Identidades del desierto. Los efectos de la colonización española en la identidad saharaui

 


Identities of the desert. The effects of Spanish colonization on the Saharaui identity

 

 

FABRIZIO DI BUono*

(Università della Calabria); Italia

fabredb@gmail.com

 

 

 

 

 

Resumen

A partir de una perspectiva poscolonial analizaremos la actual condición saharaui en el contexto del exilio, migración y en los territorios ocupados del Sahara Occidental, poniendo el foco de atención en el ordenamiento simbólico impuesto por la colonización española y la influencia que tendrá en los cambios producidos en la vida cotidiana de los saharauis, así como en la construcción (y cambios) en la identidad de los hijos de las nubes. En este artículo haremos un breve recorrido de cómo la creación colonial de las fronteras y la consecuente sedentarización de las poblaciones afectan el tiempo y el espacio de las poblaciones nómadas. Se verá como estos procesos están acompañados por una política racial que se manifiesta a partir de intereses económicos (en relación a los fosfatos) y de la educación que se imparte en el territorio. El resultado será la conformación de una identidad saharaui gestada entre la globalización económica y la resistencia por el reconocimiento de sus derechos.

Palabras clave: Saharaui; identidad; colonización; frontera; espacio-tiempo.

 

Abstract

The article has the aim to understand the actuality of sahrawi condition into exile, migration and into ocupied territory through an historic tour, which focused on the influence of a new symbolic system (imposed by Spanish colonization) about diary life and the construction (and change) of identy of son of clouds. In this article, we’ll analyaze how the creation of colonial borders and the sedentary consequence –on sahrawi people– alter the time and the space of nomadic people.  These process’ have been favored by racial politics that could be shown by way of the economics interests and the educational policy onto Western Sahara. The results will be the creation of a sahrawi identity between the economic globalization and the resistance against the privation of own rights.

                  Keywords: Saharaui; identity; colonization; border; space-time.

 

Introducción

La historia del Sáhara Occidental, como cualquier historia de descolonización, mantiene un hilo que lo liga al Estado colonizador. Tal cosa ocurrió en el caso de España, que, en 1975, con los tratados de Madrid[1], dejará el territorio conocido como Sáhara Español a merced de las ocupaciones del Reino de Marruecos y de la República Islámica de Mauritania[2]. La llegada de los españoles fue portadora de cambios importantes en la vida cotidiana de las poblaciones que vivían en el territorio hoy conocido como Sáhara Occidental, y continuará actuando hasta hoy en los procesos identitarios de los saharauis que migran en modo cíclico, es decir migran-retornan-re-migran[3].

El pueblo saharaui, conocido como hijos de las nubes por su carácter nómada, fue reducido en gran parte a un modo de vida sedentario como consecuencia de la organización del territorio por los colonizadores españoles, como una disciplina foucaultiana cuyo objeto fue imponer un orden europeo en la organización de la vida diaria. Sin embargo, de hijos de las nubes pasaron a ser hoy en día hijos de una necesidad de futuro a causa de una descolonización fallida y de la condición en la que sigue viviendo el pueblo saharaui, dividido entre tres territorios: los territorios ocupado por Marruecos; los campamentos de refugiados en el desierto; y las migraciones (a menudo hacia Cuba, cuando los jóvenes se encuentran en edad escolar, y a España, cuando son adultos) en búsqueda de un futuro, siguiendo la lucha por la autodeterminación. De hecho, la migración saharaui se dirige en gran medida hacia España, donde sin un estado jurídico que los tutele son considerados como migrantes sin tener en cuenta el papel jugado por España en el pasado, enfrentándose nuevamente a otra incertidumbre en relación a su futuro[4], como acaeció en 1975 cuando el Estado español dejó a merced del Reino de Marruecos el futuro del Sáhara Occidental y el de los saharauis.

Como hacen notar Correale y Gimeno Martín, las investigaciones sobre los saharauis y el Sahara Occidental en las ciencias sociales se concentran en el análisis del conflicto actual, poniendo el foco de atención en las relaciones y en el derecho internacional[5];  existe también una notable cantidad de escritos periodísticos y militantes (a menudo ocupando las dos posiciones posibles en caso de referéndum para decidir el futuro del Sahara Occidental: independiente o anexo al Reino de Marruecos con un estatuto especial). Sin embargo, lo que ponen en relieve dichos investigadores es la escasez de trabajos que se ocupan de los saharauis durante la época colonial –sin la cual no se puede entender el conflicto actual– y “las flaquezas de la investigación científica sobre la antigua colonia española[6] a la hora de considerar la memoria colonial, es decir los testimonios que abarcan la perspectiva tanto de los colonizadores como de los colonizados. La recolección de datos estadísticos nos puede decir mucho sobre los cambios efectuados en el territorio colonial y del pasado colonial de las viejas metrópolis.

Un tipo de testimonio muy desarrollado han sido las memorias coloniales militares, las cuales tienen mayormente un enfoque castrense. Como resalta Correale, “de los 36 trabajos escritos o reimpresos entre 2001 y 2010 que tratan de la historia de las dos antiguas provincias de España hasta 1975, 23 han sido redactados por militares o antiguos militares, que en su mayor parte realizaron (…) su servicio militar en una de las dos posesiones africanas y los restantes 13 por civiles”[7]. Una buena recolección de testimonios que ponen en evidencia (voluntaria o involuntariamente) la estructura colonial que asumió la ocupación española se puede encontrar en dos textos del periodista Dalmases (Huracán sobre el Sáhara y su tesis doctoral El Sáhara Occidental en la bibliografía española y el discurso colonia)[8], así como en el trabajo de Navarro Ordoño (La arena y el remordimiento: el Sáhara Occidental en el memorialismo español contemporáneo)[9], donde el autor nos presenta una disertación crítica de los memoriales, teniendo en cuenta las diversas perspectivas que componen el panorama sobre el caso. La riqueza que nos ofrecen estos memoriales es la de profundizar las relaciones de poder que se generan en la colonia, es decir, como sostendría Homi K. Bhabha, no tratan de pensar la dominación como una hegemonía absoluta, sino en su ambivalencia, donde la autoridad colonial, si bien basada en un acto de violencia, busca a la vez instituir civilización. Esta misión civilizadora tiene la tarea de re-formar al sujeto colonial a imagen y semejanza de la cultura colonizadora[10]. Al mismo tiempo, podríamos apelar a la definición de poder colonial hecha por Quijano, es decir la de reproducir la cultura colonizadora a través de una “clasificación de la población mundial en torno de la idea de raza”[11], afectando de esta manera los espacios concretos de dominación. Sin embargo, será la identidad que actúa por “exclusión” –en términos de Butler– la que genere una identidad que “retorna para trastornar y perturbar las exclusiones”[12], como el día en el que las Naciones Unidas visitaron al pueblo saharaui del entonces Sáhara español y éste respondió con un «Viva el Frente Polisario», dejando desconcertados los colonizadores.

