Presentación
Racializaciones. La producción histórica de la diferenciación
racial
El espectro de problemáticas que busca presentar el conjunto
de artículos que compone este dossier podría englobarse bajo la noción
de racialización, entendiendo con ella los modos en que las
identificaciones y desidentificaciones raciales, inscriptas y articuladas por
lógicas económicas, dispositivos de poder, discursos sociales y dinámicas
culturales, han producido y producen diversamente lo social (instituciones,
modos de vida, saberes, resistencias, subjetivaciones, epistemologías). La
investigación sobre las condiciones y consecuencias de las racializaciones
tiene una historia larga y diversificada, enriquecida en las últimas décadas
con las discusiones que emergieron en torno a procesos políticos contemporáneo
(entre los que podemos mencionar a los movimientos populares indígenas
latinoamericanos -desde el zapatismo mexicano a Bolivia- y el #BlackLivesMatter
en Estados Unidos, pero también a la consolidación de discursos y tendencias
abiertamente racistas en Europa) y las discusiones y teorías de lo poscolonial
y decolonial, con profundo impacto epistemológico, historiográfico y
etnológico. Este escenario incluye la historización de la noción de “raza”, una
discusión con los alcances de la de “etnia”, así como la ampliación de las
problemáticas raciales a la categoría que, al tiempo que estructura la
diferenciación racial, procura ponerse por arriba y por fuera: la condición
blanca. Ese debate, que busca alejarse de los riesgos del esencialismo tanto
como de universalismos que enuncian igualdades mientras propician asimetrías,
es transversal a las regiones geopolíticas (que muchas veces son, también,
instancias geopolíticas del conocimiento), por lo que las investigaciones más
relevantes conforman un mapa de lo global discontinuo. Saltando el marco
biologicista y fisonomista, sin por ello dejar de prestar atención a las
investigaciones y discursos que caracterizan a la biología y la genética
contemporáneas, y evitando una mirada economiscista o culturalista que dota a
los procesos raciales de autoconsistencia y de cierta teleología, la noción de
racialización permite dotar de conflictividad, contingencias, ambivalencias y
complejidad a la producción social de lo racial.
Esta
mirada permite avanzar en la comprensión histórica de la producción social de
diferencias y desigualdades que apelan a lo racial, el modo en que las
operaciones y efectos de fijación se entraman una y otra vez con
desplazamientos y fluidificaciones[1], en un
proceso abierto con profundas continuidades pero también con discontinuidades
decisivas. En ese sentido, la fabricación de lo racial se inscribe como fuerzas, cuerpos, ideas, imágenes, espectáculos,
discursos y signos. Su abordaje equivale a desentrañar
configuraciones de poder, adaptaciones, resistencias, invenciones; equivale
también a una consideración de la cultura no como una propiedad étnica
intrínseca, fácilmente identificable, recurrente, transparente e intercambiable
sino como un espacio de mediación entre estructuras y agentes, como un devenir
histórico en el cual actúan fenómenos complejos de invención, intercambio y
conflicto de los que emergen, una y otra vez, prácticas y definiciones de lo
que quiere decir la raza[2]. Vale aquí recordar a Alejandro Campos García cuando afirma
que “los procesos de racialización no producen categorías unificadas y
estables, más bien generan una multiplicidad de significados que tienden a
desestabilizar cualquier principio coordinado o cualquier agenda unificada de
categorización.”[3]
Al no
tener las diferencias bases fijas ni valoraciones unívocas, y siendo, en
cambio, un proceso de fijaciones y fluidificaciones, es preciso un trabajo
social, político y cultural que asegure, mantenga o confronte las diferentes
formas de racialización[4]. Dicho
trabajo constituye la materia de una elaboración historiográfica que, como tal,
cuestiona todo esencialismo
(aún si algún tipo de esencialidad pueda invocarse como elemento estratégico[5] y vuelve
posible pensar en términos de una “deconstrucción transcultural”[6], de
comprender las posiciones dominantes y dominadas en la gama amplia y
contradictoria de sus posiciones. En ese sentido, escribir la historia de los
procesos de racialización requiere observarlos como procesos de adscripción
producidos desde diferentes fuentes y por diversos agentes (políticos,
culturales, económicos, mediáticos), referenciados a formaciones discursivas, tramas institucionales, saberes y
poderes y expectativas heterogéneas, no siempre coordinadas, no siempre
reforzándose mutuamente. Sus significados y consecuencias concretas, entonces,
habrá que buscarlos en las “puestas en escena de lo racial”[7], en la
“materialidad animada de la raza”[8], es
decir, en las conflictivas interacciones histórico-sociales que funcionan como
instancias donde se inventan, comunican e interpretan las diferencias y
desigualdades raciales.
