Política Obrera de cara a la
lucha armada en Latinoamérica y sus diversas expresiones en los años sesenta[1]
Política Obrera facing the armed
struggle in Latin America and its various expressions in the sixties
Facultad
de Filosofía y Letras,
Universidad
de Buenos Aires,
sparis3850@gmail.com
Resumen
El
presente artículo tiene por objeto indagar en la evolución de los
posicionamientos que reflejó desde su prensa el movimiento de perfil trotskista
Política Obrera (en adelante PO, antecesora del actual Partido Obrero) ante la
lucha armada y su expresión en diversas experiencias de lucha en el continente.
Pensamos que la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), un
organismo que se propuso centralizar y dirigir la lucha armada en América
Latina, representó en PO el mayor acercamiento al paradigma guevarista. A su
vez, creemos que la derrota de Ernersto “Che” Guevara
en Bolivia, sumado a un mayor alineamiento del castrismo a Moscú y las
experiencias de las jornadas del Cordobazo en Argentina, determinaron un
alejamiento más marcado de dicho paradigma. Para ello, nos abocaremos al
análisis de los posicionamientos y significados que otorgó al problema de la
lucha armada en el continente.
Palabras clave: Política
Obrera; trotskismo; guerrilla; lucha armada
Abstract
This article aims to inquire into the positions that
it reflected from his press the movement of trotskyist
profile Política Obrera (hereinafter PO, predecessor
of the current Partido Obrero) facing the armed struggle and its expression in
various experiences of struggle on the continent. We think that Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), an organism that proposed to centralize
and direct the armed struggle in Latin America, represented in PO the closest
approach to the Guevara´s paradigm. In turn, we believe that Che's defeat in
Bolivia, added to a greater alignment of castrismo to Moscow and the
experiences of the Cordobazo days in Argentina,
determined a marked departure from this paradigm. To do this, we will explore the birth and
influences that this party received, the expectations in OLAS to, finally,
focus on the positioning and meanings that it gave to the problem of armed
struggle on the continent.
Keywords:
Política
Obrera; trotskyism; warfare ; armed struggle
Introducción
La
historiografía sobre las izquierdas argentinas cuenta con una larga tradición;
sin embargo, la trayectoria de PO[2]
aún no ha sido abordada en profundidad por la academia. La centralidad que han
tenido los estudios de las organizaciones armadas fue un factor que condicionó
el estudio de la llamada “izquierda
no armada”, como lo fue PO. En su caso, la historiografía no ha avanzado más
allá de las historias “oficiales” y el trotskismo anterior a PO (Tarcus, 1996; Amaral, 2005; Rojo, 2012-2013). Una de las
obras pioneras en torno a su historia es el libro de Coggiola
(1985) que en su obra general sobre la historia del trotskismo argentino,
dedica su segundo tomo a enaltecer el papel de PO, sistematizar sus posiciones
con relación a otras variantes de la izquierda y en especial a la tradición
“morenista”, con quien disputaba la construcción de una estrategia basada en la
tradición teórica trotskista.
En sus
inicios los trabajos sobre la historia del trotskismo vernáculo habían quedado
en manos de los organismos oficiales partidarios (Magri,
1992; recientemente para PO Rath, 2015; en el caso
del morenismo González, 1985). Auspiciosamente este
déficit se ha ido a revirtiendo. Sin embargo, por el momento, no hemos podido
acceder a documentos internos de la organización para el recorte temporal
propuesto que nos alumbren los efectos de la “cuestión foquista” en PO. Una
forma de acercarnos al objeto de estudio será priorizar la voz pública de PO a
través de sus prensas y servirnos de las memorias que algunos militantes nos
han proporcionado para subsanar la falta de acceso al registro interno. En ese
sentido, el acercamiento es exploratorio y no definitivo. Nuestra hipótesis es
que las críticas de PO al foquismo estuvieron mediadas por las imágenes que
difundió Regis Debray en el continente. PO homologó todas las formas de lucha
armada con el foquismo, que en realidad fue una táctica. Pensamos que en la
discusión con el foquismo PO se sirvió de dos fuentes del trotskismo conosureño: los cuestionamientos del dirigente boliviano
Guillermo Lora y los argumentos en la disputa que Nahuel Moreno mantuvo con
Mario Santucho antes de la ruptura del Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT). Por último, el mayor acercamiento al paradigma foquista en
PO, lo constituyó su defensa sobre la Organización Latinoamericana de
Solidaridad (OLAS). Sin embargo, tras la derrota del Che en Bolivia, el mayor
alineamiento del castrismo a Moscú y las experiencias de las jornadas insurreccionalistas del Cordobazo en Argentina,
determinarán un alejamiento definitivo. En la primera parte del trabajo se
indagará la recepción de las lecturas del foco en Argentina a partir de la
difusión de los escritos de Regis Debray. En una segunda parte el trabajo aborda
el nacimiento de PO y la influencia que recibió por parte del POR-M y se
estructura a partir de las conceptualizaciones en las que reparó dicho partido
sobre la guerrilla en América Latina, tomando como casos la experiencia
guatemalteca y boliviana. Por último, se explora el tratamiento que dio desde
su órgano de prensa a la experiencia de la OLAS dirigida por el castrismo.
En términos
generales, podríamos decir que la “teoría del foco”, configurada por el Che
Guevara y Regis Debray en la década del ´60, tendió a darle más preponderancia
a la técnica antes que a la teoría revolucionaria. Esto incluyó los manuales
que leyeron los guerrilleros para saber cómo hacer la revolución y fueron desde
balances de la experiencia revolucionaria argelina a manuales militares de Vo
Nguyen Giap de la guerrilla indochina contra Francia,
pasando por la resistencia israelita contra la ocupación británica en Israel, etc.
La idea de aislarse en un foco rural era poder repeler un ataque desde el punto
de vista militar y así iniciar un proceso tras el cual se formaría el ejército
popular reclutando campesinos y acrecentar así a la guerrilla. En la guerra de
guerrillas, si bien la lucha en las ciudades no es contraria, el Che las
consideraba más bien subsidiarias, poniendo el énfasis en el foco rural. De
este modo, lo programático quedaba en un segundo plano y el principal factor de
unidad se concentraba en la lucha armada. Asimismo, el foquismo sostuvo que
tiene que haber una unidad entre la lucha política y la lucha militar, un mando
unificado político-militar donde el líder era el guerrillero, quien puede tener
formación política o no y donde es un combatiente más. El foquismo
originalmente fue eminentemente rural, pero a fines de los ´60 la teoría del
foco va a recibir algunas críticas y se va a trasladar a un escenario urbano.
En líneas generales, el foquismo consideró que “ya estaban dadas las
condiciones para el levantamiento” y faltaba algo para que irrumpiera la
revolución que generara esa crisis: dicha cuestión la debía contemplar el grupo
armado.
Las lecturas de la “teoría del foco” en la Argentina de los
años ´60
Luego del triunfo de la revolución cubana, el principal cuerpo de ideas
de la experiencia del ejército rebelde fueron los trabajos del Che, La guerra de guerrillas (1960), La
guerra de guerrillas: ¿un método? (1963) y Pasajes de la guerra revolucionaria (1963), la que tuvo menos
difusión hasta la muerte del Che. El primero, fue un manual político-militar
que ofrecía una teoría del rol que debía desempeñar la guerrilla en las luchas
políticas latinoamericanas, cuyos tres elementos centrales eran: 1) las fuerzas
populares pueden ganar una guerra contra el ejército; 2) no siempre hay que
esperar que se den todas las condiciones para la revolución, pues el foco
insurreccional puede crearlas y 3) en América subdesarrollada, el terreno de la
lucha armada debe ser fundamentalmente el campo. El segundo, postulaba que los
campesinos eran una fuente central de la revolución y que la estrategia
revolucionaria debe ser continental y coordinada entre los diferentes grupos
guerrilleros del continente (Marchesi, 2019: 36-37).
En América Latina, la difusión del guevarismo se hizo a través de Debray,
cobrando escasa difusión las obras del Che. El artículo de 1965, El
Castrismo: la gran marcha de América Latina, fue traducido y editado como
folleto para difundirse masivamente. En Argentina, en los ámbitos de la
izquierda y la “nueva izquierda” de los ´60, tendrá una gran divulgación. La
revista Pasado y Presente (P y P)[3] —perteneciente al puñado de jóvenes intelectuales comunistas descontentos
por la línea teórica y partidaria del PCA y colaboradores silenciosos con la
lucha armada (Petra, 2017: 376) — introdujeron
en Argentina la teoría foquista de Debray a partir de dicho artículo. En esa
época, el francés trabajó para los cubanos recorriendo distintos países
latinoamericanos, realizando balances de los diferentes derroteros de la lucha
armada. La idea central fue que en los países subdesarrollados del continente la
guerra de guerrillas debía iniciarse en el campo, para luego llegar a la
ciudad. Los campesinos desempeñaban un rol central en el desarrollo del foco
militar y las universidades se ofrecían como el principal “ejército de reserva”
en las ciudades. Otro elemento es que cuestionará la construcción de una
dirección política que sería reemplazada por la conducción militar. Así, la
tendencia rural y la tendencia al militarismo fueron las ideas centrales del teórico francés (Debray,
1965: 122-158).