En esta dirección, en este artículo queremos focalizarnos en la influencia de la colonización española sobre la identidad de los hijos de las nubes, los saharauis, con una clara referencia al pasado nómada de la población. Como escribió Omar Ahmed en la revista del Ministerio de Cultura Saharaui Al Montada, “la identidad cultural saharaui se ha ido enriqueciendo a través de su proceso histórico, incorporando valores y elementos culturales africanos, Amazigh, árabes y europeos (a través de la colonización), dándole las características actuales a esta identidad, que nos diferencia de los pueblos limítrofes[13]. En función de las palabras de Ahmed, podemos reconocer dos ejes que nos permiten estructurar una identidad: uno que reconoce lo común y otro que se concentra en las diferencias. Según Stuart Hall, podemos distinguir entre una identidad que se construye sobre una cultura compartida –dentro de una “comunidad imaginada” donde la cultura refleja una experiencia histórica común y comparte unos códigos que dan un significado y una consciencia que llega al momento actual– , y una identidad que, si bien tiene puntos de similitud, acepta los puntos de diferencia que irán a formar «lo que realmente somos (…) o mejor, siendo que la historia ha intervenido, en lo que nos hemos convertido”[14]. 

Un error común es considerar (o, como diría Gramsci, subestimar) a la identidad como algo folklórico, o como un abstracto populismo a través del cual descubrir la verdadera naturaleza de pueblo. Sin embargo, Frantz Fanon[15] nos recuerda que una cultura nacional, que nos remite a la segunda opción indicada por Hall, es el cuerpo entero de todos los esfuerzos cumplidos por un pueblo que se ha creado a sí mismo y sigue manteniéndose con vida por sí mismo. Es decir, en una situación de dominación colonial nos encontramos frente a una necesidad de unir las fuerzas comprometidas contra el colonizador, definiendo su propia posición.

Conscientes de que los procesos de formación de una identidad nunca son lineales, encontramos varias capas que funcionarán como etapas en las cuales se agregan o quitan viejas y nuevas exigencias sobre un grupo. Por ejemplo, se puede pasar por una época colonizadora y, luego, por una descolonización compleja (o, incluso, inacabada). Teniendo ello presente, en este artículo nos concentraremos sobre este tema, es decir en la influencia de la colonización española sobre los cambios en la identidad y estilo de vida saharaui.

En efecto, estamos convencidos que el periodo español representa una etapa importante para modificación de la vida cotidiana y del modo de pensar saharaui. Por tanto, será nuestro interés narrar, en las páginas que siguen, la deconstrucción y construcción de la identidad saharaui en la época de la colonización a través del sistema de control y disciplina impuesto en el territorio –dentro de un esquema tanto local como global– y de las relaciones entre colonizador y colonizado, para llegar, finalmente, al momento de la rebelión que derrotó a los españoles, la cesión de los territorios por parte de España a Marruecos y Mauritania y el exilio saharaui en el desierto argelino.

La pregunta que nos estimula a reconstruir lo que nos parece un sistema disciplinario de la colonización española abarca una identidad nómada del pasado tribal, que sigue existiendo (tanto en la retórica como en la literatura saharaui) a pesar de la sedentarización de la vida y las costumbres. Es sobre esta sedentarización material y su convivencia con el imaginario nómada, que se focalizará nuestra atención, preguntándonos cómo se instauró, cuál fue su evolución y qué prácticas materiales se adoptaron para llegar a este resultado que pertenece también al proceso identitario saharaui. Es necesario, por lo tanto, investigar el pasado colonial de España en el Sahara Occidental, por entonces conocido como el Sahara Español.

Antes de la frontera. Los saharauis antes del control franco-español

La historia precolonial del pueblo saharaui recoge en sí una pluralidad que habita el territorio conocido como Trab el Bidān, es decir los territorios de los blancos[16]. Con el paso del tiempo los asentamientos de los colonizadores, que establecieron fronteras, harán que esa pluralidad sea puesta en duda y generará el surgimiento de conflictos identitarios que afectarán el futuro y la reproducción misma de estas poblaciones.

Para empezar, podemos hacer aquí un paralelo entre las respuestas de un niño saharaui a un periodista y las palabras de Francisco Quiroga de 1886, en los inicios de la presencia española en el territorio. En un artículo publicado en The Journal North Africa Studies del 2007, el investigador San Martín entrevista un niño saharaui en los campamentos de refugiados de Tindouf[17]. El breve diálogo es el siguiente: «(P) ¿Quiénes eres tú? (R) Ahmed. (P) ¿Hijo de...? (R) Hijo del pueblo saharaui. (P.) ¿Cuál es tu tribu de origen? (R) El pueblo saharaui». Mientras el investigador intenta recoger informaciones sobre el pasado y la construcción de la identidad saharaui, el niño lleva consigo una sola identidad, identificando tribu de pertenencia, familia ampliada y familia directa. En el camino de búsqueda de enlaces con el pasado, son útiles las palabras de Quiroga de 1886, quien dijo, a propósito de los saharauis, que «viven en una independencia casi salvaje (…) Respetan el nombre del sultán de Marruecos por ser descendiente del Profeta; pero rechazan con toda energía la idea de llegar a ser súbditos de Muley-Hassan. (…) Mil veces nos han dicho moros de distintas tribus, y aún delante de sus mismos jefes, que el árabe del desierto no tiene otros jefes que Allah y Mahoma»[18]. Estos dos extractos nos permiten confrontar dos cuestiones. La primera cuestión, que pone en evidencia Correale[19], hace referencia a las formas de estas identidades, las cuales por un lado generan un reconocimiento interno en relación a la comunidad de pertenencia y, por otro, un reconocimiento hacia lo externo. Correale sostiene que en el contexto tribal el individuo, a través de su linaje, encuentra su ubicación dentro del contexto de la comunidad, trayendo al presente el pasado que le ofrece una relación común. En palabras de Jean Luc Nancy, en este caso el linaje funciona como demostración de su ser singular plural.

Mientras tanto, la identidad que estableció el Frente Polisario[20] es fruto de una construcción que, como también sostiene Sobrero, copia el esquema nacionalista y de la reciente condición colonial. Además, demuestra un cambio de lectura de las condiciones presentes, donde este pasaje que conecta la identidad al territorio de un Estado-Nación y no al linaje tribal -considerado por las teorías desarrollistas como un sistema atrasado y que no permite el desarrollo de la sociedad (capitalista)- es la única condición para que el pueblo saharaui pueda ser reconocido a su exterior. Sin embargo, a través de la proscripción del tribalismo, el objetivo del Frente Polisario a partir de su fundación fue también otro: anular las diferencias internas que comporta un sistema tribal. De hecho, con las mutaciones del territorio, también las condiciones de vida precedentes acabaron por transformarse definitivamente, cambiando las bases materiales (pastoreo, consanguineidad, tierra) que determinaban la identidad. Por tanto, la pertenencia al Frente Polisario se da sólo en relación a la Nación saharaui, en singular, y no a los pueblos saharauis. Así, de acuerdo con Correale, «la diversidad histórica de las poblaciones saharauis se convierte así en identidad histórica del pueblo saharaui»[21].

La segunda cuestión (acerca de la identidad plural pre-colonial) hace referencia a una historia que demasiadas veces ha sido encubierta por la narración colonial, que considera el tribalismo un no-sistema o una situación desprovista de una reglamentación material y social. De hecho, este es un intento que hemos visto en varios casos de políticas coloniales, donde las dinámicas que regulan una sociedad son desconocidas por el observador foráneo, el cual, por falta de comprensión, es incapaz de ver los otros tiempos que reglamentan el ritmo de vida de las poblaciones. Por tanto, es necesario aquí narrar los acontecimientos que han llevado un cambio en el sistema de vida de las poblaciones saharauis, generando notables problemas para su reproducción bajo un horizonte que para ellos ha cambiado pero que, no obstante, queda vivo en sus imaginarios.