Teniendo
en cuenta estas definiciones conceptuales y sus posibles alcances temáticos y
epistemológicos, y considerando la riqueza potencial de una recopilación más
exploratoria sistemática, este dossier busca ofrecer a sus lectorxs un
conjunto de investigaciones para las cuales la cuestión racial ha tenido y/o
tiene relevancia en las formas que adquiere una experiencia social. Dichas
investigaciones componen un mapa de tiempos y espacios heterogéneos,
proveyendo, antes que una panorámica, la ocasión de pensamientos comparativos
que doten a las perspectivas historiográficas interesadas en la cuestión racial
de elementos para una consideración de las semejanzas y contrastes. Los cinco
artículos que aquí se presentan exponen, pues, diversas procedencias,
emergencias, usos y trayectorias de los procesos de racialización:
Los
artículos de Manuel Fontenla y Conor Tomás se centran en los usos políticos de
las identidades racializadas en términos de confrontación, inversión y
transformación de las asimetrías. Explorando territorios tan diversos como los
tópicos de la educación superior de los afroamericanos en los Estados Unidos
durante los años sesenta del siglo XX (especialmente en la ciudad de New York)
y la invención de nuevos discursos historiográficos sobre la época colonial por
las comunidades indígenas del noroeste argentino durante las últimas décadas, Fontenla
y Tomás resaltan fenómenos de alta variabilidad respecto a la consideración de
las diferencias raciales, sus razones y sus potencias. A través de la
exploración de las tensiones discursivas e institucionales, ambos autores
subrayan que no se trata, solamente, de escribir la historia de los procesos de
racialización sino asimismo de indagar los modos en que dichos procesos definen
matrices y límites para la narración histórica, así como para la investigación
social, con consecuencias sociales y políticas. Vinculando estrechamente
prácticas culturales, relaciones sociales asimétricas y expectativas políticas,
estos trabajos arrojan luz sobre los modos en que las racializaciones han
operado como estrategias de recomposición y liberación por parte de las
poblaciones racialmente sometidas.
Uno
rasgos característicos de los procesos de racialización es la construcción de
estereotipos (muchas veces contradictorios entre sí) que funcionan como
símbolos y operadores de fijación. En torno a ellos se producen tensiones,
apropiaciones, reproducciones, sustracciones, fluidificaciones. Mientras que
los textos de Fontenla y Tomás historizan una serie de experiencias poniendo el
acento en una suerte de interioridad del sujeto racializado subalterno (en
Fontenla, las comunidades indígenas; en Tomás, las activistas afroamericanas),
el texto de Berenice Corti presenta un conflicto en el que las racializaciones
-y las definiciones que buscan instalar- son vistas desde un espacio social más
amplio, que incluye pero excede a aquellos de los que se habla. Rastreando
episodios de una conversación social en la Argentina de las primeras décadas
del siglo XX (la del posCentenario, la crisis del modelo agroexportador, las
inmigraciones europeas masivas, la tecnificación incipiente), Corti investiga
el modo en que “lo negro”, una categoría polisémica y polémica en la cultura
argentina, cuyas derivas políticas y discursivas son fundamentales para
comprender la historia de este país, operó en la apropiación y significación de
un género musical, el jazz. El artículo permite comprender la importancia de
las adscripciones racializadas, que dotan de valoraciones estéticas y sociales,
cuando se analizan fenómenos musicales en nuestro país. Y, viceversa, cómo los
procesos de imputación racial definen el campo de lo posible estético. En ese
sentido, indagando el modo en que, en palabras de Corti, “la performatividad racializada de la música tuvo sus
efectos en la práctica musical”, el texto permite
acceder a ciertas relaciones entre asimetrías sociales y fenómenos estéticos y
los modos en que ambas se intersectaron en una determinada coyuntura argentina
para delimitar históricamente el campo de lo sensible y lo artístico como
vector de dominaciones y distribuciones sociales y raciales más amplias.
