In the rear with a couplet air. The Central Board for Relief and
Reconstruction of Spain in southern Santa Fe 1936-1939
Facultad
de Humanidades y Artes,
Universidad
Nacional de Rosario (Argentina)
profmerayo@gmail.com
Resumen
El
presente artículo se propone un estudio preliminar de la Junta Central Pro
Socorro y Reconstrucción de España en tanto organización dedicada a la
solidaridad con el bando republicano durante la Guerra Civil Española (1936 –
1939) en espacios locales del sur santafesino. El abordaje analítico recupera
el herramental metodológico propuesto por la historia regional o local bajo una
mirada que intenta complejizar la categoría de antifascismo en tanto desarrollo
de nuevas prácticas y discursos que le dan contenido a la conformación de una
amplia red de entidades por fuera de los ámbitos tradicionales como partidos
políticos o sindicatos. El objetivo es ubicar el foco en el novedoso dinamismo
que el conjunto de actores sociales le imprimió a esta Junta dando lugar a un
unificado activismo social crítico y heterogéneo en tensión con los sectores
conservadores del gobierno provincial y de la sociedad civil.
Palabras clave: Antifascismo; Junta; sur
santafesino.
Abstract
This article proposes a preliminary study of the
Central Board for the Relief and Reconstruction of Spain as an organization
dedicated to solidarity with the republican side during the Spanish Civil War
(1936 - 1939) in local areas of southern Santa Fe. The analytical approach
recovers the methodological toolkit proposed by regional or local history from
a perspective that attempts to complicate the category of antifascism as the
development of new practices and discourses that give content to the formation
of a wide network of entities outside the scope traditional as political
parties or unions. The objective is to place the focus on the new dynamism that
the set of social actors gave to this Board, giving rise to a unified, critical
and heterogeneous social activism in tension with the conservative sectors of
the provincial government and civil society.
Keywords:
Antifascism;
Board; south santafesino.
Introducción
“España, la de hoy, cantarte
quiero
con aire de
copla.
España
de hoy, la que vive,
más que nunca luchadora…”
Álvaro
Yunque (España, 1936)
España 1936, es un libro de poemas que el
escritor argentino Arístides Gandolfi Herrero, bajo el seudónimo de Álvaro
Yunque, le dedicaba en aquel momento a la España republicana. Por ese entonces
Yunque escribía cuentos infantiles en el diario La Capital de Rosario. Con aire
de copla se fue organizando la resistencia republicana antifascista en la
retaguardia argentina.
Uno de los sucesos
internacionales de mayor impacto en la política, en la cultura y en la sociedad
argentina de los años ´30 ha sido la Guerra Civil Española (1936-1939) tanto
por el enorme peso de la colonia hispánica en este país como por el devenir de
una guerra en la cual su disputa ideológica se reflejaba en la sociedad y en la
política argentinas (Goldar, 1986; Quijada, 1991;
Montenegro, 2002; Cattaruzza, 2006; Romero, 2011;
Casas, 2016; Figallo, 2016; Campione, 2018).
Una extensa bibliografía
historiográfica confirma que el drama español sacudió la escena mundial marcada
por una amplia trascendencia que la ubicaba en antesala de la Segunda Guerra
Mundial (Carr, 1974; Vilar, 2000; Hobsbawm, 2003;
Traverso, 2009; Moradiellos, 2012).
El presente artículo se
propone un estudio preliminar de la Junta Central Pro Socorro y Reconstrucción
de España[1]
en tanto organización dedicada a la solidaridad con el bando republicano
durante la Guerra Civil Española en espacios locales del sur santafesino. En
esta ocasión me propongo analizar y complejizar la problemática del
antifascismo desde una perspectiva política de lo social dentro de lo que
consideramos la historia regional o local. Estudiar la dinámica de una entidad
habilita a pensar la espacialidad en tanto recurso metodológico para el
análisis científico, que, al decir de Bandieri (2018),
permite un “acercamiento comprensivo a
una realidad social determinada en un espacio acotado, siempre en relación con
una totalidad más abarcativa” (p. 8). Junto a
ello la idea es la puesta en dialogo de lo regional con el concepto de redes,
entendidas como trama de entidades étnicas, culturales, sindicales y políticas
que lograron convocar de manera transversal un conjunto heterogéneo de actores
sociales en la articulación solidaria con cada uno de los bandos en pugna de la
España en guerra. Redes que, como en el caso de la Junta, aportan a una
mayor complejidad de la categoría antifascismo y construyen el sentido
social de la escala analítica.
El objetivo es poder
discernir cómo una problemática internacional pudo contribuir a generar una
novedosa cultura política a partir de la incorporación de nuevos discursos en
los que se redefinían los temas y problemáticas en torno a los cuales habría de
girar la vida pública en la Argentina de entreguerras.
Partimos del supuesto que
este tipo ámbitos de militancia antifascista abarcan de manera transversal un
conjunto de organizaciones (partidos, centros regionales, sindicatos) que
pudieron establecer un discurso crítico frente al autoritarismo reinante de
esos años a la vez que un activismo militante con capacidad de congregar en la
práctica una diversidad de sujetos políticos (intelectuales, agrupaciones de
mujeres, personas con escasa participación política, entre otras) y generar
lenguajes que le dan una identidad propia al fenómeno del antifascismo.
De allí que en su retaguardia
esta guerra haya significado, en sus múltiples niveles de impacto, la
configuración de una renovada cultura política impregnada de nuevas prácticas,
ideas y discursos en las que el drama español “desempeñó un papel articulador fundamental porque, a través de ella,
los actores fueron capaces de redefinir y replantearse sus propios problemas”
(Montenegro, 2002: 2).
La
importancia entonces de lo local está dada en la posibilidad de estudiar
determinadas problemáticas, experiencias y conflictos en ese marco, porque va
de suyo que siempre tendrá algo que lo particulariza resignificando lo global.
Cuando pensamos en la trama local/regional del antifascismo estamos
construyendo un proceso de identificación que le confiere sentido a un grupo
social y le otorga estructura significativa para asumirse como unidad,
conteniendo en sí diversos niveles o planos de identificación que pueden ser el
generacional, el de género, el étnico, el regional, el de clase, etc.
(Fernández, 2007: 37).
Este
estudio se inscribe en la reciente línea historiográfica referida al impacto de
la Guerra Civil Española en espacios locales de Argentina
(Cucurullu y Sdrigiotti,
1999; Fernández y Armida, 2000; Ardanaz,
2013; Bocanegra, 2014; Semprini, 2014, Casas, 2016). Estos trabajos establecen un
análisis en espacios micros a partir de distintos paradigmas que le otorgan una
mayor complejidad al objeto en estudio. Como muestra de su inteligibilidad,
notamos que aportan una ampliación del horizonte analítico en el que se
establecen nuevas variables como por ejemplo el recorrido de los actores
políticos, de sociabilidades en disputas, el vínculo con el derrotero del
exilio republicano a escala local o la perspectiva de género como forma de
problematizar el concepto mismo de antifascismo. Variables que, además de
ampliar dicho horizonte, generan una metodología de análisis a partir de
estudios de personalidades, instituciones locales o de la prensa como una forma
de enriquecer dicho impacto.
De esta manera, sumados a
los trabajos que han priorizado este impacto desde lo nacional, en todos los casos notamos que, más allá de matices
específicos, partimos de una primera consideración: fue un acontecimiento
internacional a partir del cual la sociedad en general tomo
partido por uno u otro bando.
Nuestra mirada abreva en la
idea de que la diversidad de actores locales que adscribió al bando republicano
en el sur santafesino no estuvo exenta de matices y debates en torno a los
fenómenos europeos y también nacionales. Pero supo encontrar una serie de
denominadores en común como la defensa de la democracia, de la cultura, de las
libertades individuales, la oposición al franquismo en España y a los
conservadores en Argentina, entre otros. A ello le sumamos el ejercicio
práctico del nucleamiento organizativo a través de experiencias como la Junta.
Este esquema encuentra su unidad en el apelativo antifascista y allí podrían
incluirse tanto radicales como socialistas, demócratas, comunistas e incluso el
anarquismo local que, más allá de las diferencias con el resto, tuvo una
importante presencia en el sur de Santa Fe durante este período. Al pensar el antifascismo en tanto lógica de apelación discursiva,
coincidimos con Bisso (2007) en que el recurso
discursivo de lo anti, el antifascismo y en nuestro caso el antifranquismo
republicano, fue conformando una identidad positiva que, en su imprecisión
conceptual y en su composición heterogénea, será el elemento aglutinador y
unificador.
El aporte del tema es
demostrar que en la praxis, además de estos espacios políticos bien definidos,
lo verdaderamente destacable fue el protagonismo anónimo de la sociedad civil.
Si bien la Junta no fue la única organización de ayuda a la República, supo
constituirse en una experiencia telúrica que le dio sostén y expresó esa
dinámica por fuera de los cauces tradicionales de organización social. De allí
se desprende su diseminación territorial, sus actividades y la destacable
participación de las mujeres.
El estudio documental está
centrado en fuentes dispares. Dos periódicos de tiradas locales como el diario La Capital y La Tribuna de Rosario. En el primero era muy común la publicación
de las noticias bajo el titulo Sucesos Españoles. El segundo, de filiación
demócrata progresista, tuvo una fuerte impronta pro republicana. Las noticias
internacionales salían en la tapa y utilizaban la fotografía. Decenas de
personas se agrupaban en su puerta a esperar los cables internacionales con las
últimas noticias. A ellos le sumamos El
Orden de Santa Fe, de inspiración conservadora y La Vanguardia, el periódico del Partido Socialista Argentino. Para
el análisis de la Junta, también hemos tomado algunos folletos de la Colección Calzadilla del Museo Histórico
Julio A. Marc de la ciudad de Rosario.