La sociedad nómada vive un tiempo que podríamos definir como cíclico. Haciendo nuestra la definición de Debord[22], un tiempo cíclico se encuentra dominado por el ritmo de las estaciones y es disfrutado por el sujeto a través de la experiencia directa del territorio, el cual, podríamos añadir nosotros, no tiene fronteras insuperables y dispone de tierras que se ofrecen al pasaje cíclico en el momento oportuno. La sociedad pre-colonizada se regulaba con un sistema jerárquico de tribus, divididas entre tribus guerreras (principalmente nómadas) y tribus tributarias (mayormente comprometidas con la agricultura y la pesca). Estas últimas estaban sujetas al pago de la horma a cambio de protección a cargo de las tribus guerreras.

Uno de los trabajos descriptivos de este sistema es el del antropólogo e historiador español Caro Baroja realizado en los años cincuentas del siglo XX. En su trabajo, Caro Baroja[23] habla de una sociedad nómada que a través de su identificación social e individual refleja una compleja red familiar que se manifiesta en la manera de presentarse y de nombrar, donde los diferentes uld[24] que se siguen en los nombres permiten alcanzar hasta el octavo predecesor (costumbre esta que se mantuvo también en varias regiones de la península ibérica). Si bien parece que no hay una centralidad en este sistema, en realidad existe una regulación entre las tribus, en función de dos momentos: uno que afecta la vida interna de una comunidad de pertenencia (la familia ampliada) y otro que regula la vida externa de una unidad comunitaria específica, es decir la vida de las comunidades. El primer tipo de regulación se tiene a través de la yemaa, una asamblea de varias poblaciones que pertenecen a la misma familia, donde se decide a partir de acuerdos (asaba) con un tiempo definido; la segunda alcanza un arco geográfico más amplio y se obtiene a través del Ait Arbain, llamado también Consejo de los 40, que regula la vida común entre las poblaciones nómadas, compartiendo sus diferentes experiencias. De hecho, como explica Sobrero[25], cada tribu o cabila está subdividida en funciones de parentesco, es decir facciones y familias.

Estas poblaciones saharauis comparten la fe en el Islam y el idioma del hassanya. La escala jerárquica con la cual nos encontramos ubica en su punto más alto al grupo Arab, descendiente de los árabes, llamados también “los hombres del fusil”; al grupo Tekna, nómada y guerrero, que daba protección (y cobraban la horma); luego encontramos al grupo Chorfa, que desciende del Profeta y al grupo Zuaia, que se dedican al Corán y la literatura. En posición subalterna está el grupo Znaga ez naga, cuyas tribus se dedican al pastoreo y la pesca: son las tribus que pertenecen a este grupo las que deben pagar la horma para garantizarse una protección. A un escalón social inferior que las cabilas Znaga encontramos a los majarreros (artesanos) y los iggauen (poetas y músicos). En la base del sistema están los Abid, es decir los esclavos negros, y los hatim, los libertos. En el censo de 1974 se destaca que el 85% de la población saharaui se compone de seis tribus: Erguibat y Arosien (grupo Chorfa, que ve en su interior cambios notables durante la colonización española), Izarguien y Ait Lahsen (grupo Tekna), Ulad Delim (Arab), Ulad Tidrain (Znaga)[26].

Ahora debemos volver al por qué nos hemos concentrado en esta explicación del sistema tribal. Como hemos dicho ya, debemos tener cuidado en la utilización de las narraciones como medio para justificar una hegemonía sobre un territorio y su gente, hasta negar esta “otredad”.

Como explicó Braudel en su clásico La Mediterranee[27], la vida nómada que se desarrolla a lo largo del sur del Mediterráneo, es decir en el desierto, no corresponde a los cánones de lectura de una realidad europea, por eso la historia de las poblaciones saharaui no se puede definir dentro de los confines que la colonización española y francesa impusieron en esa zona, generando una historia hegemónica que divide lo que antes estaba unido por relaciones diferentes a las vigentes en el continente europeo. Una historia que se desarrollaba por encima de las fronteras actuales que hoy definen a países como Mali, Mauritania, Sahara Occidental, Marruecos y Argelia.

La historia de Ma el Ainin puede ser considerada como caso ejemplar, en cuanto es un pasaje histórico al que se ha apelado más de una vez para determinar la existencia histórica de los saharauis y, en particular, para establecer un Estado-Nación que se adueñara del territorio del Sahara Occidental. La vida de Ma el Ainin se desarrolla cuando la presencia española aún se limitaba a la costa atlántica, mientras que Francia ya había empezado la ocupación de Trab el Bidān y Traba el Sudán, sin hacer distinción y con el objetivo de consolidar su poderío militar y administrativo desde Argel hasta San Luis en Senegal, como hacen notar Gimeno Martín y Robles Picón[28]. Frente a esta presencia reaccionaron varios personajes que se convertirán en ejemplos en el imaginario de resistencia del Frente Polisario. Uno de estos será Ma el Ainin, que actuó entre 1880 y 1912. Originario de familias que habitaban a orillas del Rio Niger, a finales del siglo XIX había sido convocado para auxiliar al sultán de Fez[29]; luego, desde 1910, luchó contra ese mismo sultán por haber dado apoyo a los franceses[30] y contra los propios invasores franceses y españoles. De la segunda ola de revueltas, entre 1921 y 1934[31], los protagonistas fueron dos sobrinos de Ma el Ainin, Wayaha (1923-1924, muerto en un gazi, o incursión militar) y su hermano Mujammad Taqi Alllah, junto a quienes podemos destacar a Ismail uld Bardi, Abdallahi uld Abd al-Wahhab, Ahmad uld Hammadi, al-Bu y Muhtar uld Abayd Allah, y a la compañía de Ali uld Meyara y sus partisanos Thalat.

Este continuo desplazamiento del gazi no era percibido como algo organizado, sino más bien como bandolerismo que golpeaba saqueando y se retiraba, no como práctica para desestabilizar y rechazar la invasión europea. Más que un bandolero, Ma el Ainin resultó ser símbolo de unidad con la creación en Smara, ciudad que había mandado fundar, una biblioteca que recogía las memorias orales de los pueblos; esa biblioteca sería destruida en 1912 por las tropas francesas[32]. Además, como testimonia una carta reportada por Caratini y Aguirre[33], escrita por el comandante de Adrar a la yemaa Erguibat, las incursiones (gazzyan) eran realizadas con la convicción de ser una acción legítima con el fin de recuperar las rutas de comercio y los terrenos de cultivo.

El comienzo de la instauración de las fronteras -en los territorios de expansión colonial- representa una dificultad notable que con el tiempo y los conflictos entre las metrópolis colonizadoras señalarán el comienzo de una sedentarización, así como la constricción de moverse en tiempos y espacios diferentes y limitados con respecto al pasado precolonial. Una modificación que más allá de marcar profundos cambios en la vida cotidiana, empezó a actuar sobre una identidad del pasado que necesitaba una nueva justificación para seguir existiendo.    

La imposición de las fronteras y el proceso de asentamiento español

Una choza de madera en el arenal. La historia reciente de España en Sahara Occidental empieza con una choza de madera en Río de Oro, una pequeña península en la costa. Si bien España ya había estado presente en estos territorios desde antes de 1492[34], su presencia se limitó a la zona de costa.

De hecho, la conquista española no tenía en la mira la penetración en los territorios de África, sino que se limitaba a los contactos con las poblaciones bereberes situadas en las costas. Sin embargo, con el tiempo abandonó estos sitios a causa de la fuerte competencia promovida por la expansión del Imperio Portugués[35] y enseguida por el colonialismo inglés, holandés y francés, que adoptaron la piratería para atacar las rutas comerciales inglesas.  