El filósofo argentino Néstor Kohan, desde una perspectiva guevarista,
cuestionará las ideas vertidas por Debray. Señala que sus deficiencias pasaron
por haber realizado una versión simplificada y manualizada
de la experiencia cubana, transformada luego por él en “modelo” (Kohan, 2005:
173). El segundo ensayo, ¿Revolución en
la revolución? (1967), alcanzó
una mayor repercusión en América Latina. Desde allí canonizó al “foquismo” como
estrategia de lucha armada para Latinoamérica, fustigando a los trotskistas que
apoyaban la autodefensa armada y el insurreccionalismo,
como ocurrió con los grupos MR-13 en Guatemala y el MIR de Hugo Blanco
en Perú (Marchesi: 48). Allí, se reafirmaban elementos de 1965, pero ahora se
profundizaba el sometimiento de la dirección política a la dirección
guerrillera, las diferentes etapas de construcción de la guerrilla rural y los
riegos de destruir “esa acumulación de fuerzas” a través del insurreccionalismo o la propaganda armada.
Debray habría construido una versión caricaturesca de la lucha armada que,
con posteridad a la muerte del Che, le fue atribuida al ícono guerrillero
(Kohan, 2005: 173-176). De este modo, mientras los libros del Che no se
difundieron masivamente en América Latina, los libros de Debray sí lo hicieron.
Entonces, tanto en Argentina como en Latinoamérica, las organizaciones de
izquierda conocieron al foquismo por Debray, es decir, lo que se conoció fue de
“segunda mano”. No pretendemos plantear un antagonismo entre la dirección
cubana y Debray, sino reponer que el modelo guerrillero cubano en Argentina fue
estudiado a través del filósofo francés. En esta época, el guevarismo se
convirtió en la corriente revolucionaria mayoritaria en Latinoamérica, en donde
las corrientes reformistas, comunistas o nacionalistas que rompían con sus
partidos, se incorporaban o simpatizaban con el guevarismo.
La “cuestión guerrillera” en el nacimiento de PO
A fines de 1963 nació PO, un nuevo partido de matriz trotskista. En su
proceso de formación, la “teoría del foco” fue un detonante para su
constitución. Este pequeño núcleo político, surgía luego de una ruptura con el
Movimiento Izquierda Revolucionaria-Praxis (MIR-P), agrupación
altamente intelectualizada que lideró el abogado, historiador y sociólogo
marxista, Silvio Frondizi (Tarcus, 1996). En 1960 un
grupo de militantes[4]
rompieron con MIR-P, reprochando el planteo de “movimiento de liberación
nacional” sin base de clase y el abandono de la construcción de un partido
obrero. Influenciado por la revolución cubana, para 1959 Frondizi sostuvo “que
había quedado planteado en Argentina, construir una fuerza que agrupe a todos
los elementos progresistas de los actuales partidos y que canalice las fuerzas
obreras, particularmente la peronista” (Rath, 2015:
80). El grupo que luego crearía PO, fundó en diciembre de 1961 el Movimiento
Izquierda Revolucionaria Argentina (MIRA), de corta existencia. El mismo se
desintegraría en octubre de 1962 (Díaz, 2019: 4).
Hacia 1962[5] se
produciría una anteúltima ruptura en el MIRA, que daría lugar a Reagrupar, en
la que la influencia del marxismo de la experiencia militante previa se
armonizaba con la del foquismo en auge[6].
La mayoría de aquellos que rompían con esta trayectoria avanzaban insertándose
en organizaciones político-militares, algunos serán fundadores de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias (Rot, 2003-2004:
141), otros irán al Frente Argentino de Liberación. Según el historiador Coggiola (2006), Altamira rompió con Reagrupar “sobre una
base programática trotskista” y “por estar en contra del foco guerrillero del
que dicho grupo aún se sentía atraído” (p.
208). Uno de sus miembros fundadores, en una especie de legitimación que
justificaba la creación de un nuevo grupo trotskista, recuerda el último cisma
que sobrevino en Reagrupar:
Una noche se dividieron (…) dos bandos: un bando se
fue al foquismo y nosotros (…) a lo que es hoy el Partido Obrero [en aquél
entonces PO]. Era el plenario de una efímera organización como Reagrupar. En
octubre de 1963, siete militantes determinaron una ruptura final (…). Estábamos
en el período de auge del maoísmo y de la revolución cubana. A raíz de una
discusión de carácter estratégico, quedaron definidas dos tendencias: una
maoísta y pro-foquista, y la otra que hacía,
por primera vez, un planteo basado en la tesis del trotskismo y en la necesidad
de un trabajo estructural dentro del proletariado y de sus organizaciones (Coggiola, 2006: 205-206).
Con este giro frentista y “populista” del dirigente del MIR-P todavía en
órbita, la ruptura era retratada en el N°1 de la revista Política Obrera, como ocasionada por su “naturaleza oportunista y
liberal” que se encontraba “oculta”. Una de las críticas centrales recaía en su
renuncia a la tarea de construir el partido revolucionario, según su visión,
huérfano todavía en Argentina y al hecho de entronizarse a la luz del influjo
cubano, en un “rejunte de sectas bajo el slogan” de Frente de Liberación
Nacional. Peyorativamente, PO consideraba que en ese “rejunte” el MIR-P habría
entrado en la “disputa electoralera”, abandonando así
la tesis del partido, lo que los conducía a un tobogán a la burguesía nacional
(PO N° 1, marzo de 1964, pp 1-5).
De esta manera, el pequeño nucleamiento explicitaba la necesidad de la
construcción de un partido obrero revolucionario. Proyecto que había abandonado
MIR-P, pero que ellos continuarían. Simultáneamente, la emergencia de
este grupo se dispondría a brindarle continuidad al leninismo-trotskismo como
bandera de identidad política. No obstante, la organización en sus comienzos
trató de definirse rápidamente, ya que su etapa previa estuvo signada por una
fuerte contradicción y transición teórica-política, fruto del pasaje
“populista” de Frondizi. En otras palabras, a pesar de que junto al líder del
MIR-P, muchos de sus discípulos se habían aproximado a los clásicos del
marxismo incluyendo al trotskismo, nunca se habían declarado como tales e
inclusive se mostraban ajenos a los debates en el seno de la IV Internacional.
Es entonces que, con el acercamiento y profundización a los escritos de
Trotsky, el núcleo inicial irá tomando una identificación cada vez más
vinculada al extinto líder bolchevique.
“¿Foco insurreccional o partido
revolucionario?”
Entre 1963-1964 el periodista y creador de Prensa Latina, Jorge Masetti, dio los
primeros pasos en Argentina para comenzar una guerrilla de tipo foquista con
apoyo logístico, financiero y humano del Che. Luego de algunas reuniones en
Cuba, Masetti decidió ponerse bajo su dirección como Comandante 2° y fue así que a inicios de
1964 se dio curso, en la localidad salteña de Orán, a la primera operación del
Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP). El EGP formó parte de la estrategia
cubana de impulsar focos guerrilleros en América Latina en los primeros años
´60. Trágicamente, la operación fue abortada por la Gendarmería que redujo a
algunos de sus integrantes y Masetti terminó
desaparecido en el monte.
Es posible aseverar que en términos teóricos, PO concibió al foquismo
como algo que se oponía a la estructura partidaria. Desde un patrón leninista,
PO razonaba que en el partido se debía concentrar toda la experiencia histórica
de la clase y, por este motivo, él mismo debía ser la vanguardia consciente que
dirigiera el proceso revolucionario y moldeara la política y la estrategia
militar a seguir. Esta posición no negaba el armamento parcial[7] o el
entrenamiento militar que permitió en algunos de sus militantes. Así, su
editorial neófita se distanciará de la estrategia del foco insurreccional
apoyándose en el paradigma leninista, sugiriendo que el mismo podría servir
como un punto de llegada en el asalto al poder proletario y no como su punto de
partida. Puede conjeturarse que el partido no negaba entonces la violencia
política por principio, sino los medios y el programa al que apuntaba la misma.
El foco reflejaba, en sus palabras, la “concepción técnica” de la dirección
revolucionaria, siendo antagónico a la concepción del partido. Para PO había
que privilegiar la inserción en el seno de la clase obrera como labor central,
necesaria y que antecediera la toma del poder, para concretarla en insurrección
armada. El partido, en su visión, no era un mero aparato a cargo de la técnica
insurreccional, sino un orientador, un organizador, un factor consciente que
educado y educando en una ideología revolucionaria cree primero e instrumente
después las condiciones de la insurrección armada.