En
primer lugar, indagaremos los avatares del antifascismo en Rosario y el sur
santafesino a través de las redes de ayuda con la República Española. En
segundo lugar, tomaremos el análisis de la Junta a partir de su conformación,
sus propósitos, sus debates y disidencias internas. Y, en tercer lugar nos
vamos a centrar en tres cuestiones que consideramos complejizan las
características del antifascismo local: el desarrollo de sus actos públicos, de
las campañas y el rol de las mujeres.
El objeto y la escena
Traducido al castellano
como “Historia del siglo XX”, el famoso libro de Eric Hobsbawm (2003) tiene
como título original The age of extremes, “la era de
los extremos”. No vamos a cuestionar aquí la validez de las grandes hipótesis
del libro, sólo vamos a remarcar que, efectivamente, el siglo XX estuvo marcado
por grandes conflictos y enfrentamientos, algunos de los cuales dividieron
profundamente a la sociedad. Pero no en todos los casos lo hicieron de la misma
manera y, en verdad, muchas de esas “brechas” tomaron características
particulares en virtud de las condiciones y luchas políticas y sociales de su
contexto específico.
Desde 1936 y durante los
siguientes 40 años, el 18 de julio sería celebrado en España como la fecha del Movimiento. Fue el día en que desde
Canarias, el general Francisco Franco daba inicio a un golpe militar
proclamando el Estado de guerra. (Carr, 1974; Vilar, 2000; Moradiellos,
2012). El golpe de estado a la República Española, encabezado por un grupo de
generales, colocó la defensa de la República como el lugar privilegiado donde
vastos sectores harían frente al fascismo en el centro del mundo. No es nuestro
objetivo hacer un balance sobre la guerra en sí (existe una amplia literatura
sobre ello), pero vemos pertinente remarcar que la misma se desarrolló en un
contexto crítico, de desconcierto, en el que muchos valores y paradigmas se
pusieron en juego
(Hobsbawm, 2003; Bisso, 2005; Traverso, 2009).
En Argentina, la guerra supo
aglutinar tanto a la derecha política, organizada en torno de sectores
conservadores autoritarios, nacionalistas, filofascistas y católicos integristas, en apoyo al bando nacional/franquista;
como a un conjunto heterogéneo pro republicano, partidario del liberalismo
democrático junto a distintos grupos de izquierda. Según
estas interpretaciones, la amplia movilización social con el bando republicano,
encontró un vértice de solidaridad y un punto de contacto que a la vez que se
confrontaba con el fraude electoral y las políticas represivas del
conservadurismo, también lo hacían con los espacios del nacionalismo que
abiertamente se declaraban en apoyo del franquismo. (Romero,
2011; Casas, 2016; Figallo, 2016; Campione, 2018).
La crisis política que no
cesaba en Europa irrumpió en la escena nacional, de modo que
“el estallido de la guerra civil española vino a traducirla en un
lenguaje inmediatamente inteligible a los argentinos […] volvió a movilizar las
energías de los predicadores del catolicísimo antimoderno […] dio también
ocasión para una casi póstumo despliegue de las pasiones que aun ardían bajo
las cenizas entre los herederos de la variante argentina del liberalismo
secularizador” (Halperin Donghi, 2013: 20)
Cuando achicamos el foco
analítico, el tema se enriquece en función de sus características propias. En
nuestro caso, el ambiente político estuvo dado por una intervención federal en
1935, que fue enviada por el ejecutivo nacional poniendo fin al gobierno del
demócrata progresista de Luciano Molinas y que designó a Carlos Bruchmann como delegado del poder ejecutivo nacional en
Santa Fe. En febrero de 1937 se realizaron los comicios para elegir gobernador;
el candidato que contaba con las simpatías de la intervención y del propio
Justo era Manuel María de Iriondo, de la disidente Unión Cívica Radical de Santa
Fe. El Partido Demócrata Progresista, desplazado del poder con la intervención,
había llamado a la abstención, mientras que la facción de la Unión Cívica
Radical que respondía al comité nacional levantaba la candidatura de Mosca
(Montenegro. 2002). La intervención preparó un fraude escandaloso (Privitellio,
2002; Videla, 2006; Piazzesi, 2009;
Mauro, 2013).
La gobernación de Iriondo
contribuyó a enrarecer aún más el tenso clima político de la provincia. El
contexto fue la sanción de las leyes de represión al comunismo y de Defensa Social
en Santa Fe, y el debate por la Ley de Imprenta en la provincia en 1937
(Suarez, 2002). El imaginario conservador sobre el comunismo es el argumento
que de manera legitimante y presuntuosa utilizaron para perseguir este tipo de
actividades (Martin, 2019; López Cantera, 2019).
En mayo de 1937, en pleno
activismo sobre la guerra, el gobierno provincial sancionó un decreto en el
cual desautorizaba las reuniones públicas a favor de cualquiera de los bandos
en pugna. Entre sus considerandos se establecía que la División de
Investigaciones de la Jefatura de la policía de Rosario pasaba informes sobre
los permisos otorgados a los actos públicos de la Junta, señalando que detrás
de una aparente finalidad recaudatoria se habían notado militantes de ideología
comunista (Fernández, 2017: 8)
Que esas reuniones se aprovechan para difundir su propaganda contra las
autoridades constituidas y a los principios de la nacionalidad argentina […];
que en la reunión […] la mayor parte de la concurrencia llevaba puesto el
característico gorro con aplicaciones que usan los llamados milicianos en
España ostentan en el ojal de sus sacos una escarapela representando un puño
cerrado, costumbre introducida por los propagandistas del comunismo y usada en
la URSS (El Orden, mayo 1937)
Con esta cita del Diario El
Orden, podemos ver la manera en que el recientemente asumido gobierno de
Iriondo leía el accionar de las entidades y comités de solidaridad con la
España republicana. A continuación haremos un breve repaso de la construcción
local de las entidades antifascistas.
El Antifascismo desde la aldea
En la ciudad de Rosario la
Intervención Federal marcó el fin de un periodo en el que el reformismo liberal
había permitido establecer la Constitución provincial de 1921, lo que le
otorgaba a la ciudad una autonomía política muy importante. Rosario, la ciudad
portuaria, sufría también los avatares que la crisis económica había
establecido en toda la estructura económica. La crisis social que acarreaba
desocupación, hambre y miseria dejaban
como legado una proliferación de zonas marginales sumado a una mayor
pauperización de las clases subalternas. De pasar de ser un emblema del modelo
agroexportador, en pocos años su geografía la ubicó en uno de los mayores corredores
del denominado cordón industrial de la Argentina (Videla; 2006).
Para 1935 el fin de esta
experiencia política democrática estuvo marcado por una serie de interventores
nacionales que, en primer lugar, iban a derogar la Constitución de 1921 y, junto
a ello, el inicio de una serie de gobiernos conservadores que devolvían la
política provincial al esquema propuesto por el gobierno nacional (Mauro: 2013).
En todo este recorrido, el
liberalismo político del Partido Demócrata Progresista (PDP) devino en una
suerte de paraguas político determinante para el activismo social y político en
el campo de las izquierdas. El predominio del anarquismo local, la constitución
de la Federación
Anarco Comunista Argentina, el logro de bancas en el
concejo municipal por parte de los comunistas, junto a un arraigado
sindicalismo combativo, le daban un carácter cuanto menos dispar a lo que
acontecía en el resto de la Argentina (Fernández y Armida, 2000; Suarez, 2002).
En julio de 1936 se
realizaba en Rosario un funeral cívico en memoria de Enzo Bordabehere, Diputado
Nacional por la provincia de Santa Fe, asesinado en el Congreso de la Nación un
año antes, tras intentar defender al líder demócrata progresista Lisandro de La
Torre, durante el debate sobre las exportaciones de carne a Gran Bretaña que
establecía el pacto Roca-Runciman (La Tribuna, Rosario, 20/07/1936). El acto
del PDP logró convocar a más de 50 mil personas en las inmediaciones del
cementerio El Salvador. Eran personas que se congregaban para homenajear un
símbolo de esta resistencia al gobierno de la “infamia” conservadora. En torno
a la gran cantidad de actividades de homenaje a Bordabehere, el Centro de Unión
Republicana de Rosario, enviaba una declaración en los siguientes términos:
El Centro Español de Unión Republicana de Rosario, se adhiere a ese
homenaje póstumo, por lo que ello significa: el criminal cercenamiento de la
vida de un paladín de las libertades democráticas ciudadanas: Enzo Bordabehere,
ante cuya memoria el pueblo argentino rinde los honores de mártir de la
democracia lo firman el vicepresidente J. Martín y el secretario J. M. Landevas. (La Tribuna, Rosario, 28/07/36)
Aunque esto no es lo único
que completa el escenario. Se hizo además explicito un manifiesto pro conformación
del frente popular en Argentina con una serie de denuncias por parte del
Partido Comunista por las detenciones arbitrarias de varios de sus dirigentes,
sobre todo sindicales y el terrible accionar de la Sección Especial de
Represión al Comunismo.
A propósito de los
acontecimientos, el día 23 se publicó en los medios un discurso de Lisandro de
La Torre en plaza Once. Entre otras cosas afirmaba:
“Los
usurpadores conducen al despotismo y el despotismo conduce a la Guerra Civil.
El pueblo pide verdad institucional y comicios libres y los que detentan el
poder le contestan incubando una siniestra aventura” (La Tribuna, Rosario,
23/07/36).