Será con las expediciones del teniente Bonelli Hernando (representante de la Sociedad española de africanistas y colonialistas) que España volverá al Sahara Occidental, en particular a la península de Río de Oro, al Sur de las islas Canarias. Es una tímida ocupación, a partir de enero del 1884 (y oficializada por Madrid en diciembre del mismo año), que empieza con una choza de madera que hacía de refugio para la pesca y el nombramiento de tres pequeños asentamientos: Villa Cisneros (actualmente Dajla, o Dakhla), Medina Gatell y Puerto Badía[36]. Son estos elementos los que permiten a España ser participante de “La gran cacería africana” en la Conferencia de Berlín de 1884. Este acercamiento al territorio –relata Munene– ve también la instauración de relaciones con los chiuj saharauis, entre Bahía del Oeste y Capo Bojador.

A través de las expediciones del cónsul Álvarez y de Cervera, Quiroga y Rizzo patrocinada por la Sociedad Española de Geografía Comercial[37], España seguirá buscando acuerdos en la zona de Saguiat el Hamra, sobre todo por temor a una reacción de los vecinos franceses, que ocupaban los territorios alrededor, conscientes de la propia debilidad e incapacidad de hacer frente a un conflicto armado con Francia. Será esta “dualidad en la espera” entre Francia y España que acompañará a la fronterización del territorio que hoy en día conocemos como Sahara Occidental.

En los primeros años, el mundo español en el Sahara Occidental estará compuesto por un grupo de pequeños establecimientos de la Compañía Mercantil Hispano-Africana, que desarrollará la función de punto intermedio respecto a la Guinea Ecuatorial (1893), otra posesión colonial de España. A este asentamiento se resistirán las poblaciones nómadas con varios gazzyan a los que se les responderá con la construcción de una línea de cuatro fortines, decidida por el general Bens Argandoña con el objetivo de proteger el asentamiento de Villa Cisneros y dividir el mundo español del de los saharauis[38]. Entre 1900 y 1912 empieza la mediación entre Francia y España: los acuerdos acabarán estableciendo las fronteras que empezarán a configurar el Sahara Español. En consecuencia, España será poseedora del territorio comprendido entre Río de Oro, Saguíat el Hamra y de Tarfaya (al sur de Marruecos), ciudad esta última ocupada por los marroquís junto a Sidi Ifni en el conflicto entre España y Marruecos entre 1957 y 1958 y perdida oficialmente por los españoles en 1969. Si bien el asentamiento continuó hasta quedar mayormente concentrado en la costa atlántica, entre el 1920 y el 1930 el asentamiento militar y mercantil de Villa Cisneros, tal como sostiene Blanco Vázquez, se convertirá en una base para el tráfico aéreo postal entre Europa, África y América, utilizada por la línea aérea postal francesa (conectando Toulouse con Senegal) y luego por la compañía aérea alemana Lufthansa, volando hasta Bathurst (Gambia), en aquel entonces colonia inglesa.

De acuerdo con Munene[39], es en 1934 cuando España puede establecerse en el resto del territorio. De hecho, Francia había puesto fin a la resistencia saharauis de Ma el Ainin y sus descendientes para ocupar finalmente el territorio de Mauritania, lo que permitía a España poder planificar definitivamente el territorio del Sahara Español.

En este sentido el general Bens fue clave por dar inicio a una planificación del territorio colonial. Al mando de las tropas de tierras que reemplazaron a las de Marina, Bens comienza asegurando Villa Cisneros con el fin de potenciarla estratégicamente y ya en 1911 sugiere a Madrid considerar el Sahara Español como tierra de reclusión. Sin embargo, esta propuesta recién se concretará a partir del 1931, con el envío de prisioneros que desestabilizaban el gobierno de Primo de Rivera. De hecho, los primeros en experimentar la reclusión en el Sahara fueron los disidentes republicanos frente al gobierno de Primo de Rivera. 

Con el gobierno de la España Republicana el Sahara deja de ser una tierra de reclusión. Sin embargo, el gobierno republicano fue dubitativo en la organización administrativa del territorio colonial. Con esta incertidumbre, fueron las milicias franquistas las que utilizaron el Sahara como base de apoyo. Es a partir de este período histórico que el Sahara Español asume mayor relevancia administrativa en los asuntos coloniales. De hecho, será a partir de 1939, y en particular con el descubrimiento –entre los años ‘40 y ’50– de pozos de agua en Villa Cisneros y de fosfatos en Bou-Craá, que España tomará en seria consideración una planificación territorial.

Estos elementos recién descritos nos permiten imaginar que el territorio comenzó a cambiar dentro de acuerdos y asentamientos estratégicos que no consideraban a las poblaciones que vivían en esas tierras. En estas planificaciones la población indígena era reconocida sólo cuando había enfrentamientos con el colonizador, es decir cuando las milicias españolas querían adentrarse en el territorio, alejándose de las costas, para descubrir nuevos sitios de explotación. Las fronteras establecidas entre España y Francia marcaron un cambio notable en las rutas nómadas, así como en el pastoreo y el comercio de las poblaciones locales; la ocupación de la costa cambió la regulación del acceso a la actividad de pesca mientras abría conexiones estratégicas no sólo para España, como queda demostrado con el caso de la base aérea para el tráfico postal[40].

Planificación e identidad: desde la sedentarización hasta la educación

La definición de la frontera y la presencia militar francesa condicionan la posibilidad de moverse en el territorio a los nómadas y representan una transformación del espacio-tiempo saharaui. De hecho, pasarán de un tiempo cíclico a un tiempo que Debord[41] definiría como profundamente histórico, es decir la historia pasa a ser mercancía, una cosa como las otras, perdiendo su excepcionalidad en favor de un tiempo que va más allá de la experiencia de un territorio: un tiempo de producción y ya no más de creación. En este tiempo las fronteras detienen a las personas, pero no a las mercancías; el territorio, como veremos, cambiará por exigencias de aquéllas. Será la mercancía la que generará un tiempo universal, es decir uno donde las fronteras son límites para las necesidades de las manadas y se encuentran abatidas por el pasaje al comercio colonial y los flujos de dinero.

Este pasaje se estructura a través de un cambio que los saharauis sufren, impuesto por el exterior, en brevísimo tiempo. Entre la ocupación formal del Sáhara Español y la ocupación sustancial pasaron poco más de cincuenta años. Mientras que, con el descubrimiento de yacimientos de fosfatos, este territorio se transformará en menos de veinte años y los saharauis vivirán en una proximidad aún mayor con las fronteras, que los obligarán a cambiar formas de vida, pensamiento y administración, y a alterar las relaciones que pertenecían al mundo tradicional y nómada del Ait Arbain. La administración, la economía y la urbanización que toman forma en el Sahara español me parecen temas oportunos con los que empezar este apartado para luego concluir tomando el sistema educativo y racial utilizado por España.

Entre 1958 y 1961, la España franquista empieza un proceso administrativo que transforma el Sáhara en una provincia española, utilizando como modelo a Portugal y Francia y sus posesiones de ultramar. Este cambio conlleva una estructura que reformula la organización territorial de los saharauis e inserta unos cambios notables en el engranaje administrativo colonial. De hecho, se crea un Gobierno General en El Aaiún, que tiene que responder a Madrid, se instituyen consejos territoriales, conocidos como cabildos; los ayuntamientos para El Aaiún y Villa Cisneros, las autoridades locales para Smara y La Gueira y, finalmente, las facciones nómadas para las poblaciones nómadas que van disminuyendo. Munene[42] nos da testimonio de cómo se estructuran estas instituciones: el cabildo se forma por catorce miembros, de los cuales dos son por los ayuntamientos, seis por las compañías comerciales y seis por las facciones nómadas. Entre estos, el presidente del cabildo y los alcaldes de los ayuntamientos gozaran del cargo de procuradores en la Corte de Madrid.