Es necesario aclarar la naturaleza distinta de foco
y partido. El foco, frecuente y lógicamente asociado como foco insurreccional,
expresa la concepción “técnica” de una dirección revolucionaria (…). El
antagonismo con la concepción del partido es evidente. Para el leninismo
«la insurrección no debe apoyarse en una conspiración, en un partido, sino en
la clase más avanzada». ¿Pero cómo puede una vanguardia
lanzar la táctica de la insurrección apoyándose en la clase más avanzada, sino
ha ganado la dirección de esa clase (…) Enfocado así, el proceso de (…) la toma
del poder, culmina con la insurrección, que es el grado más elevado del
antagonismo de clase y que expresa el alto nivel alcanzado (…), pero es
precedido por todo un período lucha, utilizando todas las formas y medios
existentes (…). [Por todo esto], la tarea (…) por delante es la construcción
del partido revolucionario. (…) (PO N° 1, marzo de 1964, pp. 5-8)[8].
PO se definió como una organización insurreccionalista
dado que su apuesta ponía el eje en la conquista de la dirección de la clase
obrera con la perspectiva de una insurrección de masas. Al mismo tiempo,
polemizando contra el argumento que se lanzaba a favor de “esta tesis
(consistente) en el rol impulsor y excitador que la presencia del foco crea en
la conciencia de las masas oprimidas”, PO señaló que el mismo sustituía y
negaba la naturaleza del partido y —en la medida que se concibe como
independiente de toda organización partidaria— llegaba a implicar la negación
del proletariado como única clase revolucionaria. Puede notarse tempranamente,
que la organización homologó el foco con lucha armada, afirmando que el ejemplo
que inspiró a las distintas variantes del foco fue la revolución cubana, en
donde “se ha tomado (…) la lucha armada en la sierra y se lo ha aislado del
conjunto”. En este sentido, lo que se impugnaba al foco no era la violencia
sino el hecho de que rehuía del trabajo político en las filas de la clase obrera,
desentendiéndose de la cuestión programática y de dirección.
La estela del POR Masas (POR-M) en PO sobre la “cuestión
foquista”
Podría conjeturarse que la falta de una experiencia teórica y militante
previa anclada al campo trotskista predispuso a la incipiente PO a nutrirse y
asimilar argumentos y posiciones político-teóricas de otras corrientes
trotskistas —incluso de su adversario morenista— para subsanar dicho déficit.
Creemos que la influencia del POR-M boliviano, de extracción trotskista y presidida
por el dirigente Guillermo Lora, es un caso que se corresponde a nuestra
premisa. Así, el POR-M permeó a la joven organización[9]
pero no en todos los órdenes[10]. La
producción de Lora fue leída por los militantes argentinos, sirviéndose de sus
críticas al foquismo pero transmutándolas como críticas a la “lucha armada” en
general. En contraste, Lora esbozó controversias en un sentido político-metodológico,
pues consideraba necesaria la guerrilla en la futura realidad política
boliviana. A partir del relevamiento de prensa para este recorte temporal,
pudimos advertir que fue frecuente en PO la reproducción de algunos artículos
del periódico Masas e incluso la
venta de algunas de sus obras[11]. Aunque
no sólo en estos ámbitos de visibilización pública se expresó dicho ascendente[12]. Para
la formación teórica y programática trotskista de los militantes se valieron de
folletos del dirigente altiplánico. En la memoria de un militante de aquella
época, dicha influencia del POR-M nos fue reconocida:
Yo me acuerdo del seguimiento muy estrecho de todas
las noticias que llegaban de Bolivia. Tengo presente que se hacían algunos
cursos de formación política al interior del PO con un material sobre la
Revolución permanente que había elaborado Lora. Un pequeño folleto donde él
rastreaba los antecedentes de la revolución permanente en Marx y luego lo
tomaba en Trotsky analizando el proceso revolucionario de 1905 en Rusia y, por
supuesto, en 1917. Para mí, eso era importante[13].
En otro testimonio, y determinando un peso aún mayor, un militante
contemporáneo que se unió en los ´70 ha ido más lejos considerando que “PO
llegó al trotskismo por Lora y el POR-M”[14].
Notamos que las memorias en torno a la permeabilidad del POR-M en el PO son
dispares.
En 1966, el POR-M había sido asesorado por Allende y participó en la
conferencia Tricontinental en La Habana como parte de la delegación CODEP[15]. Lora y
su frente habían sido excluidos. De este modo, reponer en las posiciones de
Lora implica tener presente el conocimiento más cercano en comparación a los de
PO, que se basó en documentos de segunda mano para elaborar sus definiciones
(como los periódicos Marcha y Época, ambos uruguayos).
En relación al POR boliviano, tanto el POR Masas (POR-M) y el POR Combate
(POR-C), habían defendido entusiastamente la revolución cubana, aunque
el POR-C iba un poco más allá, apoyando a la dirección fidelista. En
1964 en el marco del golpe del Gral. Barrientos, el POR-M defendió la
permanencia de las milicias obreras y campesinas creadas en la revolución del
´52. El POR-M fue favorable a la tesis de que simultáneamente a la
puesta en acción de la organización de las milicias debía asimilarse la lucha
guerrillera. O sea, no la rechazaba por principio sino que la entendía a la
manera leninista, como un recurso más de lucha, subordinado a la estrategia
insurreccional y bajo la dirección del partido de la clase obrera. Para Lora,
la estrategia insurreccional no obstaculizaba la formación de organismos
guerrilleros, pero éstos debían ser siempre subsidiarios de la estrategia
insurreccional partidaria[16].
Los nudos críticos más sustanciales de Lora al foco se encuentran en el
libro Revolución y foquismo. Balance de
la discusión sobre la desviación “guerrillerista”, que
reúne artículos escritos entre 1963 y 1972, periodo en el cual el foquismo
hallaba mayor arraigo en las direcciones revolucionarias. Allí, acometió la
tarea de diferenciar guerrilla y foco. La primera sería una actividad propia de
las masas explotadas librando una guerra informal contra el ejército y el
Estado; en este sentido, la guerrilla sería el brazo armado de los explotados.
El segundo se organizaría y actuaría, en su concepción, “al margen de las
masas, buscándolas suplantar y creyendo que empuñando el fusil reemplazarían al
partido político y resolverían el problema de la conciencia de clase”. Esta
última crítica será retomada literalmente por PO para elaborar su propia
representación sobre la cuestión guerrillera. Lo que habría hecho el foquismo
según Lora fue trastocar la táctica por la estrategia, por lo que sería
equívoco reducir la violencia revolucionaria a una cierta forma de lucha armada (2011: 60-78). Se evidencia aquí como el lorismo identificó al foquismo como una táctica, entre
otras, de la lucha armada. Si bien PO estuvo influenciado por el POR-M,
no cabría adjudicar que entendió y compartió los argumentos del dirigente
boliviano, ya que Lora diferenció al foquismo de lucha armada.
Otro afluente teórico-político de PO en el que se apoyará para
interpretar al foquismo, fue la corriente “morenista”[17]
en Argentina. Si bien no explícitamente asumido, PO siguió los debates e
incluso utilizó algunos de los argumentos de Palabra Obrera y luego Partido
Revolucionario de los Trabajadores – La Verdad en torno a su distancia al foco
(Díaz, p. 20). Explorando el paradigma de la revolución cubana y sus efectos en
Palabra Obrera, Mangiantini ha puesto de relieve el
envío de militantes a realizar entrenamiento a la isla, pasando por álgidos
debates internos, hasta las rupturas de Ángel Bengochea y Daniel Pereyra
(2014a: 40). Creemos que PO tomó elementos de la discusión de Moreno con
Santucho respecto al “foco”, antes de la ruptura del PRT en 1968.
PO y sus lecturas sobre las guerrillas latinoamericanas. Las
experiencias guatemalteca y boliviana
PO siempre
que exploró el carácter político de los grupos guerrilleros miró sus aspectos
programáticos. Si bien uno de los mayores acercamientos de PO al foquismo fue
el apoyo al Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre (MR-13) guatemalteco,
pensamos que un apoyo más orgánico fue la OLAS. Empero, esos acercamientos ya
eran palpables a finales de 1965 y 1966.
En el caso de
Guatemala, a mediados de 1963, por necesidades logísticas los guerrilleros del
MR-13, liderado por el capitán Marco Yon Sosa, se
acercaron a los trotskistas posadistas guatemaltecos
y mexicanos. Estos proporcionaron ayuda y se introdujeron a la guerrilla. A
partir de esta influencia, en 1964 el MR-13 adoptó un programa socialista[18].
Al cumplirse el 5° aniversario del MR-13, PO reprodujo sus declaraciones (PO N° 5, enero-febrero de 1966, pp.