Del armado en este frente
popular encontramos, además del comunismo local, al PDP y al Partido
Socialista, que se presentaban como fuerzas democráticas, populares y
progresistas. Pero además, funcionaba desde hacía algún tiempo un comité de
formación generando actividades, mítines y anuncios de convocatorias a
cooperativas, sindicatos y vecinales que se quisieran sumar a tal iniciativa (La
Tribuna, Rosario, 19/07/36).
Con esta imagen de fondo,
el estallido de la Guerra Civil en España se tornó en un parteaguas tanto para
el campo político como el mundo intelectual, artístico y social. Frente al
avance del fascismo, se generó a nivel mundial un movimiento en Defensa de la
Cultura occidental que a su vez se
materializó en la solidaridad con la República, hecho que condujo a afirmar un
posicionamiento (Hobsbawm,
2003; Bisso, 2005; Traverso, 2009). En este momento para la prensa los acontecimientos europeos eran los
principales temas.
Más allá de nuestro inicial
interés exploratorio en torno a la organización de la ayuda con el bando
republicano, la intención es poder discernir cómo una problemática
internacional pudo contribuir a generar una novedosa cultura política a partir
de la incorporación de nuevos discursos en los que se redefinían los temas y
problemáticas que impactaban en la vida
pública argentina.
En ese sentido, observar a
quienes optaron por una retaguardia republicana, se sugiere que esos actores “fueron
capaces de construir un movimiento de masas en la Argentina” (Montenegro, 2002: 5). Y
más allá de que quienes apoyaron al bando nacional recogieron apoyos políticos
y recibieron también ayuda material “no tuvieron éxito -y probablemente no se lo
propusieron- en hacer de sus postulados valores universales y, a partir de
ellos, organizar y movilizar en las calles a cientos de miles de militantes y simpatizantes”
(Montenegro, 2002: 5).
Ante la ausencia de
intervención oficial en el conflicto español, amplios sectores de la sociedad
argentina tomaron partido por algunos de los bandos en pugna, pero el lado republicano a pesar de su
heterogeneidad, supo aferrarse a la implementación de valores universalizantes, como la defensa de la cultura y de la
democracia. Valores que expresaban un sentido de identificación discursiva,
pero que se construyó en la escena pública y militante de la política:
“La
evidencia en este aspecto es abrumadora, desde los niveles de participación en
los actos públicos convocados por ambos sectores […] los condicionamientos que
la extensión del sentimiento pro republicano impuso a la política oficial del
gobierno hacia el conflicto español” (Quijada, 1991: 17).
En Argentina, además de la
centralidad que tuvo la embajada española como
ámbito oficial, más de un millar de comités de solidaridad se pusieron
en marcha a partir del comienzo mismo de la guerra. Según señalamos, fue un
movimiento heterogéneo en el cual participaron diversos sectores sociales y
políticos que le imprimieron matices y dinámicas propias.
Campañas de apoyo y de
recolección de recursos, organización de comités de ayuda que se extendieron
por casi todo el país, movilizaciones recurrentes en las ciudades, y una menos
pública operación de envío de voluntarios fueron sostenidas por los partidarios
de la República. Al comienzo de la guerra algunos rosarinos participaron como
voluntarios en la conformación de las brigadas internacionales (Boragina, Dorado, González, Sommaro,
2008; Baumann, 2009).
Expresiones antifascistas
existían ya desde la década del veinte, entre ellas agrupaciones como el Patronato Español de Ayuda a las
Víctimas del Fascismo, el Socorro Rojo Internacional (SRI), el Centro
Republicano Español, la Liga Española por los Derechos del Hombre, la Alianza
Antifascista Italiana, el Comité de Mujeres contra la Guerra, entre otras. En
1934, luego de la represión al levantamiento de los mineros asturianos, se
envió ayuda a los mineros desde el Patronato Español de Ayuda a las Víctimas
Antifascistas, organismo ligado al Partido Comunista (PC) y al SRI.
A través de las noticas
locales, podemos ver que con el inicio de la guerra numerosas organizaciones
gremiales iniciaron actos de apoyo y recaudación de fondos. Lo importante a
destacar es que, más allá de los debates que se generan, la lucha antifascista
logra surcar un canal de participación social y un activismo político en un
contexto de fuerte restricción a los posicionamientos más contestatarios “como herramienta discursiva capaz de
movilizar a diversos sectores de la población y de congregar a distintos
núcleos de dirigentes partidarios y cívicos bajo su manto” (Bisso, 2005: 41). En ese sentido, también fueron
inevitables los roces entre radicales, socialistas, comunistas y anarquistas
por el espacio local (Quijada 1991: 142).
En este marco de
movilización ascendente, las izquierdas y los sectores liberales encontraron un
espacio para desplegar una acción militante que las circunstancias de la
política le negaban. De allí que lo que denominamos antifascismo no se defina
solo desde una lógica cultural o intelectual, sino que a partir de los procesos
políticos que se fueron dando en esa década, se convirtieron en un marco de
acción cuyo anclaje social muy importante, aunque no logró traducirse en términos
electorales porque la lógica política de los gobiernos autoritarios era vetar
todo tipo de articulación frentista, además de la imposibilidad de un acuerdo
unitario entre los diversos actores de la política: “El desafío consistía en justificar cada acto realizado como un aporte
más en esa lucha que –en el nivel mundial- se planteaba contra el totalitarismo
y a favor de la libertad y la democracia” (Bisso,
2005). Fue un frente social que se constituyó por lo bajo, en torno a la solidaridad internacional, en el que
participaron –hemos dicho- diversos actores como sindicatos, centros sociales,
partidos políticos, asociaciones regionales, intelectuales, bibliotecas y,
junto a ello, un amplio abanico social.
La construcción local del
antifascismo fue adquiriendo caracteres particulares a lo largo de los años
treinta. Desde los años veinte hay en Argentina una creciente apelación
antifascista; sobre todo en los partidos políticos (Pasquali,
2016). Si bien en el Partido Socialista primaba la declamación democrática y
liberal, en el comunismo local se destacaba la articulación de elementos
pacifistas, antirrepresivos, antifascista y
anticapitalistas.
La política antifascista
como plataforma en todos los frentes de masas, de forma más estratégica, se
promovieron desde 1935 con la influencia del cambio de línea de la
Internacional Comunista. Como un punto de inflexión del movimiento
antifascista, desde 1935 se promovió la creación de frentes populares
articulados sobre el eje antifascista, en su mayoría, estaban animados por el
PCA (Pasquali, 2013).
Entre ellos encontramos:
Comité sindical contra el fascismo y la Guerra, Comité popular antifascista,
Alianza Juvenil Antifascista, Agrupación Mujeres contra la Guerra, Comité de
Defensa Popular, Socorro Rojo Internacional, Comité juvenil de Echesortu contra
la guerra y el fascismo, Comité Frente Popular Zona Sur, Comité pro Frente
Popular Bella Vista, Comité pro presos y deportados (Cingolani
y Frutos, 2003).
Proponemos pensar este periodo, que algunos han
denominado década infame, no
solamente como un periodo signado en el oscurantismo de gobiernos fraudulentos o una etapa de transición en el
régimen político. De allí la importancia de estudiar las formas en que son traducidas
las perplejidades de un mundo en vilo en espacios regionales a partir del
análisis de prácticas, discursos y formas de organización institucional como
las redes por fuera del Estado y de los partidos. Ubicando la centralidad del
análisis en los nuevos modos de expresar y apelar las ideas políticas. En dicho
sentido, la renovada producción historiográfica sobre el tema nos ayuda como
modelo teórico a seguir.
En el desenvolvimiento de
esta construcción social estalla la guerra en la península y en su retaguardia
argentina la misma se traduce en la conformación de novedosos espacios de
militancia y participación social, entre ellos la Junta Central pro Socorro y
Reconstrucción de España.
Redes
de solidaridad antifascista
“El
mecanismo inicial de creación de los comités de ayuda era sencillo: un pequeño
núcleo de dos o tres personas se trasladaba a un barrio urbano o a una pequeña
localidad del interior. Allí…se realizaba una intensa labor de propaganda…la
respuesta era inmediata y en poco tiempo quedaba constituido el comité,
utilizando como sede cualquier local o casa o habitación cedido al efecto por
una persona cercana al mismo. Individuos de diversa condición social y
económica acudían a los comités, reclamando listas de suscriptores para hacerlas
circular y devolverlas al poco tiempo llenas de firmas de donantes.” (Quijada,
1991: 141).
El elemento central de las
redes de solidaridad con la República lo constituyen los comités de ayuda. Los
más humildes acudían con paquetes de ropa y víveres, campesinos entregaban
granos o harina; otros, medicamentos, mantas, jabón, además de metálico.
En un primer momento la
ayuda se organizó con un acentuado tono de apoliticidad. Las actividades
vinculadas a algunos centros regionales y particularmente por la Cruz Roja (La
Capital, Rosario, 18/08/36) sumado a otras
instituciones como la Asociación Española de Socorros Mutuos, el
Patronato Español, el Club Español y el Hospital Español hicieron un llamado a
la solidaridad sin distinción de credos políticos. Una muestra de solidaridad y
dolor por la tragedia que significaba la guerra. Sólo realizaron una extensión
a personas que no pertenecían a la comunidad española, dejando en claro la
postura de no discriminar ideológicamente el conflicto. Estas entidades
tuvieron durante todo el desarrollo de la contienda la misma lectura. Pero
lentamente la ayuda sería canalizada por instituciones que expresaban un tono
de politicidad cada vez mayor. A la CGT y a
sindicatos particulares hegemonizados por sectores de la izquierda, se sumaron
los estudiantes y el abanico de los
partidos políticos que no integraban la alianza de gobierno.