No debemos olvidar que la organización administrativa se enmarca en una estructura burocrática principalmente militar. Pablo Dalmases[43], en sus memorias del Sáhara, describe como esa administración tenía su base en el poder militar, en cuanto a las órdenes del gobernador general estaba un secretario general del Gobierno, el cual era un coronel y un jefe del sector militar, a menudo un general, los cuales tomaban el mando en caso de ausencia del gobernador.

A partir de este cuadro nos encontramos con unos datos importantes que empiezan a segmentar a los saharauis y hacen emerger la importancia que tienen algunas figuras en la colonia española. Uno de los métodos utilizados para segmentar a los saharauis ha sido el de poner en los cuadros dirigentes a varios notables saharauis[44]. Resalta la presencia saharaui entre los miembros de las compañías comerciales, en particular miembros de la Fosfatos Bu-craá S.A., y de las varias compañías mercantiles presentes en el territorio.

Podemos notar también una reelaboración de las estructuras tradicionales saharauis dentro del sistema burocrático y representativo de la nueva provincia africana. La Yemaa seguirá existiendo, pero no tendrá más el mismo poder decisional de antes, cuando decidía sobre los acuerdos que regulaban la vida de las comunidades locales, sino que quedará en manos de los notables saharauis, mayormente adentrados en el aparato administrativo colonial. 

Todo esto nos permite hablar de los intereses económicos que recaían sobre el territorio y cómo se desarrolla la urbanización de los principales centros. El descubrimiento de yacimientos de fosfatos a cien kilómetros de El Aaiún, en pleno desierto, en el sitio ya señalizado de Bu-Craá, empezó a ser explotado efectivamente a partir de los años ’60. Si bien fue descubierto en la década de los ’40, Rodríguez y Barrado nos señalan que, en 1954, esta actividad se detiene por las dificultades logísticas que comporta el transporte de los minerales desde Bu-Craá hasta el mar (la vía comercial más cercana y abierta). Es a partir de 1960 que España realiza la transformación más radical del territorio rural y urbano «con la construcción de una cinta transportadora desde los lugares de extracción (Bu-craá) a la zona de carga de más de cien kilómetros, la creación de unas infraestructuras portuarias que permitieran la entrada de grandes buques en una zona poco apta, dando lugar a un proyecto de dimensiones desconocidas en aquellos lugares y el incremento de las comunicaciones terrestres y aéreas que todo ello suponía, en especial desde el punto de vista militar»[45].

Los yacimientos de fosfatos representan el principal interés de España y también el comienzo de una mayor presencia de civiles españoles en el Sahara Occidental. De hecho, en 1962 se funda la Empresa Nacional Minera del Sáhara (ENMINSA) dependiente del Instituto Nacional de Industria (INI) y que con los incrementos de la extracción y de las ganancias económicas pasará a ser Sociedad Anónima bajo el nombre de FosBu-Craá S.A.[46]. El capital social de la empresa crecerá de manera desproporcionada: en 1969 se estima en 5 millones de pesetas; en 1974 pasa a 900 millones[47]; y en 1976 a 5.850 millones[48] (ya en manos de Marruecos, pero con 35% de participación española)[49]. Así como en los organismos administrativos figuraba la presencia de notables saharauis, también los órganos de la FosBu-Craá incluyen dos notables: el presidente de la Yemaa, del cabildo y procurador de la Corte, y el alcalde de Villa Cisneros, que también resulta ser miembro de la Yemaa y procurador.

Los colonizados administradores y accionarios se presentan como una burguesía mental –dice Siebert[50] reinterpretando Frantz Fanon– donde no encontramos ni industriales y ni financieros, sino hombres[51] con la psicología para los negocios y no “capitanes de industrias”. Como evidencia Sartre –en el prefacio a Les damnés de la terre de Fanon– las metrópolis pagan a algún feudatario con el fin de dividir para imperar, fabricando una burguesía de colonizados, los cuales, en este caso, nunca se verán en los puestos más alto de control, sino subordinados en este caso a los intereses españoles (y a partir de 1976 a los del Reino de Marruecos) pero realizando en parte el saqueo de los recursos nacionales que, «inexorables, siguen adelante a través de chanchullos o hurtos legales»[52]. Sin embargo, la mayoría de los saharauis comparte un estatus de subalterno en su condición de trabajadores asalariados dejando su estilo de vida nómada. 

De hecho, en el medio de estos procesos económicos el Sahara Español vio un incremento de su población proveniente de la metrópolis, así como un creciente interés por el territorio de parte de las multinacionales en búsqueda de hidrocarburos. Estos flujos de entrada representaron un ulterior cambio en el aspecto urbano del territorio, así como en el estilo de vida de los saharauis que será cada vez menos nómada.

Un primer episodio de sedentarización masivo se dio con la Operación Teide en 1958, a través de la cual se le pagó a los miembros de la comunidad Erguibat para instalarlos en Mauritania y Sahara Español, con el fin de favorecer el acceso al territorio a unas cuantas multinacionales para sondear extracciones petrolíferas y evitar que estas poblaciones pudieran entrar en contacto con los movimientos políticos en el Sur de Marruecos, que en ese entonces habían alcanzado la independencia (1956).

A este cuadro se sumó el Plan Vivienda de 1961 del Estado Español del cual nos dan un interesante testimonio Rodríguez y Barrado[53]. El Plan tiene que hacer frente a la sedentarización de las poblaciones, pero en particular tiene que dar lugar a la nueva ola de ocupación colonial que viene de la metrópolis. Los dos investigadores señalan que en 1952 en El Aaiún las viviendas que había eran unos edificios militares, unas callejuelas y casitas de cúpula. Con el proceso empezado en los años ’60, El Aaiún resulta tener otro paisaje: una zona de urbanismo racionalista; una zona para los órganos representativos; una zona sanitaria e industrial. A esta siguen dos zonas residenciales: una europea y otra árabe, a su vez dividida en dos: una para los más sedentarizados, denominada Corominas, y otra con jaimas o viviendas temporales de escasos recursos para quién aún seguía desplazándose. Estos cambios del paisaje y por ende del espacio, señalan inevitablemente un cambio en el imaginario del espacio por parte de los saharauis.

El proceso que sufren los saharauis se puede analizar con el cambio de horizonte: no más dunas donde encontrar oasis u otras comunidades, sino fronteras, militares y camionetas, así como minas y construcciones industriales que impiden el nomadeo. En palabras de Bachelard, podemos afirmar que la experiencia saharaui pasa de una existencia redonda a una existencia angular. Si en la primera el sujeto vive su existencia en toda su calidad inmediata, en relación a un confín no definido, aunque sí visual como puede ser el horizonte, la segunda transforma la línea de la frontera en algo definido que niega un pasaje: «niega la vida, estrecha la vida, oculta la vida. El ángulo es así una negación del universo»[54]. Por tanto, esto decide nuevas dimensiones en la actividad histórico-política, nuevos ordenamientos, el renacimiento de un pueblo. 