28-29) y lo apoyó valuando que era la dirección de masas más consciente y
avanzada de Latinoamérica por sus ligazones efectivas con las masas (PO N° 3,
agosto-sep. de 1965). En 1968 PO percibió
como positiva la ruptura de las Fuerzas Armadas Rebeldes[19],
de espíritu netamente foquista, con el Partido Guatemalteco del Trabajo, que
pretendía dirigir la guerilla desde las ciudades,
negándose a incorporar sus cuadros militares y desconociendo el liderazgo de
César Montes tras la muerte de Turcios Lima (PO N° 28, 25/3/1968, pp. 18-27; PO N° 26, 15/2/1968, pp. 23-25). Desde
la perspectiva de PO, las FAR no sólo rechazaban la teoría del “tránsito
pacífico” al socialismo, sino que luchaban por imponerle un carácter clasista a
la lucha armada y no se limitaban a plantear el desarrollo del foco armado (PO N° 27, 7/3/1968, pp. 18-22). Allí, PO
resaltaba el acercamiento entre las FAR y el MR-13 que se había definido por un
programa socialista, puesto que
Ni
las FAR ni el MR-13 intentan hacer foquismo, copiando (…) abstractamente a Cuba
(…), sino organizar a las propias masas en el terreno y en el curso de la
guerra civil. La guerrilla organiza comités campesinos, los que hacen las veces
de bases revolucionarias para la información, el abastecimiento y el
reclutamiento en toda esta primera etapa de lucha (op.
cit., pp. 20-21).
En su mirada,
PO estimaba oportuno que tanto el MR-13 como las FAR hayan apelado a la
propaganda armada entendida como un atributo que se oponía al foquismo. PO,
pensaba que era “denigrada por los foquistas (Debray, que repudia la propaganda
armada porque se mueve en el terreno de la lucha armada en abstracto)” (ibídem.
p. 21). Allí, PO aludía a Montes de las FAR quien le atribuía a la propaganda
armada un papel clave en la tracción campesina (pequeños propietarios y
medieros) a la revolución. En verdad, la cuestión de la propaganda armada
estuvo presente en las premisas metodológicas de la lucha guerrillera del Che
tanto en sus escritos de 1960, como de 1967 en su mensaje a la Tricontinental[20].
Puede notarse aquí que PO leyó al foco a través de las teorizaciones del
filósofo francés, que en 1967 había sugerido desechar la propaganda armada en
el continente porque destruiría “esa acumulación de fuerzas” que generaría el
foco.
A su vez, PO
defendió los atentados guerrilleros de ajusticiamiento en los centros urbanos,
amparados por la “bárbara matanza cotidiana de militantes y ciudadanos por la
policía, ejército y grupos de derecha[21].
Tenemos la impresión que PO apoyó al MR-13 no por su política claramente guerrillerista, sino por su acercamiento —a través del posadismo— al trotskismo y por los blancos de ataque del
que fue objeto el MR-13 por Debray[22].
De hecho, reprodujo la entrevista a un miembro del MR-13, en donde éste
aseguraba que la contribución del posadismo fue
“acortar el camino al programa socialista” (PO
N° 28, 25/3/1968, p. 32).
En el proceso
boliviano, la primera alusión sobre la guerrilla de Ñancahuazú
data de julio de 1967. Algunas posiciones que hizo públicas el POR-M,
coincidentemente, PO las tomó como propias para elaborar una definición. Al
enterarse de la guerrilla, el POR-M desde la clandestinidad de los campos de
concentración selváticos del barrentismo, prestó un
decidido apoyo. En su periódico Masas explicaba
que
1.
El movimiento guerrillero no resuelve por sí sólo el problema número uno del
proceso revolucionario (…): el problema de la dirección, como tampoco puede
colocarse al margen de la situación política del país (…). 2. En este momento
de definiciones, el POR dice públicamente que se solidariza y apoyaba al
movimiento guerrillero (…). Se asume esta actitud sin previamente considerar su
fortaleza o debilidad, sus virtudes o defectos (…). Los guerrilleros, pese a
(…) las limitaciones (…), son parte de la avanzada armada del pueblo (…)
Nuestro homenaje de admiración al valor demostrado por los guerrilleros en su
titánica lucha contra el gorilismo y las huestes
yanquis (Lora, 2011: 184-185).
Puede notarse
que el POR-M no fue refractario a la lucha guerrillera. Cuestionando la validez
como “única forma de lucha”, solo en determinadas condiciones y temporalmente,
podría llegar a convertirse en el método de lucha preeminente.
Al enterarse
de la guerrilla, PO compartió una declaración que desde la clandestinidad
escribió el dirigente Hugo Moscoso quien, con Lora, formaba parte de la Sección
Boliviana de la IV Internacional. En los años ´60, el POR-C, bajo la égida de
la IV Internacional, había asumido la estrategia foquista del guevarismo y
promovido el ingreso de sus militantes al ELN boliviano. En esa línea, el
comunicado de las dos fracciones, estimaba que el movimiento guerrillero no era
una trasposición mecánica de la experiencia cubana. En Bolivia, según el
comunicado, los guerrilleros habrían surgido como “culminación natural” de los
procesos políticos internos. Por ello, era imperiosa la tarea de los
revolucionarios de agudizar esta lucha, defenderla y extenderla. En efecto, PO
apoyó las acciones de los combatientes de Ñancahuazú,
pero siempre en la línea del manifiesto
de que las ciudades se volvieran sus
bases de apoyo. La mayor ayuda que podía bridársele, continuaba el comunicado,
era hacer avanzar las luchas de las masas urbanas, de mineros, obreros y
campesinos por sus propias reivindicaciones y preparar comités clandestinos y
milicias armadas, debiendo reaparecer en los sindicatos. Así, las masas
bolivianas, debían partir del nivel de experiencias que las habían llevado a
sus conquistas más recientes (PO N°
18, 19/7/1967, pp. 4-5). El manifiesto reclamaba a la guerrillera tomar como
base la experiencia de lucha de los mineros que habían sido claves en la
revolución de 1952. En ese sentido, se exigía una mayor atención a la
especificidad nacional, asunto que el foquismo habría subestimado, al tiempo
que se apoyaba la guerrillera presente.
Cuando se
conocieron las noticias de las ejecuciones de combatientes y la del propio Che,
PO reflejó desde su tapa de prensa en noviembre de 1967, Viva el Che Guevara. Ante su muerte, la comandancia del ELN había
quedado en manos del “Inti” Peredo[23]. Allí se repudiaban los homenajes,
hechos por los PP.CC. latinoamericanos y la URSS a su figura ya que, desde el
punto de vista de la organización, la derrota del ícono de la guerrilla
latinoamericana había sido por “la traición del PCB”. PO se refirió tanto a la
OLAS como a la guerrilla puntualizando que era necesario discutir el balance
político que dejaba la experiencia boliviana, para “encarar conscientemente la
reorganización de la lucha revolucionaria y guerrillera en el Altiplano”. En
tal sentido, la dirección de la OLAS no debía reducir lo ocurrido a un inventario
de deficiencias técnicas (PO N° 21,
2/11/1967, p. 2). Su apoyo no la dejaba exenta de reprochar que en ese embarque
guerrillero, si estaba desplazada “la perspectiva de una táctica que no pise
firme en la tarea de construir el partido revolucionario, de reagrupar a la
vanguardia minera y de atraer a la vanguardia de los campesinos más pobres y
más explotados” se caería en vano, por lo que era clave reformular la política
estratégica (ibídem).
En 1968, Lora
editó Revalorización del método de las
guerrillas, momento en el cual la estrategia del foco se acrecentaba tras
la muerte del Che. Desprovisto de una mirada denigratoria, el histórico
dirigente del POR-M, exhortaba a asimilar críticamente “la rica experiencia del
fracaso de Ñancahuazú”. La lucha armada sería central
para la revolución boliviana y, por ello, el método de la lucha de las
guerrillas se incorporaría definitivamente al arsenal revolucionario, señalaba
Lora[24].