El desborde del cauce
institucional fue provocado por la participación social. Desde el llamado al
alistamiento de voluntarios hasta una cada vez mayor coordinación de la ayuda a
escala nacional. El 1 de agosto de 1936 aparecía una de las más impactantes
noticias locales, que reflejó de manera concreta el involucramiento de la
sociedad civil rosarina con la Guerra Civil Española. Dice La Tribuna: “Comité
de Alistamiento de Voluntarios”
Se
embarcarán rumbo a la madre patria. Patriotas. El Centro Español de Unión
Republicana, ha constituido un comité Pro Alistamiento de Voluntarios. Esta
mañana, un grupo de patriotas españoles, que se trasladará a la madre patria
con el propósito de incorporarse a las fuerzas leales, visitó nuestra casa. El
grupo de jóvenes anónimos está dispuesto a luchar por el mantenimiento de la
República y espera órdenes de la embajada española en Buenos Aires para
embarcar rumbo a la península (La Tribuna, Rosario, 01/08/36)
A medida que el conflicto
avanzaba, junto a él, se acentuaba la toma de posición de las entidades a favor
de uno u otro bando. En Rosario, el Centro de Unión Republicano, el Centro
Asturiano, el Centre Catalá y la agrupación Andaluza fueron las primeras
entidades españolas que expresaron defender a la República. A ellas se le sumó
el abanico de organizaciones no españolas y es en ese sentido que planteamos el
surgimiento de la JPSRE, en el centro de la escena de la ayuda antifascista,
asumiendo la heterogeneidad ideológica y un irrenunciable compromiso por la
España republicana (La Capital, Rosario; 02/07/1937). Lo mismo sucedió en el
bando nacional a través de la Junta Nacionalista Española y la Falange
Tradicionalista española local.
Si bien al interior del
magma antifascista rápidamente afloran las diferencias, la Junta fue la que
logró canalizar, a través de la creación de filiales y comités, la vasta
participación social del movimiento. Dichos comités tenían un componente de pluralidad
ideológica: “La politización de la ayuda
era un proceso inevitable que no podía quedarse en los márgenes de una ‘ayuda
humanitaria’. La guerra era política, antifascista y con una participación
determinante de los partidos de izquierda y las centrales obreras” (Boragina et al, 2008).
Las organizaciones de
alcance nacional fueron las principales protagonistas del desarrollo de los
comités de solidaridad republicanos. Entre ellas se destacaron el Centro
Republicano Español, la Comisión Coordinadora y Solidaridad Internacional, la
Federación de Organismos de Ayuda a la República Española (FOARE).
La ciudad de Rosario estaba
constituida por una gran colectividad española integrada por numerosos
inmigrantes y sus descendientes. La prensa rosarina lo reflejaba a través de
las noticias, las opiniones, el envío de corresponsales y sobre todo la
actividad de los Centros Regionales Españoles destinadas al asistencialismo, la
sociabilidad, sus festejos y celebraciones. El debate de lo que sucedía en
España se trasladó al interior de los propios centros regionales (Cucurullo, y Sdrigiotti, 1999).
La guerra se tradujo en una toma de posiciones que terminaron por ‘politizar’ a
la sociedad (Boragina et al, 2008).
La actitud de los distintos
centros fue bastante disímil. Algunos decididamente se enrolaron en el bando
republicano, otros se unieron a la causa nacionalista y otros se embanderaron
en una postura de supuesta apoliticidad. Existió una cierta correspondencia en
los alineamientos de las colectividades a la disposición geográfica de los
grupos en conflicto en la península. De este modo existían organizaciones como
el Centro de Unión Republicana, el Centro Asturiano, el centre Catalá, la
acción Nacionalista vasca y la Agrupación andaluza, que tomaron partido desde
el estallido mismo de la guerra en defensa de la España republicana.
A nivel local la militancia
en pos del apoyo material, intelectual y afectivo hacia la República española
se hizo sentir especialmente desde el Centro Español de Unión Republicana, la
Junta Pro Socorro y Reconstrucción de España y la Agrupación de Artistas,
Intelectuales, Actores, Periodistas y Escritores (AIAPE) quienes a partir de
diversas campañas durante el trienio 1936 – 1939, propiciaban distintos tipos
de actividades. Estas tres entidades fueron muy importantes porque en ellas
abrevaron una gran cantidad de actores provenientes de diversos espacios
políticos. Tanto la AIAPE, como el Ateneo
Luis Bello del centro republicano rosarino son dos entidades en la cual se
reflejaba lo que Pasolini (2013) llama la
construcción de una sensibilidad antifascista. Grupos de intelectuales,
pensadores y artistas pasaron por estos ámbitos y con sus charlas e
intervenciones, dieron identidad a la trama cultural del antifascismo en
entreguerras. Un formato cultural en el que supieron convivir socialistas,
comunistas, radicales, demócratas progresistas y anarquistas.
Por su parte, el socorro a
víctimas y huérfanos de la Guerra Civil estuvo centralizado por la Cruz Roja y
un grupo de mujeres que desde el Centro Republicano de Rosario realizaban
campañas de ayuda.
A ello le sumamos que el
movimiento obrero local, enrolado en la Confederación General del Trabajo (CGT)[2]
y la Federación Obrera Local Rosarina (FOLR), en su conjunto realizaron un
incuestionable apoyo a la causa republicana. La CGT hacía reiteradas
convocatorias instando a colaborar en pro de la República española (La Tribuna,
Rosario, 07/08/39). Al mismo tiempo los distintos partidos políticos[3]
se enmarcaron en un alineamiento de similares características.
En apoyo del bando nacionalista,
se hicieron evidentes la fuerte presencia de la Iglesia Católica y las
intervenciones de Monseñor Caggiano en las cuales enfatizaba el peligro del
comunismo como una amenaza al orden social (Martín, 2019; López
Cantera, 2020). Pero las organizaciones de
mayor importancia en este sentido fueron la Junta Nacionalista Española de
Rosario y el grupo Falangista de Rosario.
A
medida que avanzamos en la exploración de datos dentro de este universo que
constituyen las tramas de solidaridad, surgen tópicos muy importantes como el
enorme protagonismo de las mujeres, la solidaridad obrera, la ayuda de las
familias, el despliegue organizacional en los barrios de la ciudad, el
desarrollo cultural e intelectual alrededor de esto y, en particular, un férreo
activismo plasmado en las diversas entidades y actividades. Estos temas pueden
visualizarse en el derrotero que haremos de la Junta.
El caso de la Junta Central Pro Socorro y Reconstrucción de España
La Junta Central Pro socorro y reconstrucción de España fue una
organización netamente local que mantuvo vínculos con la FOARE. Esta Junta
tenía, a diferencia del resto de las instituciones, un anclaje territorial en
distintos lugares y distritos de la ciudad y un tipo de modalidad anclada en
los comités de solidaridad. Si bien existieron juntas en varias ciudades del
territorio nacional, la de Rosario fue la que más prosperó debido a su
constancia en el trabajo y la organización.
“Estas juntas fueron inicialmente el
escenario de un muy ambicioso proyecto de ayuda económica a la República”
(Quijada, 1991: 143).
En un primer momento, la
actividad de ayuda al bando republicano se centralizó en las tareas del Centro
de Unión Republicana de Rosario y su agrupación “Amigos de la República” (La
Tribuna, Rosario, 30/08/36), pero rápidamente dicho activismo desbordó esta
organización y, en ese sentido, la creación de juntas y filiales devinieron una
necesidad. El 25 de agosto de 1936 desde el Centro Republicano se forma el
Comité de Amigos de España: “lo integraban
25 personas asistentes a la reunión, entre las que figuran varios comerciantes
de la ciudad, un abogado, tres militantes de la FACA y varios del PC”
(Quijada, 1991: 144).
La respuesta de la sociedad fue
inmediata. Al respecto, el grupo de anarquistas de la FACA[4] propuso
ensanchar el radio de acción del organismo e incorporar otras agrupaciones y
centros de ayuda. La tarea de este comité se fue ramificando en varios barrios
de la ciudad y en diversas localidades de la provincia. Con el objeto de constituir
filiales se convocaron asambleas en diferentes puntos de la ciudad (La Capital,
Rosario, 11/11/1936). Tal es así que para el mes de enero de 1937 “estaban en funcionamiento 25 filiales en
los diferentes barrios de la ciudad de Rosario y otras tantas en el interior de
la provincia” (Quijada, 1991) Estos comités funcionaban bajo el nombre de
Junta Pro Socorro y Reconstrucción de España, y la de Rosario era la Junta
General.
La crónica del diario La Capital
informaba sobre una gran concurrencia, desde representantes del comercio
español en la ciudad hasta delegados de entidades gremiales, culturales y
económicas. El secretario general, Eduardo Núñez de Ávila fundamentó el plan de
la institución refiriéndose
“a la
necesidad de movilizar la solidaridad
nacional de todos los hombres españoles o no que tienen el sentido del deber
para con la libertad, concretando a la vez en hechos prácticos el inmenso
caudal afectivo que ha despertado la heroica lucha de nuestra madre Patria” (La
Capital, Rosario, 13/11/36).
Bajo el nombre de Títulos al
Portador, como una síntesis de la propuesta y el programa de socorro la JPSRE
sintetizaba:
Hemos
esbozado a largos trazos la síntesis del transcendental proyecto que ha de
constituir el eje alrededor del cual se movilice y aglutine toda la opinión
americana que simpatiza con la causa del pueblo español. Somos de opinión que
deberán constituirse juntas de ese carácter en todo el país bajo la presidencia
honoraria o efectiva del Embajador […] Formarán en estas juntas todos los que
estén dispuestos a apoyar al Gobierno Republicano Español, cualquiera sea su
opinión política personal […] El Comercio mayorista y minorista español…deberán
ser la vanguardia de la patriótica cruzada […] La Junta Central considera que
todas las organizaciones culturales o de socorros mutuos españolas deberán
integrar las juntas (La Tribuna, Rosario, 06/09/36)
Anuncian un gran acto en el Cine
Real para el día 21 de septiembre de 1936, invitando especialmente partidos
políticos nacionales, personas públicas, organizaciones comerciales, mutuales,
gremiales y culturales. La mesa ejecutiva designó a Antonio Cordón y Eduardo F.