Este renacer podemos verlo en la última cuestión de la que nos ocuparemos: la educación impartida por los colonizadores a través de un discurso racial que estaba en la base de la relación, aún si en varios diarios (entre los que destacan Bens, Blas Piñar, Falcó Rotger) se puede leer sobre hermandad. De hecho, los militares y colonizadores en general, al llegar al Sáhara, tienen unas ideas bien claras: «crear nuevos españoles (…) [para] confirmar el destino imperialista de la Patria»[55]; «dejar en la mente de los indígenas la huella de la misión civilizadora que España se había impuesto»[56]; una empresa misionera y civilizadora; así como la continuación de la guerra civil «contra el ateísmo y el materialismo» (son palabras de Franco en una entrevista a L’Echo[57]), concepto que empieza a ser válido cuando las Naciones Unidas pidan la autodeterminación de las colonias, con el fin de retener el territorio bajo una óptica anti-comunista durante la Guerra Fría. Si desde Madrid se intenta pensar en cómo explotar el territorio de las colonias, para quien se encuentra en el territorio la colonización asume los aspectos de una misión civilizadora, construida en el pasado de La Conquista y con el objetivo de un progreso a través de la violencia civilizadora.

En el relato de Dalmases es posible recoger informaciones sobre el sistema educacional instaurado en las colonias, donde estaba prevista una Delegación Provincial de la Juventud (conocida también como Frente de Juventudes), la Delegación Provincial de la Sección Femenina y el Colegio menor en la capital de la provincia (El Aaiún) y las escuelas nómadas. Todas gestionadas por militares y falangistas, considerados como vanguardia cultural del franquismo[58]. Los contactos con los saharauis debían formar traductores, militares, guardias rurales, es decir instaurar el proceso que Sartre define como fabricación de un indígena elegido, desde la adolescencia, dentro del marco del nacional-catolicismo español[59], permitiendo a los saharauis mantener sus tradiciones en usos y costumbres, pero con un modo de pensar europeo y/o español.

El nacional-catolicismo en el caso colonial del Sahara se declina en una versión árabe, que encuentra su punto en común en la fe como instrumento para construir una relación que no muestre a los españoles como enemigos en cuanto hombres de fe. Sin embargo, “el moro” debe mantener un grado de subalternidad porque necesita ser civilizado a través de un ejemplo de superioridad moral (parafraseando el discurso del general Bens[60]). Por tanto, será una educación paternalista, en la cual se explícita el componente racial del nacional-catolicismo con el fin de dominar colonialmente al Sáhara, pero que, a través de su versión árabe, permite una interesante salida ideológica, que se concretará con la creación del Frente Polisario y no en el colonial Partido Nacional Unitario Saharaui (PNUS), uniendo el aspecto árabe (y menos el islámico) con la idea de nación.

Sin embargo, un elemento que destaca en la experiencia colonial española en el Sahara es la dependencia de España del contexto internacional que envuelve al Sahara Occidental. En un primer momento, la enseñanza parece seguir los pasos de construcción de la frontera y de limitación de la circulación, para evitar los vientos de la autodeterminación que venían dándose en los países cercanos: Argelia, Marruecos, Mauritania. Por tanto, la enseñanza tenía su base en una perspectiva anti-marxista, anti-liberal y anti-monárquica, es decir según los valores del franquismo, en la conciencia de ser españoles a todos los efectos (como testimonian algunos relatos), con el fin de mantener bien firme la idea de un Sáhara Español en cuanto provincia de España.

No obstante, las memorias hablan de guardar las tradiciones, las palabras de Bachir Mohamed Halil (historiador saharaui nacido en 1959) recuerda las prohibiciones al caminar por las calles y en la enseñanza de la lengua árabe, que se enseñaba en los centros coránicos (que no habían sido prohibidos). En los años ’60, este cuadro cambia con la declaración del principio de autodeterminación de los pueblos de las Naciones Unidas. España quiere que a los adolescentes saharauis se los introduzca al nacionalismo como posibilidad de autodeterminación como Estado-Nación, con una propia lengua, el hassanya, que escribe en árabe y tiene fe islámica, pero que habla también español.

La visión española llevada adelante por estos maestros niega, sin embargo, una realidad evidente de opresión y destrucción de una cultura nómada, que llevará en los primeros años ‘70 a la desaparición de cuatro jóvenes que empezaban a reivindicar la autodeterminación del Sahara Occidental[61]. Como se sostuvo anteriormente, el ideal de las enseñanzas del nacionalismo español transmitido a los saharauis era hacer confluir los jóvenes colonizados en un único partido creado desde Madrid: el PNUS. Sin embargo, los vientos de la autodeterminación alrededor del Sáhara habían llegado a la colonia española, en particular desde las universidades marroquíes (también con la finalidad de crear movimientos coordinados por Marruecos), que junto con las influencias argelinas dieron lugar al Frente Polisario. El frente de liberación popular ligaba definitivamente la lucha de liberación del pueblo saharaui a una entidad territorial bien definida y recogida en su nombre (Frente Popular de Liberación de Saguiat el Hamra y Río de Oro). Nacido oficialmente en 1973, fue considerado ilegal por el gobierno colonial. Sin embargo, algo había cambiado y los colonizadores habían contribuido a este resultado.

Conclusiones. Una identidad que mira al desierto

Al final de este recorrido es bueno recoger algunos elementos que destacan en la formación de la identidad saharaui, una identidad que ha sido delimitada territorialmente y que en el presente vive este territorio desde lejos o en condición de opresión por la ocupación marroquí, en la que España sigue manteniendo sus responsabilidades.

¿Cómo afectan estos cambios acaecidos en poco más de un siglo a la población saharaui en la construcción de su identidad? Los hijos de las nubes han cambiado materialmente su condición de vida. En el último censo hecho por España en 1974, sólo el 18% sigue representando el pasado nómada.

A la luz de cuanto se ha dicho y analizado podemos decir que la sedentarización ha sido un pasaje importante, sufrido y complejo en la construcción de la identidad y la manera de vivir para los saharauis ligada al territorio del Sahara Occidental, desarrollándose sobre dos direcciones excluyentes: la primera afecta el desarrollo interno de la economía colonial de España; y la otra por una exclusión externa, es decir limitando el nomadeo. Identidad y territorio en este caso están ligados en el nombre que lleva el Frente Polisario, el movimiento de resistencia saharaui que luchó –y sigue luchando– por la autodeterminación del Sahara Occidental y que fue designado por las Naciones Unidas como legítimo representante de República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Sin embargo, no obstante estas delimitaciones de fronteras netas debidas al colonialismo, el imaginario espacio-temporal de los saharauis parece alternar hoy en día una tradición nómada, de desplazamiento que abandona la experiencia angular de la sedentarización, para convertirse nuevamente en una búsqueda del horizonte de una experiencia redonda, así como el tiempo cíclico se alterna en esta espera de un Sahara Occidental libre del tiempo universal que los atrapa en una dimensión estrechamente ligada a intereses globales y económicos sobre el territorio de la RASD.

Si bien la colonización ha intentado disciplinar a través de la frontera, la urbanización, una formación nacional-catolicista en versión árabe e islámica, el trabajo subalterno en las minas, y la reproducción del poder colonial a través de los notables saharauis insertados en los órganos administrativos, los saharauis han afirmado una identidad que responde a estas prácticas, no obstante ellas hayan modificado el espacio y el tiempo de referencia. Es decir, el ordenamiento simbólico del espacio y del tiempo por los saharauis ha seguido siendo lo nómada. Según Hardt y Negri[62]; el nomadismo y el mestizaje son las figuras de la virtud en la lucha contra la esclavitud para pertenecer a una nación, una identidad, un pueblo. Son el camino hacia la soberanía.