En noviembre,
cuando la guerrilla se encontraba prácticamente desarticulada y los pocos
sobrevivientes intentaban cruzar a Chile, PO reprodujo nuevamente un artículo del POR-M donde se exigía una
“recapacitación” sobre el balance que dejaba la estrategia foquista. Igualmente,
el artículo reclamaba respaldarla, fortalecerla, sacarla del aislamiento
y ligarla con el movimiento de masas de las ciudades. Respecto a la cuestión
campesina, creemos que PO subestimaba los significativos lazos
políticos-clientelares que había enhebrado Barrientos[25]
—cuyo corolario fue el pacto militar campesino (PMC)— con el campesinado, estableciéndo que “no había ninguna razón” para que los
campesinos pudieran apoyar al régimen militar. Para el POR-M, las masas
campesinas “estaban contra la dictadura y decididamente a favor de la
guerrilla”, pero todavía eran incapaces de movilizarse. Para ello era necesario
hacer avanzar las luchas campesinas (PO
N° 22, 23/11/1967, pp. 30-34). El PMC sería central en la estrategia barrentista de desactivar el foco rural, no sólo por el
escaso apoyo que tuvo el ELN sino también porque los sectores rurales bolivianos
actuaron —como observa el historiador Rodriguez Ostria— como los ojos
del Estado delatando el paso guerrillero y retaceando su apoyo en alimentos
y combate (2018: 80). En el mes posterior, a partir de un reportaje del
periódico norteamericano trotskista The Militant¸ se reforzaba la visión de la traición del PCB[26]
junto a los “errores de la guerrilla” por haber dejado incorporar elementos “lumpenproletariat”, gente no probada e incapaz de soportar
pruebas de una prolongada lucha guerrillera (PO N° 23, 14/12/67, pp. 23-24). A mediados del año 1968, cuando
Barrientos volcaba la situación político-militar en su favor haciendo perder
capacidad de acción y fuerza al foco, se vaticinaba que en Bolivia “no sólo los
de arriba ya no pueden seguir como hasta ahora sino que los de abajo ya hace
mucho que no quieren vivir como vivían y viven”. De este modo, se consideraba
que el gran problema, seguía siendo la ausencia de una dirección
revolucionaria. En consonancia con los análisis que Lora promoviera en 1963 en Las guerrillas: la concepción marxista
contra el golpismo aventurero[27],
se apuntaba a que la guerrilla debía ser parte de la insurrección.
Una vez
conocido el manifiesto de Inti, PO lo
reprodujo en su prensa para cuestionar el relanzamiento del foco guerrillero
con aval cubano. Allí, Inti concluía que no se buscaba organizar ni ser el
“brazo armado” de un partido político, porque el foquismo en transcurso de
reiniciación sería capaz vencer al ejército, al tiempo de “crear” a los
dirigentes. Sin embargo, decía que la lucha de las ciudades debía coadyuvar a
la acción guerrillera pero que, fiel al arquetipo guevarista y las resoluciones
de la OLAS, esta no podría dirigir la guerrilla, sino el grupo armado de
vanguardia del ELN (PO N° 34,
5/8/1968, pp. 2-3). En este sentido, PO entendió que la debilidad de la
concepción foquista radicaba en creer “que la reorganización política de las
fuerzas bolivianas revolucionarias iba a ser el subproducto de la lucha armada
pura”. El foco, en la visión de PO, no crearía al partido, sólo podría
sobrevivir y desarrollarse como parte del programa del partido revolucionario.
Así, se asimilaban las concepciones teóricas del POR-M en torno a las críticas
al paradigma guevarista.
En el 1° aniversario
de la muerte del Che se balanceaba que la perspectiva del movimiento de masas y
su futuro no estaban en la “construcción del foco aislado, esclarecido y
armado”, sino en la constitución del partido revolucionario de la vanguardia
obrera. Para la organización argentina, Fidel y el Che habían opuesto el foco
al partido, pero entendiendo como tal partido a la burocracia de los PP.CC. En
su cosmovisión, PO creía necesario la intervención a partir de la experiencia política
cotidiana de la vanguardia. Por el contrario, el guerrillerismo creía que tenía
el poder de suprimir dicha experiencia y fundar las condiciones subjetivas de
la insurrección. Esto traería como consecuencia, para el reducido grupo de
trotskistas argentinos, el aislamiento descomunal de los focos guerrilleros y
es lo que explicaba la derrota del Che (PO
N° 37, 30/9/1968, pp. 2-3). Paralelamente, a pesar de la aversión castrista al
burocratismo stalinista, fue un error intentar pactar
una y otra vez con tales burocracias para desarrollar la lucha armada, así lo
demostraba Bolivia, sentenciaba PO. Ya en el 2° aniversario de la muerte del
Che, se balanceaba que la derrota en Bolivia se debió tanto a la “insuficiente
compresión histórica del Che y de la dirección castrista” como de los acuerdos
con los stalinistas en la Tricontinental que
devinieron en “traición”, quedando el Che aislado y sin contacto con las masas.
Seguidamente, se afirmaba que la OLAS se habría hundido irremisiblemente con la
extinción de la guerrilla en Bolivia, ya que su desconfianza en la clase
obrera, su excesiva seguridad en la “fuerza pura de un aparato” y “su acción
ciega”, se constituyeron en la raíz del fracaso foquista (PO N° 59, 20/10/1969, pp. 6-7).
En suma, la
falta de conexión entre las acciones bélicas de los guerrilleros y las
movilizaciones masivas, fueron uno de los aspectos más débiles del movimiento
revolucionario. Fue la falta de vinculación entre el partido de la clase obrera
y Ñancahuazú. Ponderando también la virtud del
enemigo en la represión, es decir, de las FF.AA. barrentistas,
la influencia norteamericana y el apoyo de los gobiernos conosureños
a la lucha antiguerrillera, Lora llamaba a pensar la cuestión del Comando Único
de las fuerzas revolucionarias. Esa función debía cumplirla la OLAS, superando,
según él, su sectarismo; había que reestructurarla ajustándose al centralismo
democrático. Otro de los aspectos que Lora criticará a Debray fue el hecho de
descartar la autodefensa armada —el armamento de la clase obrera alrededor de
los sindicatos que apuntalen la acción directa incluyendo a las milicias
obrero-campesinas— para Bolivia y Latinoamérica. Este método de lucha habría
triunfado en la revolución del ´52 y era una herramienta central en la
concepción de Lora.
La delimitación con el PRT (EC) y PRT (LV) sobre la lucha
armada
En 1968 PO
disentía con el PRT recientemente escindido, acerca de que en Argentina se
estaba a las puertas de una “guerra civil revolucionaria” y lo acusaba de “terrorista”,
aunque no descartaba que la estrategia para la toma del poder por parte de la
clase obrera siguiera pasando por el camino de la lucha armada. Sin embargo en
su mirada, en Argentina todavía no se había llegado a un nivel de la lucha de
clases que refrendara el armamento de una fracción de la clase obrera (PO N° 24, 4/1/1968, p. 17), aunque había
que enseñar el manejo de las armas a los cuadros partidarios; esa era una forma
“de ir rompiendo las vallas entre el hombre y el fusil” (ibídem.).
No
estamos por la lucha armada en abstracto sino por la insurrección, el
levantamiento armado, el armamento de las masas (…) El PRT señala que ha sonado
el momento de la lucha armada sin hacer planteo insurreccional (…) su posición
se reduce al terrorismo (…) o al foquismo planteado por el Che o Debray, que es
el único planteo insurreccional conocido hoy en América Latina (…) (ibídem).
PO siguió
otorgándoles un mismo razonamiento tanto al PRT-EC y el PRT-LV respecto a la
lucha armada, calificándolas de “neoputchistas” y
“subjetivistas incorregibles”. En el siguiente apartado, puede advertirse la
reapropiación lorista de PO sobre la negativa a “la
importación del grupo guerrillero” en las distintas realidades nacionales.
Cuando
la clase intenta dar una salida frente al derrotismo (…) los putchistas la califican de aventurera, ¿qué se creen? ¿Que
los activistas están esperando sus mesiánicos “focos” (…) para darse una
actividad de clase, antidictatorial? (…) es una (…) aventura importar métodos
armados traídos por pequeñoburgueses y (…) como una extensión de la lucha
puramente sindical (PO N° 29, 15/4/1968, pp. 8-10).
La adhesión
del PRT-EC a la línea de la lucha armada, a través de un foco selecto y
disciplinado, obedecía en PO “al paso del “putchismo”
a la “política” que intentaba hacer socialismo revolucionario sin proletariado
y sin partido”. Para dicho partido, las “huellas morenistas” en el PRT-EC
seguían todavía vigentes en la cuestión de la lucha armada, al punto que a
ambas fracciones le atribuía una idéntica concepción.
La
función de la lucha armada (…) nunca pasó de ser en ellos [Moreno] un arma
de propaganda, como medio de ponerse a la vanguardia de la [1°] Conferencia de
la OLAS, en forma oportunista. La concepción armada del PRT unificado, y luego [PRT-EC],
consistió en una concepción sobre la insurrección, y de una concepción sobre la
lucha armada como extensión y apéndice de la actual lucha sindical. En
una palabra, “el reformismo y los fusiles” (PO N° 32, 1/7/1968, pp. 30-31).
Influenciada
en 1968 por las luchas insurreccionales que desplegaban los estudiantes
franceses con la dirección de la Juventud Comunista Revolucionaria (JCR), dirigidas por el SU de la IV Internacional,
PO agitaba planteos tales como los de formar comités de acción obreros-estudiantiles
y ocupaciones de fábricas con rehenes (PO
N° 31, 10/6/1968, pp. 1-32). Tras el paro de la CGT-A el 28 de junio y en los
aires fuertemente represivos de la dictadura de Ongania,
planteó la creación de una red de comités barriales que combinaran su
funcionamiento clandestino con otro más abierto para organizar la resistencia.