Núñez de Ávila para invitar al embajador a presidir dicho acto y “a realizar importantes gestiones en el seno
de la colectividad hispano-argentina de la metrópoli” (La Capital, Rosario,
07/09/36).
El acto se realizó en el mes de
octubre. Los oradores designados fueron el presidente de la Junta Antonio
Cordón; el diputado nacional Manuel Ramírez, secretario general de la filial
Buenos Aires; el representante de la FUA Narciso Marchinandiarena;
el doctor Manuel Rodríguez del Centro Republicano español de Buenos Aires;
María Luisa Petetin de la Junta Pro Socorro y
Reconstrucción de España de Rosario; Casais Santaló, agregado comercial de la Embajada española y,
además, Gregorio Berman, Enrique Corona Martínez, Carlos Sánchez Viamonte (PS),
Leónidas Anastasi (UCR) y Alfredo Hercowitz
(PDP). Se anunció asimismo la adhesión del Partido Comunista al acto (La Vanguardia, 11 /10/36).
Inmediatamente se fueron
organizando juntas en varias seccionales de la ciudad. Las filiales reflejaban
un gran activismo y participación social en torno a un solo objetivo: organizar
la ayuda y la solidaridad de la España republicana. Aunque en el ambiente
político de los años ’30, el anclaje territorial de la Junta en sus múltiples
secciones cobraría un carácter de politicidad que va
más allá de un espacio de sociabilidad ciudadana y la sitúa como ámbito de
participación social y política antifascista, es decir, como su inmensa tarea
la coloca en el lugar de la disputa ideológica.
En la sección sexta, se anunciaba
que
“la comisión ha invitado a todo el vecindario a concurrir al acto que
promete asumir, por el entusiasmo reinante, lucidas proporciones y en el cual
se expondrá públicamente el plan de socorro y reconstrucción de España…se
procederá a elegir su CD.” (La Capital, Rosario, 03/01/37)
A la par que la Junta iba
desarrollando sus actividades y entidades barriales, lo propio iba sucediendo
con la Junta Nacionalista Española de Rosario, que llevaba a cabo la ayuda al
bando nacional. En la prensa local eran muchas las noticias de una u otra
entidad, que se iban disputando la opinión y el espacio público convocando
permanentemente a movilizarse para la ayuda. De allí el carácter de politicidad que fue adquiriendo la solidaridad disputada en
entreguerras.
La conformación de su Segunda
Sección fue anunciada a través de un comunicado:
“habiéndose avocado inmediatamente a la organización de los trabajos
correspondientes, a fin de llevar a feliz término la ayuda de víveres, útiles y
de toda clase de recursos, a favor del valiente pueblo español…hacemos un
llamado cordial a todo los hombres y mujeres simpatizantes de la causa leal
española, a fin de intensificar los trabajos correspondientes” (La Tribuna,
Rosario, 04/02/1937).
Inmediatamente comenzó un
imparable proceso de crecimiento en distintos barrios de la ciudad y
localidades vecinas con actividades de diversa índole para recaudar todo tipo
de ayuda. Esto lo conseguían a través de simples convocatorias de vecinos en
domicilios particulares, aunque en varios casos utilizaban alguna otra
institución como el Colegio Libre de Estudios Superiores, el campo deportivo
del Centro Navarro, el Teatro Verdi de Cañada de Gómez, el Centro Republicano,
la Casa de la Cultura (AIAPE).
Una de las primeras iniciativas
fue organizar una suscripción de comercios locales a la que llamaron “Víveres
para España” con el objetivo de recolectar alimentos y ropas adquiridos en
comercios locales. De esta manera, además de contribuir a la obra humanitaria
entendían que se debía fortalecer el comercio nacional. Mientras tanto, la
junta directiva envió diversas solicitadas a comercios, frigoríficos y en
especial a entidades españolas:
“Cámara Española de Comercio, Club Español, Institución Cultural Española,
Patronato Español, Zazpirak Bat,
Agrupación Andaluza y Centros Aragonés, Asturiano, Castilla, Catalán, Gallego,
Navarro y Riojano invitándolas a apoyar la acción concretada en el plan de
ayuda, ya conocido el valiente pueblo de la Península” (La Capital, Rosario,
19/09/36)
Durante el primer año se publican
periódicamente sus actividades, que iban desde festivales, bailes, pic-nic, proyecciones de películas,
espectáculos de orquestas, telegramas dirigidos al gobierno español,
conformación de filiales nuevas, adquisición de nuevos locales, informes de los
embarques, inscripción para donaciones, convocatoria de asambleas, entre otras
actividades. De manera permanente se destacaba la masividad de la concurrencia
y el compromiso, pero sobre todo, parecía primar un clima de festividad y
optimismo en muchas de sus convocatorias. El crecimiento cobró tamañas
dimensiones que desde la Junta Central, ubicada en calle Mitre 961, convocaron
a la rápida realización de un Congreso.
Se
efectuó anoche una reunión de la Junta Central…con asistencia de delegados de
las distintas seccionales y barrios de la ciudad, y de los pueblos de la
Provincia. Entre los puntos a considerar, se trató en modo especial, el
relativo a la realización de un Congreso de organismos afines….unificar tareas
y acción (La Capital, Rosario, 16/12/36).
En un acto realizado en marzo de
1938 la tesorería de la Junta se encargó de especificar, además de los gastos,
la entrada según las filiales. A través de esa lista conservada por la Colección
Calzadilla podemos dimensionar el anclaje territorial en Rosario, o el mapa de
la retaguardia republicana en el sur santafesino: Filial Villa del Parque y
Parque Sud, barrio Alberdi, Parque Casas, Roque S. Peña, Barrio Triángulo,
Coronel Bogado, Villa Diego, Cañada de Gómez, Ibarlucea, Barrio Carreras,
Sección 7ª, San Francisquito, Central Santa Fe, Tiro Suizo y La Bajada, Sección
6ª,Barrio Arroyito, Bella Vista, Sección 8ª, Sección centro, Barrio Belgrano,
Sección 9ª y junto a las filiales la Comisión Central Femenina[5].
Hacia finales del año ´38, las
principales actividades de la Junta se centralizaron en calle Maipú 1027,
compartiendo espacio físico con la AIAPE, en la Casa de la Cultura. Espacio en el cual también el Sindicato de la
Construcción llevaba adelante muchas de sus asambleas. Todas coinciden en un
anclaje muy cercano a la militancia comunista de la ciudad. Si bien el PC se
había abocado a una actividad más específica a través de organizaciones como el
Socorro Rojo Internacional y desde 1937 en la Liga Argentina por los Derechos
del Hombre, poseía una notable influencia tanto en la AIAPE como en la JPSRE. A
nivel nacional, la FOARE era la entidad de los comunistas para su ayuda a
España.
Luego de la guerra, la Junta
orientó su trabajo hacia la ayuda de refugiados y exiliados (Schwarzstein, 2000; Devoto,
2001). Desde la Casa de la cultura
permanecieron centralizadas sus actividades bajo el nombre de Junta Central pro Socorro a los Refugiados
Españoles, conservando la estructura de filiales en diferentes barrios de
la ciudad y pueblos vecinos (La Capital, Rosario, 18/08/39). Poco tiempo después,
esta entidad conformaba también la Comisión Central Femenina de Ayuda los Niños
Españoles Refugiados. Con el devenir de la Segunda Guerra Mundial, la
actividades de apoyo a las víctimas se desarrollaron a través de la Junta de la
Victoria (Barrancos, 2019).
Un plan, debates y disidencias
Cuando se conformaba una filial,
se pasaba a explicar la propuesta de un Plan de Socorro y Reconstrucción para
España, lo que significaba un programa de
préstamos en los siguientes términos:
·
El
gobierno republicano emitiría títulos al portador con el derecho a recibir en
España, en cinco anualidades, 100 kilogramos de trigo o su equivalente en otras
mercancías, cada título vale 15 pesos.
·
La
primera emisión será de 200 mil toneladas de trigo o sea 30 millones de pesos
enviando en canje: lana, algodón, cueros, grasas, carne, objetos de abrigo.
·
La
colocación es a cargo de las Juntas Pro Socoro, constituidas mediante
procedimientos democráticos, bajo la presencia del embajador.
·
Serían
pagados en efectivo o mercancías. Campaña de propaganda para su colocación en
el interior y las fábricas.
·
La
embajada rescataría los títulos al portador, devolviendo el 20 % de su valor
anualmente. Los títulos podrán ser enviados a sus familiares. (La Capital,
1936)
En simultáneo con la movilización
popular a que daría lugar el empréstito, las juntas iniciarían una campaña para
conseguir del gobierno argentino el redescuento de un préstamo al gobierno
español. El argumento era que el empréstito iba a ser beneficioso también para
Argentina, ya que luego de que la República ganase la guerra, su comercio se
reorientaría hacia los países solidarios. Con el fin de presionar al embajador,
la Junta le enviaba un cable al gobierno de Largo Caballero en Valencia:
“Primer
Ministro Francisco Largo Caballero – Valencia: Junta Central Pro Socorro y Reconstrucción de España interpretando
sentir popular asambleas extraordinarias rindiendo homenaje 14 de Abril,
pedimos eleven embajador Jiménez de Asúa digno representante de España
Republicana que con su valiente actuación ha hecho renacer entusiasmo y
actividad pro ayuda Madre Patria” (La Tribuna, Rosario, abril 1937).