Podemos afirmar, por lo tanto, que los saharauis se configuran y representan como un pueblo fronterizo, donde por un lado conocemos su formación identitaria ligada a un Estado-Nación, pero al mismo tiempo sabemos que este espacio-tiempo no les pertenece. Frontera porque está en los márgenes y aún en una posición subalterna dentro el proceso de constitución y consolidación del Estado-Nación en el mundo colonizado. Un pueblo fronterizo actúa «en modo directo e inmediato dentro del respectivo espacio de dominación»[63] y genera obstáculos en los procesos de democratización de las relaciones sociales, para los cuales se exige un espacio donde «hacer valer sus derechos económicos y culturales, y procurar para sí el estatuto de ciudadanos»[64].   

Los saharauis siguen dependiendo de esta construcción colonial, impuesta por un juego internacional donde confluyen intereses económicos radicados en sus territorios (por el derecho internacional), pero que pertenecen a otros lugares que no permiten el acceso a la construcción de un modelo capaz de alternar la identidad nómada sedimentada en su propio imaginario a las fronteras impuestas, que impiden esta misma identidad. La incertidumbre construida sobre este pasado y la incertidumbre de un presente entre territorios ocupados, campamentos de refugiados y migración, deja a este pueblo en la búsqueda de un futuro.

 

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Recibido: 30 de julio de 2018

Aceptado: 24 de Agosto de 2018

Versión Final: 22 de octubre de 2018

 

 



*  Doctorando en FLACSO Argentina. Miembro del Occhialì – Laboratorio di studi sul Mediterraneo Islamico – Università della Calabria.

 

[1] Firmados en el noviembre del 1975, con Marruecos y Mauritania.

[2] El estado de Mauritania abandonará el proyecto de una invasión del sur del Sahara Occidental en el 1979 a causa de una crisis política interna que estaba enfrentando. Diferente, como sabemos, fue el éxito de la ocupación marroquí, conducida a través de la utilización de su fuerza militar y de civiles, en la que se conoce como marcha verde.

[3] Podemos encontrar este ciclo migratorio en el texto de Carmen Gómez Martín La literatura saharaui contemporánea y su desarrollo en el contexto migratorio español (2013), donde se analiza la literatura saharaui de la Generación de la amistad, dentro del marco migratorio que los poetas sufren en más ocasiones y en varias alturas de su vida. En particular es interesante como la identidad asume elementos nuevos con respecto a la construcción clásica, los cuales no pertenecen al imaginario original del Sahara Occidental, como la migración, así como “una triple adscripción identitaria: saharaui, caribeña y europea” (Gómez Martin, 2013; p.238).

[4] Gómez Martín, Carmen; “La literatura saharaui contemporánea y su desarrollo en el contexto migratorio español”; RIPS; V. 12, N°2; Universidad Santiago de Compostela; 2013; pp.232-234.

[5] Sobre todo, el trabajo de Soroeta Liceras, El conflicto del Sahara Occidental, reflejo de las contradicciones y carencias del Derecho Internacional; Universidad del País Vasco; Bilbao; 2001).

[6] Correale, Francesco y Martín Gimeno, Juan Carlos; “Sáhara Occidental: memorias coloniales, miradas postcoloniales”; Les Cahiers d’EMAM. [en línea]; N°24-25; 2015; p. 3.

[7] Francesco Correale; “La «última guerra colonial» de España y la literatura militar entre memoria y conocimiento”; ponencia presentada en VII Congreso Ibérico de estudios africanos; Lisboa; 2010; p.2.

[8] Tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), directa por Joan B. Culla y Larosi Haidar, donde nos embutimos en una categorización de los varios textos que aparecieron entre el lenguaje castrense y la antropología, así como la presencia de entrevistas hechas por el autor a personas que ocupaban posiciones en el sector educativo de las provincias españolas africanas, del Sáhara español.

[9] Conferencia dictada en el diciembre del 2012 en La casa árabe de Madrid.

[10] Siskind Mariano, en “Introducción” a Bhabha Homi K.; Nuevas minorías, nuevos derechos. Notas sobre cosmopolitismo vernáculos; Siglo veintiuno editores; Buenos Aires; 2013; p. 16.

[11] Quijano Aníbal; “Colonialidad del poder, globalización y democracia”; en http://rrojasdatabank.info/pfpc/quijan02.pdf;  Lima; diciembre 2000; p. 11.

[12] Hall Stuart; “Introducción: ¿quién necesita «identidad»?”; en Stuart Hall y Paul du Gay (comps.); Cuestiones de identidad cultural; Amorrortu editores; Buenos Aires – Madrid; 2011; p. 35.

[13] En https://rasdargentina.wordpress.com/2014/11/17/sobre-la-identidad-cultural-saharaui/

[14] Hall Stuart; “Cultural identity and diaspora”; en Patrick Williams y Laura Chrisman (comps.); Colonial discourse and post-colonial theory; Harvester Wheatsheaf; London; 1994; p. 225. La traducción es mía.

[15] Fanon Frantz; I dannati della terra; Einaudi; Torino; 1962, pp. 170-171.

[16] A ese territorio se contrapone el Trab el Sudán, es decir la tierra de negros, haciendo referencia a la África subsahariana (en Correale Francesco y Gimeno Martín Juan Carlos, (ob. cit.); 2015.

[17] En http://www.upes.org/body2_eng.asp?field=articulos_eng&id=278.

[18] Sobrero Yolanda; Sáhara. Memoria y olvido; Editorial Planeta S. A.; Barcelona; 2010; p. 82.

[19] Correale, Francesco; “La narración de la historia en situación de crisis. Reivindicaciones y contradicciones en la construcción memorial saharaui”; Les Cahiers d’EMAM. [en línea]; N°24-25; 2015; p. 5.

[20] El Frente Polisario es el Frente de Liberación de los saharauis, fundado el 10 de mayo de 1973. El Frente Polisario es importante cuando hablamos de la identidad saharaui por varias razones, en particular porque contiene en su nombre el territorio que compone el Sahara Occidental, es decir Frente Popular de Liberación de Saguíat el Hamra y Río de Oro. El grupo de liberación saharaui con el proceso de identificación entre identidad y territorio cumple un paso decisivo para la constitución del Estado-Nación, aceptando de alguna manera el legado de la colonización: las fronteras del territorio colonial en lugar de la práctica nómade.

[21] Correale Francesco; (ob. cit.); 2015; p. 6.

[22] Debord Guy; La società dello spettacolo; Baldini Castoldi Dalai editore; Milano; 2008; p. 126.

[23] En Sobrero Yolanda; (ob. cit.); 2010; p.83.

[24] Uld es la conjunción entre la persona presente y sus antepasados, permitiendo de presentar con él su genealogía. 

[25] Sobrero Yolanda; (ob. cit.); 2010; pp. 87-88.

[26] Hay que tener en cuenta que cada una de estas tribus se divide finalmente en fracciones, es decir en ulteriores ramas.

[27] Braudel Fernand (comp.); Il Mediterraneo. Lo spazio, la storia, gli uomini, le tradizioni; Bompiani; Milano; 2013; p. 15.

[28] Gimeno Martín Juan Carlos y Robles Picón Juán Ignacio; “Hacia una contrahistoria del Sáhara Occidental”; Les Cahiers d’EMAM. [en línea]; N°24-25; 2015; p. 4.