El movimiento popular y sus demandas triunfarían sólo si podía voltear al
gobierno a través de la insurrección. Por ello, “el primer paso son los comités
de resistencia por fábrica y por zona, el frente obrero-estudiantil en la línea
de los acontecimientos franceses” (PO
N° 32, 1/7/1968, pp. 3-5).
Para 1969, si
bien ya no les imputaba las mismas concepciones sobre la lucha armada, el matiz
de divergencias político-estratégicas entre ambas fracciones no fue (o no quiso
ser) advertido por PO que, cuestionando al PRT-EC de Santucho por la intención
de crear el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), brazo armado del partido,
confundió lucha armada y foquismo. En sus palabras: “el partido armado (…) equivale a decir, partido más foco,
desconociendo así la construcción del partido marxista” y actuando por fuera de
las masas (PO N° 59, 20/10/1969, p.
8)[28].
La Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) y las
expectativas de PO:
Desde 1950,
la teoría bolchevique de organización revolucionaria se vio enriquecida y
confrontada por una oleada de revoluciones en una geografía pronto unificada
bajo el concepto de “tercer mundo”. En ella, el campesino aparecía como parte
de la alianza revolucionaria y la “cuestión armada” tomó un protagonismo
significativo. Así, se puso en cuestión la forma de organización que debía
adoptar el sujeto revolucionario, sin renegar del leninismo. Luego del triunfo
de la revolución cubana, estos enigmas alcanzaron su mayor esplendor a una
escala global, en 1966, con la organización de un evento internacional que
intentó constituir una coordinadora de luchas revolucionarias, la Organización
de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAL) que
había surgido de la I Conferencia Tricontinental. Explorando las producciones a
nivel global y latinoamericano sobre la Trincontinental
y la OLAS, Stella Grenat ha subrayado que dichos
eventos buscaron no sólo proyección internacional sino también disputar la
hegemonía de quienes otorgaban un rol central al partido (Grenat,
2020: 287-317).
Por esta
razón, en julio de 1967 en La Habana, se llevó a cabo la I Conferencia de la
OLAS. El historiador Aldo Marchesi ha examinado el carácter y puesta en marcha
de la OLAS para la coordinación y centralización de lucha armada que llevarían adelante las diversas
organizaciones revolucionarias en la región conosureña
de América Latina. La posición
cubana terminó imponiéndose en la I Conferencia[29].
La serie de intervenciones estadounidenses, incluidas Bahía de Cochinos, la
incursión militar en República Dominicana y los diversos golpes de Estado entre
1961-66, eran suficientes para los cubanos. De ahí que, para la OLAS, la única
respuesta posible a la “continentalización desde
arriba” por medios imperialistas era la “continentalización
desde abajo” por medios revolucionarios. La delegación argentina había contado
con las presencias del dirigente de la izquierda peronista J. W. Cooke (MRP)[30],
quien habló en representación de la delegación. También participaron G. Elorrio
de C y R, J.C. Coral por el PSA, G. Rearte de la J.R.P, J. Vazeilles
del MALENA, el secretario general del sindicato de Prensa E. Jozami y miembros del PCA[31].
El PRT, solicitó integrarse y nunca recibió respuesta.
PO no fue
ajena a esta situación, el primero en indicarlo fue Coggiola[32].
Utilizando artículos de los periódicos de la organización de 1971 que eran más
bien distantes de dicha experiencia, estimó que PO apoyó a la OLAS criticando
al foquismo, ya que en sus inicios señaló “la incompatibilidad del castrismo
como programa y método, con la IV Internacional, lo que no significaba dejar de
reconocer en él, en esos años, una corriente revolucionaria”. En 1967-68, continúa,
su consigna fue: “por una OLAS de la vanguardia obrera y campesina (Coggiola, p. 209).
Sin embargo,
la referencia más sistemática que encontramos en la prensa partidaria de
septiembre de 1967, fue saludada con loas y constituyó el mayor intento de acercamiento
de PO al paradigma guevarista solicitando su ingreso. Según se desprende, las
posiciones de los dirigentes fueron homogéneas en el apoyo a la iniciativa
castrista: “la línea de este artículo fue aprobada por unanimidad en reunión de
Dirección Nacional ampliada”. Para A. Guillis, uno de
sus fundadores, esta no fue para el partido una época caracterizada por
tensiones, sino de homogeneidad[33].
Respecto a las características programáticas que presentaba la OLAS, se
advierte en la visión de PO, el salto cualitativo en comparación a la III Internacional de cuño stalinista y se
denunciaban los intentos soviéticos de bloquear la política de lucha armada. La
OLAS era, en la visión de PO, un movimiento con influencias en las masas y la
dirección de un Estado Obrero que, por primera vez, “se acercaban en una gran
medida a la tesis de la revolución permanente”. Por ello, en correspondencia a
las resoluciones de la OLAS y al programa del trotskismo, se arrimaba bastante
ya que proclamaba la unidad entre la revolución democrática-antiimperialista y
la revolución socialista mediante la dictadura proletaria. En este sentido, PO
hacia suya las posiciones que ya había esgrimido Moreno en 1962 (Mangiantini, 2018, p. 45). A su vez, destacan las políticas
contrapuestas que habrían significado la dirigencia soviética por un lado, y la
dirigencia castrista, por el otro.
[El]
carácter histórico esencial consiste en que, por primera vez, (…) un movimiento
con influencias en las masas y la dirección de un Estado Obrero se aproximen en una gran medida a la tesis
de la revolución permanente, (…) que proclama la unidad entre la revolución
democrática-antiimperialista y la revolución socialista mediante la dictadura
proletaria, y se aproxima al programa [de] Trotsky para América Latina (…) La
conferencia de la OLAS ha generalizado el carácter de la propia revolución
cubana, dándose programáticamente carta de ciudadanía internacional… [Y creando
así] un organismo revolucionario continental. El significado político (…) de la
OLAS y su programa consiste en representar la única alternativa internacional
de carácter revolucionario existente (…). La solidaridad política de [PO] con
este planteo y nuestra lucha, propaganda y agitación a favor de la construcción
del partido obrero revolucionario en América Latina, responde por entero a la
política de (…), impulsar y profundizar la estrategia revolucionaria (de) la
OLAS. [La] OLAS representa una alternativa (revolucionaria que) ha concitado la
más fiera represión imperialista, [y] el ataque político de la burocracia
soviética y sus seguidores (…) La OLAS y
el estalinismo internacional pro-soviético siguen dos cursos políticos
contrapuestos al de la revolución la primera, el de la contrarrevolución el
segundo (PO N° 20, 8/9/1967, p. 30)[34].
Por todo
esto, consideraba que no había “senda pacífica” que valga, sino la insurrección
armada como la forma suprema de la lucha revolucionaria de la clase obrera. Por
romper con la coexistencia pacífica el castrismo, en la cosmovisión de PO,
había asumido la responsabilidad objetiva de “plantarse como partido
revolucionario independiente y contrapuesto (…) al stalinismo”
(ibídem.). En relación a la concepción foquista
asumida por la OLAS y tomando como ejemplo la guerrilla del EGP argentino, PO
percibía al foco como “desligado de las masas y que nada tenía que ver, ni
teórica ni prácticamente con la guerrilla como forma de la guerra de masas
campesinas o de resistencia nacional”. Así, “los focos sin ligazón a un
movimiento político real de envergadura nacional o nunca existieron o abortaron (Argentina). El M-26J, era
mucho antes de la guerrilla una fracción nacional del Partido Ortodoxo, [el]
más popular de la pequeño burguesía ciudadana” (ibídem).
A su vez, PO
aseveraba que América Latina se hallaba ante un repliegue del movimiento de
masas. En ese marco, ¿qué era el foquismo? “un intento de llenar el vacío
dejado por ese retroceso sin acometer la tarea de reorganizar a la vanguardia
de las capas oprimidas (….), suplantándola por la acción voluntarista de un
grupo pequeño burgués armado”. En tal sentido, PO sostenía que “combatía al
foquismo” porque en la práctica constituiría, “un programa de acción para el
estudiante que concibe su destino revolucionario desgajándose de su clase pero
sin entroncar con la lucha proletaria” (PO N° 20, pp. 45-47). En diciembre de 1967,
con el Che ejecutado, se refieren al
foco como el desarrollo unilateral de la lucha guerrillera y al margen de la
agitación revolucionaria y organización de masas. Con todo, había “que
alinearse internacionalmente con la alternativa revolucionaria de la OLAS y (…)
clasistamente por la reconstrucción del partido obrero revolucionario, que es
el que llevara esa alternativa a la victoria (PO N° 23, 14/12/67, pp. 1-4).