La firmaba su presidente Antonio
Cordón.
Esta iniciativa fue impresa y
entregada al embajador en Buenos Aires pero, ante la ausencia de garantías, fue
rechazada. Terminó por generar mucho rechazo incluso al interior de la Junta,
hasta llegar a la expulsión del secretario general. Se constituyeron al
respecto dos comisiones, una de Control y Finanzas y la otra de Control en el
Almacenaje de Mercaderías y Víveres (Quijada, 1991).
Las disidencias internas no
faltaron y en varias ocasiones hubo desplazamientos. “Los socios de la sección cuarta de la Junta, con motivo de los
disensos internos habidos en la institución en su asamblea de elección de
autoridades en mayo de 1937, acordaron por unanimidad desconocer la expresa
entidad central y separarse” (Cucurullo y Sdrigiotti, 1999: 31) y constituir un nuevo organismo
denominado Junta Pro Socorro de Guerra -Alimentación para España Leal- (La
Capital, Rosario, 12/06/37). De inmediato, el consulado hizo pública una
declaración en la cual se desentendía de los conflictos internos aduciendo que “las cuestiones de orden interna de las
mismas deben resolverse en el seno de la Junta Central” (La Capital,
Rosario, Mayo 1937, s/f).
En la ciudad de Rosario, la
Comisión del Niño Español, perteneciente a la Junta Pro Socorro de Guerra
-ubicada en Calle Corrientes 954- centralizaría las actividades de ayuda a la
infancia española en peligro. Lo mismo hizo la sección local del Partido
Aprista Argentino, se retiró de la Junta y prestó apoyo por su cuenta al
gobierno de Valencia (Cucurullo y Sdrigiotti,
1999). En esta organización las disidencias fueron constantes, ya sea por un
criterio de orientación política o por el tipo de ayuda que debía organizarse
desde la entidad.
Aunque no solo en esta Junta
había diferencias; si achicamos el foco veremos que el antifascismo no fue un
campo sin fisuras. Hacia 1939 el embajador de la República Española en
Argentina, Ángel Ossorio y Gallardo escribió para la
revista del Centro de Unión Republicana de Rosario, Nueva España (1939, 4) las siguientes palabras que nos ayudan a
esclarecer los matices ideológicos – el resaltado es nuestro -:
Republicanos
somos y seguiremos. Republicano será nuestro pensamiento. Demócratas,
liberales, parlamentarios, constitucionales de 1931. En amistad franca con
socialistas, comunistas, sindicalistas y anarquistas, aunque sin confundir ni
un momento nuestra ideología con las suyas. Pensamos cosas absolutamente
distintas y estamos accidentalmente
unidos para combatir al enemigo común que es el fascismo. Nuestra posición
es la misma de Inglaterra al buscar la unión con Rusia frente a los pueblos
totalitarios (…) Cautela, prudencia, serenidad y buenos modos han de ser
nuestras armas (…) quitarnos la leyenda
de rojos (…) y mantener una respetuosa adhesión al legítimo Gobierno
argentino (…).
Al interior del antifascismo
podemos notar la pluralidad ideológica. Algo similar ocurría con la Junta: si
bien la misma está ligada a la FOARE, en ella había comunistas, anarquistas,
demócratas y muchas personas independientes. Sus actos fueron una muestra de
esa heterogénea composición social, política e ideológica.
Con aire de copla. Actos y campañas republicanas en Rosario
Los actos y las campañas fueron
episodios en donde los valores más universales que comprendía la defensa
republicana se ponían en juego. Tanto la solidaridad y el aporte de las
personas a la causa republicana como la impronta de sus actos a través de las
imágenes, la música, la simbología y la masiva concurrencia nos mostraban la
incorporación de novedosos lenguajes que se impregnaron al drama político
local. A partir de 1940, la Segunda Guerra Mundial impondrá estos paradigmas en
disputa a la agenda política oficial (Halperín
Donghi, 2013).
La solidaridad con la República Española en el sur de Santa Fe
Las campañas comprendían al
conjunto de las filiales y se desarrollaban según las posibilidades de
solidaridad. En su mayoría se armaban a nivel nacional a través de la FOARE.
Las de la Junta no eran las únicas, puesto que por su parte el Centro Español de
Unión Republicana de Rosario también organizaba sus campañas a las que llamaba Racionamiento del Miliciano.
Desde el momento mismo en que se
organizó la Junta, la solidaridad –como afirmamos anteriormente- fue una constante.
Así, por ejemplo, con fecha del 18 de marzo de 1938, una carta enviada por el
tesorero de la Junta, Isaac Calzadilla, en respuesta y agradecimiento a una
persona que había donado la suma de dos pesos en moneda nacional y la compra
por igual valor de tarjetas de ayuda a la comida
del miliciano, decía: “oportunamente
le enviaremos a usted el Balance de este gran acto de solidaridad y socorro al
pueblo español”[6].
La carta dejaba entrever que la ayuda se organizó desde abajo según las
posibilidades de cada persona.
A diferencia de los comunicados
de la Junta Nacionalista Española en apoyo abierto al gobierno de Burgos, que
“ha
declarado categóricamente que es ella la única entidad, netamente definida en
nuestra ciudad (ubicada en Calle córdoba 954), que reúne fondos con destino a
las fuerzas del gobierno de Burgos que luchan para liberar a España del yugo de
los extremistas sectarios detentadores del poder que asolan y enlutan” (La
Capital, Rosario, 09/12/36),
La Junta se centraba en la ayuda
a ‘las víctimas de la guerra’ sin hacer apreciaciones sobre el marco político
de la misma, pero con un claro apoyo al bando republicano.
En base a su ligazón con la
FOARE, las filiales de la Junta adhirieron a una de las campañas de ayuda más
importantes, la Campaña del Cereal.
En un comunicado de la Junta Vecinal de Ameghino se anunciaba que en dicha
localidad se había realizado una colecta a favor de la Campaña del Cereal para remitir a la España republicana
“logrando
reunir 102 bolsas de excelente trigo que ha sido consignado a la FOARE, representada
en nuestra ciudad por la Junta Central Pro Socorro y Reconstrucción de España.
El citado cereal ha sido descargado en el puerto local en los silos de la
Compañía Argentina de Elevadores, Recepciones y Embarques, S. A.”
(Diario La Capital, Rosario, 4/07/38).
Similares noticias se replicaron
en las localidades de Cañada de Gómez y Las Rosas. En octubre se anunció la
salida de un barco con 850 bolsas de cereales de las siguientes localidades:
Carreras, tres camiones con 500 bolsas; Villada, un camión con 51 bolsas;
Corral de Bustos, un camión con 150 bolsas; Acebal, un camión con 21 bolsas; Chabas, un camión con 128 bolsas. Además, ambulancias,
ropa, medicamentos y diversos tipos de productos recolectados por la
JPSRE. En el mes de diciembre, la Junta
comunicaba que la Campaña del Cereal había
logrado reunir hasta 5017 bolsas para enviar (Diario La Capital, Rosario,
02/12/38). Dicha campaña culminó con un acto de masiva concurrencia en el Luna
Park de Buenos Aires.
A esta altura la situación se
tornó cuanto menos desesperante. Ello puede leerse en un cable publicado por el
Comité Internacional de Coordinación de París, que decía: “Madrid telegrafía pidiendo reservas de leche en polvo para las
criaturas agotada en la región central. Enviar inmediatamente ciento veinte
toneladas. Treinta mil niños amenazados de morir de hambre…” reproducido en
diversos diarios del mundo (La Capital, Rosario, 21/12/38).
Manifestaciones antifascistas
Complementando la proliferación
de sus actividades en cada una de las filiales, la Junta también organizaba
junto a otras entidades –AIAPE, Comité contra el Racismo, Centros regionales,
Amigos de la República, Embajada española- actos públicos verdaderamente
masivos. La impronta de estas movilizaciones fue una forma de visibilizar la
ideología en disputa.
En el marco de fechas
representativas para los sucesos españoles, el 14 de Abril o el 12 de Octubre,
se realizaron actos centrales en apoyo a la República Española en los cuales
participaron las principales entidades de ayuda y solidaridad como algunos
centros regionales, la Junta, el Centro Español de Unión Republicano de Rosario
y demás entidades gremiales, culturales, estudiantiles y políticas bajo el
amparo de la embajada como criterio de unidad y legitimidad. Por lo general, el
espacio elegido era el Cine Real ubicado en la intersección de las calles
Boulevard Oroño y Salta.
El 14 de abril de 1937, el Centro
Republicano convocó a un acto en homenaje a la República española. La crónica
es una seria descripción del ánimo popular en torno a los sucesos españoles:
Fue la
de anoche una asamblea en la que el entusiasmo era tan grande como la multitud
que se apiñó en todos los rincones de la espaciosa sala y en los alrededores de
la misma…tanto el local como el proscenio y las calles adyacentes del teatro,
ofrecían un espectáculo imponente. El escenario fue adornado con banderas
argentinas y españolas y grandes retratos del general Miaja, de la Pasionaria,
de Largo Caballero y de otros personajes (La Capital, Rosario, 15/04/37)
Aquí sí aparecía el claro repudio
al fascismo y una gran participación de hombres y mujeres luciendo el gorro
miliciano. Desde los palcos, las delegaciones de las entidades se hicieron
reconocer por los respectivos carteles que las identificaban. El escenario estuvo
ocupado por la delegación de Buenos Aires, los organizadores del acto y
numerosas entidades obreras, estudiantiles y comités de ayuda. “Cuando el telón fue levantado, el
público, con el puño en alto, prorrumpió en entusiastas vítores a la República
Española, al gobierno de Valencia y el general Miaja, después de lo cual cantó
el Himno Nacional, el Himno de Riego y la Marsellesa” (La Capital, Rosario, 15/04/37). Sin dudas
que dicha descripción narraba el clima de época desde un simbolismo cargado de politicidad y compromiso que claramente los gobiernos
conservadores no iban a tolerar por mucho tiempo.
