices de la
vida histórica son indispensables, no sólo por sus aportes a los casos
analizados, sino como ejemplos de trabajo profesional.
Bibliografía
Publicaciones de Marta Bonaudo y su equipo de investigación citadas en el texto
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Solberg, C. (1971). Rural Unrest and Agrarian Policy in Argentina
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Studies and World Affairs, 13, 1, pp. 18-52
[1]
La tesis de Ezequiel Gallo, defendida en la Universidad de Oxford en 1970,
sería publicada en español en 1983, con el título La Pampa Gringa. La colonización agrícola en Santa Fe (1870-1895).
[2]
En una línea similar, pero dirigida a estudiar el mercado de tierras, Bonaudo
publicó junto a su equipo de investigación otro trabajo de gran relevancia,
sobre todo porque ofrecía los primeros análisis relativos a la conformación de
un mercado inmobiliario en ese período de expansión económica. Bonaudo et al
(1993).
[3]
Sobre esta cuestión, vale destacar dos notables contribuciones: Bonaudo (1999;
2008).