A fines de
1967, la dirección de PO se autocriticó el hecho de haber retrasado su ingreso
en la OLAS. Por eso, inició gestiones para incorporarse, con vistas a realizar
un congreso a mitad de 1968 en donde se discutiera la política del organismo
continental y se agitaran sus planteos en talleres, fábricas, universidades,
etc. Bajo el VIII Congreso de la FUA, liderado por la Federación Juvenil
Comunista en discordia con la política reformista que aplicaba su propio
partido[35],
PO colocó a través de su organización estudiantil TESR[36],
el planteo de apoyo a la OLAS donde no admitía puntos grises, sintetizado en
polos tales como: coexistencia pacífica o lucha revolucionaria, socialismo en
un solo país o revolución continental y revolución por etapas o revolución
socialista. Allí, se recriminaba que la dirección estudiantil viera a la OLAS
como un organismo más de solidaridad, según PO “algo así como la LADH,
quitándole toda significación a su programa y a su política” (PO N° 24, 4/1/1968, pp. 30-31). En este
sentido, se pretendía que la FUA y su dirección dieran un apoyo programático
más explícito.
Tras el 9°
aniversario de la revolución cubana, PO destacó que el nacimiento de la OLAS
fue una muestra de que la revolución cubana había dado lugar a una dirección
revolucionaria y socialista independiente de los aparatos burocráticos que
dominan en el terreno internacional. Por consiguiente, había que incorporarse a
la OLAS para impulsar este curso y cristalizarlo en cada país construyendo
partidos obreros revolucionarios (ibídem). Con una visión que creemos
impresionista —dado que la premisa guevarista promovía una unidad de las luchas por sobre las diferencias políticas—, que mostraba más los anhelos de la propia
PO antes que de la OLAS, se afirmaba
que “la OLAS combatía a muerte a los reformistas y claudicantes que pretendían
engañar a los obreros y campesinos de América Latina en las posibilidades
“progresistas” de los capitalistas nacionales” (ibídem.) Como se ve, a pesar de
sus críticas al foco, PO no ponía en cuestión este aspecto a la hora de
defender a la OLAS, sino el acercamiento castrista al stalinismo.
Definitivamente,
PO nunca ingresaría a la OLAS. Puede pensarse que a mediados de 1968 y
principios de 1969, el mayor alineamiento de Castro a la dirigencia soviética —expresada
en particular por el apoyo cubano a la invasión a Checoslovaquia— haya
ocasionado en PO un replanteamiento sobre si la dirigencia castrista seguía
abrigando una “alternativa revolucionaria y socialista” acaudillada en la OLAS.
En 1969 revería su posición en relación a las expectativas positivas del bienio
1967-1968, ya que el intento más importante de romper internacionalmente con la
hegemonía de la burocracia stalinista fue la OLAS,
actualmente “ha entrado rápidamente en el estancamiento”, sostuvo PO. A la luz
de los fracasos de los grupos armados en el continente y en especial la
experiencia boliviana, políticamente PO se apartará aún más. En este cuadro
apuntó que la OLAS había nacido como una reacción a “la coraza que imponían las
direcciones nacionalistas y comunistas” en América Latina, pero gestándose no
como una alternativa para construir partidos obreros revolucionarios, sino para
apoyar e incrementar las organizaciones “puramente foquistas”. La OLAS habría
planteado “la lucha armada contra el imperialismo” por fuera de la experiencia
y actividad de la vanguardia obrera y campesina. En este sentido,
Mal
podría en estas condiciones jugar el rol de partido internacional. (…) sólo
este rol le estaba abierto a la OLAS; habiéndolo rehusado por su concepción
foquista, entró en el más completo aislamiento. Reclamamos (…) a menos de dos
meses de la segunda conferencia de la OLAS (…) un examen autocrítico de toda la
actividad (…) (Archivo CPM, Mesa B, Factor Gremial, Carpeta Actividad
panfletaria, Folios 56-57; PO N° 50, 21/4/1969).
Podría decirse
que el mayor quiebre y alejamiento en las posiciones de PO se daría con las
jornadas del Cordobazo, donde el partido apostaría por una radicalización de la
lucha urbana obrero-estudiantil y a una mayor inserción en el movimiento
obrero, en línea con ese curso insurrecionalista. El
ingreso a los años ´70, expresaría una persistente toma de distancia respecto
al castrismo y a las exceptivas favorables con las que se expidió en sus años
formativos.
Consideraciones finales
El presente
artículo intentó presentar las posiciones de una joven y pequeña organización
del llamado campo de la “izquierda no armada” ante las guerrillas
latinoamericanas, a partir de los casos de Guatemala y Bolivia y también sus
concepciones sobre la OLAS. A partir de los mismos, hemos podido constatar que
PO no rehuyó del debate sobre el foquismo, táctica hegemónica en la izquierda
latinoamericana de los años ´60. En el caso guatemalteco, su apoyo al MR-13
estuvo asociado a la ligazón de éste con el trotskismo posadista,
la adopción de un programa socialista revolucionario y el alejamiento del PGT,
que PO veía ya “burocratizado”. En el caso boliviano, se hizo eco y asimiló
algunas críticas del lorismo al guerrillerismo en Ñancahuazú. En especial aquellas que impelían a los
guerrilleros a unificarse con las luchas de los mineros en las ciudades y que
criticaban que el foco acumularía la fuerza social necesaria para hacer la
revolución.
Por otra
parte, la creación de la OLAS se comportó como el suceso más sobresaliente en
la internacionalización de la estrategia foquista de cuño guevarista y, en el
intento de acercamiento de PO a dicho paradigma, siempre condicionado a un
replanteamiento político estratégico, organizativo y de alianzas. Su respaldo e
incluso militancia a favor de la OLAS, estuvieron siempre condicionadas a que
dicho organismo se despegara (e incluso rompiera) del stalinismo y
que asumiera una perspectiva en la construcción de partidos obreros
latinoamericanos que se insertaran en el movimiento proletario.
Al haber
leído al foquismo a través de Debray, se crearon imágenes distorsionadas sobre
la lucha armada, llegando incluso a confundir todas las formas de acción armada
con el foquismo —que fue solo una táctica—. Hemos visto que al haber estado
desprovisto de una experiencia teórica y militante previa en el trotskismo, esa
falta de experiencia intentó ser subsanada con la asimilación de las críticas
de otras corrientes del trotskismo conosureño al
foquismo —como el lorismo y el morenismo—.
El mayor alineamiento del castrismo con Moscú, más la derrota del Che Guevara
en Bolivia y las jornadas insurreccionalistas de la clase obrera argentina en el Cordobazo,
empujaron a PO a distanciarse de la OLAS —y por lo tanto del guevarismo—. Queda
abierta la cuestión de cómo fue atendido el tratamiento del foquismo a partir
de los años ´70, tanto a nivel latinoamericano, como local. Nuestra impresión
es que no varió sustancialmente de las caracterizaciones que hemos puesto de
relieve. Así, este artículo intentó contribuir a la reconstrucción del campo de
“la izquierda no armada” y del trotskismo vernáculo en particular.
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Memoria (Ex DIPBA).
Recibido: 4 de enero de 2021
Aceptado: 16 de febrero de 2021
Versión
Final: 28 de abril de 2021
[1] Quiero agradecer las sugerencias
recibidas por Juan L. Hernández a quien tengo mucha estima. Así como las
lecturas de los colegas Matías Rubio y Natalia Casola.
Las consideraciones vertidas corresponden a mi autoría.
[2] El 24 de marzo de 1976, la dictadura
cívico-militar argentina comandada por Jorge R. Videla ilegalizó a la
organización, entre otras tantas. Tras el regreso de la democracia, sin
embargo, su prohibición no fue levantada y tuvo que cambiar de nombre. Desde
1983 se denomina Partido Obrero. Desde el 2019 el partido está divido de facto por diferencias políticas,
quedando así el Partido Obrero (oficial) y Partido Obrero (tendencia). Esta
última es liderada por uno de sus fundadores, Jorge Altamira.
[3] Ver PO N° 2-3, septiembre de 1964. p.
2. Allí constatamos que los cuadros de dirección leían Pasado y Presente.
[4] Jorge Altamira, Claudio Perinetti, Marcelo Gramar,
Julio Magri, Luis Torrens, Alberto Anaya y
Mario Dávila.
[5] Como observa el historiador Javier
Díaz (2017), desde 1955 hasta 1960 a través de su periódico Revolución, MIR-Praxis sostuvo la
construcción de un partido obrero revolucionario, idea que se desechó
un
lustro después. Lucas Malaspina (2017) establece que el impacto de la
revolución cubana produjo un cataclismo en el grupo, en torno a la
reinterpretación del instrumento político y sobre su relación entre
nacionalismo y socialismo, lo que en la Argentina de este tiempo significaba
enlazarse con el peronismo.