Con motivo de este tipo de
festejos y conmemoraciones, se organizaban distintos actos a los cuales la
sociedad acudía masivamente. Eran actos que tenían una connotación menos
formal, bailes, obras de teatros, conciertos y variedad artística muy
importante. Todo bajo el clima del antifascismo.
La participación que provocaron
los sucesos internacionales hicieron del espacio público un ámbito de disputa
permanente acosado por un gobierno que, mediante decretos, intentaba frenar la
movilización que causaba la conmoción española.
A través de la amplia
convocatoria puede notarse que la JPSRE tuvo un anclaje territorial y social en
las clases populares. En ese contexto el gobierno de Iriondo decreta suspender
los actos en pro o en contra del drama español (El Orden, mayo 1937):
La reacción que se ha entronizado en Santa Fe teme a
las reuniones populares aunque ellas sean de simpatía a una causa extranjera. Y
tanto les teme, que cuando se organiza uno de estos actos, la policía previene
a los organizadores que los oradores no deben tocar para nada la política local
(La Vanguardia, 08/05/37).
Un antecedente había sido la
suspensión por parte del gobierno del principal acto del 1º de mayo de 1937 (La
Capital, 02/05/37. La Vanguardia, 03/05/37). En 1938 y 1939, la Junta tuvo sus propios
oradores en los actos por el Día Internacional de los Trabajadores.
En marzo de 1938, la Junta
organizó una actividad recaudatoria bajo la consigna: Almuerzo del Miliciano[7].
Una lista de la colección Calzadilla muestra cuáles fueron los gastos y la
entrada de dinero según lo aportado por las filiales adheridas. De esta forma
podemos dimensionar cómo eran este tipo de jornadas. Además del dinero
destinado para la comida y el transporte figuraban el alquiler del Centro
Gallego, el permiso municipal, el sellado para el permiso policial, el pago a
la orquesta, sus derechos de autores, la pegatina de carteles para invitar, algunos
viajes de ómnibus, alquileres de mesas y sonido, los gastos a la delegación de
Buenos Aires, el transporte de gaiteros, los cuidadores de la quinta del Centro
Gallego, los artículos del tiro al blanco, entre otros, a los que podemos
agregar los 326 litros de vino y 700 kilos de carne. Claramente se intentaba
hacer un acto a través de los medios
legales y con una masiva concurrencia.
Avanzado el desarrollo de la
guerra, en septiembre de 1938, las actividades de la JPSRE se orientaron hacia
un pedido de paz, posición que compartía con el conjunto de las entidades. A
dos años de su constitución, esta Junta convocaría a un acto central al que
denominó “Por la Paz”, discurso que
se aggiornaba a ese momento de la Guerra Civil
Española pero que rápidamente volvería a desactivarse con la Segunda Guerra
Mundial.
Como muestra de un acto unitario,
el 27 de Noviembre de 1938 se realizó en la ciudad de Rosario un funeral cívico
por los caídos en defensa de la República Española, en el cine Nacional, con la
presencia del embajador de España en Argentina, Ángel Ossorio y Gallardo. Además del acto homenaje, en un contexto de
extrema debilidad del frente republicano en la guerra, la movilización puso al
descubierto todo el entramado de entidades adherentes a la República Española.
Por la JPSRE tomó la palabra su nuevo presidente, Francisco Collado.
A finales de 1938, la FOARE
cierra la Campaña del Cereal en un masivo en el Luna Park de Buenos Aires. Esta
convocatoria atrajo la atención de toda la sociedad. El espacio elegido en
Rosario para seguir el desarrollo del acontecimiento fue la Casa de la Cultura. En línea directa
fueron escuchadas por altoparlantes las palabras del ministro español Indalecio
Prieto. El acto estuvo organizado por la Junta, mostrando su postura de
compromiso y activismo militante desafiando el autoritarismo estatal. La
movilización que una vez más desbordó el espacio físico ocupando las calles en
las inmediaciones de la Casa, desafiaba
la voluntad prescriptiva del gobierno provincial.
A medida que el final de la
guerra se acercaba, las noticias sobre los hechos españoles y la acción
humanitaria fueron una constante en los diarios locales. Notas a la Liga de las
Naciones, a Inglaterra, a Francia, actividades intelectuales, pic-nic en
quintas a las afueras de la ciudad, la campaña por los niños, refugiados, la
campaña de invierno, y la permanente actividad de la JONS y de la Falange
Tradicionalista Legionarios Franquistas, entre otras, eran las publicaciones
más asiduas. A ello se le sumaron las numerosas asambleas y nuevas comisiones
en las filiales.
Más allá de las numerosas charlas
de la Junta Nacionalista ‘celebrando’ la paz, el fin de la guerra culminó con
un acto antifascista de trascendencia internacional. La cita fue el Cine Real: “Pro Unión de las Democracias de América”
organizado por AIAPE, la Liga por los Derechos del Hombre, el Comité contra el
racismo y el Antisemitismo de la Argentina, la JPSRE y otras entidades (La
Capital, Rosario. 02/04/39). En este acto público, en el que el orador central fue
Pablo Neruda, por entonces cónsul del gobierno de Chile para la inmigración española
en París, el objetivo era la defensa de las democracias frente al avance del
fascismo en el mundo y solicitar ayuda para financiar el rescate de refugiados
españoles en Francia a través del buque Winnipeg. El hecho dejó ver una masiva
concurrencia de la sociedad rosarina en apoyo a la España republicana. Aunque
algunos grupos menores celebraban la caída de la República y el ascenso del
franquismo en aquel país.
Una vez finalizada la guerra y a
raíz de una consulta de la Junta Vecinal del Cereal de Caseros a la Jefatura de
Policía para realizar un acto público por las víctimas, quedó claro el rechazo
por parte del Ministerio de Gobierno. El gobierno provincial decretó suspender
todo acto relacionado con la situación española:
“Por
la resolución se hace saber a los organizadores del acto que están prohibidas
todas las reuniones públicas que tengan directa o indirectamente fines
propagandísticos…que puedan exacerbar los ánimos de los españoles
residentes…los organizadores deberán tener en cuenta la política de
prescindencia que supone la actitud adoptada por el gobierno” (La
Capital, Rosario, 06/04/39)
A medida que la situación
internacional recrudecía los niveles de violencia, se profundizaban las tareas
destinadas a refugiados y exiliados de la guerra (Schwarzstein, 2000; Devoto,
2001). Como vimos, en 1939 la Junta adopta el nombre de Junta Pro Socorro a los
Refugiados Españoles con su respectiva Comisión Femenina (La Capital, Rosario,
18/08/39). Hasta el final de la contienda mundial las tareas de las mujeres
siguieron abocadas a la ayuda de las víctimas. En Rosario, la Junta de la
Victoria fue la organización que logró nuclear la participación femenina
(Barrancos, 2019).
El Protagonismo de las mujeres
Pensamos que en este escenario la
participación política de las mujeres puede ubicarse en lo que Dora Barrancos
(2019) denomina un interregno que
duró hasta mediados de la década de 1940. Y, si bien representó una cierta
declinación de las demandas femeninas, lo fue en función de una dominante
preocupación por la
“atmósfera
autoritaria y sus repercusiones locales. El mayor empeño militante estuvo
destinado a socorrer a las víctimas de la guerra civil española, a desplegar
medidas solidarias con los refugiados y a proveer auxilio a quienes eran
perseguidos por el nazifascismo” (Barrancos,
20191: 194).
La autora señala además que esto
se traducía en una inquietud compartida entre las socialistas, radicales,
católicas liberales y también las anarquistas en un mundo cada vez más asediado
por la pérdida de libertades.
La participación de las mujeres
en el heterogéneo campo del antifascismo no era nueva con la Guerra Civil Española,
sino que la misma formaba parte de un contexto autoritario en el que las
demandas más acuciantes estuvieron determinadas por la urgencia de la guerra.
De esta forma veremos cómo la organización de mujeres en este tema se
homologaba a una supuesta representación pacifica de la violencia, aspecto que
no encaja cuando encontramos que muchas de ellas se enrolaron en el combate
europeo (Edelman, 1996; 2013; Etchebéhère, 2015).
Desde la década de 1930 aparecieron
agrupaciones como Agrupación Mujeres contra la Guerra, Federación Femenina
Argentina Pro Paz Mundial, Comité Argentino de Mujeres Pro Huérfanos Españoles
y Unión Argentina de Mujeres. Durante los años ’40 se fundó la Unión de Mujeres
Argentinas. En el caso de Rosario, tuvo un papel muy destacado la Escuela
Profesional Rosalía de Castro, dependiente del Centro Español de Unión Republicana. Una escuela que tendría entre
sus objetivos instruir a niños y niñas de la población pro republicana local y
también destinada a ayudar a los refugiados en los campos de concentración en
Francia luego de la guerra civil. Más tarde, ya en el contexto de la
conflagración mundial, el espacio político de participación antifascista y
femenino será la Junta de la Victoria (Pasquali,
2013; Hernández, 2015; Barrancos, 2019).
Varios trabajos han puesto la
mirada en el cruce antifascismo y mujeres planteándolo desde un análisis de las
coyunturas y situaciones históricas (McGee Deutsch,
2012, 2013; Ardanaz, 2013; Pasquali,
2016). Entendiendo que más que un simple aspecto teórico, pensar el género
implica una cuestión metodológica que nos lleva a examinar a las mujeres y a
los varones en sus vínculos sociales, constituyendo la mirada sobre la
construcción de la diferencia sexual (Scott, 1983).