[29] Sobrero Yolanda; (ob. cit.); 2010; p. 12.

[30] Mateo Luz Marina; Decires Nómadas. La lucha del pueblo saharaui por derribar el muro del silencio; Tesis de Maestría, La Plata; Universidad de La Plata; 2016; p. 37.

[31] Esta periodización se debe al historiador marroquí Laroui, y está contenida en el texto ya citado de Gimeno Martín y Robles Picón, que se concentran en un análisis de los hechos que ocurren en los períodos señalizados, adoptando una perspectiva contrahegemónica, es decir miran a relevar las resistencias a los colonizadores y como estas pierden de valor a los ojos de una perspectiva colonial.

[32] Nos da esta preciosa nota Velázquez Elizarrarás Juan Carlos, Orígenes de la identidad saharaui; 2015; en rasdargentina.wordpress.com.

[33] En Correale Francesco y Gimeno Martín Juan Carlos; (ob. cit.); 2015.

[34] Año en que la Corona de España empieza a rechazar las poblaciones moras y judías, y gana sobre el Reino de Granada de Boadbil.

[35] Se resuelven los contrastes a través de varios tratados entre los dos Reinos: tratados de Alcaçobas (1479), de Tordesillas (1494) y de Cintra (1509). Los conflictos eran debidos a la convergencia de intereses sobre la misma zona que España y Portugal geográficamente comparte, es decir el control sobre el tráfico comercial entre Europa y África y la explotación de la riqueza debida a la pesca en las aguas del Atlántico sahariano (Blanco Vázquez, 2012), aún de actual importancia por los acuerdos económicos entre Unión Europea y Marruecos. 

[36] Munene Macharia; “History of Western Sahara and Spanish colonisation”; en AA.VV.; Multilateralism and international law with Western Sahara as a case study; VerLoren van Themaat Centre; University of South Africa; 2010; p. 92.

[37] Fueron las primeras expediciones oficiales de España en el territorio, que unían el objetivo político a un objetivo científico natural. A estas se suman las de la Sociedad Española de Africanistas y Colonialistas.

[38] Esta construcción de fortines, que constituyen de hecho una línea de control divisoria de la sutil línea de tierra de Río de Oro, debería hacernos replantear lo que en varios estudios encontramos definido como “acuerdos con las poblaciones saharauis”. Un relato completo sobre estas construcciones se puede encontrar en Blanco Vázquez Luis; “Vestigios del pasado colonial español en Río de Oro (Sáhara Occidental). La línea de Fortines de Villa Cisneros”; Hispania Nova. Revista de historia contemporánea [en línea]; N°10; 2012. 

[39] Munene Macharia; (ob. cit.); 2010; p. 95.

[40] A este propósito se puede leer en las páginas de las memorias del general Bens (1947) el relato sobre las preocupaciones de los nómadas al ver el tráfico aéreo que se venía desarrollando, porque veían en peligro sus carovanas y camellos y la preocupación por unas instalaciones francesas, que en aquel entonces eran el principal rival de los nómadas. Sin embargo, la respuesta de Bens fue la siguiente: «Yo traté de disuadirles empleando la táctica que me había salvado siempre de todos los conflictos: las buenas palabras y los regalos. Les hice ver que no había ningún peligro para ellos en la instalación de la línea aérea, antes, al contrario, pues el aeroplano les evitaría recorrer a camello el desierto en jornadas agotadoras», en Navarra Ordoño Andreu, (ob.cit.); 2012; p.3.

[41] Debord Guy; (ob. cit.); 2008; p. 135.

[42] Munene Macharia; (ob. cit.); 2010; p. 97.

[43] Dalmases, Pablo Ignacio; Huracán sobre el Sáhara; Editorial base; Barcelona; 2010; p. 48.

[44] Fenómeno esto que se habrá bajo ocupación del Marruecos también.

[45] Rodríguez Esteban José A. y Barrado Timón Diego A.; “Los procesos de urbanización en el Sáhara español (1884-1975): un componente esencial del proyecto colonial”; Les Cahiers d’EMAM. [en línea]; N°24-25; 2015; p. 13.

[46] Sobrero Yolanda; (ob. cit.); 2010; p. 205.

[47] Datos en Sobrero Yolanda; (ob. cit.); 2010.

[48] Dato en Castro Rodríguez Mayka; “Sahara Occidental: ¿por qué no se soluciona el «conflicto»?; en rebelión.org; 2008.

[49] La renta increíble debida a los fosfatos pone el Sahara Occidental en los primeros ocho productores mundiales del mineral y en el 1978 llega a ser el cuarto productor mundial, pasando a ser considerado el “Kuwait de los fosfatos”, nos comenta Sobrero (2010). Un dato aún más importante nos viene dato por el Banco Mundial, que, en 1974, calcula la renta per-cápita en Sahara Occidental entre las más altas entre los Países africanos, con 2.250 dólares per-cápita, mientras que la de Marruecos era de 270 dólares. Sin embargo, como seguimos comentando el beneficio económico se concentra en las manos de pocos y excluye la población saharaui.

[50] Siebert Renate; Voci e silenzi postcoloniali. Frantz Fanon, Assia Djebar e noi; Carocci Editore; Roma; 2012; p. 135.

[51] Con plena referencia al sexo masculino, porque la sociedad colonial que estamos narrando es profundamente machista, donde la mujer saharaui aparece marginalmente, por los menos en estos asuntos administrativos.

[52] Traducción por el autor desde la versión italiana del texto de Fanon Frantz; I dannati della terra; Einaudi; Torino; 1962; p. 43.

[53] Rodríguez Esteban José A. y Barrado Timón Diego A.; “Los procesos de urbanización en el Sáhara español (1884-1975): un componente esencial del proyecto colonial”; Les Cahiers d’EMAM. [en línea]; N°24-25; 2015; pp.10-15.

[54] Bachelard Gaston; La poética del espacio; Fondo de Cultura Económica; México; 2006; p. 171.

[55] Texto en bstardilla mío.

[56] En Navarra Ordoño Andreu; (ob. cit.); 2012; p. 5.

[57] En Navarra Ordoño Andreu (ob. cit.); 2012; p. 4.

[58] Dalmases Pablo Ignacio; (ob. cit.); 2010; p. 34.

[59] Esta ideología tiene una tarea importante en la cultura española a partir del ‘800, como ideología político-religiosa, base del franquismo. De hecho, representa la justificación de los cambios que toman lugar en España, integrando el capitalismo y el catolicismo en un sistema autoritario como vía a la modernización, sostiene Botti (1992), manteniendo unido las clases altas y las populares dentro una visión del desarrollo capitalista sin democracia liberal. 

[60] En Navarra Ordoño Andreu, (ob. cit.); 2012; p.5.

[61] Bassiri, leader del OALS (Organización avanzada por la Liberación del Sáhara –una experiencia antecedente al Frente Polisario) viene desaparecido en el 1970, después una manifestación en un barrio de El Aaíún en contra de la ocupación española. Lo mismo pasará a Abdi uld Brahim, Embarec uld Hossein y Fadeld uld Mohamed Lamin en el 1974. Los tres miembros del Frente Polisario fueron presos después de un enfrentamiento con los militares españoles y luego hechos desaparecer.

[62] Bhabha Homi K.; (ob. cit.); 2013; p. 26.

[63] Quijano Aníbal; (ob. cit.); 2000; p. 11.

[64] Bhabha Homi K.; (ob. cit.); 2013; p. 26.