Una
problemática afín a la de Corti exploro en el artículo que lleva mi firma, en el que se investiga el modo en
que músicas racializadas como afroamericanas (más precisamente, el soul y el
funk) participaron en la estructuración de nuevos mercados de consumo en
Estados Unidos durante los años sesenta y setenta del siglo XX. La
investigación del modo de entrelazamiento de discursos políticos, raciales y
hedonistas en las derivas de los mercados de consumo articulados en torno a la
música negra permite refutar las tesis de la industria cultural como un proveedor
unidireccional y despótico de identificaciones sociales (entre ellas, raciales)
así como evitar idealizaciones, frecuentes en los estudios culturales[9], que
interpretan cualquier consumo como un acto de resistencia. En lugar de eso, el
artículo busca situar el fenómeno en su ambivalencia, o ambigüedad, resaltando
cómo ciertas
estéticas musicales se consolidaron como recursos publicitarios protagonistas
en la definición de imágenes de negritud consumibles, configurando nuevas
relaciones entre racializaciones y mercado.
Finalmente,
el artículo de Fabrizio Di Buono amplía las fronteras geopolíticas de los
textos precedentes con un fenómeno no americano: la incidencia de la
colonización española de los siglos XIX y XX en las identidades y experiencias
de la población saharaui y el modo en que el lazo colonial funciona, en su
producción de exclusiones, sometimientos y segregaciones, como condición para
la invención de lo nacional. Analizando aspectos específicos, como las
formas de organización social y política, la delimitación de fronteras y
asentamientos y la instrucción escolar que tuvieron lugar a lo largo del
gobierno colonial español y francés, Di Buono señala elementos que participaron
en una reconfiguración profunda de las vidas de las poblaciones sarahuis. En
ese sentido, su trabajo dialoga con el Manuel Fontenla, en la medida en que
ambos permiten observar el modo en que memoria, historia y discontinuidad se
entrelazan para hacer emerger lo que podríamos llamar “figuras de Pueblo”.
Las cuatro reseñas bibliográficas han sido seleccionadas
siguiendo un criterio similar al de los artículos. En ellas se recorre un
amplio espectro problemático, que va desde las reflexiones actuales en torno a
la producción social de victimas y discursos sobre ellas (Santiago Cueto Rúa)
-un aspecto que dialoga inevitablemente con los procesos de racialización-, a
las experiencias de activismo político que, apoyándose sobre un aspecto de las
identificaciones racializadas, buscan aprovecharlas y redefinirlas como
potencias políticas (es el caso para la reseña de Serenela Di Biagi sobre
#BlackLivesMatter, la de Emiliano Ríos sobre política mapuche y la de Agustina
Rossi Lashayas sobre la pensadora feminista afroamericana bell hooks).
Ezequiel Gatto
Coordinador Anuario Nº 30
[1] Whitten, JR., Norman; “The Longue Dureé of Racial Fixity and
the Transformative Conjunctures of Racial Blending”; en Journal of Latin
American and Caribbean Antrhopology, vol. 12, nº 2, 2007 pp. 356-383.
[2]
Bhabha,
Homi; El lugar de la cultura; Manantial; Buenos Aires; 2002.
[3] Campos García, Alejandro;
“Racialización, Racialismo y Racismo. Un discernimiento necesario”; en Revista
de la Universidad de la Habana, Journal 273, Junio 2012.
[4] Gilroy, Paul; 'There ain't no
black in the Union Jack'. The Cultural Politics of Race and Nation;
University of Chicago Press; Chicago; 1987.
[5] Spivak, Gayatri; Entre otras palabras, en otros mundos.
Ensayos sobre política cultural; Paidós; Buenos Aires; 2013.
[6]
Mohanty,
Chandra; “Bajo los ojos de occidente. Academia Feminista y discurso colonial”;
en Suárez Navaz y Aída Hernández (eds); Descolonizando el Feminismo: Teorías
y Prácticas desde los Márgenes; Ediciones Cátedra; Madrid; 2008.
[7] Kotarba, Joseph. and Vannini, Phillip; Understanding
Society through Popular Music; Routledge; London; 2009.
[8] Moten, Fred; In the break. The aesthetics of the Black
Radical Tradition; University of Minnesota Press; Minneapolis; 2003.
[9]
Duncombe,
Stephen; La potencia de los sueños. Imaginando políticas en la era de la
fantasía; Tinta Limón Ediciones; Buenos Aires; 2018.