Dicha mirada desde lo relacional
supone indagar normas, instituciones, subjetividades y representaciones para
comprender el clima y las estructuras sociales y culturales. En nuestro caso,
el rol que adquirió la participación de las mujeres en la construcción del
antifascismo debería entenderse dentro de la dinámica misma de dicho contexto
en el que, sumada al carácter asambleario y organizacional de la Junta,
aparecía tempranamente una voluntad pacifista, antibelica o de
ayuda a la niñez en contexto de vulneración.
En una noticia en la que se
informaba sobre la conformación de la comisión de veinte miembros de la sección
séptima de la junta se establecía además
que
“ha
quedado constituida la filial femenina de la sección séptima, integrada por
numerosas damas, quienes se abocaron de inmediato a la tarea de recolectar
víveres y ropas entre el comercio y el vecindario. Al mismo tiempo será abierto
un taller de labores para lo cual se cuenta con cinco máquinas de coser” (La
Capital, Rosario, 15/10/36).
Aquí aparece el rol protagónico
de las mujeres vinculado a quehaceres estereotipados y a la –ya citada-
voluntad pacifista de su accionar.
La junta creó filiales pero
también la Comisión Femenina encargada de la Campaña Pro Huérfano y Alimentación
del Niño Español en alianza con mujeres de otras organizaciones. Así, La
Tribuna informaba que
“La
Sección Femenina de la Junta Central Pro Socorro y Reconstrucción de España ha
invitado a todas las mujeres que desean colaborar en la campaña Pro Alimentación
del Niño Español. Esta comisión se dirige a las mujeres argentinas que no
pueden permanecer indiferentes ante tantas vidas destrozadas y tantos niños que
sienten hambre” (La Tribuna, Rosario, 19/04/1937).
Por otra parte, es destacable
señalar que durante el clima de retroceso que se vivía en el bando republicano
y el aumento de las víctimas, desde mediados de 1938 tomó mayor fuerza la labor
femenina. En particular, la Junta Central Femenina pro Ayuda a la Infancia
Española y el Comité Argentino De Mujeres Pro Huérfanos Españoles organizaron
desde charlas sobre el rol de las mujeres, muestras de muñecas, hasta recolección de ropa y víveres, entre otras.
Esta actividad se reorientó en la ayuda con los refugiados y los niños de la
guerra.
En un momento en que su condición de ciudadanas no estaba plenamente
reconocida, este proceso cobra una dimensión mayor cuando la escala se reduce,
ya que “estas agrupaciones habilitan
espacios de actuación pública que las vuelve más visibles en terrenos en los
que tradicionalmente no lo son tanto” (Ardanaz, 2013: 3).
Para Casas (2016), allí hubo una entrada en el ámbito de lo público que se
produjo en tanto mujeres-madres. Según el autor, este rol se reforzó con los
conflictos bélicos que permitieron confirmar la fuerte participación de las
mujeres (junto a sus familias) en el proceso de ayuda con los republicanos. La
estructura social permitió que
“Esa nueva mujer vinculada al
mundo del trabajo y particularmente a la fábrica se relaciona estrechamente a las
luchas de su tiempo, una mujer que se compromete con la actividad social y
política, no podía quedar ausente de la participación a favor de la causa
republicana” (Casas, 2016: 199).
Si bien coincidimos con las
hipótesis y el análisis de Casas (2016) en relación a las mujeres y su
vinculación política en estos años, será conveniente pensar dicha participación
en una continuidad con sus luchas por conquistar derechos.
En su trabajo sobre las mujeres y
la Guerra Civil Española en Argentina,
el autor analiza pormenorizadamente el contexto nacional en donde se
desarrollan estos movimientos antifascistas, determinando que las divergencias
políticas encontraron nuevas formas de canalizarse en el espacio público usando
un “nuevo lenguaje político” que persistiría en otras coyunturas
similares. De acuerdo con Ardanaz (2013), en su
búsqueda regional de un antifascismo caracterizado por el predominio de la
militancia feminista, ubica a estas mujeres en un contexto más general que va
de 1912 a 1938, “caracterizado por diversas
propuestas para lograr una redefinición de la ciudadanía política en el
ámbito legislativo” (Ardanaz, 2013: 8). Aunque
sostiene que esta creciente acción pública femenina no es acompañada por normas
que le permitan conquistar derechos.
La participación de las mujeres
permaneció vinculada a prácticas que, aún en su intervención social, las
ubicaban en determinadas tareas que, culturalmente y con anterioridad, se consideraban actividades ‘femeninas’, por
ejemplo, el cuidado de niños, las tareas destinadas a roles domésticos, en
muestras de muñecas, talleres textiles y, fundamentalmente, casi siempre bajo
una voluntad no violenta. Lo que no quita que las mujeres hubieran participado
del conflicto bélico como brigadistas,
evidenciando posturas más radicalizadas.
A nuestro entender, destinado a
analizar el caso de la Junta, el marco del protagonismo de las mujeres
reproduce los quehaceres estereotipados supuestamente femeninos como el de los
cuidados, la educación y la pacificación en el contexto hostil de la entreguerra.
Poniendo el foco a nivel de lo
que ocurre en el plano nacional, Dora Barrancos (2019) sostiene que a inicios
de la década del ´40 hubo una especial agitación en ese sentido a cargo de la Junta de la Victoria, que supo congregar
tanto a las socialistas, radicales, comunistas y liberales como a un conjunto
de mujeres independientes con el objetivo de frenar la expansión nazi-fascista,
fenómeno que en un momento previo ya se había revelado a través de la especial
solidaridad con las víctimas de la Guerra Civil Española. Hecho que, siguiendo
la propuesta de Ardanaz (2013), desde una perspectiva
de género en escalas más pequeñas, se complejiza la categoría misma de
antifascismo como herramienta de análisis para problematizar la comprensión de
este fenómeno.
Notas finales
En este trabajo intentamos
recuperar la experiencia regional y local de la Junta Central Pro Socorro y
Reconstrucción de España pensada como una de las entidades de ayuda al bando
republicano, en el marco de la Guerra Civil Española, de mayor anclaje
territorial. La misma fue una iniciativa que convocó a cientos de personas de
diferentes identidades políticas, dejando entrever una forma de construcción
política novedosa dentro de un ambiente caracterizado por el autoritarismo de
los gobiernos conservadores en la provincia de Santa Fe.
En ese sentido, el análisis
demandó un trabajo de exploración bibliográfica y de fuentes documentales que
aportaran a la reflexión historiográfica sobre el objeto. La perspectiva de la
historia regional nos posibilitó los mecanismos para observar un conjunto de
problemáticas específicas que enriquecieron, a nuestro juicio, el concepto de
antifascismo en su interpretación dinámica.
Además de convocar al campo
político de las izquierdas y el liberalismo, esta Junta fue el eje a partir del
cual se sumaron personas por fuera de una identidad política preestablecida.
Ello puede verse en el despliegue de sus actividades. Lo que destacamos es el
ensayo creativo de establecer con claridad los criterios para organizar la
amplia avalancha de la solidaridad con la República española. Ensayo en tanto
pudieron participar personalidades de la política, del campo intelectual,
sindicatos, personalidades vinculadas a los centros regionales españoles, a la
vez que, en la marcha pudieron dar
expresión a una gran participación de las mujeres en la ayuda con las víctimas.
Lo hasta aquí estudiado nos
permite decir que, a su manera, el accionar de la Junta le aportó contenido al
movimiento antifascista local y anticipó las movilizaciones callejeras y el
activismo social de los años ´40 en Argentina.
Por último, destacamos que estas
actividades, lejos de configurarse como simples actos de ayuda, tuvieron un
desenvolvimiento que las transfiguró en elementos claves para interpretar las
formas de hacer política en ese contexto y en ese periodo. Elementos que dieron
la pauta de novedosas expresiones que, ante el marco hostil de los sectores
conservadores, devinieron en una cultura contestataria como forma de abordar la
escena política. Es decir, se trata de una cultura política que encontraba en
su andar los mecanismos para hacer frente al autoritarismo. Fue también una
forma de hacer visible el pensamiento de aquello que aquejaba al mundo, de allí
la importancia de disputar el espacio público como el escenario en donde las
imágenes y los discursos -en tanto lenguajes que construyen sentido social- se pusieron
en juego. Y se constituyeron en el punto de intersección entre el drama local y
las perplejidades de la guerra civil europea.
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Otros documentos
Colección Isaac Calzadilla. Museo
Histórico Provincial Julio A. Marc. Rosario. Santa Fe.
Recibido: 30 de octubre de 2019
Aceptado: 17 de diciembre de 2019
Versión
Final: 6 de enero de 2020
[1] De aquí en adelante nos
referiremos a la misma de las siguientes formas: JPSRE, Junta Central Pro
Socorro y Reconstrucción de España o simplemente la Junta.
[2] Sindicato Gastronómico
de Mozos y Anexos; la Federación de Obreros y Empleados Ferroviarios; la
Federación de Trabajadores de la Empresa Municipal Mixta de Transporte de
Rosario; el Sindicato de la Construcción; Sindicato de la Madera, entre otros.
[3] El Partido demócrata
progresista, la Unión Cívica Radical (comité nacional), el Partido Comunista, el
Partido Socialista y la Federación anarco comunista argentina.
[4] Federación Anarco
Comunista Argentina
[5] Museo Histórico Julio A.
Marc (Rosario). Colección Calzadilla
[6] Museo Histórico Julio A.
Marc (Rosario). Colección Calzadilla
[7] Museo Histórico Julio A.
Marc (Rosario). Colección Calzadilla