[6] Por ejemplo, Ricardo Napurí - exiliado peruano ligado al grupo, también ex
militante de MIR-Praxis - se había entrevistado con el Che Guevara y regresado
a Perú para participar de la guerrilla de Luis de la Puente Uceda;
ulteriormente evolucionará hacia el trotskismo.
[7] Hemos advertido el armamento parcial de
algunos militantes en esta época, ante las manifestaciones o actos relámpagos.
En lo que fueron los aniversarios ante la muerte del Che, un militante de
aquellos años como Claudio Katz (Agosto-2017) nos recordó que: “Yo entré el día
que participé de una manifestación en el 3° aniversario de la muerte del Che.
Fui a este tipo de manifestaciones que eran de carácter clandestinas en el
contexto de la dictadura [de Ongania]. Se juntaba un
grupo, se repartían y tiraban algunos volantes y se lanzaban algunas bombas
molotov. Venía la policía y nos escapábamos. Eran como actos clandestinos de
acción relámpagos”.
[8] El resaltado nos pertenece. Subrayado
en el original.
[9] Esa influencia no se mantuvo
inalterable. En la década del ´80 PO rompería lazos con el
POR-M.
[10] Mientras PO no disputó políticamente
en el campo electoral hasta 1983, POR-M en cambio sí lo hizo. Esta es sólo una
de las diferencias.
[11] Por ejemplo, Revalorización del método de las guerrillas. Masas (1968) y La revolución Permanente (folleto
elaborado por el POR-M). Ver “1° de mayo apostar más que nunca al derrocamiento
del capitalismo mundial y de la burocracia contrarrevolucionaria”. En PO N° 50. Boletín Quincenal. Año III.
(21/4/1969). p. 32
[12] También se pueden encontrar conceptos
que el dirigente boliviano utilizó para analizar e intervenir en la realidad
altiplánica, como por ejemplo la caracterización del MNR como un “cadáver
insepulto”, de las cuales PO trasladaría para interpretar al peronismo.
[13] Entrevista del autor a J.H. (febrero-
2020). Si bien no corresponde a nuestro recorte temporal, el entrevistado
señaló que “la cercanía era mucha y era
como que los militantes teníamos una imagen muy idealizada del POR-M, llegaba
hasta ese punto la cercanía política. De hecho yo recuerdo algunos afiches que
se hicieron cuando se realizó el Congreso de fundación de la Unión de
Juventudes por el Socialismo (UJS) en 1972 que tenían clara influencia de
los mineros bolivianos. Eran afiches con mineros bolivianos con la cuestión de
las milicias obreras y demás”.
[14] Entrevista del autor a A. Guerrero (2018 y 2020). El hecho de que Guerrero haya
militado 5 años en el POR-M en Bolivia entre 1983-88, pudo haberle creado una
imagen más fuerte de que la que comúnmente se tiene constancia.
[15] Desde Bolivia, acudieron dos
delegaciones: la encabezada por el PCB llamada FLIN, y la delegación del CODEP
encabezada por el POR (unificado), un sector del MNR, Lidia Gueiler (del PRIN lechinista) y los grupos proto-maoístas que luego
conformarán el PCMLB. Los cubanos, actuaron de forma tal que solamente
reconocieron a los grupos que estaban dirigidos por el PCB, puesto que se
erigía “representante legítimo de la clase obrera y el campesinado”.
[16] Prólogo de Grenat,
Stella. pp. 18-19. En Lora, Guillermo. Revolución
y foquismo. Balance de la discusión sobre la desviación “guerrillerista”.
Buenos Aires, Ed. RyR. 2011. p. 187.
[17] En especial la obra de Nahuel Moreno: Dos métodos frente a la revolución
latinoamericana (1964).
[18] Ver Declaración de la Sierra de las
Minas.
[19] Las F.A.R. surgen en 1962 a raíz de un
acuerdo entre el MR-13 y el PGT en razón del cual este último aportaría medios
económicos y sus propios cuadros militares, apareciendo como Destacamento
20-Octubre y no asumiría totalmente el compromiso político. En Pereyra. D, Del Moncada a Chiapas. Historia de la lucha
armada en América Latina. p. 244.
[20] La propaganda más efectiva es la que
se hará desde dentro de la zona guerrillera. Se dará preferencia a la difusión
de las ideas para los naturales de la zona, explicando teóricamente el hecho,
para ellos conocido, de la insurrección. En esta sección habrá también
periódicos campesinos, el órgano general de todas las fuerzas guerrilleras y
boletines y proclamas, además del radio. (…) Por radio se explicarán todos los
problemas, la forma de defenderse de los ataques aéreos, por dónde están las
fuerzas enemigas, citando nombres familiares (…) La radio es un elemento de
extraordinaria importancia. En los momentos en que la fiebre bélica está (…)
palpitante en [c/u] de los miembros de una región o de un país, la palabra
inspiradora, (…) aumenta esa misma fiebre y la impone en cada uno de los
futuros combatientes. Explica, enseña, (…) determina en amigos y enemigos sus
posiciones futuras. Che Guevara, Guerra
de Guerrillas, 1960; “Nuestra misión, en la primera hora, es sobrevivir,
después actuará el ejemplo perenne de la guerrilla realizando la propaganda
armada en la acepción vietnamita de la frase, vale decir, la propaganda de los
tiros, de los combates que se ganan o se pierden, pero se dan, contra los
enemigos”. En Mensaje del Che Guevara a
los pueblos del mundo a través de la Tricontinental. Ernesto Guevara. Abril
1967.
[21] Se refiere al surgimiento de la
organización parapolicial y derechista Mano Blanca. “Guatemala: ruptura...”.
Cf. p.21
[22] En su artículo de 1967 afirma que:
“trotskismo y reformismo se dan la mano para condenar la guerra de guerrillas,
frenarla o sabotearla”. Citado en Marchesi. p. 48-49.
[23] Álvaro Peredo Leigue, fue miembro de
la Juventud del PCB de La Paz. Ya desde 1963 venía prestando ayuda a la
guerrilla foquista, como lo fue en el caso del EGP y el caso peruano.
[24] Lora, G. Revalorización del método de las guerrillas (1968). En Revolución y
foquismo… p. 182
[25] Barrientos hablaba fluidamente el
quechua.
[26] Estudios actuales ha repuesto el papel
del PCB. R. Ostria, por ejemplo, sostiene la poca
flexibilidad política que tuvo el Che ante las peticiones de Mario Monge. Sin
embargo, no puede negarse la colaboración que prestó el PCB ante la persecución
por las tropas de elite norteamericanas y los rangers
bolivianos, después de la muerte del Che. Así, en 1968 a través de la cooperación
de militantes del PCB, el Inti Peredo organizó la salida hasta el poblado de
Sabaya, en el departamento de Oruro, cerca de la frontera con Chile, donde los
esperaba Salvador Allende.
[27] Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/lora/1963/jun00.htm. Consultado: 26-9-2020.
[28] El resaltado nos pertenece.
[29] Dos posiciones emergieron en la misma.
La primera y mayoritaria, fue la del anfitrión cubano consistente en que el
único camino para promover dicha solidaridad era poner en marcha una estrategia
continental de lucha armada. La segunda y minoritaria, fue la de los PP.CC.
latinoamericanos más cercanos a los dirigentes soviéticos que proponían una
visión moderada, colocando a la lucha armada entre otros dispositivos de lucha,
pero ponderando en vistas y consonancia de la “coexistencia pacífica”, la lucha
sindical y electoral.
[30] Para consultar documentos del Comité
Argentino de la OLAS, particularmente de la Acción Revolucionaria Peronista
(ARP), ver: https://eltopoblindado.com/
[31] Como indica Esteban Campos: “La
delegación argentina, era un microcosmos que reproducía (…) la atomización de
las izquierdas argentinas”. Campos. E. Cristianismo
y Revolución. El origen de Montoneros. Buenos Aires, EDHASA, 2016. p.44.
[32] Martín Mangiantini
también ha abordado a PO y la OLAS, aunque de forma paralela a la corriente morestina, considerando que su lanzamiento produjo una
valoración positiva por su carácter anti-estalinista y por la negación de la
revolución por etapas. Mangiantini. M. Entre tensiones y redefiniciones. El
trotskismo argentino ante el paradigma de la revolución cubana en los años
sesenta. En Revista Afuera. Estudios de crítica cultural N° 17/18.
Noviembre de 2016. pp. 8-9.
[33]
Entrevista telefónica del autor (26/7/2020).
[34] El destacado nos pertenece.
[35] Dichas tensiones darían lugar,
posteriormente, a la conformación de dos nuevos partidos maoístas: el PCR y VR.
[36] Organización estudiantil universitaria
y secundaria de PO.